El Cir­que du Soleil en 3D

CIR­QUE DU SOLEIL: WORLDS AWAY. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film escri­to y diri­gi­do por Andrew Adamson

En gene­ral, el espec­ta­dor que asis­te a una repre­sen­ta­ción del Cir­que du Soleil no va sola­men­te atraí­do por su argu­men­to sino tam­bién para gozar con la belle­za de las imá­ge­nes brin­da­das y la esté­ti­ca úni­ca del con­jun­to. En tal sen­ti­do, esta pelí­cu­la ofre­ce por espa­cio de hora y trein­ta minu­tos un espec­tácu­lo de dan­za y acro­ba­cia muy bien esce­ni­fi­ca­do y exce­len­te­men­te fil­ma­do en 3‑D. No resul­ta extra­ño que este for­ma­to haya sido uti­li­za­do con gran éxi­to por James Came­ron en Ava­tar y que aquí, como pro­duc­tor eje­cu­ti­vo del film man­co­mu­na­do con el buen tra­ba­jo de rea­li­za­ción de Andrew Adam­son, haya logra­do que la ter­ce­ra dimen­sión se tra­duz­ca en una mayor pro­fun­di­dad de las secuen­cias expues­tas, sin per­mi­tir que la acción del rela­to sal­te a la buta­ca del espectador.

EL CIRQUE DU SOLEIL EN 3D

Temá­ti­ca­men­te, la his­to­ria es prác­ti­ca­men­te inexis­ten­te y lo más que podría seña­lar­se es que el públi­co asis­te a un via­je ima­gi­na­rio empren­di­do por uno de los dos per­so­na­jes pro­ta­gó­ni­cos del film. Se tra­ta de Mia (Eri­ca Linz), una joven mujer de una peque­ña ciu­dad que visi­ta un cir­co ambu­lan­te; su mira­da se con­cen­tra en un acró­ba­ta aéreo deno­mi­na­do The Aeria­list (Igor Zaril­pov) y de inme­dia­to sur­ge una mutua atrac­ción entre ellos; cuan­do Mía lo sigue obser­van­do él cae en un mar de are­na y es allí que ella deja de ser la espec­ta­do­ra nor­mal para sumer­gir­se en el espec­tácu­lo cir­cen­se a fin de ubi­car al tra­pe­cis­ta des­apa­re­ci­do. Si a par­tir de ese momen­to, uno cree que la incur­sión de Mia en el via­je ima­gi­na­rio que empren­de podrá com­pa­rar­se con el vivi­do por la pro­ta­go­nis­ta de Ali­cia en el País de las Mara­vi­llas o por Dorothy en El Mago de Oz, esa impre­sión es un tan­to erró­nea; lo que el espec­ta­dor con­tem­pla es una suce­sión de núme­ros que per­te­ne­cen a esce­nas de dife­ren­tes pro­duc­cio­nes que el Cir­que du Soleil pre­sen­ta en la ciu­dad de Las Vegas (O; Ka, Love, Belie­ve, Viva Elvis, etc.). Natu­ral­men­te, quien tuvo la opor­tu­ni­dad de haber apre­cia­do esos shows goza­rá ple­na­men­te del espec­tácu­lo, pero aquél que no lo haya hecho sólo admi­ra­rá el arte indis­cu­ti­ble del cir­co como si se tra­ta­ra de un docu­men­tal ilus­tra­ti­vo sin ila­ción o cone­xión con las aven­tu­ras que se supo­ne atra­vie­sa Mia. Solo al final se pro­du­ce su reen­cuen­tro con el acró­ba­ta don­de ambos ofre­cen un atrac­ti­vo pas de deux aéreo.

Dicho lo que ante­ce­de, esta incur­sión cine­ma­to­grá­fi­ca del Cir­que du Soleil per­mi­te una vez más apre­ciar su incom­pa­ra­ble arte y sus siem­pre increí­bles acro­ba­cias y dan­zas visua­les. Como que­dó dicho, la pelí­cu­la prác­ti­ca­men­te care­ce de tra­ma y su ende­ble fan­ta­sía román­ti­ca podría ser su pun­to débil para quien bus­que el desa­rro­llo de una línea temá­ti­ca; con todo, Worlds Away es capaz de supe­rar ese incon­ve­nien­te por­que el espec­tácu­lo está amplia­men­te com­pen­sa­do por la pre­ci­sión téc­ni­ca, la exce­len­te des­tre­za acro­bá­ti­ca y las admi­ra­bles con­tor­sio­nes físi­cas evi­den­cia­da por sus artis­tas. No es de sor­pren­der que otros deta­lles de pro­duc­ción como la foto­gra­fía, ilu­mi­na­ción y esce­no­gra­fía res­pon­dan a un ópti­mo nivel así como el empleo acer­ta­do de una ban­da sono­ra que com­bi­na músi­ca de los Beattles con un tema de Elvis Presley.

Final­men­te, y sin negar los méri­tos de esta pro­duc­ción, nada podrá reem­pla­zar a la gran emo­ción que se expe­ri­men­ta cuan­do se asis­te a una repre­sen­ta­ción en vivo de este mara­vi­llo­so conjunto.

Con­clu­sión: Un buen espec­tácu­lo para la fami­lia en su con­jun­to y en espe­cial para los faná­ti­cos adic­tos al Cir­que du Soleil. Jor­ge Gutman

La Cri­sis de la Media­na Edad

THIS IS 40. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film escri­to y diri­gi­do por Judd Apatow

Apro­pián­do­se de dos per­so­na­jes secun­da­rios de su popu­lar pelí­cu­la Knoc­ked Up (2007), Judd Apa­tow se sien­te muy a gus­to des­cri­bien­do qué es lo que les suce­de al bor­dear los 40 años.

Cono­cien­do a este rea­li­za­dor y sus ins­tin­tos de come­dian­te, este film deci­de invo­lu­crar al espec­ta­dor en un rela­to liviano don­de el matri­mo­nio inte­gra­do por Pete (Paul Rudd) y Deb­bie (Les­lie Mann) expe­ri­men­ta la deno­mi­na­da cri­sis exis­ten­cial al entrar a la media­na edad. A fal­ta de un con­flic­to que gene­re una his­to­ria cen­tral, el rela­to de Apa­tow se tra­du­ce más bien en una serie de viñe­tas que trans­cu­rren en el espa­cio de 3 sema­nas don­de comien­za con la cele­bra­ción del cum­plea­ños núme­ro 38 de Deb­bie para cul­mi­nar con la del cua­dra­gé­si­mo de Pete.

 Iris Apatow, Maude Apatow, Paul Rudd y Leslie Mann

Iris Apa­tow, Mau­de Apa­tow, Paul Rudd y Les­lie Mann

Con cier­tos momen­tos de refle­xión bien logra­dos y valién­do­se de algu­nos diá­lo­gos chis­pean­tes, pero no exen­tos de ser par­cial­men­te las­ci­vos y pro­ca­ces, el públi­co asis­te a los encuen­tros y des­en­cuen­tros de esta pare­ja que aun­que cier­ta­men­te demues­tran que los une un autén­ti­co amor eso no exclu­ye las peleas que coti­dia­na­men­te sue­len sus­ci­tar­se entre ellos. A todo eso asis­ti­mos a las nor­ma­les pre­sio­nes tan­to finan­cie­ras como las hoga­re­ñas que resul­tan de criar y edu­car a sus dos hijas, una ya casi ado­les­cen­te (Mau­de Apa­tow) con la rebel­día pro­pia de su edad que alte­ra en par­te la tran­qui­li­dad hoga­re­ña y la otra de 8 años (Iris Apa­tow) que quie­re imi­tar a su her­ma­na mayor.

No todo su desa­rro­llo es uni­for­me al haber cier­tas secuen­cias que se alar­gan dema­sia­do y otras que podrían haber sido eli­mi­na­das. Pero en su con­jun­to, pre­va­le­ce un film ani­ma­do con algu­nos momen­tos emo­ti­vos, mucha comi­ci­dad sur­gi­da de situa­cio­nes natu­ra­les, al pro­pio tiem­po que ofre­ce un buen retra­to de la gene­ra­ción actual de matri­mo­nios de la mis­ma edad, expe­ri­men­tan­do momen­tos de ale­grías y frus­tra­cio­nes que final­men­te son capa­ces de superar.

Con muy bue­nas actua­cio­nes de Rudd y Mann, el film ade­más cuen­ta con un buen repar­to secun­da­rio que inclu­ye la nota­ble labor de Albert Brooks como el padre de Pete que nece­si­ta de su asis­ten­cia finan­cie­ra, John Lith­gow como el dis­tan­cia­do padre de Deb­bie, Megan Fox ani­man­do a una de las emplea­das de la bou­ti­que de Deb­bie y la par­ti­ci­pa­ción de Melis­sa McCarthy en un bre­ve y gra­cio­sí­si­mo rol que se des­ta­ca en los cré­di­tos fina­les de la pelí­cu­la. Jor­ge Gutman

Los Mise­ra­bles en Ver­sión Musical

LES MISE­RA­BLES. Gran Bre­ta­ña-Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Tom Hooper

Adap­ta­do en más de 60 opor­tu­ni­da­des para la radio, cine, tea­tro, tele­vi­sión y tiras de his­to­rie­ta, trans­cu­rrió un siglo y medio para que Les Misé­ra­bles, una de las más gran­des crea­cio­nes de la lite­ra­tu­ra uni­ver­sal del siglo 19, lle­ga­se a la pan­ta­lla como espec­tácu­lo musi­cal basa­do en la obra del mis­mo géne­ro estre­na­da en Lon­dres en 1985. En tal sen­ti­do, Víc­tor Hugo pue­de repo­sar tran­qui­lo en su tum­ba por­que segu­ra­men­te habría apro­ba­do esta exce­len­te ver­sión tea­tral que has­ta el pre­sen­te ha lle­ga­do a emo­cio­nar a más de 60 millo­nes de espec­ta­do­res de 42 paí­ses. Ade­más de vol­car la esen­cia y espí­ri­tu de la nove­la ori­gi­nal, su excep­cio­nal éxi­to se debió en gran par­te a la extra­or­di­na­ria músi­ca com­pues­ta por Clau­de-Michel Schon­berg y Alain Bou­blil así como a las elo­cuen­tes pala­bras escri­tas por Her­bert Kretz­mer para las con­mo­ve­do­ras can­cio­nes de esta obra.

Dicho lo que ante­ce­de, Tom Hoo­per, el osca­ri­za­do rea­li­za­dor de The King’s Speech (2010), abor­dó este que­ri­do musi­cal trans­for­mán­do­lo en una obra cine­ma­to­grá­fi­ca que de nin­gún modo des­me­re­ce a la pro­duc­ción tea­tral en la que está basa­da. Con algu­nas licen­cias for­ma­les, la adap­ta­ción rea­li­za­da por el guio­nis­ta William Nichol­son en cola­bo­ra­ción con los crea­do­res ori­gi­na­les de la pie­za tea­tral adop­ta su mis­ma estruc­tu­ra que con­sis­te en eli­mi­nar casi com­ple­ta­men­te el diá­lo­go habla­do y sola­men­te uti­li­zar­lo como un hilo con­duc­tor entre los dife­ren­tes temas musi­ca­les que van desa­rro­llan­do la tra­ma del film.

La his­to­ria comien­za en Tolón en 1815, cuan­do el con­vic­to Jean Val­jean (Hugh Jack­man) está a pun­to de lograr la liber­tad con­di­cio­nal por par­te de Javert (Rus­sell Cro­we) el guar­dia de la pri­sión, tras haber pasa­do 19 años en pri­sión rea­li­zan­do tra­ba­jos for­za­dos por el deli­to de haber roba­do un peda­zo de pan. Des­pués de su pri­me­ra noche de liber­tad en una igle­sia cobi­ja­do por un ama­ble obis­po (Colm Wil­kin­son), Val­jean se sien­te sor­pren­di­do por la bon­dad y gene­ro­si­dad del clé­ri­go quien le brin­da una her­mo­sa lec­ción de per­dón y afec­to y le abre el camino hacia una nue­va vida.

Ocho años des­pués, en una peque­ña ciu­dad vemos que Val­jean con su iden­ti­dad cam­bia­da es el alcal­de de la mis­ma y muy apre­cia­do por su gen­te. Sin embar­go, su exis­ten­cia cam­bia­rá nue­va­men­te cuan­do lle­ga a cono­cer a la sufri­da Fan­ti­ne (Anne Hatha­way) y des­pués de su muer­te adop­ta a su peque­ña hija Coset­te (Isa­be­lle Allen); cuan­do Javert lle­ga al lugar como ins­pec­tor poli­cial e iden­ti­fi­ca a Val­jean, comien­za a per­se­guir­lo tenaz­men­te por no haber cum­pli­do con los tér­mi­nos impues­tos por su liber­tad con­di­cio­nal; eso obli­ga a que el redi­mi­do hom­bre ten­ga que huir del lugar con la niña. La últi­ma par­te del rela­to se ubi­ca en París en 1832 don­de Val­jean y la adul­ta Coset­te (Aman­da Sey­fried) se ven invo­lu­cra­dos en la rebe­lión estu­dian­til anti­mo­nár­qui­ca de junio de 1832 moti­va­da por la pobre­za que sufre el pueblo.

Tenien­do en cuen­ta que el con­te­ni­do y la músi­ca no se apar­tan de la pro­duc­ción musi­cal, lo que pue­de dife­rir en esta ver­sión es el tono que el direc­tor le impri­me al rela­to al ape­lar con fre­cuen­cia a pri­me­ros pla­nos de fil­ma­ción para expre­sar mejor la psi­co­lo­gía de los per­so­na­jes; de este modo la gran­di­lo­cuen­cia que todo espec­tácu­lo musi­cal sue­le ofre­cer así como sus aspec­tos visua­les aquí son ele­men­tos que están al ser­vi­cio del dra­ma humano expues­to. Otra impor­tan­te inno­va­ción de esta pro­duc­ción es que Hoo­per deci­dió que los acto­res can­ta­ran en for­ma direc­ta hacia las cáma­ras ‑sin recu­rrir al play­back- con el pro­pó­si­to de lograr una mayor natu­ra­li­dad y fuer­za emo­cio­nal, tal como si lo estu­vie­sen hacien­do direc­ta­men­te des­de un esce­na­rio tea­tral; en tal sen­ti­do el resul­ta­do ha sido deci­di­da­men­te favorable.

Hugh Jackman

Hugh Jack­man

En cuan­to al elen­co, Jack­man ofre­ce una inter­pre­ta­ción vis­ce­ral de Val­jean como el ex mise­ra­ble que logra rege­ne­rar­se y que por pri­me­ra vez expe­ri­men­ta el genuino amor que un padre sien­te por su hija; en lo que con­cier­ne a su capa­ci­dad líri­ca, ofre­ce noble­za y cali­dez, como cuan­do ento­na What Have I Done? don­de su per­so­na­je deci­de cam­biar de vida para con­ver­tir­se en un hom­bre de bien. Cro­we, por su par­te, a pesar de no poseer la voz ideal de barí­tono, inter­pre­ta con soli­dez al impla­ca­ble Javert, cuya úni­ca obse­sión es cap­tu­rar a Val­jean. Pero quien logra una inten­sa e inol­vi­da­ble inter­pre­ta­ción es Hatha­way como la des­afor­tu­na­da madre sol­te­ra que se des­pren­de de todo y debe ofre­cer su cuer­po para poder man­te­ner a su hiji­ta; así, resul­ta impo­si­ble sen­tir indi­fe­ren­cia cuan­do sumer­gi­da en la piel de Fan­ti­ne can­ta con des­ga­rra­do­ra angus­tia la can­ción I drea­med a Dream expre­san­do su total des­es­pe­ran­za. Una gra­ta sor­pre­sa cons­ti­tu­ye la par­ti­ci­pa­ción de Eddie Red­may­ne quien como Marius, el joven revo­lu­cio­na­rio de quien Cos­set­te se ena­mo­ra, da mues­tras de gran expre­si­vi­dad tan­to como actor como can­tan­te ento­nan­do con voz de tenor la melan­có­li­ca can­ción Empty Chairs at Empty Tables; del mis­mo modo impre­sio­na la joven novel actriz Samantha Barks como Épo­ni­ne, la des­co­ra­zo­na­da mucha­cha por el amor no corres­pon­di­do de Marius, can­tan­do On My Own. Men­ción apar­te mere­ce la sim­pá­ti­ca par­ti­ci­pa­ción de Hele­na Bonham Car­ter y Sacha Baron Cohen dan­do vida a dos rapa­ces y codi­cio­sos posa­de­ros can­tan­do el ani­ma­do tema Mas­ter of the Hou­se al pro­pio tiem­po que ofre­cien­do la nota cómi­ca del rela­to. Final­men­te, para cerrar magis­tral­men­te la gran obra, todo el elen­co ento­na con brío y pasión el vibran­te tema One More Day.

Con­clu­sión: Hoo­per ha logra­do un exce­len­te film, que si no lle­ga a la per­fec­ción es por­que resul­ta impo­si­ble con­den­sar en 2 horas y 38 minu­tos toda la extra­or­di­na­ria rique­za que ema­na de la nove­la ori­gi­nal. Pero indu­da­ble­men­te que­da como lega­do un dra­má­ti­co y pro­fun­do docu­men­to fíl­mi­co sobre la opre­sión, injus­ti­cia social y la defen­sa de los des­po­seí­dos que hoy día tie­ne la mis­ma tras­cen­den­cia que cuan­do Víc­tor Hugo lo con­ci­bió en 1862. Si a ello se agre­ga un mag­ní­fi­co elen­co, emo­cio­nan­te músi­ca y una impe­ca­ble direc­ción, no es mucho más lo que el espec­ta­dor pue­de exi­gir. Jor­ge Gutman

El Tsu­na­mi Asiá­ti­co de 2004

THE IMPOS­SI­BLE. Espa­ña-Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de J.A. Bayona

Las con­se­cuen­cias del impla­ca­ble tsu­na­mi que hacia fines de diciem­bre de 2004 arra­só a varias regio­nes cos­te­ras de Asia es lo que con­si­de­ra el direc­tor cata­lán Juan Anto­nio Bayo­na en The Impos­si­ble. Con un rea­lis­mo sor­pren­den­te, el rea­li­za­dor abor­da la catás­tro­fe del terri­ble mare­mo­to cen­tran­do su aten­ción en una fami­lia de turis­tas bri­tá­ni­cos que lle­ga dos días antes de la tra­ge­dia al para­di­sía­co bal­nea­rio de Phu­ket en Tai­lan­dia para pasar sus vaca­cio­nes navi­de­ñas. En esen­cia, el guión de Ser­gio G. Sán­chez está basa­do en la his­to­ria real sumi­nis­tra­da por María Belón sobre el dra­ma que le tocó vivir a su pro­pia fami­lia en esos cruen­tos momen­tos. Si bien se tra­ta de una fic­ción, algu­nos aspec­tos del rela­to han sido modi­fi­ca­dos pero sin alte­rar mayor­men­te los acon­te­ci­mien­tos reales vividos.

Pla­yas des­lum­bran­tes con aguas trans­pa­ren­tes y un cie­lo radian­te ofre­ci­do por la natu­ra­le­za cons­ti­tu­yen una exce­len­te bien­ve­ni­da para Henry Belon (Ewan McGre­gor), su espo­sa María (Nao­mi Watts) y sus 3 hijos de 5, 8 y 12 años; no obs­tan­te, la dicha será de cor­to alcan­ce cuan­do a esca­sos dos días de esta­día un vigo­ro­so tsu­na­mi irrum­pe pro­du­cien­do un cala­mi­to­so cata­clis­mo. La incon­men­su­ra­ble fuer­za del tem­po­ral que pro­vo­có gra­ves inun­da­cio­nes ter­mi­nó arra­san­do bos­ques, derrum­ban­do edi­fi­cios y un sin­nú­me­ro de cala­mi­da­des adi­cio­na­les, inclu­yen­do una gran can­ti­dad de víctimas.

El desas­tre oca­sio­na que la fami­lia Belon que­de dis­per­sa. Por una par­te, las aguas arras­tran a María y a su hijo mayor Lucas (Tom Holland), don­de ella sufre serias heri­das que la obli­gan a depen­der de su vás­ta­go para poder­se movi­li­zar. Entre­tan­to, Henry jun­to con sus otros dos hijos, Simón (Oaklee Pen­der­gast) y Tho­mas (Samuel Jos­lin), aguar­dan la lle­ga­da del equi­po de res­ca­te para que des­pués Henry, dejan­do a los niños en un refu­gio de pro­tec­ción, par­ta para tra­tar de loca­li­zar a María y Lucas. Lo que sigue es un extra­or­di­na­rio rela­to don­de los sen­ti­mien­tos de sole­dad y angus­tia que afli­gen a sus pro­ta­go­nis­tas coexis­ten con el espí­ri­tu de super­vi­ven­cia que les anima.

Tom Holland y Naomi Watts

Tom Holland y Nao­mi Watts

La actua­ción es inob­je­ta­ble. Tan­to Watts como McGre­gor des­plie­gan una enor­me fuer­za físi­ca a la vez que trans­mi­ten con auten­ti­ci­dad la cri­sis emo­cio­nal de sus per­so­na­jes; ade­más, es nece­sa­rio resal­tar la labor de los peque­ños acto­res y muy en espe­cial la de Holland, quien en su pri­mer papel para el cine, ofre­ce una admi­ra­ble com­po­si­ción como pro­tec­tor de su madre a la vez que demos­tran­do una deter­mi­na­ción y tena­ci­dad a toda prue­ba para tra­tar de reu­nir nue­va­men­te a los miem­bros de su familia.

Bayo­na abor­dan­do un tema com­ple­ta­men­te dife­ren­te del con­si­de­ra­do en “El Orfa­na­to” (2007) ha logra­do un film de vis­ce­ral inten­si­dad que no tie­ne des­per­di­cio alguno y que refle­ja los valo­res fami­lia­res y los indi­so­lu­bles lazos que unen a una fami­lia en situa­cio­nes lími­tes de deses­pe­ra­ción e incertidumbre.

Con­clu­sión: Nadie podrá per­ma­ne­cer indi­fe­ren­te al modo en que Bayo­na logró repro­du­cir el tsu­na­mi obte­nien­do espe­luz­nan­tes imá­ge­nes que ofre­cen una sen­sa­ción de asom­bro­sa vero­si­mi­li­tud. The Impos­si­ble es un film de cali­dad, deci­di­da­men­te reco­men­da­ble. Jor­ge Gutman

Un Wes­tern Violento

DJAN­GO UNCHAI­NED. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film escri­to y diri­gi­do por Quen­tin Tarantino

Así como en Inglo­rious Bas­terds (2009) Quen­tin Taran­tino abor­dó la fan­ta­sía de la ven­gan­za de los judíos hacia sus tor­tu­ra­do­res nazis, aquí afron­ta otra his­to­ria de revan­chis­mo don­de los negros se ven­gan de sus escla­vis­tas blan­cos en los años que pre­ce­den a la Gue­rra de Sece­sión. Adop­tan­do la moda­li­dad de un spaghet­ti wes­tern, Taran­tino ideó una ori­gi­nal his­to­ria con su talen­to habi­tual para la escri­tu­ra de afi­la­dos y mor­da­ces diá­lo­gos con una ajus­ta­da pues­ta escénica.

Christoph Walts y Jamie Foxx

Chris­toph Walts y Jamie Foxx

La tra­ma que trans­cu­rre en 1858 con­cier­ne al Dr. King Schultz (Chris­toph Waltz), un den­tis­ta oriun­do de Ale­ma­nia vivien­do en Texas y que tra­ba­ja como caza­dor de recom­pen­sas de cri­mi­na­les. Al des­cu­brir por azar que Djan­go (Jamie Foxx), un escla­vo afro­ame­ri­cano, pue­de con­du­cir­lo a loca­li­zar tres peli­gro­sos ase­si­nos, deci­de com­prar­lo y al hacer­lo le pro­me­te dejar­lo en liber­tad si le ayu­da a cum­plir su misión. Con­clui­do ese tra­ba­jo en for­ma exi­to­sa, el ex escla­vo se con­vier­te en el asis­ten­te de Schultz ayu­dán­do­lo a que pro­si­ga ejer­cien­do su pro­fe­sión habi­tual en la cap­tu­ra o eli­mi­na­ción de cri­mi­na­les bus­ca­dos por la jus­ti­cia; a cam­bio de su par­ti­ci­pa­ción, Schultz le pro­me­te tra­tar de ubi­car y res­ca­tar a su escla­va espo­sa ale­ma­na Broomhil­da (Kerry Washing­ton) que fue ven­di­da separadamente.

Con una inven­ti­va rique­za visual, Taran­tino ofre­ce un rela­to de acción cali­bra­da que lle­va a sus dos per­so­na­jes prin­ci­pa­les a reco­rrer el cora­zón del sur ame­ri­cano para cazar cri­mi­na­les don­de en todos los casos ter­mi­nan matán­do­los vio­len­ta­men­te; cla­ro está que tra­tán­do­se de Taran­tino, no fal­tan las notas de humor para rela­jar la ten­sión. A pesar de su soli­dez, el rea­li­za­dor alar­ga inne­ce­sa­ria­men­te el desa­rro­llo del rela­to vol­vién­do­lo repe­ti­ti­vo en su sec­ción inter­me­dia. Es recién en su últi­ma par­te cuan­do el film vuel­ve a cobrar el vue­lo ini­cial al lle­gar a la man­sión de Cal­vin Can­die (Leo­nar­do DiCa­prio), quien es el infa­me pro­pie­ta­rio de una plan­ta­ción algo­do­ne­ra que ha com­pra­do a Broomhil­da y que la tra­ta al igual que a casi todos sus escla­vos negros en for­ma des­pó­ti­ca. Es aquí don­de la intri­ga cobra sus­pen­so sobre la for­ma en que la seño­ra de Djan­go podrá ser res­ca­ta­da de las garras de su amo.

Aun­que Djan­go es teó­ri­ca­men­te su per­so­na­je cen­tral, Schultz conss­ti­tu­ye el alma del rela­to gra­cias a la for­ma en que Taran­tino lo con­ci­bió y, cier­ta­men­te, al modo en que Waltz lo ha carac­te­ri­za­do, espe­cial­men­te con el com­por­ta­mien­to meli­fluo que adop­ta; la inter­pre­ta­ción de este excep­cio­nal actor aus­tría­co pro­por­cio­na enor­me pla­cer al espec­ta­dor que lo está obser­van­do. Otra actua­ción des­ta­ca­da es la de DiCa­prio ani­man­do exce­len­te­men­te a un cruel y sádi­co indi­vi­duo que se delei­ta con­tem­plan­do los espec­tácu­los de lucha san­grien­ta de sus escla­vos. Por su par­te, Samuel L. Jack­son, uno de los acto­res favo­ri­tos de Taran­tino, ani­ma con com­ple­ta natu­ra­li­dad al fiel valet negro de Can­die quien a pesar de su raza se soli­da­ri­za con el orden social impe­ran­te. En cam­bio, la carac­te­ri­za­ción del héroe de esta his­to­ria por par­te de Foxx resul­ta un tan­to uni­di­men­sio­nal sin que lle­gue a cobrar ver­da­de­ro impac­to su trans­for­ma­ción de débil escla­vo en deci­di­do hom­bre libre.

Taran­tino es uno de esos direc­to­res que se han carac­te­ri­za­do por la auda­cia, irre­ve­ren­cia y el carác­ter pro­vo­ca­ti­vo de sus rela­tos; en este caso, Djan­go no es la excep­ción y sin duda, sus lea­les segui­do­res esta­rán muy com­pla­ci­dos con lo que este film les ofre­ce. Sin embar­go y a pesar de haber logra­do un cua­dro rea­lis­ta de la escla­vi­tud de los Esta­dos Uni­dos del perío­do en que trans­cu­rre la acción, este ambi­cio­so film peca por su exce­si­va dura­ción –ya men­cio­na­da- y fun­da­men­tal­men­te por su cho­can­te, explo­si­va y detes­ta­ble vio­len­cia que aun­que bur­les­ca bien podría ser evi­ta­da; sin duda que al con­tem­plar el des­en­la­ce de esta his­to­ria, más de un espec­ta­dor aso­cia­rá la furia explo­si­va que se des­plie­ga con la recien­te tra­ge­dia ocu­rri­da en una escue­la pri­ma­ria de New­town en Con­nec­ti­cut que con­mo­vió al mun­do entero.

Con­clu­sión: Un wes­tern vio­len­to con toques de come­dia negra que agra­da­rá a los afi­cio­na­dos de Taran­tino Jor­ge Gutman