Flo­res de Guerra

The Flo­wers of War. Chi­na, 2011. Un film de Zhang Yimou. Elen­co: Chris­tian Bale, Ni ni, Zhang Xin­yi, Huang Tianyuan 

La bata­lla de Nan­kin es uno de los epi­so­dios más dra­má­ti­cos de la gue­rra de Japón con Chi­na que se ini­cia en Shan­gai en octu­bre de 1937 y con­clu­ye el 13 de diciem­bre de ese año en Nan­kin –en ese enton­ces la capi­tal del país- con la vic­to­ria del ejér­ci­to nipón. En las sema­nas siguien­tes, los ven­ce­do­res ini­cia­ron una cruel cam­pa­ña de ase­si­na­tos de más de 200.000 per­so­nas y vio­la­cio­nes de miles de muje­res. Ese es el telón de fon­do que el pres­ti­gio­so rea­li­za­dor Zhang Yimou (Cur­se Of The Gol­den Flo­wer, The Road Home, Rai­se the Red Lan­terns) uti­li­za para narrar un dra­ma de fic­ción en The Flo­wers of War don­de estu­dian­tes de un con­ven­to y un gru­po de pros­ti­tu­tas tra­tan de pro­te­ger sus vidas del inva­sor enemigo. 

FLORES DE GUERRA

El rela­to pre­sen­ta a John Miller (Chris­tian Bale), un desa­pren­si­vo ame­ri­cano que se encuen­tra en Nan­kin para la inhu­ma­ción de un sacer­do­te recién falle­ci­do. Tra­tan­do de abrir­se paso en las calles de la bom­bar­dea­da ciu­dad encuen­tra a dos jóve­nes chi­cas estu­dian­tes y tra­tan­do de ayu­dar­las las lle­va a una cate­dral cató­li­ca don­de se encuen­tran otras com­pa­ñe­ras allí refu­gia­das que inte­gran el coro reli­gio­so del con­ven­to. Simul­tá­nea­men­te lle­gan a la igle­sia un gru­po de de atrac­ti­vas pros­ti­tu­tas lide­ra­das por la seduc­ti­va Yu Mo (Ni Ni) quie­nes huyen­do del bur­del don­de se halla­ban tra­tan de pro­te­ger su vida en aquel san­tua­rio. La con­vi­ven­cia de las estu­dian­tes con las nue­vas hués­pe­des y John den­tro de un ámbi­to espa­cial redu­ci­do es lo que sus­ten­ta la pri­me­ra par­te del film narra­do en for­ma con­ven­cio­nal y sin mayor tras­cen­den­cia. Para ate­nuar el cli­ma dra­má­ti­co de la his­to­ria, la tra­ma inclu­ye la nota sen­ti­men­tal que vin­cu­la a John con Yu Mo. 

El con­flic­to cen­tral del film se pre­sen­ta en su segun­da mitad con la lle­ga­da de un ofi­cial japo­nés (Atsu­ro Wata­be) a la cate­dral invi­tan­do auto­ri­ta­ria­men­te a las jóve­nes coris­tas que asis­tan a una fies­ta y can­tar para la audien­cia que esta­rá allí pre­sen­te. Que­da cla­ro que la inten­ción es vio­lar­las y pos­te­rior­men­te matar­las; para evi­tar que eso suce­da, John con­ci­be un plan arries­ga­do con la cola­bo­ra­ción de las prostitutas. 

Con un tono melo­dra­má­ti­co en el con­tex­to de un rela­to poco con­vin­cen­te, se asis­te a la trans­for­ma­ción repen­ti­na de John quien de opor­tu­nis­ta bus­ca­vi­das asu­me la con­di­ción de un hom­bre de gran cora­zón en bus­ca de reden­ción; al pro­pio tiem­po, tam­po­co resis­te cre­di­bi­li­dad el modo en que las sofis­ti­ca­das muje­res de la vida se con­vier­ten en almas cari­ta­ti­vas demos­tran­do una extra­or­di­na­ria gene­ro­si­dad al ser­vi­cio de una noble cau­sa. Con un des­en­la­ce que no ofre­ce mayor sor­pre­sa, todo pare­cie­ra cal­cu­la­do para satis­fa­cer a la audien­cia; sin embar­go, como la his­to­ria trans­cu­rre sin un foco pre­ci­so y a veces lan­gui­de­ce en el camino, no podría ase­gu­rar que las dos horas y vein­te minu­tos de dura­ción pue­dan lle­gar a conformar. 

Es la pri­me­ra vez que un actor ame­ri­cano actúa en un film chino y esa sería una de las notas dis­tin­ti­vas del film, a pesar de que el per­so­na­je de Bale no resul­te muy creí­ble, sobre todo por­que él se comu­ni­ca con gran par­te del gru­po que lo rodea en inglés, lo que hace difí­cil supo­ner que en ese enton­ces los per­so­na­jes chi­nos aquí mos­tra­dos pudie­ran domi­nar el idio­ma de Shakespeare. 

Con­clu­sión: Aun­que el film no res­pon­da a las expec­ta­ti­vas aguar­da­das de su rea­li­za­dor, cabe men­cio­nar que la nota de gra­cia res­ca­ta­ble des­can­sa en el pla­cer visual que pro­du­ce con­tem­plar algu­nas imá­ge­nes poé­ti­cas cap­ta­das con su dis­tin­ti­vo esti­lo. Jor­ge Gutman