Mag­ní­fi­co Film de Acción y Emoción

SKY­FALL. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Sam Mendes 

A pocas sema­nas de haber­se cele­bra­do el medio siglo de la apa­ri­ción de Dr. No, pri­mer film de James Bond con el enton­ces no muy cono­ci­do actor esco­cés Sean Con­nery y la sen­sual sue­ca Ursu­la Andress, lle­ga aho­ra la vigé­si­ma ter­ce­ra pelí­cu­la del espía más famo­so de la cine­ma­to­gra­fía uni­ver­sal. A juz­gar por Sky­fall, se pue­de ase­gu­rar que a pesar de los cam­bios gene­ra­cio­na­les exis­ten­tes y de los gus­tos habi­dos en este medio siglo trans­cu­rri­do, el héroe de las nove­las de Ian Fle­ming sigue tenien­do vigencia. 

Resul­ta difí­cil pre­ci­sar si esta últi­ma entre­ga es la mejor de la serie, o si aca­so Daniel Craig es o no el mejor actor que ha carac­te­ri­za­do a 007. En todo caso lo que impor­ta es que el film resul­ta alta­men­te refres­can­te, moderno y lo sufi­cien­te­men­te sofis­ti­ca­do como para ajus­tar­se a los reque­ri­mien­tos que el públi­co masi­vo de hoy día exi­ge cuan­do va al cine en bus­ca de entretenimiento. 

Como muchas veces lo he seña­la­do, para lograr el éxi­to de un film no hay gran­des secre­tos en la medi­da que se cuen­te con un buen direc­tor, un elen­co com­pe­ten­te y un guión que trans­mi­ta una his­to­ria con sus­tan­cia. Esos tres ele­men­tos están reu­ni­dos aquí con el ópti­mo desem­pe­ño del rea­li­za­dor Sam Men­des, un repar­to de pri­mer nivel y un guio­nis­ta quien como John Logan es lo sufi­cien­te­men­te pro­li­jo para ofre­cer un libre­to impe­ca­ble que man­tie­ne la aten­ción del espec­ta­dor duran­te dos horas y vein­te minutos. 

El comien­zo de Sky­fall, impe­ca­ble­men­te fil­ma­do, per­mi­te asis­tir duran­te apro­xi­ma­da­men­te 10 minu­tos a una per­se­cu­ción impla­ca­ble don­de 007 (Craig) tra­ta de atra­par a un peli­gro­so suje­to por­ta­dor de una lis­ta pre­pa­ra­da para sumi­nis­trar­la a orga­ni­za­cio­nes terro­ris­tas. La corri­da espec­ta­cu­lar que tie­ne lugar en la ciu­dad de Estam­bul a tra­vés de sus sinuo­sas calles y pasa­jes e inclu­yen­do los teja­dos del gran bazar, cul­mi­na enci­ma de un ferro­ca­rril que se des­pla­za a gran velo­ci­dad con una gran pelea a trom­pa­das entre el per­se­gui­dor y el per­se­gui­do. Como resul­ta­do, el mal­tre­cho Bond cae al fon­do de un río y apa­ren­te­men­te pare­ce haber muer­to, al pun­to tal de que M (Judi Dench) ‑su jefa del ser­vi­cio secre­to bri­tá­ni­co en Lon­dres- así lo cree y se encar­ga de pre­pa­rar su obituario. 

Pero como es de supo­ner, Bond logra sal­var­se y a su regre­so en Lon­dres pron­ta­men­te le es enco­men­da­da una misión impor­tan­te. ¿Quién es aho­ra el enemi­go de turno con quien ten­drá que vér­se­la? Se tra­ta de Raoul Sil­va (Javier Bar­dem), un excén­tri­co terro­ris­ta vin­cu­la­do en el pasa­do con el M16, cuyo pro­pó­si­to es ven­gar­se de M por su inter­ven­ción en el tras­pa­so de Hong Kong a China. 

A par­tir de ese momen­to la his­to­ria adop­ta giros ines­pe­ra­dos don­de resul­ta prác­ti­ca­men­te impo­si­ble pre­de­cir lo que habrá de ocu­rrir, sal­vo el pla­cer de con­tem­plar la inter­re­la­ción de sus per­so­na­jes que están pro­vis­tos de una rique­za emo­cio­nal como pocas veces vis­tas en las pelí­cu­las de este género. 

Si entre los varios ele­men­tos que pres­ti­gian al film habría que dis­tin­guir a uno de ellos en par­ti­cu­lar ése sería Bar­dem. El actor es uno de los mejo­res villa­nos que se haya vis­to a lo lar­go de la serie don­de su trá­gi­co y des­equi­li­bra­do per­so­na­je de ase­sino lle­ga real­men­te a per­tur­bar, diver­tir y asom­brar al espec­ta­dor; con una suer­te de ambi­güe­dad sexual y un sedien­to ape­ti­to de sem­brar el caos, Sil­va es tam­bién un indi­vi­duo luná­ti­co pro­vis­to de un humor espe­cial que en algu­nos casos pare­ce que emer­ge de algu­nos de los carac­te­res excén­tri­cos que abun­dan en las come­dias dis­lo­ca­das de Pedro Almodóvar. 

La bri­llan­te actua­ción de Bar­dem no empa­li­de­ce al res­to del cali­fi­ca­do elen­co, comen­zan­do con Craig que en su ter­ce­ra carac­te­ri­za­ción de Bond asu­me muy bien la natu­ra­le­za de un héroe que en este caso es más com­ple­jo e intros­pec­ti­vo pero siem­pre due­ño de un atrac­ti­vo cinis­mo, sol­tu­ra y ele­gan­cia que carac­te­ri­za su per­so­na­li­dad. Dench con­fie­re soli­dez y con­vic­ción a la heroí­na feme­ni­na de esta his­to­ria y en otros pape­les de repar­to se dis­tin­guen Ralph Fien­nes, Albert Finch y Ben Whishaw. Las “chi­cas” Bond no tie­nen aquí tan­ta rele­van­cia como en los otros fil­mes de la fran­qui­cia, pero de todos modos el eterno feme­nino aquí está bien repre­sen­ta­do por Béré­ni­ce Mar­lohe y Nao­mie Harris quie­nes gra­ti­fi­can con su belle­za y seduc­ción al sec­tor mas­cu­lino de la audiencia. 

Ade­más de Estam­bul y Lon­dres, la bue­na foto­gra­fía de Roger Dea­kins cap­ta intere­san­tes esce­na­rios del casino flo­tan­te de Macao, los espec­ta­cu­la­res ras­ca­cie­los de Shan­gai y algu­nos pai­sa­jes impo­nen­tes de Escocia.

Sam Men­des ha brin­da­do un film que com­ple­men­ta acción con emo­ción a tra­vés de la dimen­sión psi­co­ló­gi­ca de los per­so­na­jes; haber sido capaz de brin­dar un cine de atrac­ción popu­lar que al pro­pio tiem­po pue­de satis­fa­cer al ciné­fi­lo más eli­tis­ta es sin duda un gran méri­to de este inte­li­gen­te realizador. 

Con­clu­sión: James Bond Will Return es lo que se lee al fina­li­zar el film. Si lo que ven­drá tie­ne el mis­mo nivel de cali­dad que Sky­fall, bien­ve­ni­do una vez más el reen­cuen­tro con un per­so­na­je que ha sido capaz de rein­ven­tar­se a tra­vés de los tiem­posJor­ge Gutman

Daniel Craig y Javier Bardem

Daniel Craig y Javier Bardem