Memo­rias Programadas

TOTAL RECALL. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Len Wise­man. Elen­co: Colin Farrell, Kate Bec­kin­sa­le, Jes­si­ca BielMEMORIAS PROGRAMADAS

Basa­do en el mis­mo film que popu­la­ri­za­ra Arnold Sch­war­ze­neg­ger en 1990 y que abri­ría la puer­ta de la fama a Sha­ron Sto­ne, esta nue­va ver­sión del rea­li­za­dor Len Wise­man, basa­da en la nove­la de Phi­lip K. Dick con Colin Farrell como pro­ta­go­nis­ta, no es más que un medio­cre rela­to de cien­cia fic­ción fácil­men­te olvidable.

La acción se ubi­ca hacia fines del pre­sen­te siglo, don­de un futu­ro poco esti­mu­lan­te aguar­da a las pró­xi­mas gene­ra­cio­nes. El mun­do está devas­ta­do por las gue­rras quí­mi­cas y sólo que­da a sal­vo una míni­ma pobla­ción en la Fede­ra­ción Uni­da de Bre­ta­ña (Gran Bre­ta­ña) don­de habi­tan los pri­vi­le­gia­dos y la Colo­nia ubi­ca­da en Aus­tra­lia don­de resi­de la cla­se pro­le­ta­ria. Para diri­gir­se a sus luga­res de tra­ba­jo, los tra­ba­ja­do­res se des­li­zan a tra­vés de vehícu­los que los trans­por­tan en esca­sos minu­tos des­de la Colo­nia a la Fede­ra­ción tras­pa­san­do el Cen­tro de la Tierra.

Uno de ellos es Dou­glas Quaid (Farrell), un hom­bre casa­do que ama a su seño­ra Lory (Kate Bec­kin­sa­le) pero que aco­sa­do de pesa­di­llas en don­de se le apa­re­ce una mis­te­rio­sa mujer (Jes­si­ca Biel) que­da muy afec­ta­do por las mis­mas. Para eva­dir­se de la ruti­na que lo rodea deci­de recu­rrir a la com­pa­ñía Recall para que a tra­vés de una máqui­na de memo­rias pro­gra­ma­das le sea implan­ta­do sue­ños que lo hagan eva­dir de la reali­dad. Pero cuan­do ya está dis­pues­to a entrar a este jue­go es arrin­co­na­do por la poli­cía que cree ver en él a un terro­ris­ta. Ahí comien­za para Dou­glas toda una odi­sea sin saber si lo que está vivien­do res­pon­de a la reali­dad o es pro­duc­to de su imaginación. 

No es nece­sa­rio agre­gar más infor­ma­ción por­que su his­to­ria, com­ple­ta­men­te esque­má­ti­ca y sin nin­gu­na dra­má­ti­ca emo­ción, poco impor­ta. Todo esto al ser­vi­cio de una medio­cre aven­tu­ra con mucha acción, acción y más acción, aña­dien­do una impor­tan­te dosis de vio­len­cia, explo­sio­nes, cace­rías huma­nas, sal­tos gigan­tes­cos don­de los indi­vi­duos desa­fían la ley de gra­ve­dad, ade­más de cons­tan­tes luchas de dife­ren­te natu­ra­le­za con ráfa­gas de armas auto­má­ti­cas en medio de esce­na­rios lo sufi­cien­te­men­te impac­tan­tes como para ocul­tar las debi­li­da­des del guión. En la medi­da que los per­so­na­jes de este rela­to están esca­sa­men­te deli­nea­dos y cuen­tan con poca con­sis­ten­cia, es difí­cil juz­gar la inter­pre­ta­ción de los acto­res que los animan.

Visual­men­te irre­pro­cha­ble y con ima­gi­na­ti­vos recur­sos téc­ni­cos, el resul­ta­do es un pro­duc­to com­ple­ta­men­te hue­co e iner­te; de todos modos, el film segu­ra­men­te atrae­rá el inte­rés de la pobla­ción joven que no haya vis­to la ver­sión ori­gi­nal y/o bien de una audien­cia ávi­da de acción sin cues­tio­nar el con­te­ni­do de lo que está vien­do. Jor­ge Gutman