Bes­tias del Sal­va­je Sur

BEASTS OF THE SOUTHERN WILD. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Benh Zeitlin. Elen­co: Quvenzha­né Wallis, Dwight Henry

El fin del mun­do está muy cer­ca de noso­tros, pero aquí no se tra­ta de nin­gún peli­gro que ame­na­ce la extin­ción de la huma­ni­dad sino de una región de los Esta­dos Uni­dos que geo­grá­fi­ca­men­te está ubi­ca­da en los con­fi­nes de nues­tro pla­ne­ta; ese lugar se lla­ma Bath­tub, una zona pan­ta­no­sa al sur del esta­do de Loui­sia­na. Es allí don­de trans­cu­rre la acción de Bes­tias del Sal­va­je Sur, un film de gran cali­dad del novel rea­li­za­dor Benh Zeitlin que está basa­do en la pie­za tea­tral Juicy and Deli­cious de Lucy Alibar. 

Quvenzhané Wallis

Quvenzha­né Wallis

Como si se tra­ta­ra de una sin­fo­nía pas­to­ral, Zeitlin uti­li­za el guión pre­pa­ra­do por él jun­to a Ali­bar para cons­truir una fábu­la mági­ca don­de la his­to­ria de fic­ción que se cuen­ta adop­ta visos de cine docu­men­tal. Toman­do como refe­ren­cia a un peque­ño pue­blo del del­ta del Misi­si­pi, cuyos habi­tan­tes ven trans­cu­rrir sus días en un nivel de extre­ma pobre­za y prác­ti­ca­men­te des­co­nec­ta­dos del mun­do exte­rior que los rodea, la narra­do­ra del rela­to es una niña de 8 años cuya voz en off ubi­ca al espec­ta­dor den­tro de la atmós­fe­ra que envuel­ve al film.

Hush­puppy (Quvenzha­né Wallis) es una peque­ña de sor­pren­den­te madu­rez, muy supe­rior a los chi­cos de su edad. Con la deter­mi­na­ción de una per­so­na adul­ta pero al pro­pio tiem­po imbui­da de la ino­cen­cia pro­pia de sus años, vive con su padre Wink (Dwight Henry) en una casa de hoja­la­ta remol­ca­da sobre un árbol. Huér­fa­na de madre, la con­vi­ven­cia pater­nal dis­ta de ser cor­dial por­que aún cuan­do su pro­ge­ni­tor la quie­re y pro­te­ge, en muchas cir­cuns­tan­cias adop­ta acti­tu­des crue­les y vio­len­tas que pare­ce­rían expre­sar lo contrario.

El foco cen­tral de este film des­can­sa en dos aspec­tos; uno de ellos, se refie­re a las con­si­de­ra­cio­nes de la natu­ra­le­za cas­ti­gan­do a la gen­te luga­re­ña que tra­ta de sobre­vi­vir las gran­des tor­men­tas e inun­da­cio­nes que afec­tan a la región; el otro hecho es la gra­ve enfer­me­dad que aque­ja a Wink y su preo­cu­pa­ción para que su hija pue­da estar pre­pa­ra­da para valer­se por sí mis­ma. De este modo, ade­más de enfa­ti­zar la rela­ción padre-hija, el rela­to des­cri­be las carac­te­rís­ti­cas de una cul­tu­ra o for­ma de vida de un pue­blo que debe adap­tar­se a tener que sopor­tar los desas­tres natu­ra­les y saber cómo supe­rar sus gra­ves consecuencias.

Com­bi­nan­do el dra­ma rea­lis­ta con un aura de mis­ti­cis­mo fan­tás­ti­co, ahí están las bes­tias a las que alu­de el títu­lo del film; for­man­do par­te de la ima­gi­na­ción de Hush­puppy, se con­tem­plan gigan­tes­cos bóvi­dos sal­va­jes pre­his­tó­ri­cos que pare­cie­ran emer­ger de sus tum­bas para aso­ciar­se con las ame­na­zas emer­gen­tes de la naturaleza.

Con remi­nis­cen­cias de la obra lite­ra­ria de Mark Twain y del esti­lo visual de las pelí­cu­las de Terren­ce Malick, el rea­li­za­dor ha logra­do un film de rea­lis­mo mági­co que des­ti­la un liris­mo y poe­sía de gran encan­to. Ade­más de la nota­ble esté­ti­ca emplea­da en la narra­ción, Zeitlin ha con­ta­do con el con­cur­so de una actriz excep­cio­nal que has­ta el momen­to de la fil­ma­ción no había teni­do expe­rien­cia artís­ti­ca algu­na. A pesar de que aún resul­ta un tan­to pre­ma­tu­ro efec­tuar con­je­tu­ras sobre los Oscars que se dis­tri­bui­rán en febre­ro de 2013, pue­de anti­ci­par­se que la niña Quvenzha­né Wallis reúne todos los atri­bu­tos para que sea nomi­na­da en la cate­go­ría de mejor inter­pre­ta­ción feme­ni­na. Pocas veces se ha vis­to a alguien de su edad trans­mi­tir con tan­ta natu­ra­li­dad y con­vic­ción la for­ta­le­za de carác­ter e inte­li­gen­cia emo­cio­nal de una menor lis­ta para luchar y tra­tar de supe­rar las difí­ci­les prue­bas que la vida le ha impues­to; nadie que­da­rá indi­fe­ren­te ante esta mara­vi­llo­sa actua­ción. La pre­sen­cia caris­má­ti­ca de Willis no ocul­ta sin embar­go la sóli­da actua­ción de Dwight Henry com­po­nien­do con­vin­cen­te­men­te un rol para nada simpático.

Con­clu­sión: El públi­co selec­ti­vo apre­cia­rá un film de gran rique­za espi­ri­tual que cons­ti­tu­ye una exce­len­te car­ta de pre­sen­ta­ción para su rea­li­za­dor así como el naci­mien­to de una peque­ña gran actrizJor­ge Gutman