Una Bote­lla en el Mar de Gaza

Une bou­tei­lle dans la mer de Gaza. Fran­cia-Israel-Cana­dá, 2011. Un film de Thierry Binis­ti. Elen­co: Agathe Bonitzer, Mah­moud Sha­laby, Hiam Abbass 

Hiam Abbass y Mahmoud Shalaby

Hiam Abbass y Mah­moud Shalaby

El eterno y amar­go con­flic­to ára­be-israe­lí ha sido mate­ria de varios docu­men­ta­les y fil­mes de fic­ción; aho­ra Une bou­tei­lle dans la mer de Gaza se agre­ga en la lis­ta de esta últi­ma cate­go­ría don­de el direc­tor Thierry Binis­ti ofre­ce un film de cali­dad ade­más de brin­dar un men­sa­je de paz y soli­da­ri­dad humana. 

Aun­que la pre­mi­sa del rela­to pue­da resul­tar idea­lis­ta, lo que aquí se obser­va des­ti­la sin­ce­ri­dad y com­ple­ta auten­ti­ci­dad. A pesar de tra­tar­se de su segun­do film, el direc­tor demues­tra un domi­nio con­si­de­ra­ble mane­jan­do un asun­to espi­no­so y de extre­ma sen­si­bi­li­dad al haber logra­do un deli­ca­do equi­li­brio en expo­ner los pun­tos de vis­ta de cada una de las par­tes beli­ge­ran­tes sin tomar par­ti­do alguno. Al pro­pio tiem­po, evi­ta cual­quier sen­ti­men­ta­lis­mo posi­ble para no caer en la fácil dema­go­gia de con­tar una sim­ple nove­li­ta romántica. 

Binis­ti se basó en el libro de Valé­rie Zenat­ti “Una bote­lla en el mar de Gaza” que da títu­lo al film don­de expo­ne el inter­cam­bio de car­tas envia­das a tra­vés del correo elec­tró­ni­co entre dos jóve­nes que viven a menos de 100 kiló­me­tros de dis­tan­cia pero que en los hechos están apar­ta­dos por una gigan­tes­ca valla difí­cil de tras­pa­sar y que invo­lu­cra a dos ciu­da­des enemigas. 

Tal (Agathe Bonitzer) es una joven israe­lí de ori­gen fran­cés de 17 años habi­tan­do con su fami­lia en Jeru­sa­lén y que ha que­da­do tre­men­da­men­te impre­sio­na­da como con­se­cuen­cia de la bom­ba que un miem­bro de Hamas hizo explo­tar en un café local en 2003 pro­vo­can­do la muer­te de ino­cen­tes víc­ti­mas, entre las mis­mas la de una chi­ca de su mis­ma edad que esta­ba por casar­se. Ese acon­te­ci­mien­to la impul­sa a diri­gir una car­ta a Gaza sin espe­cí­fi­co des­ti­na­ta­rio, dejan­do su direc­ción elec­tró­ni­ca, para que cual­quie­ra que la leye­ra pudie­ra expli­car­le cuá­les podrían ser las posi­bles razo­nes que moti­van a que alguien pue­da come­ter seme­jan­te atro­ci­dad cri­mi­nal; con ese pro­pó­si­to uti­li­za los ser­vi­cios de su her­mano Eytan (Abraham Bela­ga), que está en el ejér­ci­to israe­lí, para que el men­sa­je colo­ca­do en una bote­lla sea arro­ja­do al mar con direc­ción hacia la fran­ja de Gaza. La per­so­na recep­to­ra es Naïm (Mah­moud Sha­laby), un mucha­cho pales­tino de 20 años, quien des­pués de haber leí­do la misi­va se ins­ta­la en su orde­na­dor y bajo el pseu­dó­ni­mo de “Gaza­man” le res­pon­de a Tal. 

A par­tir de allí, las car­tas elec­tró­ni­cas inter­cam­bia­das se van suce­dien­do, creán­do­se de este modo un víncu­lo de comu­ni­ca­ción vir­tual no siem­pre libre de ani­mo­si­dad, sus­pi­ca­cia y rece­lo fren­te a las viven­cias opues­tas que cada uno de ellos y sus res­pec­ti­vas fami­lias expe­ri­men­tan con moti­vo del con­flic­to. A pesar de que el inter­cam­bio de corres­pon­den­cia va crean­do un diá­lo­go más per­so­nal e ínti­mo que gra­dual­men­te se tra­du­ce en un sen­ti­mien­to afec­ti­vo de carác­ter román­ti­co, ambos enfren­tan la difi­cul­tad de no poder sus­traer­se de la trá­gi­ca reali­dad social y polí­ti­ca que les afec­ta y que con­tri­bu­ye a que el encuen­tro físi­co no pue­da materializarse.

El docu­men­to impac­ta por su con­te­ni­do y a pesar de que los medios de comu­ni­ca­ción se ocu­pan de difun­dir exten­sa­men­te la vio­len­cia de la región, este film tie­ne la vir­tud de des­cri­bir el inquie­tan­te y ten­so rit­mo de la vida corrien­te de dos mun­dos com­ple­ta­men­te opues­tos como pocas veces el cine lo ha hecho; en gran par­te eso es debi­do a que la pues­ta en esce­na del rea­li­za­dor, uni­do al muy buen guión escri­to por él jun­to a la auto­ra de la nove­la, con­fie­ren ple­na auten­ti­ci­dad y sin­ce­ra emo­ción al dra­ma que viven sus personajes. 

La inter­pre­ta­ción de Bonitzer y Sha­laby es com­ple­ta­men­te con­vin­cen­te ani­man­do a los dos per­so­na­jes cen­tra­les que en nin­gún momen­to del rela­to lle­gan a estar jun­tos y en los pape­les secun­da­rios se dis­tin­gue la vete­ra­na actriz Hiam Abbass por la ter­nu­ra que impri­me como la madre viu­da de Naïm. 

No obs­tan­te su con­tex­to som­brío, el film deja abier­to una peque­ña puer­ta espe­ran­za­do­ra al demos­trar que si Tal y Naïm pue­den enta­blar un diá­lo­go, nada debe­ría impe­dir que las par­tes en con­flic­to siguie­sen su ejemplo. 

Con­clu­sión: Un film peque­ño pero de inmen­so cora­zón que narran­do una amis­tad casi impo­si­ble se dis­tin­gue por su pro­fun­do huma­nis­mo y con­vic­ción paci­fis­ta. Jor­ge Gutman

Un Dios Violento

CAR­NA­GE. Fran­cia-Ale­ma­nia-Polo­nia-Espa­ña, 2011. Direc­ción: Roman Polans­ki. Dis­tri­bu­ción: SONY Pic­tu­res Home Enter­tain­ment (2012)

Resul­ta difí­cil sus­traer la favo­ra­ble impre­sión que me cau­só Le Dieu du Car­na­ge, la pie­za tea­tral de la dra­ma­tur­ga fran­ce­sa Yas­mi­na Reza, apre­cia­da en fran­cés y pos­te­rior­men­te en inglés. De allí que aho­ra, des­pués de haber vis­to el film de Roman Polans­ki basa­do en la men­cio­na­da obra, no pue­do menos que expre­sar mi gran satis­fac­ción al com­pro­bar la pre­ci­sión con que el tras­la­do al cine fue efec­tua­do. Se tra­ta de una pie­za de cáma­ra don­de todo su desa­rro­llo que­da con­fi­na­do a un solo esce­na­rio; sin embar­go lejos de resul­tar claus­tro­fó­bi­ca, la ver­sión cine­ma­to­grá­fi­ca adquie­re vue­lo pro­pio debi­do a la for­ma en que ha sido abor­da­da. Polans­ki, valién­do­se del guión por él escri­to con­jun­ta­men­te con Reza, para disi­mu­lar su estruc­tu­ra tea­tral ubi­ca las cáma­ras de tal modo que con­tri­bu­ye a que el espec­ta­dor olvi­de por com­ple­to que está pre­sen­cian­do tea­tro filmado.UN DIOS VIOLENTO

La his­to­ria de Reza es una áci­da y lúci­da des­crip­ción de las mani­fes­ta­cio­nes deplo­ra­bles que pue­den adqui­rir las rela­cio­nes huma­nas cuan­do la racio­na­li­dad cede paso al ins­tin­to animal.

A dife­ren­cia de la pie­za tea­tral, el film trans­cu­rre en Nue­va York en lugar de París y comien­za con una secuen­cia que se desa­rro­lla en un par­que don­de dos pre­ado­les­cen­tes de 11 años de edad se pelean y uno de ellos gol­pea con un palo la cara del otro hacién­do­le per­der dos dien­tes. De allí en más todo trans­cu­rre en el depar­ta­men­to de Pene­lo­pe (Jodie Fos­ter) y Michael Longs­treet (John C. Reilly), los padres del chi­co gol­pea­do, quie­nes reci­ben la visi­ta de Nancy (Kate Wins­let) y Alan Cowan (Chris­toph Waltz), los pro­ge­ni­to­res del niño vic­ti­ma­rio. .El encuen­tro tie­ne como pro­pó­si­to redac­tar en con­jun­to una car­ta al comi­té dis­ci­pli­na­rio de la escue­la tes­ti­mo­nian­do lo ocu­rri­do como así tam­bién tra­tar de que ambas pare­jas lle­guen a una solu­ción con­ci­lia­to­ria y pacífica. 

Los dos matri­mo­nios son clá­si­cos repre­sen­tan­tes de la media­na bur­gue­sía. Pene­lo­pe es una escri­to­ra de libros de dere­chos huma­nos, su mari­do un ven­de­dor de pro­duc­tos hoga­re­ños, mien­tras que Nancy es una inver­sio­nis­ta y Alan es abo­ga­do de una impor­tan­te com­pa­ñía far­ma­céu­ti­ca. En nom­bre de las bue­nas mane­ras, todo comien­za en for­ma deco­ro­sa y civi­li­za­da don­de la con­ver­sa­ción se ame­ni­za con café y un pos­tre ser­vi­do por los due­ños de casa. Cuan­do se cree que todo ha que­da resuel­to y los visi­tan­tes están por irse, sur­gen fac­to­res que los retie­nen retor­nan­do al depar­ta­men­to. A medi­da que la reu­nión se pro­lon­ga más allá de lo nece­sa­rio comien­zan a sur­gir comen­ta­rios inci­den­ta­les de los due­ños de casa hacia el hijo de los Cowan que hie­ren la sen­si­bi­li­dad de sus padres; eso comien­za a des­en­ca­de­nar una gue­rra de ner­vios y ten­sio­nes don­de los des­en­cuen­tros ini­cia­les de Pene­lo­pe y Alan alcan­zan nive­les de dis­cor­dia para lue­go irse exten­dien­do al res­to del grupo.

El film que trans­cu­rre en tiem­po real inter­ca­la las des­ave­nen­cias de las par­tes invo­lu­cra­das entre­mez­cla­dos por inopor­tu­nos lla­ma­dos que reci­be Alan en su telé­fono celu­lar y de las comu­ni­ca­cio­nes que a su vez él efec­túa, igno­ran­do por com­ple­to la pre­sen­cia de su espo­sa y de los due­ños de casa; asi­mis­mo las con­ver­sa­cio­nes y alter­ca­dos se entre­cor­tan momen­tá­nea­men­te por par­te del con­ti­nuo lla­ma­do de la madre de Michael que en medio de la enra­re­ci­da atmós­fe­ra en que la reu­nión se desa­rro­lla con­tri­bu­ye aún más a exa­cer­bar los áni­mos ya caldeados. 

Den­tro de la vorá­gi­ne de situa­cio­nes que se van suce­dien­do en el trans­cur­so del rela­to se va asis­tien­do a la desin­te­gra­ción de cua­tro seres don­de cada una de las pare­jas ata­ca a la otra ade­más de las recri­mi­na­cio­nes que se pro­du­cen entre mari­dos y cón­yu­ges; eso ori­gi­na situa­cio­nes joco­sas pero deci­di­da­men­te paté­ti­cas al demos­trar cómo un inci­den­te serio pero no catas­tró­fi­co ponen en evi­den­cia la fra­gi­li­dad de las rela­cio­nes huma­nas entre per­so­nas que se mues­tran inca­pa­ces de resolverlo. 

La auto­ra de esta obra impo­ne a sus pro­ta­go­nis­tas un gran desa­fío debi­do a las ten­sio­nes escé­ni­cas y los movi­mien­tos físi­cos a que están suje­tos los pro­ta­go­nis­tas duran­te todo el metra­je. En tal sen­ti­do la labor de los 4 intér­pre­tes es de anto­lo­gía y resul­ta­ría injus­to resal­tar la actua­ción de cual­quie­ra de los acto­res en detri­men­to de los res­tan­tes; Tan­to Relly como Fos­ter, Wins­let y Waltz con­fi­gu­ran un ver­da­de­ro póquer de ases vivien­do inten­sa­men­te y con abso­lu­ta natu­ra­li­dad sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes, mere­cien­do el res­pe­to y deci­di­da apro­ba­ción del públi­co que los contempla. 

A dife­ren­cia de la impre­sión de tris­te­za que deja la obra tea­tral, Polansky y Reza han intro­du­ci­do un inge­nio­so epí­lo­go don­de aso­ma una luz de espe­ran­za. Mejor así. 

El DVD ofre­ce como mate­rial suple­men­ta­rio el comen­ta­rio de los 4 acto­res sobre las carac­te­rís­ti­cas de sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes y la rela­ción de tra­ba­jo con el rea­li­za­dor del film (Actors’ Notes) y una entre­vis­ta rea­li­za­da por Jene­lle Riley a John C. Reilly y Chris­toph Waltz (An Eve­ning with John C. Reilly and Chris­toph Waltz). 

La ban­da audio del film es en inglés/francés con sub­tí­tu­los opta­ti­vos en ambos idio­mas. Jor­ge Gutman

Jue­gos Diabólicos

The Hun­ger Games. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Gary Ross. Elen­co : Jen­ni­fer Law­ren­ce, Josh Hut­cher­son, Liam Hems­worth, Woody Harrrel­son, Donald Suther­land, Stan­lely Tucci 

Jennifer Lawrence

Jen­ni­fer Lawrence

Des­pués de una espec­ta­cu­lar cam­pa­ña pro­mo­cio­nal rea­li­za­da duran­te los últi­mos meses, aca­ba de estre­nar­se en Amé­ri­ca del Nor­te la pelí­cu­la The Hun­ger Games basa­da en el pri­mer libro de una tri­lo­gía escri­ta por Suzan­ne Collins y adap­ta­da para el cine por su auto­ra con­jun­ta­men­te con el direc­tor Gary Ross y Billy Ray. Aun­que en prin­ci­pio el públi­co ado­les­cen­te es el prin­ci­pal des­ti­na­ta­rio del film, el con­te­ni­do, rea­li­za­ción y vigo­ro­sa actua­ción de su pro­ta­go­nis­ta cap­ta­rá a una audien­cia mucho más amplia que la pensada. 

El tema de la vio­len­cia ha sido tra­ta­do en múl­ti­ples opor­tu­ni­da­des pero qui­zás pocas veces en una for­ma tan des­car­na­da y cruel como aquí está expues­to, adop­tan­do como refe­ren­cia a una socie­dad des­hu­ma­ni­za­da. El direc­tor ha cap­ta­do la sen­si­bi­li­dad de la auto­ra tra­tan­do de sen­si­bi­li­zar a cier­to sec­tor del públi­co actual que se delei­ta con algu­nos espec­tácu­los tele­vi­si­vos que aun­que de dudo­so gus­to sir­ven para saciar los ins­tin­tos más primitivos. 

La acción trans­cu­rre en Panem en un futu­ro no muy lejano, aun­que sin fecha pre­ci­sa. Se tra­ta de una nación con­for­ma­da por 12 dis­tri­tos que reem­pla­za a lo que geo­grá­fi­ca­men­te fue­ra Amé­ri­ca del Nor­te que que­dó devas­ta­da por con­flic­tos béli­cos. Con el pro­pó­si­to de evi­tar nue­vas gue­rras o revo­lu­cio­nes que aten­ten el orden social exis­ten­te, el auto­ri­ta­rio gobierno cen­tral –deno­mi­na­do Capi­to­lio- ha deci­di­do inti­mi­dar a la pobla­ción ofre­cien­do un cas­ti­go anual con­sis­ten­te en sacri­fi­cios huma­nos. Con ese fin ha crea­do un pro­gra­ma de tele­vi­sión deno­mi­na­do Hun­ger Games en don­de se efec­túa una selec­ción al azar de una chi­ca y un mucha­cho de entre 12 y 18 años de cada uno de los dis­tri­tos y que, a seme­jan­za de los gla­dia­do­res del impe­rio romano, deben luchar entre ellos para lle­gar a matar­se has­ta que uno solo que­de con vida y sea con­sa­gra­do gana­dor del tor­neo. Este jue­go de masa­cre, con­si­de­ra­do como una res­pon­sa­bi­li­dad polí­ti­ca para los ele­gi­dos, es obser­va­do por la nación ente­ra que sigue apa­sio­na­da­men­te su desa­rro­llo has­ta que 23 de los 24 tri­bu­tos que­dan eliminados. 

El per­so­na­je cen­tral de esta his­to­ria es Kat­niss Ever­deen (Jen­ni­fer Law­ren­ce), una mucha­cha humil­de de 16 años per­te­ne­cien­te al Dis­tri­to 12, el más pobre del país, quien es una exper­ta caza­do­ra y dies­tra depor­tis­ta en el mane­jo del tiro con arco. Ella se ofre­ce como volun­ta­ria para reem­pla­zar y pro­te­ger a su her­ma­na menor (Willow Shields) que había sido selec­cio­na­da; ten­drá como com­pa­ñe­ro de su juris­dic­ción a Pee­ta Mellark (Josh Hut­cher­son) con quien com­par­ti­rá una con­si­de­ra­ble par­te de esta sinies­tra aven­tu­ra y en don­de que­da­rá cimen­ta­da una emo­ti­va rela­ción sentimental. 

En un rela­to flui­do de casi dos horas y media, su pri­me­ra par­te des­cri­be muy bien el tras­la­do de los futu­ros com­ba­tien­tes a una torre de cris­tal para los pro­ce­di­mien­tos que pre­ce­de­rán a los dia­bó­li­cos jue­gos que inte­gran el res­to de la expo­si­ción. La con­tien­da tie­ne lugar en una zona bos­co­sa don­de la nación ente­ra sigue los movi­mien­tos de los “tri­bu­tos” y cómo deben ins­tin­ti­va­men­te defen­der­se unos de otros para sal­var sus vidas. En todo caso, sin agre­gar deta­lles adi­cio­na­les de cómo la his­to­ria habrá de evo­lu­cio­nar cabe seña­lar que su des­en­la­ce satis­fa­ce ple­na­men­te las expec­ta­ti­vas del espectador. 

Ross ha logra­do un film de inten­sa acción no exen­to de emo­ción don­de gran par­te de su méri­to resi­de en la sobre­sa­lien­te actua­ción de Law­ren­ce. Esta joven actriz que impre­sio­nó gra­ta­men­te en Winter’s Bone (2010), brin­da aquí otra nota­ble inter­pre­ta­ción carac­te­ri­zan­do a una mucha­cha vul­ne­ra­ble pero fir­me­men­te deter­mi­na­da a tra­tar de sal­var­se de los otros par­ti­ci­pan­tes que por impe­rio de las cir­cuns­tan­cias son sus enemi­gos. Es aquí como Law­ren­ce ofre­ce en su ros­tro una rique­za expre­si­va demos­tran­do que su per­so­na­je está lejos de ser una ase­si­na pero que está obli­ga­da a matar para seguir con vida; de este modo, la actriz con­si­gue impri­mir una inusual ener­gía emo­cio­nal que sen­si­bi­li­za al públi­co, obte­nien­do del mis­mo una total empa­tía. El res­to del elen­co acom­pa­ña muy bien a Law­ren­ce, des­de Hut­cher­son como Pee­ta, has­ta peque­ños roles asig­na­dos a acto­res bien cono­ci­dos como Donald Suther­land ani­man­do al pre­si­den­te de Panem, Woody Harrel­son pro­por­cio­nan­do algu­nas situa­cio­nes humo­rís­ti­cas como el con­se­je­ro de Kat­niss, Eli­za­beth Banks en su rol de escol­ta de la joven y Stan­ley Tuc­ci dan­do vida a un pre­su­mi­do y un tan­to cari­ca­tu­res­co repor­te­ro de la televisión. 

For­mal­men­te, es apre­cia­ble la foto­gra­fía de Tom Stern cap­tan­do la atmós­fe­ra deca­den­te en que trans­cu­rre la acción así como la mag­ní­fi­ca labor de edi­ción por par­te de Stephen Mirrio­ne y Juliet­te Welfling. 

Apar­te de los aspec­tos mora­les que el rela­to con­tem­pla sobre una socie­dad en des­com­po­si­ción, el rea­li­za­dor per­mi­te que el uni­ver­so post-apo­ca­líp­ti­co pre­sen­ta­do se con­vier­ta en una metá­fo­ra de la socie­dad com­pe­ti­ti­va­men­te des­car­na­da que nos toca vivir, don­de cier­ta­men­te en más de una oca­sión pre­do­mi­na la ley de la jun­gla con el “sál­ve­se quien pue­da”.

Es posi­ble que muchos espec­ta­do­res con­si­de­ren per­ni­cio­sa la mora­li­dad de la vio­len­cia de este film pero cabe remar­car que muchos de los pro­gra­mas de entre­te­ni­mien­tos de la tele­vi­sión actual no dudan en recu­rrir por cual­quier pre­cio a situa­cio­nes igual­men­te bru­ta­les con tal de incen­ti­var el inte­rés de una audien­cia en pro­cu­ra de gran exci­ta­ción y emoción. 

Con­clu­sión: Un film muy bien rea­li­za­do que ade­más de entre­te­ner, per­mi­te refle­xio­nar y replan­tear la nece­si­dad de pre­ser­var cier­tos valo­res para no des­hu­ma­ni­zar­nos. Jor­ge Gutman

Un Wes­tern Caricaturesco

Casa de mi Padre. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Matt Pied­mont. Elen­co : Will Ferrell, Gael Gar­cía Ber­nal, Die­go Luna, Pedro Armen­dá­riz Jr., Géne­sis Rodríguez 

Will Ferrell y Génesis Rodríguez

Will Ferrell y Géne­sis Rodríguez

Con un film que apun­ta a la cari­ca­tu­ra de sus per­so­na­jes y medio ambien­te, el novel direc­tor Matt Pied­mont deci­dió sati­ri­zar a los nar­co­tra­fi­can­tes mexi­ca­nos median­te una dis­pa­ra­ta­da his­to­ria que incur­sio­na en el géne­ro del wes­tern mez­cla­do con el de las tele­no­ve­las lati­no­ame­ri­ca­nas. Sin que resis­ta un serio aná­li­sis, este cóc­tel ofre­ce al espec­ta­dor una mode­ra­da diver­sión, siem­pre y cuan­do pue­da con­ven­cer­se de que lo que obser­va, des­de la pri­me­ra has­ta la últi­ma esce­na, no es más que una ama­ble far­sa sin con­no­ta­ción social o men­sa­je alguno.

Casi todo el film es habla­do en espa­ñol y aun­que su pro­ta­go­nis­ta sea Will Ferrell, cuya pro­nun­cia­ción his­pa­na dis­ta de ser ideal aun­que sea pasa­ble, su inclu­sión cons­ti­tu­ye un ejem­plo más de la gen­til paro­dia que ani­ma al rela­to. El popu­lar actor es Arman­do Alvá­rez, un ran­che­ro mexi­cano que siem­pre ha sido con­si­de­ra­do por su padre (Pedro Armen­dá­riz Jr.) una per­so­na de poco carác­ter y fir­me­za para mane­jar su hacien­da. Cuan­do su her­mano menor Raúl (Die­go Luna) regre­sa de los Esta­dos Uni­dos como un triun­fan­te hom­bre de nego­cios, acom­pa­ña­do de su atrac­ti­va novia Sonia (Géne­sis Rodrí­guez), su padre igno­ra que la for­tu­na ama­sa­da ha sido como tra­fi­can­te de dro­gas; menos aún sos­pe­cha que Raúl debe­rá enfren­tar a Onza (Gael Gar­cía Ber­nal), un temi­do padrino de la dro­ga que no esca­ti­ma­rá en recur­sos para tra­tar de eli­mi­nar­lo como así tam­bién al res­to de su fami­lia. Para com­pli­car las cosas, Arman­do se ena­mo­ra de Sonia que resul­ta ser nada menos que la sobri­na de Onza.

Den­tro de un esce­na­rio abso­lu­ta­men­te paró­di­co, es irre­le­van­te hablar de actua­ción, ya que deli­be­ra­da­men­te las tor­pe­zas, ges­tos, reac­cio­nes y en gene­ral cual­quier tipo de com­por­ta­mien­to de los per­so­na­jes están al ser­vi­cio de situa­cio­nes son­rien­te­men­te ridí­cu­las. Entre las mis­mas se inclu­ye una dra­má­ti­ca boda de san­gre don­de mue­ren casi todos los invi­ta­dos, peli­gro­sos coyo­tes inmo­vi­li­za­dos fren­te a sus poten­cia­les víc­ti­mas, Arman­do y Sonia mon­tan­do como vaque­ros en “fal­sos” caba­llos, el empleo de vacas de uti­le­ría, la inte­rrup­ción momen­tá­nea del film para anun­ciar lo que habrá de pasar, así como un irri­so­rio encuen­tro a muer­te entre las dos ban­das riva­les del nar­co­trá­fi­co. Quien al leer estas líneas esté dis­pues­to a invo­lu­crar­se en esta far­sa, pasa­rá 80 minu­tos entretenidos.

Con­clu­sión: La casa de mi padre es un diver­ti­men­to diri­gi­do espe­cial­men­te al públi­co latino quien es el que más goza­rá con las dis­pa­ra­ta­das ton­te­rías que emer­gen de su rela­to. Jor­ge Gutman

Pes­can­do Sal­món en Yemen

Sal­mon Fishing in the Yemen. Gran Bre­ta­ña, 2011. Un film de Las­se Halls­trom. Elen­co: Ewan McGre­gor, Emily Blunt, Kris­tin Scott Tho­mas, Amr Waked

PESCANDO SALMÓN EN YEMEN

Las­se Halls­trom ofre­ce con Sal­mon Fishing in the Yemen un rela­to don­de el tono absur­do se entre­mez­cla con una fábu­la con­tem­po­rá­nea con con­te­ni­do román­ti­co den­tro de un con­tex­to político.

Ins­pi­ra­do en la nove­la de Paul Tor­day con un guión de Simon Beau­foy, la pre­mi­sa ini­cial es cómi­ca­men­te ori­gi­nal aten­dien­do a la utó­pi­ca idea con­ce­bi­da por un visio­na­rio y millo­na­rio jeque yeme­ni­ta (Amr Waked). Este buen hom­bre sien­te una ver­da­de­ra pasión por la pes­ca de sal­món y está con­ven­ci­do de que pue­de mejo­rar el nivel de vida de sus com­pa­trio­tas si ese depor­te pudie­ra ser prac­ti­ca­do en su tie­rra. Con ese pro­pó­si­to con­tra­ta los ser­vi­cios de Harriet Chet­wo­de (Emily Blunt), una agra­da­ble joven bri­tá­ni­ca, a fin de que ella pue­da imple­men­tar la idea de intro­du­cir el sal­món en las ári­das tie­rras desér­ti­cas del Yemen a tra­vés de la par­ti­ci­pa­ción del Depar­ta­men­to de Pes­ca y Agri­cul­tu­ra de su país.

La ges­tión de Harriet se encuen­tra con el esco­llo de tener que ven­cer la resis­ten­cia del muy escép­ti­co Dr. Alfred Jones (Ewan McGre­gor). Este cien­tí­fi­co marino, que tra­ba­ja para el gobierno bri­tá­ni­co, encuen­tra des­ca­be­lla­da la pro­po­si­ción rea­li­za­da pero cuan­do el pri­mer minis­tro entra a tomar car­tas en el asun­to a tra­vés de su agen­te de pren­sa (Kris­tin Scott Tho­mas), el fan­ta­sio­so pro­yec­to comien­za a cobrar impulso.

La pri­me­ra mitad del film es la de mayor inte­rés ofre­cien­do una leve sáti­ra de natu­ra­le­za polí­ti­ca; pero des­pués va per­dien­do fuer­za cuan­do la tra­ma incor­po­ra varios ele­men­tos que des­vir­túan al rela­to, espe­cial­men­te los de natu­ra­le­za román­ti­ca. Alfred es un hom­bre casa­do, poco feliz en su matri­mo­nio, que va sin­tien­do una atrac­ción hacia Harriet a medi­da que el tra­ba­jo con­jun­to va pro­gre­san­do; por su par­te ella corres­pon­de a sus sen­ti­mien­tos a pesar de tener un novio agra­da­ble que per­te­ne­ce al ejér­ci­to bri­tá­ni­co y es envia­do a Afga­nis­tán; esa rela­ción ori­gi­na una arti­fi­cio­sa his­to­ria de amor difí­cil­men­te creí­ble. Tam­po­co favo­re­ce la soli­dez del rela­to la incor­po­ra­ción de gru­pos yeme­ni­tas que se opo­nen al jeque; final­men­te, la cul­mi­na­ción de la his­to­ria no des­pier­ta la emo­ción per­se­gui­da por Hallstrom.

En los aspec­tos favo­ra­bles, tan­to Blunt como McGre­gor ofre­cen su agra­da­ble pre­sen­cia así como Scott Tho­mas demues­tra que aún en peque­ños pape­les logra tras­cen­der. El humor, aun­que no muy abun­dan­te, se hace pre­sen­te en algu­nas alu­sio­nes per­ti­nen­tes a las carac­te­rís­ti­cas e idio­sin­cra­sias de cul­tu­ras e ins­ti­tu­cio­nes dife­ren­tes como las bri­tá­ni­cas y yeme­ni­tas. En los ren­glo­nes téc­ni­cos cabe apre­ciar la belle­za de los esce­na­rios natu­ra­les don­de trans­cu­rre la acción.

Con­clu­sión: A pesar de las bue­nas inten­cio­nes del direc­tor, esta come­dia satí­ri­ca y huma­nis­ta que tra­ta de ten­der un puen­te de her­man­dad entre Euro­pa y el Medio Orien­te es dema­sia­do tibia como para lle­gar a con­for­mar ple­na­men­te. Jor­ge Gutman