Semi­lla de Maldad

We Need to Talk About Kevin. Gran Bre­ta­ña-Esta­dos Uni­dos, 2011. Un film de Lyn­ne Ramsay.

SEMILLA DE MALDAD

Basa­do en una nove­la de Lio­nel Shri­ver, la direc­to­ra Lyn­ne Ram­say expo­ne en Tene­mos que hablar de Kevin la trau­má­ti­ca rela­ción exis­ten­te entre una madre y su hijo. Con tal pro­pó­si­to el rela­to tra­ta de que el espec­ta­dor pue­da com­pe­ne­trar­se con Eva (Til­da Swin­ton), una mujer que dio a luz a Kevin, un ser quien a tra­vés de su exis­ten­cia va desa­rro­llan­do una per­so­na­li­dad psi­co­pá­ti­ca peligrosa.

Narra­do de mane­ra no lineal y con per­ma­nen­tes sal­tos tem­po­ra­les, el espec­ta­dor sigue el desa­rro­llo de los acon­te­ci­mien­tos a tra­vés de la ópti­ca de Eva quien, según lo que indi­ca el títu­lo del film, tra­ta de dis­cu­tir con su mari­do Fran­klin (John C. Reilly) la con­duc­ta de Kevin.

Des­de su naci­mien­to y duran­te los pri­me­ros meses de vida, Kevin (Rocky Duer) va evi­den­cian­do un com­por­ta­mien­to extra­ño que se acen­túa en su niñez (Jas­per Newell) al comien­zar a exhi­bir su habi­li­dad mani­pu­la­do­ra car­ga­da de male­vo­len­cia, para ter­mi­nar agu­di­zán­do­se como mucha­cho ado­les­cen­te (Ezra Miller). Cuan­do aún es niño, el naci­mien­to de su her­ma­ni­ta Celia (Ash­ley Gera­si­mo­vich) no ayu­da mucho a cam­biar su acti­tud ni tam­po­co modi­fi­ca el difi­cul­to­so cli­ma exis­ten­te en el entorno fami­liar; si bien Fran­klin tra­ta de man­te­ner una acti­tud posi­ti­va con su hijo y obtie­ne una bue­na res­pues­ta suya, la con­vi­ven­cia con su madre se tor­na insos­te­ni­ble y es eso lo que ter­mi­na afec­tan­do a la fami­lia en su conjunto.

Como lo que se obser­va son tro­zos de un rela­to exce­si­va­men­te frag­men­ta­do, es nece­sa­rio rea­li­zar un sig­ni­fi­ca­ti­vo esfuer­zo para unir todas las pie­zas de este rom­pe­ca­be­zas a fin de com­pren­der por qué Kevin des­pre­cia con alma y vida a su pro­ge­ni­to­ra, aun­que nun­ca se lle­gue a saber la razón. Sin tener en cuen­ta la nove­la ori­gi­nal ‑por­que nin­gún espec­ta­dor está obli­ga­do a hacerlo‑, lo que uno está juz­gan­do es lo que el film mues­tra y en tal sen­ti­do no hay indi­cio alguno que pue­da jus­ti­fi­car la acti­tud de Kevin hacia su madre. Más aún, el trá­gi­co des­en­la­ce de la his­to­ria que nada tie­ne que ver con la rela­ción madre-hijo, sugie­re que deci­di­da­men­te esta­mos en pre­sen­cia de una per­so­na men­tal­men­te enfer­ma. Por lo que ante­ce­de, hay moti­vos para que este film irri­te al espec­ta­dor, a saber: a) ¿Cómo es posi­ble admi­tir que duran­te tan­tos años los padres de Kevin jamás se hayan preo­cu­pa­do de pro­veer­le asis­ten­cia psi­quiá­tri­ca cuan­do todo demues­tra que se está fren­te a un ser imbui­do de una semi­lla de mal­dad com­ple­ta­men­te anor­mal? ¿Cómo se jus­ti­fi­ca la acti­tud extre­ma­da­men­te con­des­cen­dien­te de Fran­klin con su hijo fren­te al tra­to que su espo­sa reci­be del mismo?

Los inte­rro­gan­tes que ante­ce­den que­dan sin resol­ver y lo que en últi­ma ins­tan­cia ofre­ce este film es un pano­ra­ma som­brío y des­co­ra­zo­na­dor en la des­crip­ción de un cua­dro fami­liar poco toni­fi­can­te. Si la inten­ción de la rea­li­za­do­ra era ilus­trar un estu­dio clí­ni­co sobre cómo una cria­tu­ra pue­de con­ver­tir­se en mons­truo, el resul­ta­do no deja satis­fe­cho por­que no se ve razón algu­na que jus­ti­fi­que el com­por­ta­mien­to de Kevin, sal­vo la exis­ten­cia de un des­equi­li­brio men­tal que en nin­gún momen­to es con­si­de­ra­do en el relato.

Tenien­do en cuen­ta que todo gira en torno a Eva, pue­de afir­mar­se que Swin­ton ofre­ce una estu­pen­da labor como la madre impo­ten­te de cam­biar los hechos y tenien­do que lidiar con­ti­nua­men­te con un ser malé­vo­lo que le es prác­ti­ca­men­te des­co­no­ci­do; por su par­te los tres acto­res que ani­man a Kevin en sus dife­ren­tes eda­des trans­mi­ten muy bien el pro­fun­do recha­zo que este per­so­na­je sien­te por su madre. La actua­ción de Reilly es efec­ti­va aun­que su per­so­na­je –com­ple­ta­men­te pasi­vo- no esté bien desarrollado. 

En gene­ral, el film resul­ta intri­gan­te has­ta cier­to pun­to, pero el esti­lo afec­ta­do de su pues­ta en esce­na con ele­men­tos car­ga­dos de sim­bo­lis­mos que nada tie­nen que ver con el rela­to, ter­mi­na dis­mi­nu­yen­do el inte­rés ini­cial despertado.

Con­clu­sión: Aun­que muy bien actua­do, este depri­men­te dra­ma pro­me­te más de lo que ofre­ce dejan­do al espec­ta­dor una sen­sa­ción de per­ple­ji­dad con su horro­ro­so final. Jor­ge Gutman

Los Acan­ti­la­dos de Lvov

In Dark­ness. Polo­nia-Ale­ma­nia-Cana­dá, 2011. Un film de Agniesz­ka Holland.

LOS ACANTILADOS DE LVOVAgniesz­ka Holland retor­na nue­va­men­te al esce­na­rio de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, des­pués de haber­lo hecho exi­to­sa­men­te en Angry Har­vest (1985) y Euro­pa, Euro­pa, (1990) rela­tan­do una his­to­ria verí­di­ca sobre el Holo­caus­to. Su afi­ni­dad hacia el dolo­ro­so tema no resul­ta extra­ña si se con­si­de­ra que todos los miem­bros de la fami­lia de su padre pere­cie­ron en el gue­to de Var­so­via, en tan­to que su madre pola­ca actuó en la resis­ten­cia sal­van­do a judíos. 

A comien­zos de 1944, los nazis comen­za­ron en Lvov, Polo­nia (hoy se lla­ma Lviv y per­te­ne­ce a Ucra­nia), la tarea de exter­mi­na­ción de judíos quie­nes vivían reclui­dos en un gue­to de la ciu­dad. Eli­gién­do­los al azar, los des­afor­tu­na­dos eran trans­por­ta­dos en camio­nes hacia los cam­pos de con­cen­tra­ción. Fren­te a ese ago­re­ro pano­ra­ma, un gru­po de ellos antes de ser atra­pa­dos, tra­tan de esca­par de una muer­te segu­ra y para ello eli­gen las alcan­ta­ri­llas como refugio. 

La pelí­cu­la comien­za mos­tran­do las acti­vi­da­des delic­ti­vas de Leo­pold Socha (Robert Wiec­kie­wicz), quien jun­to con su com­pin­che Szc­ze­pek (Krsysz­tof Sko­niecznyh) se dedi­can a asal­tar las casas de la región. Socha, quien es un cató­li­co pola­co sin afec­to alguno por los judíos, se desem­pe­ña como emplea­do muni­ci­pal de los alcan­ta­ri­lla­dos y por lo tan­to es un exper­to cono­ce­dor de todos los veri­cue­tos de ese mun­do sub­te­rrá­neo. Cuan­do en uno de sus reco­rri­dos des­cu­bre a los judíos allí apos­ta­dos, para no dela­tar­los les deman­da a cam­bio la suma de 500 zlotych dia­rios y ade­más les seña­la que el gru­po no pue­de supe­rar la doce­na de per­so­nas a fin de res­guar­dar­los con­ve­nien­te­men­te de cual­quier intro­mi­sión nazi. De este modo comien­za una arries­ga­da aven­tu­ra don­de esta gen­te sepa­ra­da de sus fami­lias vivi­rá por un perío­do de 14 meses en con­di­cio­nes infra­hu­ma­nas tra­tan­do de sobre­vi­vir a la tris­te realidad. 

Valién­do­se del guión de David F. Sha­moon, basa­do en el libro In The Sewers of Lvov de Robert Marshall, Holland ilus­tra con sobrie­dad e inten­si­dad las con­di­cio­nes claus­tro­fó­bi­cas y de degra­da­ción de las cloa­cas sub­te­rrá­neas. Con com­ple­ta auten­ti­ci­dad el públi­co se envuel­ve en esa angus­tio­sa atmós­fe­ra don­de sus des­gra­cia­dos mora­do­res están obli­ga­dos a sopor­tar un ambien­te infec­ta­do de ratas, aguas y olo­res putre­fac­tos, comien­do lo que se pue­de, sufrien­do las incle­men­cias del tiem­po cuan­do una gran tor­men­ta pro­vo­ca una inun­da­ción de con­si­de­ra­bles pro­por­cio­nes y tenien­do que coha­bi­tar haci­na­dos don­de no siem­pre la con­vi­ven­cia huma­na resul­ta armo­nio­sa. Den­tro de ese con­tex­to no es muy esti­mu­lan­te obser­var a Yanek (Mar­cin Bosak) man­te­ner rela­cio­nes sexua­les con su ami­ga Cha­ja (Julia Kijows­ka) duran­te la noche mien­tras que su espo­sa e hiji­ta des­pier­tas obser­van calla­da­men­te ese deplo­ra­ble cua­dro; más incó­mo­do aún resul­ta una cru­da esce­na don­de una madre da a luz en ese lúgu­bre labe­rin­to y ter­mi­na asfi­xian­do a su bebé recién naci­do por temor a que sus llan­tos pue­dan lla­mar la aten­ción de los nazis. 

Uno de los aspec­tos más impor­tan­tes del film es haber des­crip­to muy bien la per­so­na­li­dad de Socha, que de opor­tu­nis­ta explo­ta­dor, gra­dual­men­te se con­vier­te en un alia­do del gru­po que pro­te­ge. Así, a medi­da que el tiem­po trans­cu­rre y cuan­do a los judíos se les aca­ba el dine­ro para seguir finan­cian­do la esta­día, el ini­cial­men­te corrup­to hom­bre les exi­me del pago con­ve­ni­do e inclu­so pone en jue­go su pro­pia vida cuan­do su supe­rior (Michal Zuraws­ki), un ofi­cial nazi, com­prue­ba lo que está hacien­do. A dife­ren­cia de Oskar Schind­ler, Socha se trans­for­ma en un ines­pe­ra­do héroe que encuen­tra un sen­ti­do en su vida que le habrá de redi­mir de su pasa­do tur­bio. Esa con­ver­sión obli­ga nue­va­men­te a refle­xio­nar acer­ca de las difi­cul­ta­des que exis­ten cuan­do se tra­ta de des­lin­dar el bien del mal. Al cons­ta­tar la trans­for­ma­ción de Socha, cre­cien­do en huma­ni­dad y cobran­do con­cien­cia del holo­caus­to judío, el film adquie­re una dimen­sión espe­cial expo­nien­do cla­ra­men­te la con­tra­dic­ción humana. 

A nivel de inter­pre­ta­ción, el elen­co es de pri­mer nivel con la excep­cio­nal actua­ción de Wiec­kie­wicz en el per­so­na­je cen­tral. En los ren­glo­nes téc­ni­cos, la direc­ción de foto­gra­fía por par­te de Jolan­ta Dylews­ka es otro logro nota­ble tenien­do en cuen­ta que la oscu­ri­dad adquie­re una dimen­sión de máxi­mo rea­lis­mo. Tam­bién resul­ta acer­ta­do haber ape­la­do a dife­ren­tes idio­mas (pola­co, ale­mán, ruso, idish, hebreo, entre otros) otor­gan­do una mayor auten­ti­ci­dad a lo que se está rela­tan­do den­tro del mosai­co cul­tu­ral repre­sen­ta­do por sus dife­ren­tes personajes. 

Con­clu­sión: Un film de pro­fun­da visión huma­nis­ta a la vez que un sóli­do dra­ma recrean­do otro tris­te epi­so­dio del Holo­caus­to. Aun­que el tema ya ha sido con­si­de­ra­do en otros elo­gio­sos fil­mes (Schindler’s List, The Pia­nist), el mis­mo sigue man­te­nien­do vali­dez uni­ver­sal por­que, tal como lo ha decla­ra­do la rea­li­za­do­ra, el peli­gro con­ti­núa per­sis­tien­do si se recuer­dan las masa­cres de Ruan­da, Bos­nia, Sre­bre­ni­ca que tuvie­ron lugar en la déca­da del 90, o bien lo que actual­men­te suce­de en Siria. Jor­ge Gutman

Una Gran Inter­pre­ta­ción de Glenn Close

Albert Nobbs. Irlan­da, 2011. Un film de Rodri­go García.

Sobre un cuen­to de Geor­ge Moo­re adap­ta­do al cine por Gabrie­lla Pre­kop, John Ban­vi­lle y Glenn Clo­se, Albert Noobs es un film que se dis­tin­gue más por la natu­ra­le­za de sus per­so­na­jes que por el desa­rro­llo de su tra­ma. El direc­tor Rodri­go Gar­cía que ya había diri­gi­do a Clo­se ante­rior­men­te (Things you Can Tell Just by Loo­king at Her, Nine Lives) le da a esta gran actriz una nue­va opor­tu­ni­dad para rati­fi­car sus extra­or­di­na­rias con­di­cio­nes. Des­pués de haber inter­pre­ta­do el mis­mo per­so­na­je en Off Broad­way hace tres déca­das, ella ofre­ce una excep­cio­nal carac­te­ri­za­ción de una per­so­na que por impe­rio de las cir­cuns­tan­cias debe cam­biar de género. 

UNA GRAN INTERPRETACIÓN DE GLENN CLOSEAmbien­ta­do en Irlan­da hacia fines del siglo XIX, Albert Nobbs deja su iden­ti­dad feme­ni­na para mas­cu­li­ni­zar­se y obte­ner un empleo como mayor­do­mo en un res­pe­ta­ble hotel de Dublín. En una socie­dad con­ser­va­do­ra en don­de la mujer está suje­ta a la repre­sión, ser­vi­dum­bre y sumi­sión, actuar como hom­bre le brin­da a Nobbs la paz, sosie­go inte­rior y un res­pe­ta­ble empleo que lo desem­pe­ña con res­pon­sa­bi­li­dad y efi­cien­cia. Pero obser­van­do a Albert y aun­que el per­so­na­je no lo exte­rio­ri­ce, uno pue­de intuir el enor­me esfuer­zo de tener que disi­mu­lar su con­di­ción sexual, guar­dan­do celo­sa­men­te ese secre­to duran­te más de 30 años. Lo que se des­pren­de de esta “hom­bre” es una per­so­na­li­dad reser­va­da, dis­cre­ta, de natu­ra­le­za intro­ver­ti­da, inca­paz de expre­sar sus emo­cio­nes y com­ple­ta­men­te asexuada.

Su vida cobra un giro ines­pe­ra­do cuan­do Hubert Page (Janet McTeer), un pin­tor, lle­ga al hotel para efec­tuar cier­tos tra­ba­jos y la pro­pie­ta­ria del esta­ble­ci­mien­to (Pau­li­ne Collins) deter­mi­na que Albert com­par­ta con él su habi­ta­ción. Es ahí que Nobbs debe reve­lar­le su con­di­ción feme­ni­na y para su gran sor­pre­sa se encuen­tra con que el recién lle­ga­do tam­po­co es hom­bre y que inclu­so lle­gó a casar­se con una mujer. La influen­cia indi­rec­ta de Hubert moti­va a que Albert comien­ce a cor­te­jar a Helen (Mia Wasi­kows­ka) una joven emplea­da domés­ti­ca del hotel; sin embar­go no hay aquí inten­cio­na­li­dad sexual de Nobbs sino más bien un modo de esta­ble­cer un con­tac­to afectivo.

Ade­más de brin­dar una bue­na pin­tu­ra de épo­ca y de la des­igual­dad sexual que expe­ri­men­ta la mujer, Gar­cía ofre­ce un impe­ca­ble retra­to de la sole­dad que envuel­ve al per­so­na­je cen­tral; con todo resul­ta difí­cil con­ce­bir que Albert pue­da disi­mu­lar su con­di­ción por tiem­po tan pro­lon­ga­do sin que nadie des­cu­bra la superchería.

Más allá del guión que pue­de des­per­tar cier­ta incre­du­li­dad, el film está pul­cra­men­te rea­li­za­do y evi­ta cual­quier des­bor­de emo­cio­nal; pero, por otra par­te, al ser dema­sia­do con­te­ni­do, le fal­ta un poco de cali­dez que podría haber miti­ga­do la sen­sa­ción de frial­dad que aso­ma en el rela­to. De todos modos, lo más impor­tan­te de esta pelí­cu­la es su pres­ti­gio­so repar­to don­de des­cue­llan los talen­tos de McTeer y Clo­se y la rela­ción que sus per­so­na­jes establecen.

Con­clu­sión: Un film para el luci­mien­to de Glenn Clo­se quien fas­ci­na carac­te­ri­zan­do a una per­so­na impreg­na­da de hon­do pate­tis­mo y tris­te­za. Jor­ge Gutman

Un Buen Thri­ller de Gerar­do Naranjo

MISS BALA. Méxi­co, 2011. Un film de Gerar­do Naran­jo. Elen­co: Stepha­nie Sig­man, Noe Her­nán­dez, James Rus­so, José Yen­que, Ire­ne Azuela

En Miss Bala Gerar­do Naran­jo abor­da la vio­len­cia y corrup­ción impe­ran­te en cier­tos sec­to­res de la socie­dad mexi­ca­na don­de el cri­men orga­ni­za­do de la dro­ga rei­na por doquier. 

Basa­do en un caso real, el guión UN BUEN THRILLER DE RICARDO NARANJOdel direc­tor y de Mau­ri­cio Katz narra las vici­si­tu­des atra­ve­sa­das por Lau­ra (Stepha­nie Sig­man), una bella joven mexi­ca­na de 20 y tan­tos años de edad vivien­do en Baja Cali­for­nia y que jun­to a su ami­ga Suzu (Laksh­mi Pica­zo) desean par­ti­ci­par en un con­cur­so de belle­za local. Una des­afor­tu­na­da cir­cuns­tan­cia quie­re que sin sos­pe­char­lo y encon­trán­do­se en un lugar inopor­tuno Lau­ra se con­vier­ta en la úni­ca tes­ti­go de una masa­cre oca­sio­na­da por los miem­bros de un car­tel tra­fi­can­te de dro­gas. Inge­nua­men­te, ella come­te el error de con­tar­le el inci­den­te a un agen­te poli­cial quien a su vez la entre­ga a Lino (Noe Her­nán­dez), el líder de la mafia. Atraí­do por su pre­sen­cia físi­ca y gus­tan­do de Lau­ra, Lino deci­de uti­li­zar­la como cóm­pli­ce de sus acti­vi­da­des delic­ti­vas. De este modo la joven se ve repen­ti­na­men­te envuel­ta en un mun­do corrup­to don­de sus inte­gran­tes la obli­gan a trans­por­tar dine­ro a tra­vés de la fron­te­ra para la adqui­si­ción de armas; a cam­bio de su par­ti­ci­pa­ción, la orga­ni­za­ción le per­mi­te sal­va­guar­dar a su padre y her­mano de la mugre que la rodea, ade­más de ser coro­na­da rei­na del cer­ta­men debi­do a las nota­bles influen­cias de su jefe. 

Aun­que el tema ya fue tra­ta­do en otras opor­tu­ni­da­des el film se dis­tin­gue por su rela­to bien estruc­tu­ra­do, una efi­caz direc­ción escé­ni­ca, un rit­mo narra­ti­vo flui­do, una bue­na cuo­ta de sus­pen­so y la inob­je­ta­ble actua­ción de un buen elen­co don­de Sig­man se des­ta­ca trans­mi­tien­do muy bien la vul­ne­ra­bi­li­dad emo­cio­nal que su per­so­na­je le deman­da. Visual­men­te, el film es impe­ca­ble gra­cias a la nota­ble foto­gra­fía de Mát­yás Erdély que cap­ta y trans­mi­te inten­sa­men­te el cua­dro de una anár­qui­ca socie­dad. Los fac­to­res apun­ta­dos con­fi­gu­ran un pro­duc­to de cali­dad artís­ti­ca de impor­tan­te valor tes­ti­mo­nial a la vez que un buen entretenimiento.

Con­clu­sión: Un satis­fac­to­rio thri­ller sobre una tris­te reali­dad social, muy bien narra­do y con impor­tan­tes valo­res de pro­duc­ción. Jor­ge Gutman

El Segun­do Film de Orson Welles

THE MAG­NI­FI­CENT AMBER­SONS. Esta­dos Uni­dos, 1942. Direc­ción: Orson Welles. Dis­tri­bu­ción: War­ner Home Video (2011).EL SEGUNDO FILM DE ORSON WELLESUna nue­va edi­ción en video, digi­tal­men­te remas­te­ri­za­da, aca­ba de apa­re­cer de esta pelí­cu­la diri­gi­da por Orson Welles. Des­pués del extra­or­di­na­rio suce­so artís­ti­co obte­ni­do por Citi­zen Kane (El Ciu­da­dano) ‑que para muchos his­to­ria­do­res del cine es el mejor film de todos los tiempos‑, ha sido enor­me la expec­ta­ti­va para ver el segun­do lar­go­me­tra­je de este excep­cio­nal cineas­ta. Con todo, las vici­si­tu­des expe­ri­men­ta­das en su mon­ta­je final deter­mi­na­ron que el públi­co no pudie­ra apre­ciar el tra­ba­jo rea­li­za­do por Welles.

Como el film con­clui­do por Welles no fue de ente­ra satis­fac­ción por par­te de la pro­duc­to­ra, ante la ausen­cia de su autor, se enco­men­dó al rea­li­za­dor Robert Wise para que efec­tua­se un nue­vo mon­ta­je a fin de redu­cir su dura­ción ori­gi­nal de poco más de dos horas. El resul­ta­do fue una poda de 42 minu­tos, con algu­nas esce­nas rehe­chas, sin que Welles tuvie­ra par­ti­ci­pa­ción algu­na; por lo tan­to los valo­res del film están estre­cha­men­te liga­dos a los pro­ble­mas señalados.

Este dra­ma román­ti­co adap­ta­do por Welles en base a la nove­la del mis­mo nom­bre narra los infor­tu­nios eco­nó­mi­cos expe­ri­men­ta­dos por los Amber­son ‑una fami­lia de alta alcur­nia del medio oes­te ame­ri­cano de prin­ci­pios del siglo pasado‑, debi­do a malas inver­sio­nes rea­li­za­das así como a la inha­bi­li­dad para adap­tar­se a los cam­bios tec­no­ló­gi­cos de la épo­ca; den­tro de ese con­tex­to, se des­cri­ben las mani­pu­la­cio­nes del mal­cria­do y capri­cho­so joven here­de­ro que se inter­po­ne a que su madre viu­da pue­da recom­po­ner su vida sen­ti­men­tal con el hom­bre a quien siem­pre amó.

Aun­que la his­to­ria de la mag­ni­fi­cen­cia de los Amber­son des­pier­te inte­rés, los obs­tácu­los de edi­ción men­cio­na­dos con­tri­bu­ye­ron a que el rela­to pre­sen­te frac­tu­ras narra­ti­vas y des­igual­da­des de esti­lo. A su favor cabe des­ta­car sus bue­nos diá­lo­gos, el efi­cien­te elen­co inte­gra­do por Joseph Cot­ten, Anne Bax­ter, Dolo­res Cos­te­llo, Tim Holt y Agnes Moo­rehead, los nota­bles dise­ños de pro­duc­ción así como su esplén­di­da fotografía.

Tra­tán­do­se de un film de Orson Welles –a pesar que él ter­mi­nó rene­gan­do del resul­ta­do final‑, habría sido de gran inte­rés que el DVD estu­vie­se acom­pa­ña­do por mate­rial suple­men­ta­rio, pero lamen­ta­ble­men­te no exis­te. La ban­da audio es en su idio­ma ori­gi­nal inglés o en espa­ñol, ade­más de con­tar con sub­tí­tu­los opta­ti­vos en espa­ñol, fran­cés e inglés. Jor­ge Gutman