Un Ase­sino a Sueldo

UN ASESINO A SUELDOKILLER JOE. Esta­dos Uni­dos, 2011. Un film de William Fried­kin. Elen­co: Matthew McCo­naughey, Emi­le Hirsch, Juno Tem­ple, Tho­mas Haden Church

Aun­que William Fried­kin es un vete­rano rea­li­za­dor ame­ri­cano bien cono­ci­do por The French Con­nec­tion (1971) ‑que obtu­vo 5 Oscars inclu­yen­do al mejor film y mejor direc­tor- su fil­mo­gra­fía ha sido des­igual y en los últi­mos años ha per­di­do la vita­li­dad de otros tiem­pos. Eso es apre­cia­ble en Killer Joe, un film que si bien está correc­ta­men­te rea­li­za­do y tie­ne cier­tos momen­tos logra­dos, el rea­li­za­dor no esca­ti­mó en acu­dir a esce­nas revul­si­vas y vio­len­tas para satis­fa­cer las ansie­da­des de un públi­co que se satis­fa­ce con los baños de san­gre den­tro de un cli­ma sór­di­do y asfi­xian­te. Cier­ta­men­te, la visión de esta pelí­cu­la cons­ti­tu­ye una expe­rien­cia poco estimulante.

En menos de esca­sos minu­tos, el espec­ta­dor se enfren­ta con una fami­lia que ade­más de dis­fun­cio­nal se encuen­tra en total ban­ca­rro­ta moral. Chris (Emi­le Hirsch) es un inep­to tra­fi­can­te de dro­gas cuya vida corre peli­gro por encon­trar­se fuer­te­men­te endeu­da­do y sin dis­po­ner del dine­ro para sal­var su situa­ción. Para resol­ver el pro­ble­ma deci­de matar a su madre con quien no se lle­va bien, a fin de cobrar el segu­ro de vida de 50 mil dóla­res que posee y uti­li­zar par­te de esa suma para can­ce­lar sus deudas.
Para ello comu­ni­ca la deci­sión a su padre Ansel (Tho­mas Haden Church); éste que está sepa­ra­do de su mujer, encuen­tra que es una idea muy razo­na­ble y de la mis­ma opi­nión es su actual com­pa­ñe­ra Shar­la (Gina Gershon) y Dot­tie (Juno Tem­ple), la her­ma­na menor de Chris. Para imple­men­tar el cri­men, Chris pro­po­ne que la eje­cu­ción esté a car­go de Joe (Matthew McCo­naughey), un detec­ti­ve poli­cial que a la vez ofi­cia como un exper­to ase­sino a suel­do. Como la frac­tu­ra­da fami­lia no dis­po­ne del dine­ro efec­ti­vo que el cri­mi­nal requie­re anti­ci­pa­da­men­te, éste retie­ne a Dot­tie como garan­tía por sus ser­vi­cios profesionales.

Resul­ta curio­so que Fried­kin haya logra­do un intere­san­te film de horror con The Exor­cist (1973) y que aquí des­per­di­cie un mate­rial que se pres­ta­ba para la come­dia negra con visos de sus­pen­so para en cam­bio ofre­cer un rela­to radi­cal y trans­gre­si­vo de poco valor. En las últi­mas esce­nas, el cli­ma degra­dan­te alcan­za su cli­max don­de Joe some­te a Shar­la a un acto tan humi­llan­te como deplo­ra­ble, sin que agre­gue o refuer­ce la natu­ra­le­za de lo que se está presenciando.

A su favor cabe seña­lar la muy bue­na inter­pre­ta­ción del elen­co, des­ta­cán­do­se sobre todo McCo­naughey y Tem­ple. El popu­lar actor carac­te­ri­za muy bien la ambi­gua per­so­na­li­dad de un indi­vi­duo afa­ble cuya voz sere­na de a ratos con­tras­ta con la sádi­ca vio­len­cia que expo­ne en otros momen­tos; por su par­te Tem­ple da el tono pre­ci­so con la inge­nui­dad apa­ren­te que revis­te su per­so­na­je; ambos intér­pre­tes pro­por­cio­nan la que es posi­ble­men­te la mejor esce­na del film cuan­do Joe sedu­ce a la ado­les­cen­te como pre­lu­dio a su ini­cia­ción sexual.

Con­clu­sión: Un film del géne­ro negro que ape­la a una gra­tui­ta vio­len­cia y a situa­cio­nes de lamen­ta­ble gus­to. Jor­ge Gutman

Un Buen Dibu­jo Animado

PARA­NOR­MAN. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de ani­ma­ción de Sam Fell y Chris Butler

Des­pués del éxi­to logra­do con Cora­li­ne (2009) la empre­sa pro­duc­to­ra Lai­ka entre­ga otro buen rela­to de ani­ma­ción que se ubi­ca en el géne­ro del thri­ller entre­mez­cla­do con un poco de horror.

Efec­tua­do en 3D y en “stop-motion”, téc­ni­ca de ani­ma­ción que con­sis­te en lograr el movi­mien­to de obje­tos está­ti­cos a tra­vés de una serie de imá­ge­nes suce­si­vas, cabe apre­ciar el meticu­loso tra­ba­jo rea­li­za­do por el equi­po de pro­duc­ción al ser­vi­cio de un film inge­nio­so que segu­ra­men­te atrae­rá a chi­cos –aun­que no dema­sia­do peque­ños- como así tam­bién a sus padres.UN BUEN DIBUJO ANIMADO 

El film codi­ri­gi­do por Sam Fell y Chris Butler con guión de este últi­mo abor­da un terreno pare­ci­do al que el rea­li­za­dor Tim Bur­ton ha incur­sio­na­do en algu­nos de sus tra­ba­jos. La his­to­ria se desa­rro­lla en un tran­qui­lo pue­blo del nores­te ame­ri­cano don­de vive Nor­man (voz de Kodi Smit-Mc Phee), quien es un chi­co de 11 años incom­pren­di­do por su fami­lia inte­gra­da por sus padres (voces de Jeff Gar­lin y Les­lie Mann) y de su super­fi­cial her­ma­na (voz de Anna Ken­drick), ade­más de ser obje­to de bur­las e inti­mi­da­ción por par­te de Alvin (voz de Chris­topher Mintz-Plea­se), un com­pa­ñe­ro de escue­la a la que asis­te. Par­te de la cau­sa de su pro­ble­ma es que él insis­te en tener la capa­ci­dad de poder ver y hablar con las per­so­nas muer­tas. Su carác­ter soli­ta­rio encuen­tra sosie­go vien­do pelí­cu­las de zom­bis (muer­tos vivien­tes) y gozan­do de la com­pa­ñía fan­tas­mal de su que­ri­da abue­la (voz de Elai­ne Stritch). 

El con­flic­to dra­má­ti­co de la his­to­ria se pro­du­ce cuan­do Nor­man se ente­ra por su excén­tri­co tío Pren­derghast (John Good­man), con simi­la­res pode­res extra­sen­so­ria­les, que una mal­di­ción pesa des­de hace tres siglos sobre el pue­blo don­de sus ante­pa­sa­dos muer­tos emer­ge­rán de sus tum­bas para sem­brar el caos. Cuan­do efec­ti­va­men­te un sep­te­to de zom­bis salen de las mis­mas, Nor­man, acom­pa­ña­do por un peque­ño equi­po de cola­bo­ra­do­res, pro­ce­de a enfren­tar­los expul­sán­do­los del lugar y con­vir­tién­do­se en el héroe del pueblo.

Aun­que la tra­ma argu­men­tal es peque­ña, el film satis­fa­ce por sus momen­tos de humor, la bien logra­da acción que se des­pren­de de sus ins­tan­cias de horror así como por la aca­ba­da ela­bo­ra­ción de sus per­so­na­jes, con espe­cial refe­ren­cia al mejor ami­go de Nor­man, un sim­pá­ti­co gor­di­to bien carac­te­ri­za­do con la voz de Tuc­ker Albrizzi. 

Con­clu­sión: Visual­men­te inob­je­ta­ble, este film se ubi­ca en algu­nos esca­lo­nes más ele­va­dos al pro­me­dio de su géne­ro y cons­ti­tu­ye un buen entre­te­ni­mien­to. Jor­ge Gutman

Una Fan­ta­sio­sa His­to­ria Romántica

RUBY SPARKS. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Jonathan Day­ton y Vale­rie Faris. Elen­co: Paul Dano, Zoe Kazan, Chris Mes­si­na, Annet­te Bening, Anto­nio BanderasUNA FANTASIOSA  ROMÁNTICA HISTORIA

Explo­ran­do el pro­ce­so de crea­ti­vi­dad den­tro del mar­co de una fan­ta­sio­sa his­to­ria, Ruby Sparks ofre­ce mucho más de lo que aprio­rís­ti­ca­men­te podría aguar­dar­se. Deli­cio­sa­men­te román­ti­ca, sólo es nece­sa­rio dejar­se lle­var por la ima­gi­na­ti­va pro­pues­ta de los direc­to­res Jonathan Day­ton y Vale­rie Faris para gozar del mejor film del géne­ro sen­ti­men­tal de esta tem­po­ra­da estival.

Al igual que el escri­tor Geor­ge Ber­nard Shaw, aun­que con sus­tan­cia­les varia­cio­nes, la copro­ta­go­nis­ta Zoe Kazan que es auto­ra del guión se ins­pi­ró en el mito grie­go de Pig­ma­lión don­de un artis­ta se ena­mo­ra del obje­to de su crea­ción, para repro­du­cir en este caso las andan­zas de un joven autor en bús­que­da del per­so­na­je cla­ve para su nue­va obra.

Al comien­zo del rela­to el públi­co asis­te a la fami­liar his­to­ria de un escri­tor que des­pués de haber publi­ca­do hace varios años un libro de gran éxi­to, aho­ra se sien­te blo­quea­do sin poder dar rien­da suel­ta a su ima­gi­na­ción; pero rápi­da­men­te la tra­ma cobra giros insos­pe­cha­dos. Aquí, el escri­tor es Dano Cal­vin (Paul Dano), un joven soli­ta­rio de Los Ánge­les luchan­do por lograr la repe­ti­ción del suce­so de su pri­me­ra publi­ca­ción. Ayu­da­do por su psi­co­ana­lis­ta (Elliott Gould) final­men­te con­si­gue ela­bo­rar las pri­me­ras pági­nas de su futu­ra nove­la con­ci­bien­do como pro­ta­go­nis­ta a una lumi­no­sa joven de ojos azu­les lla­ma­da Ruby Sparks (Zoe Kazan). Si al prin­ci­pio todo mar­cha bien, la gran sor­pre­sa se pro­du­ce cuan­do la musa ins­pi­ra­do­ra de Dano apa­re­ce de cuer­po y alma en su depar­ta­men­to y al prin­ci­pio él no ati­na a estar segu­ro si lo que ve tie­ne visos reales o está soñan­do. Lla­man­do de inme­dia­to a su her­mano incré­du­lo (Chris Mes­si­na), la situa­ción adop­ta ribe­tes más increí­bles cuan­do lle­ga a com­pro­bar que Ruby real­men­te existe.

La his­to­ria se vuel­ve más apa­sio­nan­te cuan­do el escri­tor com­prue­ba que Ruby va com­por­tán­do­se de acuer­do a lo que él va desa­rro­llan­do en su nove­la don­de podrá lograr que ella hable fran­cés, lle­gue a coci­nar o adop­te acti­tu­des que sólo él pue­de mane­jar. Mien­tras que el titi­ri­te­ro logra que su títe­re obe­dez­ca sus ins­truc­cio­nes no habrá nada que obje­tar, pero la situa­ción cam­bia drás­ti­ca­men­te a par­tir del momen­to en que Ruby comien­za a adqui­rir inde­pen­den­cia desa­fian­do a la per­so­na que la ha con­ce­bi­do en su imaginación.

Román­ti­ca, afec­ti­va y ple­na de ter­nu­ra, los rea­li­za­do­res han con­ce­bi­do una inge­nio­sa fábu­la capaz de satis­fa­cer a todo tipo de audien­cia. Den­tro del carác­ter de come­dia de fan­ta­sía uno podría refle­xio­nar sobre la irre­sis­ti­ble ten­ta­ción que asis­te al ser humano de mani­pu­lar o ejer­cer con­trol sobre otras per­so­nas hacién­do­le sen­tir due­ño de un poder sin lími­tes; en todo caso, y más allá de esas con­je­tu­ras, lo con­cre­to es que se ha logra­do un film ínti­mo, muy bien enfo­ca­do, con mucho humor y sobre todo con una exce­len­te comu­ni­ca­ción entre sus dos per­so­na­jes prin­ci­pa­les, hecho que no resul­ta extra­ño por­que Dano y Kazan for­man pare­ja en la vida real y logran trans­mi­tir muy bien la bue­na quí­mi­ca que los une. El elen­co de repar­to es irre­pro­cha­ble con la par­ti­ci­pa­ción de Annet­te Bening como la madre hip­pie de Dano y Anto­nio Ban­de­ras ani­man­do a su excén­tri­co padrastro.

Con­clu­sión: Una ori­gi­nal y cáli­da come­dia román­ti­ca que se deja ver con mucho agra­do. Jor­ge Gutman

Rela­tos de Rela­cio­nes Huma­nas Fracturadas

360. Gran Bre­ta­ña-Aus­tria-Fran­cia-Bra­sil, 2011. Un film de Fer­nan­do Mei­re­lles. Elen­co: Anthony Hop­kins, Jude Law, Rachel Weisz, Ben Fos­ter, Moritz BleibtreuRELATO DE RELACIOES HUMANAS FRACTURADAS

El direc­tor Fer­nan­do Mei­re­lles y el escri­tor Peter Mor­gan se unen para brin­dar una nue­va ver­sión de La Ron­da, la clá­si­ca obra del aus­tría­co escri­tor Arthur Sch­nitz­ler escri­ta hace más de un siglo y que en varias oca­sio­nes ha sido lle­va­da al cine, aun­que en este caso con una estruc­tu­ra diferente.

Schind­ler con­ci­bió su crea­ción en base a varias pie­zas dra­má­ti­cas de un solo acto, cada uno de ellos pro­ta­go­ni­za­da por una pare­ja de aman­tes en don­de uno de sus inte­gran­tes for­ma par­te del siguien­te epi­so­dio y así suce­si­va­men­te has­ta que el últi­mo seg­men­to inte­gra a una pare­ja inte­gra­da for­ma­da por uno de los dos per­so­na­jes del capí­tu­lo ini­cial, cerrán­do­se de este modo la “ron­da del amor” en per­fec­to círcu­lo. Mei­re­lles y Mor­gan opta­ron en cam­bio pre­sen­tar a sus per­so­na­jes a tra­vés de his­to­rias para­le­las o simul­tá­neas que no siem­pre se conec­tan entre sí.

Inte­gra­do por un cali­fi­ca­do elen­co con algu­nos acto­res de reco­no­ci­do pres­ti­gio y otros poco cono­ci­dos, 360 es un film que aun­que téc­ni­ca­men­te inob­je­ta­ble apa­re­ce des­lu­ci­do en cuan­to a su con­te­ni­do. Sus varia­das his­to­rias que trans­cu­rren en diver­sos luga­res del mun­do y con per­so­na­jes de dife­ren­te extrac­ción social no lle­gan a tras­cen­der por su natu­ra­le­za dema­sia­do esquemática.

La tra­ma comien­za en Vie­na con una mujer de Eslo­va­quia (Lucia Sipo­so­va) tra­tan­do de desa­rro­llar una carre­ra como pros­ti­tu­ta de lujo y cuyo pri­mer clien­te es un hom­bre de nego­cios bri­tá­ni­co (Jude Law). Mien­tras tan­to, en Ingla­te­rra su espo­sa (Rachel Weisz) está bien ocu­pa­da enga­ñán­do­lo con un fotó­gra­fo bra­si­le­ño (Juliano Caza­rre) quien a su vez tie­ne una novia com­pa­trio­ta (María Flor) que can­sa­da de sus infi­de­li­da­des lo deja para retor­nar a su hogar en Río de Janeiro.

En el pri­mer tra­mo del vue­lo hacia a Bra­sil, ella tra­ba con­ver­sa­ción con un com­pa­ñe­ro de asien­to (Anthony Hop­kins), un ex alcohó­li­co quien via­ja hacia Fénix para tra­tar de loca­li­zar el cuer­po de su hija des­apa­re­ci­da hace tiem­po. Cuan­do los pasa­je­ros que­dan vara­dos en el aero­puer­to de Den­ver por una tor­men­ta de nie­ve, la chi­ca tra­ta de sedu­cir a un moles­ta­dor sexual (Ben Fos­ter) que se encuen­tra en liber­tad con­di­cio­nal y tra­ta de resis­tir sus avances.

Simul­tá­nea­men­te a los hechos des­crip­tos, en París encon­tra­mos a un den­tis­ta musul­mán (Jamel Deb­bou­ze) quien fuer­te­men­te atraí­do por su boni­ta higie­nis­ta den­tal (Dina­ra Dru­ka­ro­va) que está casa­da, la des­pi­de para evi­tar ten­ta­cio­nes que aten­tan con­tra los prin­ci­pios de su reli­gión. Mien­tras tan­to, ella se está divor­cian­do de su mari­do ruso (Vla­di­mir Vdo­vi­chen­kov) quien por su par­te encon­tra­rá un nue­vo camino sen­ti­men­tal con la her­ma­na de la pros­ti­tu­ta eslo­va­ca (Gabrie­la Mar­cin­ko­va) de la esce­na ini­cial. 

A pesar de que el film entre­tie­ne mode­ra­da­men­te, no hay nada pro­fun­do ni moral que pue­da extraer­se del mis­mo; en algún momen­to un per­so­na­je cita la fra­se que seña­la que si hay un tene­dor en el camino hay que tomar­lo (“If there’s a fork in the road, take it.”) como que­rien­do sig­ni­fi­car que no hay que dejar per­der las opor­tu­ni­da­des que la vida ofre­ce; sin embar­go, las deci­sio­nes que adop­tan los per­so­na­jes son más bien el resul­ta­do de los capri­chos del azar y/o des­tino. En todo caso, las varia­das anéc­do­tas que inte­gran el rela­to care­cen de enver­ga­du­ra dra­má­ti­ca e inclu­so algu­nas de las mis­mas que­dan sin reso­lu­ción; si aca­so se tra­ta­ra de una come­dia fan­ta­sio­sa o román­ti­ca se podría ser más indul­gen­te para juz­gar­lo, pero tra­tán­do­se de un film de con­te­ni­do rea­lis­ta, se hace más difí­cil pasar por alto las debi­li­da­des del guión de Morgan.

Los acto­res se desem­pe­ñan bien, pero en la mayo­ría de las situa­cio­nes lo que dicen o sien­ten no tie­ne visos de auten­ti­ci­dad. Como ejem­plo, bas­ta­ría ana­li­zar una secuen­cia don­de el per­so­na­je de Hop­kins rela­ta a una audien­cia de alcohó­li­cos anó­ni­mos su expe­rien­cia vivi­da en el via­je de regre­so con la joven bra­si­le­ña. ¿A qué vie­ne todo eso? A pesar de que nadie duda de las dotes inter­pre­ta­ti­vas de este actor, el monó­lo­go que reci­ta a modo de epi­fa­nía resul­ta insus­tan­cial e irrelevante.

Con­clu­sión: Una pelí­cu­la sin mucha pasión que tra­ta de pro­bar aun­que sin lograr­lo cómo las deci­sio­nes per­so­na­les mue­ven al mun­do. Jor­ge Gutman

Memo­rias Programadas

TOTAL RECALL. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Len Wise­man. Elen­co: Colin Farrell, Kate Bec­kin­sa­le, Jes­si­ca BielMEMORIAS PROGRAMADAS

Basa­do en el mis­mo film que popu­la­ri­za­ra Arnold Sch­war­ze­neg­ger en 1990 y que abri­ría la puer­ta de la fama a Sha­ron Sto­ne, esta nue­va ver­sión del rea­li­za­dor Len Wise­man, basa­da en la nove­la de Phi­lip K. Dick con Colin Farrell como pro­ta­go­nis­ta, no es más que un medio­cre rela­to de cien­cia fic­ción fácil­men­te olvidable.

La acción se ubi­ca hacia fines del pre­sen­te siglo, don­de un futu­ro poco esti­mu­lan­te aguar­da a las pró­xi­mas gene­ra­cio­nes. El mun­do está devas­ta­do por las gue­rras quí­mi­cas y sólo que­da a sal­vo una míni­ma pobla­ción en la Fede­ra­ción Uni­da de Bre­ta­ña (Gran Bre­ta­ña) don­de habi­tan los pri­vi­le­gia­dos y la Colo­nia ubi­ca­da en Aus­tra­lia don­de resi­de la cla­se pro­le­ta­ria. Para diri­gir­se a sus luga­res de tra­ba­jo, los tra­ba­ja­do­res se des­li­zan a tra­vés de vehícu­los que los trans­por­tan en esca­sos minu­tos des­de la Colo­nia a la Fede­ra­ción tras­pa­san­do el Cen­tro de la Tierra.

Uno de ellos es Dou­glas Quaid (Farrell), un hom­bre casa­do que ama a su seño­ra Lory (Kate Bec­kin­sa­le) pero que aco­sa­do de pesa­di­llas en don­de se le apa­re­ce una mis­te­rio­sa mujer (Jes­si­ca Biel) que­da muy afec­ta­do por las mis­mas. Para eva­dir­se de la ruti­na que lo rodea deci­de recu­rrir a la com­pa­ñía Recall para que a tra­vés de una máqui­na de memo­rias pro­gra­ma­das le sea implan­ta­do sue­ños que lo hagan eva­dir de la reali­dad. Pero cuan­do ya está dis­pues­to a entrar a este jue­go es arrin­co­na­do por la poli­cía que cree ver en él a un terro­ris­ta. Ahí comien­za para Dou­glas toda una odi­sea sin saber si lo que está vivien­do res­pon­de a la reali­dad o es pro­duc­to de su imaginación. 

No es nece­sa­rio agre­gar más infor­ma­ción por­que su his­to­ria, com­ple­ta­men­te esque­má­ti­ca y sin nin­gu­na dra­má­ti­ca emo­ción, poco impor­ta. Todo esto al ser­vi­cio de una medio­cre aven­tu­ra con mucha acción, acción y más acción, aña­dien­do una impor­tan­te dosis de vio­len­cia, explo­sio­nes, cace­rías huma­nas, sal­tos gigan­tes­cos don­de los indi­vi­duos desa­fían la ley de gra­ve­dad, ade­más de cons­tan­tes luchas de dife­ren­te natu­ra­le­za con ráfa­gas de armas auto­má­ti­cas en medio de esce­na­rios lo sufi­cien­te­men­te impac­tan­tes como para ocul­tar las debi­li­da­des del guión. En la medi­da que los per­so­na­jes de este rela­to están esca­sa­men­te deli­nea­dos y cuen­tan con poca con­sis­ten­cia, es difí­cil juz­gar la inter­pre­ta­ción de los acto­res que los animan.

Visual­men­te irre­pro­cha­ble y con ima­gi­na­ti­vos recur­sos téc­ni­cos, el resul­ta­do es un pro­duc­to com­ple­ta­men­te hue­co e iner­te; de todos modos, el film segu­ra­men­te atrae­rá el inte­rés de la pobla­ción joven que no haya vis­to la ver­sión ori­gi­nal y/o bien de una audien­cia ávi­da de acción sin cues­tio­nar el con­te­ni­do de lo que está vien­do. Jor­ge Gutman