Ste­ve Spielberg

PRE­SI­DEN­TE DEL JURA­DO DE CAN­NES 2013

En más de una opor­tu­ni­dad Ste­ven Spiel­berg fue invi­ta­do a par­ti­ci­par como pre­si­den­te del jura­do del Fes­ti­val de Can­nes, pero por super­po­si­ción con su agen­da de tra­ba­jo no le había sido posi­ble acep­tar. Final­men­te, en la sexa­gé­si­ma sex­ta edi­ción que se desa­rro­lla­rá entre el 15 y el 26 de mayo pró­xi­mo, el cele­bra­do rea­li­za­dor ocu­pa­rá ese pres­ti­gio­so car­go lide­ran­do un jura­do cuyos inte­gran­tes has­ta el momen­to se des­co­no­cen.

El rea­li­za­dor siem­pre ha man­te­ni­do una rela­ción muy cer­ca­na con Can­nes don­de su segun­do lar­go­me­tra­je The Sugar­land Express pre­sen­ta­do en 1974 obtu­vo el pre­mio al mejor guión y el exce­len­te E.T. en 1982 fue el film que clau­su­ró el festival.

Spiel­berg es uno de los direc­to­res más impor­tan­tes e influ­yen­tes de lFilm Title: War Of The Worlds.os Esta­dos Uni­dos así como a nivel inter­na­cio­nal. Su fil­mo­gra­fía es ecléc­ti­ca y en la mis­ma se pue­de encon­trar una diver­si­dad de géne­ros. Jun­to a pelí­cu­las de gran entre­te­ni­mien­to comer­cial don­de pre­do­mi­nan la aven­tu­ra, la fan­ta­sía infan­til, la come­dia bri­llan­te y/o la fic­ción, tam­bién se encuen­tran exce­len­tes dra­mas que tes­ti­mo­nian algu­nos de los pro­ble­mas socia­les que han mar­ca­do pro­fun­da­men­te a nues­tra civi­li­za­ción; así, tópi­cos como la escla­vi­tud, la segre­ga­ción racial y el holo­caus­to, entre otros, han tra­ta­do de de sen­si­bi­li­zar al espec­ta­dor sobre la con­di­ción huma­na y dejar al pro­pio tiem­po un men­sa­je alen­ta­dor hacia un mun­do mejor y más tole­ran­te. Ade­más de gran huma­nis­ta, Spiel­berg siem­pre se encuen­tra en el cons­tan­te pro­ce­so de inno­va­ción, lo que lo ha con­ver­ti­do en un vir­tuo­so del cine.

La Aca­de­mia de Holly­wood lo pre­mió en dos oca­sio­nes como mejor direc­tor con Schindler’s List en 1993 y Saving Pri­va­te Ryan en 1998. Días atrás su últi­ma pelí­cu­la Lin­coln le per­mi­tió a Daniel Day-Lewis obte­ner el Oscar al mejor actor. Jor­ge Gutman

Un Hogar para el Fin de Semana

HOME FOR THE WEE­KEND. Ale­ma­nia, 2012. Un film de Hans-Chris­tian Schmid

Este con­vin­cen­te dra­ma fami­liar no agre­ga mucho más a otros ya explo­ra­dos por el cine; con todo su inte­rés en que lo que se expo­ne es per­fec­ta­men­te creí­ble y con­sis­ten­te­men­te man­tie­ne la aten­ción del espectador.

El direc­tor Hans-Chris­tian Sch­mid con­jun­ta­men­te con el guio­nis­ta Bernd Lan­ge abor­dan la diná­mi­ca de las rela­cio­nes fami­lia­res cuan­do una enfer­me­dad aque­ja a uno de sus integrantes.

El títu­lo en inglés de Un Hogar Para el Fin de Sema­na es más expli­ca­to­rio que su ori­gi­nal ale­mán Lo que Que­da (Was Bleibt) pues­to que se tra­ta de una reu­nión fami­liar navi­de­ña que tie­ne lugar en el hogar del matri­mo­nio inte­gra­do por Patriarch Gün­ter (Erns Stötz­ner) – un edi­tor de exce­len­te situa­ción eco­nó­mi­ca- y su espo­sa Git­te (Corin­na Har­fouch). En la amplia y moder­na man­sión que poseen en los alre­de­do­res de Bohn, lle­gan pro­ce­den­tes de Ber­lin Mar­ko (Lars Eidin­ger), el hijo escri­tor de la pare­ja, acom­pa­ña­do de su peque­ño de 8 años Zowie (Egon Mer­ten); tam­bién for­man par­te del gru­po fami­liar, Jakob (Sebas­tian Zimm­ler), el her­mano mayor de Mar­ko ‑que es den­tis­ta y vive con sus padres- acom­pa­ña­do de su novia Ella (Pic­co Von Groo­te) que estu­dia en Berlín.

El comien­zo apa­ci­ble y tran­qui­lo de la reu­nión fami­liar se ve alte­ra­do cuan­do Git­te, que sufre de pro­ble­mas men­ta­les, comu­ni­ca a los suyos que hace dos meses sus­pen­dió de tomar sus medi­ca­men­tos antidepresivos.

Corinna Harfouch

Corin­na Harfouch

Este anun­cio pro­du­ce una serie de efec­tos impre­vis­tos al ir reve­lán­do­se secre­tos que van frac­tu­ran­do la apa­ren­te armo­nía pre­exis­ten­te. Así, la deci­sión de Git­te obs­ta­cu­li­za los pla­nes de su mari­do quien tenía todo dis­pues­to para via­jar al Medio Orien­te en un tra­ba­jo de inves­ti­ga­ción para un libro que debía edi­tar; al pro­pio tiem­po se va deve­lan­do lo que sig­ni­fi­có para él la expe­rien­cia con­yu­gal de con­vi­vir con una per­so­na manía­ca depre­si­va, moti­van­do a que encon­tra­ra solaz en una rela­ción amo­ro­sa con otra mujer (Bir­ge Scha­de). Por su par­te, cada uno de sus hijos reac­cio­na de mane­ra opues­ta fren­te a la deci­sión mater­nal; mien­tras que Mar­ko al no vivir per­ma­nen­te­men­te en el mis­mo lugar que sus padres se adhie­re a su madre, su her­mano reprue­ba la acti­tud mater­nal por­que cono­ce de cer­ca cuá­les serán las con­se­cuen­cias futu­ras al no estar medi­ca­da. Al cua­dro gene­ral exis­ten­te se agre­gan los pro­ble­mas finan­cie­ros de Jakob cuyo con­sul­to­rio den­tal no le redi­túa los ingre­sos nece­sa­rios como para seguir manteniéndolo.

Con un giro ines­pe­ra­do en la últi­ma par­te del rela­to, éste cobra un carác­ter más dra­má­ti­co crean­do una situa­ción surrea­lis­ta no del todo logra­da y que con­du­ce a un des­en­la­ce que deja la sen­sa­ción de algo incon­clu­so. A pesar de esta obser­va­ción, el film satis­fa­ce al abor­dar un melo­dra­ma absor­ben­te que no des­bor­da en arti­fi­cio­sos arran­ques emo­cio­na­les. El repar­to es exce­len­te y la bue­na foto­gra­fía de Bogu­mil Gode­fre­jow con cáma­ra en mano con­tri­bu­ye a que el espec­ta­dor pue­da inmis­cuir­se más fácil­men­te en la inti­mi­dad de este retra­to de fami­lia. Jor­ge Gutman

Los Infie­les

LES INFI­DE­LES. Fran­cia, 2012. Direc­ción: Emma­nue­lle Ber­cot, Fred Cava­yé, Ale­xan­dre Cour­tès, Michel Haza­na­vi­cius, Eric Lar­ti­gau, Jean Dujar­din y Gilles Lelou­che. Dis­tri­bu­ción: Enter­tain­ment One (2013) 

Michel Haza­na­vi­cius y Jean Dujar­din, gana­do­res del Oscar al mejor direc­tor y actor res­pec­ti­va­men­te por la pelí­cu­la The Artist, cons­ti­tu­yen el fac­tor de atrac­ción para ver este film, pero lo cier­to es que los mis­mos no pue­den res­ca­tar­lo de su medio­cri­dad gene­ral. 

Estruc­tu­ra­do en nue­ve epi­so­dios sin uni­dad algu­na y diri­gi­do por sie­te direc­to­res –inclu­yen­do a Haza­na­vi­cus y Dujar­din- con la par­ti­ci­pa­ción de cin­co guio­nis­tas poco ins­pi­ra­dos (Jean Dujar­din, Stépha­ne Joly, Nico­las Bedos, Phi­lip­pe Caven­ri­viè­re, Gilles Lellou­che), este pre­ten­di­do aná­li­sis de la infi­de­li­dad mas­cu­li­na no es más que un mero pre­tex­to para expo­ner con poca suti­le­za y dudo­so buen gus­to un cua­dro gene­ral de situa­cio­nes carac­te­ri­za­das por su irre­le­van­cia, miso­gi­nia y con­te­ni­do machista.

Gilles Lellouche y Jean Dujardin

Gilles Lellou­che y Jean Dujardin

Efec­tuar una narra­ción de cada capí­tu­lo resul­ta inne­ce­sa­rio sal­vo men­cio­nar que todos tie­nen como común deno­mi­na­dor a per­so­na­jes mas­cu­li­nos casa­dos y que can­sa­dos de la vida matri­mo­nial se encuen­tran ávi­dos de sexo extra­con­yu­gal para mati­zar su ruti­na­ria exis­ten­cia; para ello recu­rren a cual­quier pre­tex­to con tal de lograr su obje­ti­vo. Si tuvie­ra que deci­dir­me por algún seg­men­to media­na­men­te risue­ño ele­gi­ría el deno­mi­na­do Los infie­les anó­ni­mosque ilus­tra una reu­nión de hom­bres adúl­te­ros adic­tos al sexo par­ti­ci­pan­do sin mayor entu­sias­mo en una tera­pia de gru­po coor­di­na­da por una sexó­lo­ga que no se deja impo­ner. 

Este pro­yec­to reúne en su elen­co a Dujar­din y Lelou­che quie­nes apa­re­cen en casi todos los epi­so­dios; aun­que se tra­ta de dos bue­nos come­dian­tes del cine fran­cés, en este caso no tie­nen mucho que ofre­cer; algo pare­ci­do ocu­rre con Gui­llau­me Canet y San­dri­ne Kiber­lain, quie­nes aquí se mues­tran en roles muy peque­ños y nada remar­ca­bles; qui­zás una de las actua­cio­nes con apa­ren­te pro­fun­di­dad psi­co­ló­gi­ca sea la de Ale­xan­dra Lamy don­de su per­so­na­je lle­ga a men­cio­nar que la obse­sión de la bur­gue­sía por la fide­li­dad es algo ya pasa­do de moda. ¿Será ése el men­sa­je que el film desea dejar? 

A dife­ren­cia de los fil­mes en sket­ches del cine ita­liano de la déca­da del 70 que se des­ta­ca­ban por su comi­ci­dad, iro­nía y sar­cas­mo, el film que nos ocu­pa care­ce de ese espí­ri­tu y por supues­to es fácil­men­te olvi­da­ble. 

El DVD es pre­sen­ta­do en fran­cés con sub­tí­tu­los opta­ti­vos en inglés y no con­tie­ne mate­rial adi­cio­nal. Jor­ge Gutman

Un Nom­bre Discutible

LE PRÉ­NOM. Fran­cia, 2012. Direc­ción: Ale­xan­dre de La Pate­lliè­re y Matthieu Dela­por­te. Dis­tri­bu­ción: Enter­tain­ment One (2013) 

En base a la exi­to­sa obra tea­tral del mis­mo nom­bre de Matthieu Dela­por­te, este film por él rea­li­za­do jun­to a Ale­xan­dre de La Pate­lliè­re tra­ta de lograr la risa de la audien­cia a tra­vés de un hecho ano­dino y pin­to­res­co como lo es la elec­ción del nom­bre de un futu­ro bebé. 

Vin­cent (Patrick Bruel), un exi­to­so hom­bre de nego­cios, es invi­ta­do jun­to con su espo­sa Anna (Judith El Zein) a cenar a la casa de su her­ma­na Eli­za­beth (Valé­rie Ben­gui­gui) y de su cuña­do Pie­rre (Char­les Ber­lling); un ter­cer invi­ta­do es Clau­de (Gui­llau­me de Ton­que­dec), un músi­co ami­go de infan­cia de la fami­lia. El moti­vo de la reu­nión es cele­brar la futu­ra pater­ni­dad de Vin­cent. Lo que pro­me­te ser una ama­ble reu­nión de ami­gos desem­bo­ca en algo muy dife­ren­te cuan­do al pre­gun­tar­le el nom­bre que ten­drá la cria­tu­ra por nacer, Vin­cent res­pon­de que se lla­ma­rá Adolphe y que foné­ti­ca­men­te se pro­nun­cia Adolf. Los anfi­trio­nes, no pue­den disi­mu­lar el espan­to que les pro­du­ce el hecho de que el futu­ro sobrino por­ta­rá el mis­mo nom­bre que Adol­fo Hitler. 

Charles Berling y Patrick Bruel

Char­les Ber­ling y Patrick Bruel

El nom­bre en cues­tión gene­ra una dis­cu­sión caó­ti­ca en don­de las emo­cio­nes no pue­den ser con­tro­la­das y los tra­pi­tos sucios comien­zan a sur­gir por arte de magia; gran­des frus­tra­cio­nes, resen­ti­mien­tos no con­fe­sa­dos has­ta ese momen­to y reve­la­cio­nes ines­pe­ra­das con ver­da­des no fáci­les de admi­tir con­vier­ten a los comen­sa­les en pro­ta­go­nis­tas de una gue­rra sin cuar­tel. Si bien la pie­za tea­tral es en esen­cia una hila­ran­te come­dia áci­da, la ver­sión cine­ma­to­grá­fi­ca no alcan­za el mis­mo impac­to por­que su poca ins­pi­ra­da adap­ta­ción la con­vier­te en tea­tro fil­ma­do sin alcan­zar un flui­do rit­mo; con todo su efi­cien­te repar­to y algu­nos bue­nos diá­lo­gos per­mi­ten que el film se apre­cie como un tibio entre­te­ni­mien­to. 

Caren­te de mate­rial adi­cio­nal, el DVD se pre­sen­ta en la ver­sión ori­gi­nal fran­ce­sa o bien dobla­da al inglés. Sub­tí­tu­los opcio­na­les en inglés.  Jor­ge Gutman

Ale­ma­nia Orien­tal en los Años de Plomo

BAR­BA­RA. Ale­ma­nia, 2012. Un film de Chris­tian Petzold

El cine ale­mán vuel­ve a revi­vir las vici­si­tu­des atra­ve­sa­das por la gen­te de Ale­ma­nia Orien­tal duran­te los años 80, años antes de la caí­da del muro de Ber­lín. Aun­que Bar­ba­ra no alcan­ce la dimen­sión dra­má­ti­ca del exce­len­te film The Lives of Others (2006) don­de se expo­ne el queha­cer coti­diano de ciu­da­da­nos corrien­tes sien­do vigi­la­dos por la poli­cía de segu­ri­dad del esta­do (Sta­si), aquí hay bas­tan­tes ele­men­tos comu­nes aun­que el enfo­que de Chris­tian Petzold sea diferente.

El per­so­na­je cen­tral es Bar­ba­ra (Nina Hoss), una doc­to­ra en medi­ci­na que ejer­cía en Ber­lín. Al come­ter el error de soli­ci­tar una visa de sali­da de Ale­ma­nia Orien­tal, como cas­ti­go es trans­fe­ri­da a un peque­ño hos­pi­tal de un pue­blo pro­vin­cial. . En su nue­vo pues­to, des­de el pri­mer día, adop­ta una acti­tud de ais­la­mien­to fren­te a sus cole­gas por­que no con­fía en nadie. Pre­ci­sa­men­te por ello, mues­tra rece­lo fren­te a la ama­bi­li­dad demos­tra­da por André (Ronald Zeh­feld), uno de sus cole­gas quien tra­ta de brin­dar­le afec­to para que ella se sien­ta a gus­to; sin embar­go, ella adop­ta una acti­tud reser­va­da por­que está con­ven­ci­da que el infor­ma a un ofi­cial de la Sta­si (Rai­ner Bock) sobre su con­duc­ta y los movi­mien­tos que efectúa.

ALEMANIA ORIENTAL EN LOS AÑOS DE PLOMO

Nina Hoss

Simul­tá­nea­men­te el film expo­ne la mane­ra en que Bar­ba­ra inter­ac­túa con sus pacien­tes demos­tran­do su hones­ti­dad y cono­ci­mien­to pro­fe­sio­nal en el cum­pli­mien­to de sus fun­cio­nes. En tal sen­ti­do, el rela­to enfa­ti­za la devo­ción de la doc­to­ra hacia Ste­lla (Jas­na Fritzi Bauer); se tra­ta una joven­ci­ta enfer­ma de menin­gi­tis que había esca­pa­do de un cen­tro de deten­ción juve­nil y que aho­ra, habien­do que­da­do emba­ra­za­da, anhe­la para su futu­ro un por­ve­nir mejor en Ale­ma­nia Occidental.

A medi­da que pro­gre­sa la acción, el rela­to adquie­re la natu­ra­le­za de un thri­ller, en par­te moti­va­do por la deci­sión que la pro­ta­go­nis­ta debe adop­tar con rela­ción a su futu­ro y su vida sen­ti­men­tal. Con un des­en­la­ce abier­to, lo que impor­ta des­ta­car es la for­ma sutil y a la vez escu­dri­ña­do­ra en que Petzold ana­li­za el cli­ma social impe­ran­te en el paraí­so comu­nis­ta de Ale­ma­nia Orien­tal. Toman­do a Bar­ba­ra como ejem­plo, su arrin­co­na­mien­to y ostra­cis­mo per­mi­te refle­jar el áni­mo som­brío y depri­men­te de una peque­ña comu­ni­dad sojuz­ga­da por un régi­men que alien­ta el espio­na­je entre veci­nos y la dela­ción con­si­guien­te, así como el abu­so de los más débi­les e inde­fen­sos que desean libe­rar­se de esa mal­sa­na opresión.

El direc­tor que mere­ci­da­men­te obtu­vo el Oso de Pla­ta en el Fes­ti­val de Ber­lín del año pasa­do ofre­ce un ten­so docu­men­to social que con­cen­tra en todo momen­to el inte­rés de la audien­cia. Aun­que el homo­gé­neo elen­co se desem­pe­ña muy bien, es remar­ca­ble la valio­sa inter­pre­ta­ción de Nina Hoss cuyo per­so­na­je trans­mi­te hon­da­men­te las vici­si­tu­des de una mujer pri­sio­ne­ra de un repre­si­vo sis­te­ma polí­ti­co pero pre­ser­van­do un admi­ra­ble sen­ti­mien­to de dignidad.

Con la cola­bo­ra­ción de la exce­len­te foto­gra­fía de Hans Fromm cap­tan­do las imá­ge­nes de claus­tro­fo­bia del ambien­te en que trans­cu­rre la acción, el rea­li­za­dor invo­lu­cra al espec­ta­dor hacién­do­le sen­tir y vivir las emo­cio­nes repri­mi­das del per­so­na­je prin­ci­pal. Como la fami­lia de Petzold logró huir de la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca de Ale­ma­nia, esa cir­cuns­tan­cia debió haber influi­do en él para ofre­cer un tra­ba­jo de nota­ble auten­ti­ci­dad. Jor­ge Gutman