Sie­te Epi­so­dios Habaneros

7 DÍAS EN LA HABA­NA. Espa­ña-Fran­cia, 2012. Un film de Beni­cio del Toro, Pablo Tra­pe­ro, Julio Medem, Elia Sulei­man, Gas­par Noe, Juan Car­los Tabio, Lau­rent Cantet.

Pudo haber sido un home­na­je a la her­mo­sa ciu­dad cari­be­ña pero lamen­ta­ble­mente este film dis­ta de ser­lo. Con­ce­bi­do como un pro­yec­to colec­ti­vo basa­do en epi­so­dios de 18 minu­tos de dura­ción cada uno que tie­ne en común a la capi­tal cuba­na, la mayo­ría de los mis­mos osci­la entre medio­cres y malos. 

El títu­lo del film no impli­ca que la acción nece­sa­ria­men­te trans­cu­rra en el cur­so de una sema­na ni tam­po­co que cada día de la sema­na ten­ga algu­na impor­tan­cia en lo que se está rela­tan­do. De las 7 his­to­rias hay dos que satis­fa­cen. Una de ellas corres­pon­de al rea­li­za­dor Elia Sulei­man quien tam­bién es res­pon­sa­ble del guión así como su casi úni­co actor. Aquí apa­re­ce como un indi­vi­duo per­di­do en la gran ciu­dad mien­tras aguar­da obte­ner una cita en la emba­ja­da de Pales­ti­na. Hacien­do gala de su pin­to­res­ca expre­sión ges­tual que otor­ga un par­ti­cu­lar humor iró­ni­co, es el úni­co capí­tu­lo en don­de gra­cio­sa­men­te se hace refe­ren­cia a Fidel Cas­tro a tra­vés de uno de sus dis­cur­sos. El otro seg­men­to pota­ble es el pro­ta­go­ni­za­do por el direc­tor Emir Kus­tu­ri­ca y rea­li­za­do por Pablo Tra­pe­ro. Aquí Kus­tu­ri­ca lle­ga a la ciu­dad para par­ti­ci­par en un fes­ti­val de cine pero en lugar de asis­tir al mis­mo pre­fie­re pasar una vela­da musi­cal con el renom­bra­do trom­pe­tis­ta Ale­xan­der Abreu; sin que se tra­te de algo excep­cio­nal, este cor­to­me­tra­je está bien con­ta­do y en par­te refle­ja el alma de la ciu­dad con su atrac­ti­va música.7 Días en La Habana

Res­ca­ta­ble, aun­que no memo­ra­ble, es el pri­mer capí­tu­lo per­te­ne­cien­te a Beni­cio del Toro quien hace su debut como direc­tor; su his­to­ria pre­sen­ta a un turis­ta ame­ri­cano (Josh Hut­cher­son) de visi­ta en la ciu­dad don­de un cho­fer de taxi (Vla­di­mir Cruz) ‑que es un inge­nie­ro diplo­ma­do- le ofre­ce un paseo por la ciu­dad don­de lle­ga­rá a rela­cio­nar­se con un tra­ves­ti. Los otros epi­so­dios care­cen de inte­rés y algu­nos, como el del rea­li­za­dor cubano Juan Car­los Tabio y el del direc­tor fran­cés Lau­rent Can­tet, son deci­di­da­men­te aburridos. 

El escri­tor cubano Leo­nar­do Padu­ra y Lucía Lopez Coll tuvie­ron a su car­go la coor­di­na­ción de las his­to­rias sin lograr que las mis­mas tuvie­ran un foco pre­ci­so y/o con­for­ma­ran una uni­dad. Este film que fue­ra estre­na­do mun­dial­men­te en el Fes­ti­val de Can­nes aca­ba de pre­sen­tar­se nue­va­men­te en el Fes­ti­val de Montreal. 

Con­clu­sión: Dicho lo que ante­ce­de, este film podrá des­per­tar la curio­si­dad de los ciné­fi­los debi­do al pres­ti­gio de sus direc­to­res aun­que lo más pro­ba­ble es que al final de la pro­yec­ción ter­mi­nen decep­cio­na­dosJor­ge Gutman

Al mar­gen de la Ley

LAW­LESS. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de John Hill­coat. Elen­co: Shia LaBeouf, Tom Hardy, Jason Clar­ke, Guy Pear­ce, Jes­si­ca Chastain

Shia LaBeouf y Mia Wasikowska

Shia LaBeouf y Mia Wasikowska

Este film de John Hill­coat ambien­ta­do en Vir­gi­nia en 1931 no esca­ti­ma en ofre­cer vio­len­cia, sadis­mo y baños de san­gre en el enfren­ta­mien­to de seres des­pia­da­dos dis­pues­tos a jugar­se el todo por el todo. Bien fil­ma­da aun­que dema­sia­do alar­ga­da, la pelí­cu­la reúne los ele­men­tos nece­sa­rios para con­for­mar a los aman­tes del géne­ro de acción sin que les afec­te la ausen­cia de con­te­ni­do emo­cio­nal en lo que se está presenciando.

La his­to­ria vol­ca­da en el guión de Nick Cave tie­ne visos verí­di­cos pues­to que se basa en el libro “The Wet­test County in the World” de Matt Bon­du­rant (2009) quien rela­ta en for­ma de fic­ción las andan­zas de su abue­lo Jack y sus dos tíos abue­los duran­te los años de la Ley Seca.

La prohi­bi­ción de ven­der bebi­da alcohó­li­ca que rigió en Esta­dos Uni­dos entre 1917 y 1933 impul­só a que muchos con­tra­ban­dis­tas con­tra­vi­nie­ran las leyes a fin de explo­tar un nego­cio que ren­día sucu­len­tos bene­fi­cios. Entre ellos se encuen­tran los her­ma­nos Ban­du­rant inte­gra­dos por Jack (Shia LaBeouf), Forrest (Tom Hardy) y Howard (Jason Clar­ke) tra­ba­jan­do en el dis­tri­to de Fran­klin County don­de regen­tean un res­tau­ran­te al paso así como una esta­ción gaso­li­ne­ra para cubrir las apa­rien­cias de sus ope­ra­cio­nes en la pro­duc­ción y trá­fi­co de lico­res. Mien­tras que Jack, el menor de los tres, es rele­ga­do a tareas secun­da­rias a pesar de ansiar un rol más acti­vo y pre­pon­de­ran­te en la empre­sa fra­ter­nal, Forrest es la emi­nen­cia gris de las ope­ra­cio­nes en tan­to que Howard ofre­ce su muscu­losa y gigan­tes­ca pre­sen­cia para pro­te­ger el negocio.

El con­flic­to dra­má­ti­co del rela­to se pro­du­ce cuan­do en 1931 lle­ga de Chica­go Char­lie Rakes (Guy Pear­ce), un agen­te del FBI que a pesar de que tie­ne como obje­ti­vo vigi­lar el cum­pli­mien­to de la ley eso no le impi­de actuar como un vil corrup­to que desea apro­piar­se de una bue­na par­te de las uti­li­da­des del bri­llan­te nego­cio de los Ban­du­rant. Fren­te a la rotun­da nega­ti­va que obtie­ne de los her­ma­nos, la con­fron­ta­ción entre ambas par­tes ori­gi­na una gue­rra sin cuar­tel; las pri­me­ras con­se­cuen­cias la sufren Jack cuan­do reci­be una bru­tal pali­za y pos­te­rior­men­te Forrest cuan­do los secua­ces de Rakes le cor­tan su gar­gan­ta, logran­do mila­gro­sa­men­te sobre­vi­vir. De allí en más comien­za la ope­ra­ción a lo macho del “ojo por ojo” ori­gi­nan­do una bru­tal y explí­ci­ta vio­len­cia que en la mayo­ría de las situa­cio­nes bien podría ser evi­ta­da. 

El guión es más bien ruti­na­rio sin que ofrez­ca la dimen­sión o pro­fun­di­dad de otros fil­mes del géne­ro como lo han sido, por ejem­plo, Bon­nie and Cly­de (1967) de Arthur Penn y Miller’s Cros­sing (1990) de los her­ma­nos Coen. Con todo, Hill­coat nutre a esta his­to­ria con un mode­ra­do sus­pen­so y una míni­ma dosis de humor para ali­viar las ten­sio­nes. 

El repar­to es muy bueno. LaBo­euf, Hardy y Clar­ke con­ven­cen ple­na­men­te en la carac­te­ri­za­ción de sus roles. En pape­les secun­da­rios se des­ta­can Mía Wasi­kows­ka y Jes­si­ca Chas­tain cuyos per­so­na­jes gene­ran las sub­tra­mas román­ti­cas esta­ble­ci­das con Jack y Forrest res­pec­ti­va­men­te, apor­tan­do al mis­mo tiem­po los esca­sos momen­tos de inti­mi­dad del rela­to. 

En los ren­glo­nes téc­ni­cos cabe resal­tar la muy bue­na foto­gra­fía de Benoit Delhom­me, la músi­ca de Nick Cave y la exce­len­te repro­duc­ción de épo­ca gra­cias a los dise­ños de pro­duc­ción logra­dos por Chris Ken­nedy. 

Con­clu­sión: Sin dema­sia­do rigor, el film con­for­ma un entre­te­ni­mien­to para los adic­tos a los fil­mes de acción. Jor­ge Gutman

La Rei­na de Versailles

THE QUEEN OF VER­SAI­LLES. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Lau­ren Greenfield

La docu­men­ta­lis­ta Lau­ren Green­field abor­da el caso del mul­ti­mi­llo­na­rio hom­bre de nego­cios David Sie­gel y su fami­lia cuya for­ma de vida extra­va­gan­te se derrum­ba cuan­do la cri­sis finan­cie­ra de 2008 sacu­de al mundo.

El matrimonio David y Jackie Siegel

El matri­mo­nio David y Jac­kie Siegel

Green­field, quien tuvo acce­so al hogar e inti­mi­dad de la men­cio­na­da fami­lia, comien­za su narra­ción en 2007 cuan­do todo se desa­rro­lla­ba mara­vi­llo­sa­men­te dan­do la sen­sa­ción de con­tem­plar un rela­to de las Mil y una Noches. Sie­gel, fun­da­dor de la com­pa­ñía pri­va­da de tiem­po com­par­ti­do más gran­de del mun­do, no tie­ne de qué que­jar­se como due­ño de un impe­rio eco­nó­mi­co que mar­cha mag­ní­fi­ca­men­te bien y que le per­mi­te dis­po­ner de una inmen­sa y lujo­sa casa don­de vive con su espo­sa Jac­kie, poco más de 30 años menor que él, sus 7 chi­cos, una sobri­na de su mujer y una con­si­de­ra­ble can­ti­dad de ani­ma­les domés­ti­cos; ade­más, la fami­lia es asis­ti­da por un per­so­nal de ser­vi­cio de 20 empleados. 

En 2003 Sie­gel había comen­za­do en 2003 la cons­truc­ción de un nue­vo hogar que por sus dimen­sio­nes esta­ría des­ti­na­do a ser el más gran­de de todos los exis­ten­tes en Esta­dos Uni­dos. El pro­yec­to del futu­ro pala­cio que tra­ta­ba de repro­du­cir par­cial­men­te al de Ver­sa­lles en Fran­cia, abar­ca una super­fi­cie de casi 8500 metros cua­dra­dos com­pren­dien­do 30 habi­ta­cio­nes, 10 coci­nas, una pis­ta de bow­ling, dos can­chas de tenis, 10 esta­cio­na­mien­tos de coches, un salón de bai­le para 500 per­so­nas, etc. 

Todo cam­bia repen­ti­na­men­te cuan­do se pro­du­ce la cri­sis bur­sá­til y Sie­gel se encuen­tra fuer­te­men­te endeu­da­do como con­se­cuen­cia de los prés­ta­mos de los ban­cos que le faci­li­ta­ron dine­ro bara­to para com­prar nue­vas uni­da­des de tiem­po com­par­ti­do en Las Vegas. A par­tir de allí él se ve for­za­do a cam­biar su acos­tum­bra­do tren de vida don­de comien­za por poner en ven­ta el pala­cio a medio cons­truir; sin embar­go, con un pre­cio fija­do en 75 millo­nes de dóla­res nadie se intere­sa por adqui­rir­lo. Otras deci­sio­nes adop­ta­das para redu­cir su pre­su­pues­to inclu­yen el des­pi­do de casi todo el per­so­nal domés­ti­co sal­vo una niñe­ra que sigue en el hogar, acos­tum­brar­se a via­jar en vue­los comer­cia­les en lugar de hacer­lo en avio­nes pri­va­dos, alqui­lar coches en lugar de uti­li­zar sus limu­si­nas, etc. En todo caso, con todas esas eco­no­mías los Sie­gel siguen vivien­do a un nivel muy supe­rior al del de sus compatriotas. 

Aun­que al momen­to de haber con­clui­do la fil­ma­ción del docu­men­tal la situa­ción de ten­sión para este mag­na­te caí­do en des­gra­cia seguía per­du­ran­do, tra­tan­do de evi­tar que los ban­cos rema­ten gran par­te de sus acti­vos, es muy difí­cil que se pue­da con­mi­se­rar con la suer­te de los pro­ta­go­nis­tas de esta his­to­ria real. Aquí no se tra­ta del gol­pe eco­nó­mi­co sufri­do por el ame­ri­cano corrien­te que de la noche a la maña­na pier­de su empleo y su casa hipo­te­ca­da con el sue­ño ame­ri­cano hecho tri­zas, sino de una fami­lia cuyo fas­tuo­so y casi obs­ceno esti­lo de vida pro­du­ce un incons­cien­te recha­zo por par­te del espec­ta­dor. De todos modos, tal como apa­re­cen retra­ta­dos por la rea­li­za­do­ra, los inte­gran­tes de esta fami­lia de nin­gún modo resul­tan alta­ne­ros, arro­gan­tes o anti­pá­ti­cos sino que tras­lu­cen huma­ni­dad cuan­do, por ejem­plo, Jac­kie dona par­te de sus bie­nes usados. 

Cine­ma­to­grá­fi­ca­men­te, la direc­to­ra ha logra­do que su docu­men­to ten­ga buen rit­mo y brin­de bas­tan­te buen humor debi­do a las obser­va­cio­nes que cap­ta de situa­cio­nes ori­gi­na­das en gran par­te por la per­so­na­li­dad de Jac­kie; así resul­ta gra­cio­so la esce­na en que al arren­dar un coche ella le pide al emplea­do que la atien­de que le dé el nom­bre del chó­fer que habrá de con­du­cir­la, igno­ran­do que el alqui­ler de un vehícu­lo no inclu­ye chofer. 

Con­clu­sión: Un buen docu­men­tal ilus­tran­do como los efec­tos de la cri­sis finan­cie­ra afec­tó a los mul­ti­mi­llo­na­riosJor­ge Gutman

La Fe, la Reli­gión y la Misión Papal

HABE­MUS PAPAM. Ita­lia-Fran­cia, 2011. Direc­ción: Nan­ni Moret­ti. Dis­tri­bu­ción: Enter­tain­ment One (2012) La Fe, la Religión y la Misión Papal

Una come­dia huma­na, hila­ran­te y muy emo­ti­va es la que Nan­ni Moret­ti ofre­ce en Habe­mus Papam, un rela­to que tra­ta de huma­ni­zar la figu­ra del Sumo Pon­tí­fi­ce. 

Su títu­lo se refie­re a las clá­si­cas pala­bras pro­nun­cia­das en latino cuan­do se pro­du­ce la elec­ción de un nue­vo papa e inme­dia­ta­men­te se pro­ce­de a difun­dir la noti­cia. Recu­rrien­do a mate­rial de archi­vo, las esce­nas ini­cia­les mues­tran el fune­ral de Juan Pablo II para dar paso de inme­dia­to al cón­cla­ve de los car­de­na­les que tie­ne lugar en la Capi­lla Six­ti­na a fin de ele­gir a quien habrá de suce­der­lo. 

Con algu­nos toques risue­ños bien logra­dos, se apre­cia a cier­tos car­de­na­les deseo­sos de no ser ele­gi­dos. Entre los mis­mos se encuen­tra el Car­de­nal Mel­vi­lle (Michel Pic­co­li), un hom­bre cuyo ros­tro tra­sun­ta una pro­fun­da noble­za y gran humil­dad. Cuan­do al cabo de varias fuma­tas negras el cón­cla­ve lle­ga a un con­sen­so, el ele­gi­do es pre­ci­sa­men­te Mel­vi­lle. Aun­que acep­ta ini­cial­men­te la sagra­da inves­ti­du­ra, no está pre­pa­ra­do para salir al bal­cón para dar­se a cono­cer y ben­de­cir a la mul­ti­tu­di­na­ria muche­dum­bre con­gre­ga­da en la Pla­za de San Pedro. De algún modo aun­que teó­ri­ca­men­te hay un nue­vo Papa, has­ta que el mis­mo no apa­rez­ca públi­ca­men­te, su iden­ti­dad no pue­de ser reve­la­da. 

A par­tir de ese momen­to se obser­va al elec­to Papa per­ple­jo y dudo­so, pre­sa de un esta­do de com­ple­ta angus­tia al creer que no podrá car­gar sobre sus hom­bros la gran res­pon­sa­bi­li­dad que le aguar­da en el cum­pli­mien­to de sus obli­ga­cio­nes. Para des­tra­bar la ines­pe­ra­da situa­ción, el voce­ro del Vati­cano con­vo­ca a un emi­nen­te psi­quia­tra (Nan­ni Moret­ti) para que ayu­de a solu­cio­nar la cri­sis tra­tan­do de deter­mi­nar lo que real­men­te aque­ja al elec­to Papa; a pesar de los esfuer­zos rea­li­za­dos no se lle­ga a resol­ver el pro­ble­ma. 

Es aquí que el guión escri­to por el rea­li­za­dor con Fran­ces­co Pic­co­lo y Fede­ri­ca Pon­tre­mo­li recu­rre a un arti­fi­cio que en cier­ta for­ma trae recuer­dos del film “Roman Holi­day” (1953) don­de una prin­ce­sa (Audrey Hep­burn) visi­tan­do Roma logra zafar­se del entorno que la rodea para visi­tar por su cuen­ta la ciu­dad. Aquí, Mel­vi­lle, ves­ti­do de civil, logra esca­bu­llir­se del Vati­cano dejan­do atrás a sus escol­tas para deam­bu­lar por la ciu­dad eter­na como cual­quier otro hom­bre común y corrien­te lo haría. Es en ese enton­ces que el film alcan­za una dimen­sión huma­na inusi­ta­da; a tra­vés de los con­tac­tos cir­cuns­tan­cia­les que Mel­vi­lle man­tie­ne con los pasa­je­ros de un bus, su encuen­tro con un sacer­do­te y con un gru­po de acto­res repre­sen­tan­do una obra de Che­jov que le hace recor­dar su pasión por el tea­tro, le per­mi­ti­rá ayu­dar a acla­rar qué es lo que más desea en su vida y qué deci­sión debe­rá adop­tar de acuer­do a sus prin­ci­pios mora­les. 

A nivel inter­pre­ta­ti­vo Pic­co­li está impa­ga­ble como el hom­bre ago­bia­do por la res­pon­sa­bii­dad que le aguar­da. En los ele­men­tos téc­ni­cos, tan­to la foto­gra­fía, como el ves­tua­rio, ban­da de soni­do y dise­ños de pro­duc­ción repro­du­cien­do los salo­nes del Pala­cio Apos­tó­li­co así como los inte­rio­res de la Capi­lla Six­ti­na, jerar­qui­zan los valo­res del film. 

Aun­que algu­nas esce­nas de tono cari­ca­tu­res­co pue­dan resul­tar dis­cu­ti­bles, Moret­ti ha logra­do un film de cali­dad con impor­tan­tes refle­xio­nes per­so­na­les sobre la fe, la reli­gión y sobre la misión a cum­plir por par­te del repre­sen­tan­te de Dios en la tie­rra, man­te­nien­do un buen equi­li­brio entre el dra­ma, humor y cier­ta iró­ni­ca mor­da­ci­dad.  

El DVD que aca­ba de edi­tar­se es pre­sen­ta­do en su ver­sión ori­gi­nal ita­lia­na con sub­tí­tu­los opta­ti­vos en fran­cés e inglés. Jor­ge Gutman