Una Gran Inter­pre­ta­ción de Glenn Close

Albert Nobbs. Irlan­da, 2011. Un film de Rodri­go García.

Sobre un cuen­to de Geor­ge Moo­re adap­ta­do al cine por Gabrie­lla Pre­kop, John Ban­vi­lle y Glenn Clo­se, Albert Noobs es un film que se dis­tin­gue más por la natu­ra­le­za de sus per­so­na­jes que por el desa­rro­llo de su tra­ma. El direc­tor Rodri­go Gar­cía que ya había diri­gi­do a Clo­se ante­rior­men­te (Things you Can Tell Just by Loo­king at Her, Nine Lives) le da a esta gran actriz una nue­va opor­tu­ni­dad para rati­fi­car sus extra­or­di­na­rias con­di­cio­nes. Des­pués de haber inter­pre­ta­do el mis­mo per­so­na­je en Off Broad­way hace tres déca­das, ella ofre­ce una excep­cio­nal carac­te­ri­za­ción de una per­so­na que por impe­rio de las cir­cuns­tan­cias debe cam­biar de género. 

UNA GRAN INTERPRETACIÓN DE GLENN CLOSEAmbien­ta­do en Irlan­da hacia fines del siglo XIX, Albert Nobbs deja su iden­ti­dad feme­ni­na para mas­cu­li­ni­zar­se y obte­ner un empleo como mayor­do­mo en un res­pe­ta­ble hotel de Dublín. En una socie­dad con­ser­va­do­ra en don­de la mujer está suje­ta a la repre­sión, ser­vi­dum­bre y sumi­sión, actuar como hom­bre le brin­da a Nobbs la paz, sosie­go inte­rior y un res­pe­ta­ble empleo que lo desem­pe­ña con res­pon­sa­bi­li­dad y efi­cien­cia. Pero obser­van­do a Albert y aun­que el per­so­na­je no lo exte­rio­ri­ce, uno pue­de intuir el enor­me esfuer­zo de tener que disi­mu­lar su con­di­ción sexual, guar­dan­do celo­sa­men­te ese secre­to duran­te más de 30 años. Lo que se des­pren­de de esta “hom­bre” es una per­so­na­li­dad reser­va­da, dis­cre­ta, de natu­ra­le­za intro­ver­ti­da, inca­paz de expre­sar sus emo­cio­nes y com­ple­ta­men­te asexuada.

Su vida cobra un giro ines­pe­ra­do cuan­do Hubert Page (Janet McTeer), un pin­tor, lle­ga al hotel para efec­tuar cier­tos tra­ba­jos y la pro­pie­ta­ria del esta­ble­ci­mien­to (Pau­li­ne Collins) deter­mi­na que Albert com­par­ta con él su habi­ta­ción. Es ahí que Nobbs debe reve­lar­le su con­di­ción feme­ni­na y para su gran sor­pre­sa se encuen­tra con que el recién lle­ga­do tam­po­co es hom­bre y que inclu­so lle­gó a casar­se con una mujer. La influen­cia indi­rec­ta de Hubert moti­va a que Albert comien­ce a cor­te­jar a Helen (Mia Wasi­kows­ka) una joven emplea­da domés­ti­ca del hotel; sin embar­go no hay aquí inten­cio­na­li­dad sexual de Nobbs sino más bien un modo de esta­ble­cer un con­tac­to afectivo.

Ade­más de brin­dar una bue­na pin­tu­ra de épo­ca y de la des­igual­dad sexual que expe­ri­men­ta la mujer, Gar­cía ofre­ce un impe­ca­ble retra­to de la sole­dad que envuel­ve al per­so­na­je cen­tral; con todo resul­ta difí­cil con­ce­bir que Albert pue­da disi­mu­lar su con­di­ción por tiem­po tan pro­lon­ga­do sin que nadie des­cu­bra la superchería.

Más allá del guión que pue­de des­per­tar cier­ta incre­du­li­dad, el film está pul­cra­men­te rea­li­za­do y evi­ta cual­quier des­bor­de emo­cio­nal; pero, por otra par­te, al ser dema­sia­do con­te­ni­do, le fal­ta un poco de cali­dez que podría haber miti­ga­do la sen­sa­ción de frial­dad que aso­ma en el rela­to. De todos modos, lo más impor­tan­te de esta pelí­cu­la es su pres­ti­gio­so repar­to don­de des­cue­llan los talen­tos de McTeer y Clo­se y la rela­ción que sus per­so­na­jes establecen.

Con­clu­sión: Un film para el luci­mien­to de Glenn Clo­se quien fas­ci­na carac­te­ri­zan­do a una per­so­na impreg­na­da de hon­do pate­tis­mo y tris­te­za. Jor­ge Gutman