Un Film Excepcional

A SEPA­RA­TION. Irán, 2011. Un film escri­to y diri­gi­do por Asghar Farha­di. Elen­co: Pey­man Moa­di, Lei­la Hata­mi, Sareh Bayat, Sari­na Farha­di, Ali-Asghar Shah­ba­zi. Dis­tri­bui­do­ra: Sony Pic­tu­res Home EntertainmentUN FILM EXCEPCIONAL

Este film es una obra maes­tra del cine. Ade­más de expo­ner pro­ble­mas éti­cos y mora­les de difí­cil reso­lu­ción obli­ga a refle­xio­nar de qué modo peque­ños deta­lles no bien enca­mi­na­dos pue­den gene­rar com­pli­ca­cio­nes supe­rio­res sin que sea posi­ble cul­par a nadie por­que cual­quie­ra sea la posi­ción asu­mi­da hay razo­nes que jus­ti­fi­can el com­por­ta­mien­to adop­ta­do por los per­so­na­jes de esta historia.

Uti­li­zan­do el enfo­que de una nove­la detec­ti­ves­ca, el guión del rea­li­za­dor Asghar Farha­di man­tie­ne en vilo al públi­co cons­tan­te­men­te. Pero lejos de saber “quién lo hizo” o “quién es el ase­sino”, Farha­di se apar­ta de Hitch­cock o de Agatha Chris­tie al ofre­cer una intri­ga que se ale­ja de cri­mi­na­les o mal­he­cho­res para en cam­bio basar­se en la con­duc­ta huma­na. Des­de esa ópti­ca el cineas­ta plan­tea en su rela­to pre­gun­tas que no encuen­tran res­pues­tas con­cre­tas o espe­cí­fi­cas; eso es debi­do a las con­tra­dic­cio­nes y acti­tu­des a veces des­con­cer­tan­tes que son la esen­cia de la con­di­ción huma­na. 

La acción que se desa­rro­lla en Tehe­rán pre­sen­ta en sus pri­me­ras imá­ge­nes a un matri­mo­nio de cla­se media que se encuen­tra ubi­ca­do fren­te a un juez a quien se le oye pero no se le ve. Simin (Lei­la Hata­mi) plan­tea al magis­tra­do su deseo de obte­ner el divor­cio de su mari­do Nader (Pey­man Moa­di) a pesar de que reco­no­ce que es un hom­bre decen­te y hones­to. La dis­cor­dia es debi­da al hecho de que la pare­ja ha obte­ni­do una visa para salir del país y mien­tras que ella está ansio­sa de hacer­lo cuan­to antes, él se nie­ga por­que no pue­de dejar des­am­pa­ra­do a su anciano padre (Ali-Asghar Shah­ba­zi) que vive con ellos y está afec­ta­do por el mal de Alzhei­mer. Aun­que Nader está dis­pues­to a con­ce­der la peti­ción de su espo­sa, sin embar­go rehú­sa a que ella par­ta con la hija de 11 años (Sari­na Farha­di) de ambos; de allí que el juez no pue­da otor­gar el divor­cio en ese momen­to reco­men­dan­do al matri­mo­nio para que se pon­ga de acuer­do a fin de adop­tar pos­te­rior­men­te una deci­sión final. Fren­te al pro­ble­ma no resuel­to, Simin resuel­ve dejar el domi­ci­lio con­yu­gal, for­zan­do a Nader a tener que con­tra­tar a una per­so­na para que se ocu­pe de cui­dar a su padre mien­tras él está ausen­te trabajando.

De la pre­mi­sa ini­cial des­crip­ta el rela­to adop­ta un matiz más com­ple­jo con el per­so­na­je de Razieh (Sareh Bayat), la emplea­da domes­ti­ca que dia­ria­men­te ven­drá a ayu­dar al padre de Nader. Ella es una mujer per­te­ne­cien­te a una cla­se social muy infe­rior a la de su patrón y que acep­ta ese empleo sin que lo sepa su mari­do (Shahab Hos­sei­ni), –de natu­ra­le­za emo­cio­nal y un tan­to vio­len­to- por­que está des­ocu­pa­do; ade­más, a dife­ren­cia de la acti­tud libe­ral y secu­lar de Nader y Simin, Razieh es una devo­ta musul­ma­na, hecho que la pone en difi­cul­ta­des cuan­do el anciano ensu­cia sus pan­ta­lo­nes y no se deci­de a cam­biar­lo sin con­sul­tar a la auto­ri­dad reli­gio­sa. 

A medi­da que avan­za el metra­je, el libre­to intro­du­ce una con­ca­te­na­ción rápi­da de acon­te­ci­mien­tos que van adqui­rien­do un cariz dra­má­ti­co cada vez más inten­so y apa­sio­nan­te. Así, el direc­tor ofre­ce amplio mar­gen para que el espec­ta­dor medi­te sobre lo que va obser­van­do aun­que es difí­cil de juz­gar con com­ple­ta obje­ti­vi­dad por­que cada per­so­na encon­tra­rá razo­nes sufi­cien­tes para com­pren­der y jus­ti­fi­car las vir­tu­des y falen­cias de los per­so­na­jes involucrados.

A tra­vés de la expec­ta­ti­va cre­cien­te que se va crean­do para saber cómo con­clui­rá el rela­to, el públi­co se encuen­tra com­pla­ci­do al com­pro­bar cómo no hay nada que que­de suel­to y de qué modo Ter­meh, la tran­qui­la niña que va adqui­rien­do una for­ta­le­za y madu­rez nota­ble a medi­da que el film se desa­rro­lla, como tes­ti­go silen­cio­so de lo que está acon­te­cien­do debe­rá adop­tar la difí­cil deci­sión de ele­gir con cuál de sus padres habrá de vivir. 

He aquí el ejem­plo de un film absor­ben­te y den­so pero de nin­gu­na mane­ra difí­cil de seguir. Con una pues­ta escé­ni­ca inob­je­ta­ble, Farha­di ha adop­ta­do una narra­ti­va sen­ci­lla que per­mi­te trans­mi­tir lo que se pro­po­ne, per­mi­tien­do a que el públi­co pue­da empa­ti­zar de inme­dia­to con sus per­so­na­jes que son inter­pre­ta­dos por un elen­co de mag­ní­fi­cos acto­res. Cabe agre­gar que al mar­gen de la his­to­ria cen­tral, el film se valo­ri­za por haber abor­da­do con meri­dia­na cla­ri­dad las dife­ren­cias socia­les y reli­gio­sas impe­ran­tes en un país don­de los valo­res cul­tu­ra­les tra­di­cio­na­les con­vi­ven con los moder­nos. No menos des­ta­ca­ble es que si bien lo expues­to trans­cu­rre en Irán, lo que se ilus­tra alcan­za vali­dez universal.

Habien­do obte­ni­do el pre­mio máxi­mo en el Fes­ti­val de Ber­lín del año pasa­do, la Aca­de­mia Holly­wood lo ha dis­tin­gui­do con el Oscar al mejor film extran­je­ro de 2011. 

El DVD con­tie­ne como mate­rial suple­men­ta­rio comen­ta­rios del direc­tor, así como una entre­vis­ta efec­tua­da por Andrea Gross­man (Una vela­da con Asghar Farha­di) sobre la géne­sis del film y los dife­ren­tes aspec­tos rela­cio­na­dos con las carac­te­rís­ti­cas de los per­so­na­jes invo­lu­cra­dos en el mis­mo. 

La pre­sen­ta­ción es en ver­sión ori­gi­nal far­si o bien dobla­do al fran­cés, con sub­tí­tu­los opta­ti­vos en fran­cés e inglés. Jor­ge Gutman

Dos Días Poco Atractivos

Julie Delpy y Chris Rock

Julie Delpy y Chris Rock

2 DAYS IN NEW YORK. Fran­cia-Ale­ma­nia-Bél­gi­ca, 2012. Un film escri­to y diri­gi­do por Julie Delpy. Elen­co: Julie Delpy, Chris Rock, Albert Delpy, Ale­xia Landeau 

Julie Delpy deci­dió rea­li­zar una secue­la a 2 Days in París don­de debu­tó como direc­to­ra hace 5 años. De infe­rior cali­dad a aqué­lla 2 Días en Nue­va York decep­cio­na por su desa­bri­da tra­ma pla­ga­da con chis­tes de dudo­so gus­to y ani­ma­da por per­so­na­jes don­de es mejor per­der­los que encontrarlos. 

En este capí­tu­lo la fotó­gra­fa fran­ce­sa Marion (Delpy) está divor­cia­da vivien­do en Manhat­tan con Min­gus (Chris Rock), un perio­dis­ta radial tam­bién divor­cia­do, con quien com­par­te un depar­ta­men­to en com­pa­ñía de sus res­pec­ti­vos hijos de ante­rio­res rela­cio­nes. Con moti­vo de la inau­gu­ra­ción de su expo­si­ción de foto­gra­fía, lle­ga de visi­ta pro­ce­den­te de París la excén­tri­ca fami­lia de Marión per­tur­ban­do el cli­ma de tran­qui­li­dad exis­ten­te. Des­de la pri­me­ra esce­na en el aero­puer­to Ken­nedy ya se per­ci­be que el film adquie­re un tono de far­sa cuan­do Jean­not (Albert Delpy), el padre de Marion, inten­ta­ba con­tra­ban­dear una con­si­de­ra­ble can­ti­dad de cho­ri­zos y que­sos en su male­ta ade­más de ocul­tar algu­nos lle­va­dos en su cuer­po; ade­más de su padre se encuen­tra su her­ma­na Rose (Ale­xia Lan­deau) quien tie­ne pro­cli­vi­dad a pasear­se des­nu­da por el depar­ta­men­to y su des­agra­da­ble ami­go Manu (Alex Nahon). 

Des­de el vamos, el hogar se con­vier­te en un caos con las andan­zas del padre que no habla una sola pala­bra de inglés, la inma­du­ra Rose que se la pasa pelean­do cons­tan­te­men­te con Marion y el inso­por­ta­ble Manu a quien no le fal­ta escrú­pu­los para lograr que un tra­fi­can­te de dro­gas le pro­vea marihua­na al depar­ta­men­to don­de está alo­ja­do. En la mayo­ría de los casos la risa es pro­vo­ca­da ape­lan­do a des­agra­da­bles expre­sio­nes racis­tas de Manu con refe­ren­cia a Min­gus que es negro, mos­tran­do a Manu cor­tán­do­se las uñas de los pies sobre la mesa fami­liar; o bien cuan­do los visi­tan­tes son­ríen al pro­nun­ciar el nom­bre de “Min­gus” por­que rima con “cun­ni­lin­gus” (sexo oral); no es nece­sa­rio agre­gar más ejem­plos o situa­cio­nes que resul­tan mejor olvi­dar que relatar. 

Extra­ña mucho que Delpy sea la coguio­nis­ta (jun­to con Lan­deau) de esta pobre far­sa, tenien­do en cuen­ta que ella había par­ti­ci­pa­do exi­to­sa­men­te en los exce­len­tes diá­lo­gos impro­vi­sa­dos de Befo­re Sunrise.(1995) y Befo­re Sun­set (2004). Aquí, dejó de lado toda suti­le­za para con­ce­bir un rela­to que no tie­ne mayor razón de ser, a pesar de haber que­ri­do expo­ner sin lograr­lo un con­tra­pun­to cul­tu­ral entre las cos­tum­bres fran­ce­sas y la moda­li­dad ame­ri­ca­na, algo ya vis­to en múl­ti­ples opor­tu­ni­da­des con mejor for­tu­na. Jor­ge Gutman

Tera­pia Conyugal

HOPE SPRINGS. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de David Fran­kel. Elen­co: Meryl Streep, Tommy Lee Jones, Ste­ve CarellTERAPIA CONYUGAL

Con un redu­ci­do elen­co lide­ra­do por Meryl Streep y Tommy Lee Jones y con la par­ti­ci­pa­ción de Ste­ve Carell, la car­te­le­ra ofre­ce un film alter­na­ti­vo diri­gi­do espe­cial­men­te para un públi­co de edad media que podrá com­pren­der y /o iden­ti­fi­car­se con las peri­pe­cias atra­ve­sa­das por un matri­mo­nio des­pués de un pro­lon­ga­do perío­do de convivencia. 

Con el guión de Vanes­sa Tay­lor ‑no siem­pre del todo con­sis­ten­te- abor­dan­do el des­va­ne­ci­mien­to pasio­nal que sue­le pro­du­cir­se con el paso del tiem­po en la vida de una pare­ja, el direc­tor David Fran­kel ha sabi­do explo­tar este tema apo­ya­do por las nota­bles carac­te­ri­za­cio­nes que brin­dan Streep y Lee Jones como dos espo­sos que requie­ren de urgen­te vita­mi­na para revi­ta­li­zar su relación.

Casa­dos duran­te 31 años, Kay (Streep) y Arnold (Tommy Lee Jones) viven con todo con­fort en su casa de Nebras­ka; ambos se quie­ren pero los años de vida en común han con­ver­ti­do la rela­ción en ruti­na; así, él se mues­tra como un des­aten­to mari­do que pre­fie­re mirar por tele­vi­sión un par­ti­do de golf antes que dedi­car­le un mimo, toque o mani­fes­ta­ción de cari­ño a Kay, mien­tras que el rol de ella con­sis­te en estar al ser­vi­cio de su mari­do. A fin de lograr que el víncu­lo adquie­ra mayor inti­mi­dad, ella deci­de via­jar por una sema­na acom­pa­ña­da de su reluc­tan­te mari­do a la peque­ña ciu­dad de Great Hope Springs en Mai­ne a fin de con­sul­tar al Doc­tor Feld (Ste­ve Carell), un renom­bra­do autor y tera­peu­ta espe­cia­lis­ta en mate­ria matrimonial. 

Con­si­de­ra­ble par­te del film trans­cu­rre en las sesio­nes que tie­nen lugar en el con­sul­to­rio del tera­peu­ta don­de a ins­tan­cias del mis­mo la pare­ja tra­ta de enfren­tar el esta­do actual de su rela­ción con espe­cial énfa­sis en la ausen­te vida sexual y las lec­cio­nes que deben seguir a fin de mejo­rar la situación.

Pocas veces el cine ha abor­da­do con tan­ta fran­que­za y deli­ca­de­za la sal y pimien­ta que dina­mi­za la inti­mi­dad de un matri­mo­nio de la mane­ra como aquí que­da expues­ta. Con todo hay aspec­tos que el guión deja de lado, como por ejem­plo al no inda­gar de qué mane­ra trans­cu­rrió la vida con­yu­gal de Kay y Arnold antes de haber lle­ga­do al crí­ti­co esta­do actual. La obser­va­ción pre­ce­den­te no alcan­za a empa­ñar la apre­cia­ción que el públi­co pue­da tener de este rela­to don­de de momen­tos gra­cio­sos o risue­ños, se pasa flui­da­men­te a otros más dra­má­ti­cos, siem­pre den­tro del mar­co de situa­cio­nes que tie­nen sen­ti­do y cohe­ren­cia. Gran par­te de los méri­tos del film se basa como ya se men­cio­nó pre­via­men­te, en la cali­dad acto­ral. Des­pués de su rotun­do triun­fo en The Iron Lady, Streep sigue demos­tran­do que es una de las actri­ces más ver­sá­ti­les que se haya cono­ci­do, apor­tan­do en este caso la cali­dez y ansie­dad de una mujer que sin­ce­ra­men­te quie­re a su mari­do y está deter­mi­na­da a sal­var su matri­mo­nio; por su par­te Lee Jones con sus expre­sio­nes ges­tua­les está impa­ga­ble carac­te­ri­zan­do al ale­ja­do y un tan­to hos­co cón­yu­ge que va cam­bian­do de áni­mo e impre­sión a medi­da que la tera­pia comien­za a ren­dir sus fru­tos. Final­men­te, Ste­ve Carell es toda una reve­la­ción como el afa­ble, mode­ra­do y per­sis­ten­te pro­fe­sio­nal que sabe cómo con­du­cir­se y alec­cio­nar a la atri­bu­la­da pareja.

Con­clu­sión: Un buen film que con mucho tac­to y sobrie­dad se aden­tra en las rela­cio­nes ínti­mas de un matri­mo­nio de la ter­ce­ra edad. Jor­ge Gutman

Dra­má­ti­ca Sumisión

COM­PLIAN­CE. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film escri­to y diri­gi­do por Craig Zobel. Elen­co: Ann Dowd, Drea­ma Wal­ker, Pat Healy, Bill Camp, Phi­lip Ettin­ger, James McCafreyDRAMÁTICA SUMISIÓN

Este film desa­fía la posi­bi­li­dad de lograr un jui­cio que sea lo más obje­ti­vo posi­ble sobre sus ver­da­de­ros méri­tos. Por una par­te el direc­tor Craig Zobel ha logra­do un rela­to meticu­losa­men­te eje­cu­ta­do con una inter­pre­ta­ción que por su natu­ra­li­dad lle­ga a mara­vi­llar. Sin embar­go, su tema se pres­ta a un apa­sio­na­do nivel de dis­cu­sión dado que según cuál sea la visión que adop­te la audien­cia, podrá resul­tar en un film misó­gino que no tie­ne escrú­pu­los en explo­tar la con­di­ción feme­ni­na, o bien en un docu­men­to que genui­na­men­te tra­du­ce los mis­te­rio­sos meca­nis­mos de poder que se pue­den ejer­cer a tra­vés de los cana­les menos imaginados.

En un res­tau­ran­te de comi­da al paso situa­do en un subur­bio de Ohio, su super­vi­so­ra San­dra (Ann Dowd) reci­be un lla­ma­do tele­fó­ni­co de un ins­pec­tor poli­cial lla­ma­do Daniels (Pat Healy) hacién­do­le saber que Becky (Drea­ma Wal­ker), una de sus jóve­nes emplea­das que mane­ja la caja regis­tra­do­ra, le robó una suma de dine­ro de la car­te­ra a una de sus clien­tas. Siguien­do las ins­truc­cio­nes reci­bi­das tele­fó­ni­ca­men­te por el fun­cio­na­rio, la chi­ca es obli­ga­da a per­ma­ne­cer en una de las pie­zas del esta­ble­ci­mien­to y a par­tir de allí duran­te casi 80 minu­tos, don­de el tiem­po de la fic­ción coin­ci­de con el real, el espec­ta­dor con­tem­pla con con­si­de­ra­ble inco­mo­di­dad de qué for­ma Becky es some­ti­da a una opre­sión psi­co­ló­gi­ca y a una incon­ce­bi­ble veja­ción física.

Des­pués de los pri­me­ros 10 minu­tos de esa lla­ma­da que se pro­lon­ga duran­te una hora, la frus­tra­ción se apo­de­ra del espec­ta­dor, por­que que­da com­ple­ta­men­te cla­ro que el ins­pec­tor poli­cial no es tal sino más bien un psi­có­pa­ta sádi­co dis­pues­to a deni­grar a la supues­ta ladro­na con la cola­bo­ra­ción de los res­tan­tes per­so­na­jes que se some­ten cie­ga­men­te cum­plien­do sus órde­nes; es nece­sa­rio poseer un nivel altí­si­mo de estu­pi­dez como para no dar­se cuen­ta de que hay un far­san­te detrás de esta manio­bra y es en ese sen­ti­do que el film irri­ta la sen­si­bi­li­dad del públi­co que se resis­te a creer lo que está ocurriendo.

Dicho lo que pre­ce­de es nece­sa­rio indi­car que el film se ha basa­do en inci­den­tes que ver­da­de­ra­men­te han ocu­rri­do hace algu­nos años en Esta­dos Uni­dos y que duran­te la últi­ma déca­da se han regis­tra­do nada menos que 70 casos simi­la­res; es pre­ci­sa­men­te en éstos mis­mos don­de el rea­li­za­dor se ha ins­pi­ra­do para ela­bo­rar su guión. 

Como es impo­si­ble negar la reali­dad, sólo cabe seña­lar que a pesar del des­agra­do que esta his­to­ria de sumi­sión pue­de pro­du­cir, Zobel tra­tó de ofre­cer el cua­dro más rea­lis­ta posi­ble a tra­vés de un rela­to que más que fic­ción se acer­ca en algu­nos momen­tos a supo­ner que se tra­ta de un docu­men­tal denun­cian­do la for­ma en que un per­ver­so y dia­bó­li­co indi­vi­duo pue­de lle­gar a ejer­cer un increí­ble poder de mani­pu­la­ción y sem­brar un vio­len­to horror en una ate­rro­ri­za­da víc­ti­ma sin tener que recu­rrir a nin­gún arma de fuego.

Con­clu­sión: Un film que aun­que por su tema resul­ta difí­cil de pre­sen­ciar, no obs­tan­te se des­ta­ca por su exce­len­te direc­ción e inter­pre­ta­ción. Jor­ge Gutman

La Extra­ña Vida de Timothy Green

THE ODD LIFE OF TIMOTHY GREEN. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film escri­to y diri­gi­do por Peter Hed­ges. Elen­co: Jen­ni­fer Gar­ner, Joel Edger­ton, Came­ron Adams LA EXTRAÑA VIDA DE TIMOTHY GREEN

Den­tro del géne­ro de rea­lis­mo mági­co, el direc­tor y guio­nis­ta Peter Hed­ges plan­tea en las pri­me­ras imá­ge­nes de este film un caso intere­san­te que per­mi­te la rápi­da iden­ti­fi­ca­ción con sus personajes. 

Jen­ni­fer Gar­ner y Joel Edger­ton ani­man a Cindy y Jim Green res­pec­ti­va­men­te, un matri­mo­nio que ha rea­li­za­do todos los esfuer­zos posi­bles para con­ce­bir un hijo sin haber­lo logra­do. El día en que reci­ben el diag­nós­ti­co médi­co con­fir­man­do que Cindy no podrá que­dar jamás emba­ra­za­da, los cón­yu­ges deci­den fan­ta­sear sobre el hijo que hubie­ran desea­do tener, escri­bien­do sus atri­bu­tos en un papel que des­pués de haber sido colo­ca­do en una caja de made­ra la entie­rran en el jar­dín de la casa don­de viven; de este modo, las espe­ran­zas que habían depo­si­ta­do de tener un hijo han que­da­do sepul­ta­das. Sin embar­go, los hechos demos­tra­rán lo con­tra­rio cuan­do a la maña­na siguien­te, en ese mis­mo lugar, bro­ta mis­te­rio­sa­men­te un encan­ta­dor niño de 10 años con hojas adhe­ri­das a sus pier­nas y que dice lla­mar­se Timothy Green (Came­ron Adams). Así este chi­co, que reúne todas las carac­te­rís­ti­cas que Cindy y Jim habían ima­gi­na­do en un hijo, es inme­dia­ta­men­te adop­ta­do por ellos y todo pare­ce­ría pre­de­cir que el gran sue­ño de ser padres final­men­te se ha concretado.

Para pro­se­guir con lo que el rela­to pro­po­ne es nece­sa­rio dejar toda resis­ten­cia a la cre­di­bi­li­dad; pero tra­tán­do­se de una fan­ta­sía ese deta­lle es fácil­men­te supe­ra­ble, sobre todo por el tono afec­ti­vo que va adqui­rien­do el desa­rro­llo de la tra­ma. Sin entrar en deta­lles, lo que sigue es el pro­ce­so de adap­ta­ción de los padres al niño, de éste hacia sus padres adop­ti­vos así como al medio social don­de le toca vivir.

Aun­que sin gran pro­fun­di­dad, Hed­ges logró una bue­na come­dia dra­má­ti­ca don­de refle­ja las emo­cio­nes de una vida en fami­lia, la difí­cil res­pon­sa­bi­li­dad de la pater­ni­dad de padres inex­per­tos, los incon­ve­nien­tes que Timothy debe supe­rar con sus com­pa­ñe­ros de escue­la por ser dife­ren­te, la rela­ción amis­to­sa que enta­bla con una tími­da niña (Ode­ya Rush) com­par­tien­do sus horas libres, así como los sen­ti­mien­tos de amor y pér­di­da que trae apa­re­ja­do el des­en­la­ce del rela­to. Toda la his­to­ria se desa­rro­lla den­tro del mar­co de una situa­ción eco­nó­mi­ca crí­ti­ca cuan­do la fábri­ca de lápi­ces don­de tra­ba­ja Jim, que a su vez es la más impor­tan­te de la peque­ña ciu­dad, ame­na­za cerrar sus operaciones.

En más de una opor­tu­ni­dad el rela­to bor­dea con la nota melo­dra­má­ti­ca; sin embar­go, el rea­li­za­dor evi­tó que su his­to­ria se con­vier­ta arti­fi­cial­men­te sen­ti­men­tal per­mi­tien­do en cam­bio que las emo­cio­nes flo­rez­can en for­ma natu­ral y espontánea.

Con­clu­sión: Con una pre­mi­sa impro­ba­ble, he aquí una fan­ta­sía agri­dul­ce de modes­tas ambi­cio­nes que trans­mi­te cali­dez y sen­ti­mien­to, en gran par­te por la logra­da inter­pre­ta­ción del peque­ño Adams quien pro­por­cio­na ter­nu­ra y huma­ni­dad en el rol que le ha toca­do desem­pe­ñar. Jor­ge Gutman