Tie­rra Prometida

PRO­MI­SED LAND. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Gus Van Sant

Un dra­ma sobre un polé­mi­co tema es lo que ofre­ce Pro­mi­sed Land, la últi­ma pelí­cu­la del rea­li­za­dor Gus Van Sant.

Pro­por­cio­nan­do intere­san­tes aspec­tos que refle­jan la mane­ra en que los valo­res cul­tu­ra­les de Esta­dos Uni­dos van evo­lu­cio­nan­do a tra­vés del tiem­po, el guión escri­to por Matt Damon y John Kra­sins­ki, quie­nes tam­bién son sus pro­ta­go­nis­tas, se refie­re a la for­ma de obte­ner gas natu­ral como fuen­te ener­gé­ti­ca alter­na­ti­va al petró­leo per­fo­ran­do el sue­lo median­te el “frac­king” o frac­tu­ra hidráu­li­ca. Esta téc­ni­ca con­sis­te en inyec­tar a la tie­rra una com­bi­na­ción de are­na, agua y com­po­nen­tes quí­mi­cos para faci­li­tar la libe­ra­ción del com­bus­ti­ble que se encuen­tra con­te­ni­do en las rocas; aho­ra bien, los calu­ro­sos deba­tes sus­ci­ta­dos por este pro­ce­di­mien­to se deben a que quie­nes se opo­nen al mis­mo alu­den a los efec­tos secun­da­rios del frac­king pro­du­cien­do la con­ta­mi­na­ción de las aguas pota­bles y de otros daños cola­te­ra­les aten­ta­to­rios del medio ambiente.

En fun­ción de lo que ante­ce­de, el rela­to pre­sen­ta a Ste­ve Butler (Dam­mon), un repre­sen­tan­te de ven­tas de Glo­bal, una cor­po­ra­ción indus­trial gasí­fe­ra dedi­ca­da al frac­king. Jun­to con su cole­ga Sue Tho­ma­son (Fran­ces McDor­mand) visi­tan una peque­ña comu­ni­dad rural de Iowa, a fin de per­sua­dir a sus habi­tan­tes para que ven­dan sus terre­nos a Glo­bal con el pro­pó­si­to de explo­tar el gas natu­ral y lograr de este modo la revi­ta­li­za­ción de la eco­no­mía local. Lo que en prin­ci­pio pare­ce­ría para Ste­ve un obje­ti­vo fácil de lograr, no lo es así al encon­trar obs­tácu­los por par­te de un res­pe­ta­do pro­fe­sor de cien­cias (Hal Hol­brook) quien en una asam­blea veci­nal expli­ca cla­ra­men­te sus obje­cio­nes al pro­yec­to. Un con­tra­tiem­po aún más con­si­de­ra­ble se pro­du­ce con la lle­ga­da de Dus­tin Noble (Kra­sins­ki), un acé­rri­mo acti­vis­ta del medio ambien­te, que lan­za una audaz cam­pa­ña en con­tra de Glo­bal demos­tran­do a tra­vés de volan­tes y afi­ches dise­mi­na­dos en dife­ren­tes luga­res del pue­blo cómo el empleo del frac­king por par­te de esa com­pa­ñía ha pro­du­ci­do la polu­ción del aire y del agua así como la muer­te de gana­do por la con­ta­mi­na­ción producida.

A tra­vés del rela­to se apre­cian las bue­nas inten­cio­nes de este film don­de ni Ste­ve ni Dus­tin son pre­sen­ta­dos como san­tos o demo­nios. Aun­que sus intere­ses se opo­nen, cada uno de ellos tra­ta de con­ven­cer a la gen­te de la comu­ni­dad con argu­men­ta­cio­nes que en prin­ci­pio pare­cen genui­nas o al menos impreg­na­das de bue­na fe. Lo que suce­de es que para que­dar bien “con Dios y con el dia­blo” el rela­to adop­ta una ines­pe­ra­da vuel­ta de giro que cues­tio­na seria­men­te la hones­ti­dad de sus per­so­na­jes prin­ci­pa­les; por esta razón, el film pier­de su fuer­za ini­cial al diluir el impac­to del deba­te plan­tea­do, lle­gan­do a un des­en­la­ce ambi­guo, un poco frus­tran­te y no muy convincente.

Como una nota mar­gi­nal que nada tie­ne que ver con el tema prin­ci­pal del film, el guión intro­du­ce un matiz román­ti­co con la pre­sen­cia de una atrac­ti­va maes­tra local (Rose­ma­rie Dewitt) que ha sabi­do ganar­se el afec­to simul­tá­neo de Ste­ve y Dustin.

Matt Damon y John Krasinski

Matt Damon y John Krasinski

Las obser­va­cio­nes pre­ce­den­tes no afec­tan el desem­pe­ño del elen­co don­de todos los acto­res cum­plen muy bien con los roles asig­na­dos. Cabe tam­bién men­cio­nar que Van Sant ha sabi­do cap­tar la for­ma de vida de una peque­ña comu­ni­dad que tra­ta de resur­gir económicamente.

Con­clu­sión: A pesar de que se lo sigue con inte­rés, este bien inten­cio­na­do rela­to enfren­tan­do el pro­gre­so eco­nó­mi­co con los peli­gros poten­cia­les para el medio ambien­te, no logra ente­ra­men­te satis­fa­cer. Jor­ge Gutman