Riva­li­dad Académica

Foot­no­te. Israel, 2011. Un film escri­to y diri­gi­do por Joseph Cedar. Elen­co: Shlo­mo Bar-Aba, Lior Ashkenazi

Lior Ashkenazi y Shlomo Bar-Aba en una escena del film israeli Footnote

Lior Ash­ke­na­zi y Shlo­mo Bar-Aba en una esce­na del film israe­li Footnote

La riva­li­dad aca­dé­mi­ca es lo que con­si­de­ra el rea­li­za­dor y guio­nis­ta israe­lí Joseph Cedar en Foot­no­te, que reci­bió el pre­mio al mejor guión en el fes­ti­val de Can­nes de 2011. Aun­que el nivel de com­pe­ti­ti­vi­dad en el mun­do aca­dé­mi­co es bien cono­ci­do, sin embar­go este tema no ha sido tra­ta­do con fre­cuen­cia y aquí Cedar lo enfo­ca en una his­to­ria don­de los dos riva­les son padre e hijo. 

Elie­zer Shkol­nik (Shlo­mo Bar Aba) es un sabio minu­cio­so que dedi­có gran par­te de su carre­ra pro­fe­sio­nal des­en­vol­vién­do­se como inves­ti­ga­dor tal­mú­di­co. Por su par­te su hijo Uriel (Lior Ash­ke­na­zi), ha segui­do sus mis­mos pasos ana­li­zan­do los sagra­dos tex­tos judíos. La úni­ca dife­ren­cia entre ambos resi­de en que Uriel res­pon­de a una per­so­na­li­dad comu­ni­ca­ti­va y fácil de agra­dar, en tan­to que Elie­zer no posee el caris­ma de su hijo; de allí la exis­ten­cia de laten­tes celos por par­te de su padre que no con­si­de­ra a Uriel un inves­ti­ga­dor tan com­pe­ten­te como lo es él. Sin embar­go, el rela­to avan­za un poco más al esta­ble­cer simul­tá­nea­men­te la riva­li­dad aca­dé­mi­ca de Elie­zer con el pro­fe­sor Gross­man (Micah Lewe­sohn), uno de sus colegas. 

Duran­te gran par­te de su vida, una de las gran­des aspi­ra­cio­nes de Elie­zer fue la de reci­bir algún día el Pre­mio Israel, con­si­de­ra­do el más pres­ti­gio­so que el Esta­do de Israel con­fie­re a renom­bra­das per­so­na­li­da­des o ins­ti­tu­cio­nes cien­tí­fi­cas y/o artís­ti­cas del país. El con­flic­to cen­tral se pro­du­ce cuan­do el comi­té encar­ga­do de otor­gar la dis­tin­ción anual, deci­de que Uriel sea el des­ti­na­ta­rio. Un aspec­to impor­tan­te el de tener en cuen­ta que como en todo jura­do es impo­si­ble des­car­tar la ani­mo­si­dad per­so­nal que algu­nos de sus miem­bros pue­dan guar­dar hacia los can­di­da­tos; es eso lo que suce­de con el pro­fe­sor Gross­man quien como jefe del comi­té de selec­ción no esta­ría dis­pues­to a favo­re­cer a su rival Elie­zer, aun­que evi­den­te­men­te eso resul­ta difí­cil de ser pro­ba­do. Para aumen­tar la ten­sión, al pro­du­cir­se la noti­fi­ca­ción ofi­cial, debi­do a un error admi­nis­tra­ti­vo, la comu­ni­ca­ción es diri­gi­da al padre en lugar del hijo debi­do a que ambos lle­van el mis­mo ape­lli­do. ¿Cómo pue­de Uriel actuar en esta difí­cil situa­ción sin dañar la sen­si­bi­li­dad de su padre? 

En líneas gene­ra­les, el film resul­ta intere­san­te con algu­nos dile­mas éti­cos difí­ci­les de resol­ver aun­que su narra­ción adop­ta de tan­to en tan­to un tono errá­ti­co y su des­en­la­ce deja la sen­sa­ción de haber pre­sen­cia­do una his­to­ria inconclusa.

Con­clu­sión: El film atrae por su intri­ga, por la expo­si­ción de los resen­ti­mien­tos, egos y envi­dias que se sus­ci­tan en el mun­do aca­dé­mi­co y por las bue­nas actua­cio­nes de Ash­ke­na­zi y Bar Aba. Jor­ge Gutman