La Gue­rra con­tra la Muerte

LA GUÈ­RRE EST DECLA­RÉE. Fran­cia, 2011. Direc­ción: Valé­rie Don­ze­lli. Dis­tri­bu­ción: Enter­tain­ment One/Seville (2012)LA GUERRA CONTRA LA MUERTE

Aun­que el due­lo de haber per­di­do un hijo o estar por per­der­lo fren­te a una impla­ca­ble enfer­me­dad ya ha sido vis­to en más de una opor­tu­ni­dad, esta pelí­cu­la tie­ne la carac­te­rís­ti­ca de ser par­cial­men­te auto­bio­grá­fi­ca don­de la rea­li­za­do­ra Valé­rie Don­ze­lli tras­la­da al cine los dra­má­ti­cos años vivi­dos al lado de su com­pa­ñe­ro Jéré­mie Elkaim en la lucha enta­bla­da para com­ba­tir el cán­cer cere­bral que afli­gió al peque­ño hijo duran­te varios años.

El rela­to de fic­ción se basa en el guión escri­to por ambos y tam­bién ha sido ani­ma­do por ellos aun­que los nom­bres uti­li­za­dos sean dife­ren­tes. Todo comien­za cuan­do Romeo (Elkaim) y Julie­ta (Don­ze­lli) se cono­cen en un club noc­turno y hacen refe­ren­cia a la coin­ci­den­cia de lla­mar­se como los pro­ta­go­nis­tas del dra­ma sha­kes­pe­riano. Dicho encuen­tro pro­du­ce el inme­dia­to fle­cha­zo del amor a pri­me­ra vis­ta y lo cier­to es que la vita­li­dad, entu­sias­mo y ale­gría de vivir que los ani­ma se con­ta­gia fácil­men­te al públi­co que los obser­va y que sim­pa­ti­za con ellos.

La feli­ci­dad de la pare­ja se refuer­za con la lle­ga­da de Adam (César Des­seix), un infan­te que al poco tiem­po de nacer lla­ma la aten­ción por estar llo­ran­do en for­ma per­ma­nen­te sin que sus padres pue­dan lle­gar a cal­mar­lo; sin embar­go, en un comien­zo nada pare­ce pre­de­cir que esa ano­ma­lía refle­je aspec­tos que lle­guen a alar­mar; no obs­tan­te, cuan­do el bebé comien­za a vomi­tar sin apa­ren­te cau­sa, es some­ti­do a un escá­ner cere­bral que dela­ta la pre­sen­cia de un tumor maligno.

¿Cómo se reac­cio­na fren­te a un dra­ma seme­jan­te don­de está en jue­go la vida de un hijo? A par­tir del temi­ble vere­dic­to, comien­za para la pare­ja la eta­pa más dura tra­tan­do de aunar toda la fuer­za posi­ble y des­ple­gan­do la máxi­ma ener­gía en el difí­cil tran­ce de que­rer com­ba­tir todos los incon­ve­nien­tes que pre­sen­ta el tra­ta­mien­to anti­can­ce­ro­so; todo ello den­tro de un con­tex­to don­de las mani­fes­ta­cio­nes de soli­da­ri­dad, apo­yo y estí­mu­los que sur­gen de sus fami­lia­res y ami­gos adquie­ren un impor­tan­te rol.

El méri­to de la rea­li­za­do­ra es haber abor­da­do el rela­to des­dra­ma­ti­zán­do­lo a tra­vés de situa­cio­nes de espon­tá­neo humor. Aun­que el film no deja de ilus­trar la maqui­na­ria buro­crá­ti­ca del sis­te­ma hos­pi­ta­la­rio fran­cés, la narra­ción pri­vi­le­gia más el esfuer­zo rea­li­za­do por los padres con­vi­vien­do con la enfer­me­dad del peque­ño antes que enfa­ti­zar en los pro­ce­di­mien­tos médicos.

Los momen­tos de máxi­ma ten­sión así como de pro­fun­da emo­ción sur­gen cuan­do Adam debe ser some­ti­do a la inter­ven­ción qui­rúr­gi­ca y los padres tra­tan de man­te­ner una acti­tud espe­ran­za­do­ra con rela­ción a la super­vi­ven­cia del niño. Lo impor­tan­te es que todo que­da expues­to con sobrie­dad sin que el inhe­ren­te aspec­to sen­ti­men­tal de la situa­ción plan­tea­da lle­gue a desbordar.

Tan­to Don­ze­lli como Elkaim se mani­fies­tan con com­ple­ta natu­ra­li­dad; aun­que este hecho no lle­ga a sor­pren­der al repro­du­cir la odi­sea por la que atra­ve­sa­ron, con todo resul­ta audaz y vale­ro­so que ellos mis­mos hayan resuel­to repre­sen­tar­se a sí mis­mos; tam­bién resul­ta inob­je­ta­ble la actua­ción del peque­ño Des­seix y es muy emo­ti­vo apre­ciar el bre­ve rol de Gabriel Elkaim encar­nan­do, ya cre­ci­do, al hijo ver­da­de­ro de la rea­li­za­do­ra y de Jérémie.

El tono de livian­dad del film uti­li­za­do por Don­ze­lli, la sim­pa­tía que des­pier­tan sus reales per­so­na­jes y la atrac­ti­va ban­da sono­ra lo con­vier­ten, a pesar de su tema, en un tera­péu­ti­co cuen­to de hadas que reafir­ma en todo momen­to el amor a la vida. Jor­ge Gutman

El Encuen­tro de Dos Medios Hermanos

PEO­PLE LIKE US. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Alex Kur­tz­man. Elen­co: Chris Pine, Eli­za­beth Banks, Miche­lle Pfeiffer

EL ENCUENTRO DE DOS MEDIOS HERMANOS

En su debut como direc­tor, Alex Kur­tz­man con­si­de­ra un tema humano y par­cial­men­te auto­bio­grá­fi­co sobre dos medios her­ma­nos que no lle­ga­ron a cono­cer­se has­ta que la muer­te del padre común ter­mi­na reu­nién­do­los. Como una alter­na­ti­va a los fil­mes de acción del actual perío­do esti­val, esta his­to­ria lle­ga­rá a inte­re­sar a una audien­cia intere­sa­da en temas sustanciosos. 

El guión del rea­li­za­dor escri­to con Robert Orci y Jody Lam­bert, pre­sen­ta a Sam (Chris Pine),un joven ven­de­dor de rápi­da labia vivien­do en Nue­va York y que intem­pes­ti­va­men­te reci­be la noti­cia de que su padre, un pro­duc­tor musi­cal que vivió en Cali­for­nia, ha falle­ci­do. De inme­dia­to y con el apo­yo de su novia Han­nah (Oli­via Wil­de), deci­den par­tir a Los Ánge­les para el fune­ral, aun­que lle­gan poco des­pués del mis­mo. Ale­ja­do de su madre Lilian (Miche­lle Pfeif­fer) y sobre todo en mate­ria afec­ti­va de su difun­to padre, Sam se ente­ra de que éste le legó unos dis­cos de vini­lo y como últi­mo deseo le pide que haga lle­gar 150 mil dóla­res en dine­ro efec­ti­vo a Josh Davis (Michael Hall D’Addario), un niño de 11 años, a tra­vés de Fran­kie Davis (Eli­za­beth Banks), una humil­de madre mono­pa­ren­tal que tra­ba­ja en un bar para man­te­ner a su hijo. Es en ese momen­to que Sam se ente­ra de que esa mujer es su media her­ma­na, con­ce­bi­da en la rela­ción adúl­te­ra que su padre man­tu­vo con la madre de Fran­kie ya desaparecida.

Sam ‑una per­so­na que nun­ca fue un ejem­plo de con­duc­ta éti­ca- dudan­do en cum­plir con la volun­tad de su padre comien­za a enta­blar una rela­ción con Fran­kie y su hijo pero ocul­tan­do su iden­ti­dad y por lo tan­to de que están vin­cu­la­dos fami­liar­men­te. A pesar de que Sam desea guar­dar el dine­ro para sí, a medi­da que comien­za a cono­cer a Fran­kie y al niño para quien gra­dual­men­te se con­vier­te en una espe­cie de padre que nun­ca tuvo, sus inten­cio­nes cam­bia­rán. La situa­ción devie­ne más com­pli­ca­da cuan­do Fran­kie al igno­rar su víncu­lo fami­liar con Sam cree que la está cor­te­jan­do y comien­za a sen­tir­se intere­sa­da por él. 

Si bien el film ado­le­ce en cier­tos momen­tos de situa­cio­nes melo­dra­má­ti­cas que podrían haber sido evi­ta­das, en líneas gene­ra­les el rela­to atrae y resul­ta con­vin­cen­te la des­crip­ción de cómo Sam y Fran­kie han ido mol­dean­do sus per­so­na­li­da­des, en un caso como hijo úni­co de un hogar for­mal­men­te cons­ti­tui­do y, en el otro, como hija ile­gí­ti­ma de un padre que nun­ca man­tu­vo un real acer­ca­mien­to hacia ella. 

Las inter­pre­ta­cio­nes son muy bue­nas. Pine va modi­fi­can­do gra­dual­men­te la natu­ra­le­za de su per­so­na­je para ir adqui­rien­do un ges­to de noble­za y hon­ra­dez al com­pro­bar la vida no muy afor­tu­na­da que le tocó vivir a su media her­ma­na. Banks es muy con­vin­cen­te como la joven que luchan­do con­tra la adver­si­dad en un prin­ci­pio se entre­ga al alcohol pero final­men­te logra recu­pe­rar­se de su vicio al tener un hijo por quien vivir y preo­cu­par­se; por su par­te Pfeif­fer logra trans­mi­tir la natu­ra­le­za de un per­so­na­je vul­ne­ra­ble que tuvo que tole­rar la infi­de­li­dad y desin­te­rés de su marido. 

Con­clu­sión: A pesar de exten­der­se más allá de lo nece­sa­rio y de mani­pu­lar la aten­ción del espec­ta­dor en deter­mi­na­das oca­sio­nes, este sen­ti­men­tal rela­to gene­ra genui­na emo­ción gra­cias a un elen­co muy com­pe­ten­te. Jor­ge Gutman

Un Docu­men­tal Musi­cal de Car­los Saura

FLA­MEN­CO, FLA­MEN­CO. Espa­ña, 2010. Direc­ción: Car­los Saura

UN DOCUMENTAL MUSICAL DE CARLOS SAURA

Aun­que gran par­te de la fil­mo­gra­fía de Car­los Sau­ra está inte­gra­da por nota­bles dra­mas (La Caza, Ana y los Lobos, La Pri­ma Angé­li­ca, Cría Cuer­vos, etc.), a par­tir de los años 80 comen­zó a incur­sio­nar en el géne­ro musi­cal con la tri­lo­gía que abar­có a Bodas de San­gre (1981), Car­men (1983) y El Amor Bru­jo (1986). Tran­si­tan­do por ese sen­de­ro, pos­te­rior­men­te abor­dó la músi­ca fla­men­ca en Sevi­lla­nas (1992) y sobre todo en Fla­men­co (1995), don­de el públi­co pudo apre­ciar la pasión que Sau­ra sien­te por este valio­so géne­ro, al haber tra­du­ci­do en bellas imá­ge­nes la músi­ca, el can­to y la dan­za andaluza.

Quin­ce años des­pués, incur­sio­na nue­va­men­te en el géne­ro con Fla­men­co, Fla­men­co demos­tran­do que esta veta resul­ta inago­ta­ble en la medi­da que van sur­gien­do nue­vos valo­res artís­ti­cos que brin­dan su entu­sias­mo e ima­gi­na­ción para enri­que­cer aún más a esta valio­sa expre­sión musical.

Es mate­ria opi­na­ble si real­men­te este film encua­dra den­tro de lo que tra­di­cio­nal­men­te se espe­ra de un docu­men­tal. Aquí no hay narra­dor alguno que pro­vea comen­ta­rios, tam­po­co exis­ten diá­lo­gos entre los artis­tas ni entre­vis­ta­dos que pudie­ran refe­rir­se a lo que se está con­tem­plan­do. En tal sen­ti­do, el cineas­ta pre­fie­re renun­ciar al enfo­que narra­ti­vo para dejar que la suce­sión de los núme­ros brin­da­dos cons­ti­tu­ya una infor­ma­ción de lo que el géne­ro ofre­ce en la fusión de la ima­gen con el soni­do median­te el can­to y la dan­za; en otras pala­bras, Sau­ra quie­re que la músi­ca fla­men­ca se expre­se por sí mis­ma sin nece­si­dad de recu­rrir a nin­gún tipo de expli­ca­ción que pudie­ra des­na­tu­ra­li­zar su pure­za artís­ti­ca. Eso no impi­de que Sau­ra des­ta­que su pre­sen­cia a la hora de deci­dir la mejor ubi­ca­ción de su cáma­ra y la de sus intér­pre­tes en un estu­dio prác­ti­ca­men­te vacío que obra como esce­na­rio natu­ral; aho­ra bien, para que el espec­tácu­lo logre plas­mar­se y adquie­ra belle­za visual, ahí cuen­ta con la inva­lo­ra­ble pre­sen­cia del excep­cio­nal fotó­gra­fo ita­liano Vit­to­rio Sto­ra­ro quien logra mara­vi­llas en todo lo que con­cier­ne con la ilu­mi­na­ción del espectáculo.

Ana­li­zan­do su con­te­ni­do pro­pia­men­te dicho, el públi­co tie­ne opor­tu­ni­dad de con­tem­plar una anto­lo­gía que abor­da dife­ren­tes esti­los en don­de no están ausen­tes, las farru­cas, fan­dan­gos, bule­rías y rum­bas, entre otros, pero sin nin­gu­na his­to­ria que los una. 

Entre los artis­tas par­ti­ci­pan­tes hay algu­nos que hoy día son mons­truos sagra­dos como en el caso de los gui­ta­rris­tas Paco de Lucía, Mano­lo San­lú­car y Toma­ti­to; en lo vocal se des­ta­can las voces de la vete­ra­na María Bala y de los can­tao­res Miguel Pove­da y José Mer­cé; en las dan­zas, uno de los nom­bres des­ta­ca­dos es el de la renom­bra­da bai­la­ri­na fla­men­ca Sara Baras. El docu­men­tal tam­bién inclu­ye a nue­vos y pres­ti­gio­sos valo­res de la pre­sen­te gene­ra­ción inclu­yen­do, entre otros, a las can­tao­ras Estre­lla Moren­te y Ánge­les Fer­nán­dez, el joven can­taor Car­los Gar­cia, Eva “Yer­ba­bue­na” bai­lan­do en un mag­ní­fi­co due­to en la inter­pre­ta­ción de una emo­ti­va can­ción de cuna bajo una llu­via arti­fi­cial, el bai­laor y zapa­tea­dor Farru­qui­to, la bai­la­ri­na y coreó­gra­fa Rocío Moli­na, etc.

Con­clu­sión. La con­jun­ción de los valo­res des­crip­tos per­mi­te ase­gu­rar que esta expre­sión del can­te y bai­le hon­dos cons­ti­tu­ya un ver­da­de­ro fes­tín para los aman­tes del géne­ro. Jor­ge Gutman

Cri­sis Conyugal

TAKE THIS WALTZ. Cana­dá, 2011. Un film escri­to y diri­gi­do por Sarah Polley. Elen­co: Miche­lle Williams, Seth Rogen, Luke KirbyCRISIS CONYUGAL

Des­pués de su pro­mi­so­rio debut como rea­li­za­do­ra en Away from Her (2007), la joven actriz y direc­to­ra cana­dien­se Sarah Polley vuel­ve a ubi­car­se detrás de las cáma­ras en Take this Waltz para abor­dar un caso de adul­te­rio. Aun­que bien actua­da y visual­men­te atrac­ti­va, la pelí­cu­la no alcan­za a gene­rar entu­sias­mo sufi­cien­te así como tam­po­co empa­tía algu­na hacia su prin­ci­pal per­so­na­je, en gran medi­da por­que no está lo sufi­cien­te­men­te des­crip­to como para com­pren­der bien sus motivaciones.

Miche­lle Williams ani­ma a Mar­got, una joven cer­ca­na a los 30 años que vive en Toron­to y está casa­da des­de hace cin­co años con su buen y afa­ble mari­do Lou (Seth Rogen). En un via­je aéreo que efec­túa des­de Nova Sco­tia de retorno a su hogar, cono­ce en el aero­puer­to a Daniel (Luke Kirby), de edad simi­lar, enta­blan­do una con­ver­sa­ción no del todo espon­tá­nea o natu­ral. En la aero­na­ve ambos tie­nen asig­na­dos asien­tos con­ti­guos y en el aero­puer­to de Toron­to deci­den com­par­tir un taxi; al lle­gar al domi­ci­lio de Mar­got, ambos des­cien­den del vehícu­lo por­que Daniel vive jus­to enfren­te de su casa; es decir que son veci­nos sin haber­lo sabi­do antes. 

Dejan­do de lado este tipo de casua­li­da­des, poco a poco se va refle­jan­do un inte­rés, entre curio­si­dad y atrac­ción inde­fi­ni­da, que Mar­got sien­te por Daniel, obser­ván­do­lo a tra­vés de la ven­ta­na de su hogar. De ahí en más, y a par­tir de encuen­tros que se pro­du­cen en la calle, va sur­gien­do entre ellos una rela­ción pla­tó­ni­ca amis­to­sa don­de no es nece­sa­rio ser muy pers­pi­caz o intui­ti­vo para ima­gi­nar cómo esta rela­ción habrá de concluir. 

Dife­ren­tes lec­tu­ras se pue­den brin­dar a lo que Polley vuel­ca en su guión. En la des­crip­ción de la rela­ción con­yu­gal de Mar­got y su mari­do no hay nada que tra­sun­te algún dejo anor­mal; por lo tan­to, fren­te a lo que se obser­va pare­ce­ría que nin­gún víncu­lo sen­ti­men­tal es dura­de­ro cuan­do se pre­sen­ta una ter­ce­ra per­so­na capaz de des­per­tar inte­rés román­ti­co en alguno de los cón­yu­ges. Otra inter­pre­ta­ción es que a pesar de la bue­na rela­ción matri­mo­nial, hay algo raro en la per­so­na­li­dad de Mar­got que la tor­na extra­ña y enig­má­ti­ca; por ejem­plo, mani­fies­ta un temor en las cone­xio­nes de los vue­los aéreos ade­más de mani­fes­tar en sus ges­tos que algo inte­rior le pro­du­ce insa­tis­fac­ción sin que que­de cla­ro qué es lo que real­men­te la inquie­ta o bien qué es lo que moti­va su atrac­ción por Daniel arries­gan­do de este modo un matri­mo­nio bien ave­ni­do. En todo caso, hay una ten­sión sexual que se tras­lu­ce a lo lar­go del rela­to, inclu­yen­do una esce­na muy bien resuel­ta y de car­ga­do ero­tis­mo que se pro­du­ce en una con­ver­sa­ción entre Mar­got y Daniel, don­de éste le des­cri­be qué es lo que sexual­men­te haría con ella si se pre­sen­ta­ra la opor­tu­ni­dad de efectuarlo.

Sería indis­cre­to anti­ci­par el modo en que Polley resuel­ve la situa­ción plan­tea­da en este trián­gu­lo amo­ro­so. A pesar de que el film dis­te de brin­dar un rela­to con­sis­ten­te de des­ilu­sión con­yu­gal como lo que se pudo apre­ciar en Blue Valen­ti­ne(2010), el film se deja ver debi­do a un rit­mo sos­te­ni­do y por la muy bue­na inter­pre­ta­ción de su elen­co. Aun­que su per­so­na­je resul­te ambi­guo, Williams logra una natu­ral carac­te­ri­za­ción de una mujer des­con­ten­ta que aman­do a su mari­do no pue­de evi­tar gus­tar de otro hom­bre. Rogen, excep­cio­nal­men­te cáli­do, demues­tra un com­ple­to domi­nio en un rol de enver­ga­du­ra dra­má­ti­ca; por su par­te, Kirby con­ven­ce como el per­so­na­je exte­rior que ame­na­za la esta­bi­li­dad con­yu­gal de Mar­got y Lou; final­men­te, Sarah Sil­ver­man se luce en un papel secun­da­rio como la her­ma­na de Lou recu­pe­rán­do­se de una adic­ción alcohólica.

Con­clu­sión: Des­cri­bien­do la cri­sis de una joven mujer casa­da, Polley ofre­ce un film serio aun­que no com­ple­ta­men­te satis­fac­to­rio. Jor­ge Gutman