En el Camino

ON THE ROAD. Fran­cia-Esta­dos Uni­dos-Bra­sil, 2012. Un film sw Wal­ter Salles

En esta pelí­cu­la, el direc­tor Wal­ter Salles incur­sio­na en el mun­do de Jack Kerouac toman­do como refe­ren­cia su nove­la auto­bio­grá­fi­ca del mis­mo nom­bre; la mis­ma, que fue escri­ta entre 1947 y 1951 y publi­ca­da en 1957, está basa­da en los via­jes que su autor reali­zó con algu­nos de sus ami­gos duran­te ese perío­do reco­rrien­do las rutas de los Esta­dos Uni­dos y México.

Con­si­de­ran­do la impor­tan­cia del libro, una suer­te de monó­lo­go inte­rior del míti­co Kerouac, la expec­ta­ti­va de este film era con­si­de­ra­ble sobre todo cuan­do el rea­li­za­dor bra­si­le­ño logró un gran éxi­to con Dia­rios de Moto­ci­cle­ta (2004) don­de el rela­to tam­bién se refie­re a via­jes rea­li­za­dos por el futu­ro revo­lu­cio­na­rio Ernes­to Gue­va­ra en sus años de juven­tud jun­to con su ami­go Alber­to Gra­na­do a tra­vés de Amé­ri­ca Lati­na; basa­do en los tes­ti­mo­nios de Gue­va­ra que fue­ron vol­ca­dos en sus libros, el resul­ta­do fue un film muy humano, sin­ce­ro, tierno y con sufi­cien­te expre­si­vi­dad que lle­gó a emo­cio­nar. No se pue­de decir lo mis­mo sobre On The Road; aquí, la his­to­ria narra­da care­ce de la fuer­za, pasión y el fue­go que el autor vol­có en su tra­ba­jo sobre jóve­nes lan­za­dos a la carre­te­ra en pos de una nue­va for­ma de vivir. Aun­que Salles con­tó con la cola­bo­ra­ción de su habi­tual y efi­cien­te guio­nis­ta José Rive­ra, la trans­po­si­ción a la pan­ta­lla no alcan­za a brin­dar toda la sus­tan­cia y rique­za de la nove­la original.

Sam Riley

Sam Riley

Sam Riley inter­pre­ta a Sal Para­di­se, alter ego de Kerouac, que en los últi­mos años de la déca­da del 40 se vin­cu­la en Nue­va York con el poe­ta Car­lo Marx (Tom Stu­rrid­ge) ‑nom­bre atri­bui­do al poe­ta Allen Gins­berg quien fue uno de los repre­sen­tan­tes de la gene­ra­ción beat. La vida de Sal –que en esos momen­tos se sien­te blo­quea­do como escri­tor y sin rum­bo fijo- cam­bia drás­ti­ca­men­te cuan­do cono­ce a Dean Moriarty (Garrett Hed­lund) –alter ego de Neal Cas­sidy-. Dean, que adquie­re carác­ter pro­ta­gó­ni­co en la nove­la de Kerouac como un joven bus­ca­vi­das de libre espí­ri­tu y pen­sa­mien­to, lle­ga a impre­sio­nar a Sal y se con­vier­te en su gran ami­go; al poco tiem­po, jun­to con él y su joven espo­sa Mary­lou (Kris­ten Ste­wart) comien­za a rea­li­zar una serie de via­jes que lo lle­va­rá des­de Nue­va York a Den­ver, Cali­for­nia, New Orleans y otros luga­res del vas­to con­ti­nen­te ame­ri­cano. Duran­te el tra­yec­to algu­nos cono­ci­dos y ami­gos se unen en esta aven­tu­ra como es el caso de Cami­lle (Kris­ten Dunst), la segun­da espo­sa de Dean des­pués de su divor­cio de Mary­lou, y Old Bull Lee (Vig­go Mor­ten­sen), el alter ego del escri­tor dro­ga­dic­to William Burroughs. El deno­mi­na­dor común de estos jóve­nes es el logro de una liber­tad dife­ren­te, dene­ga­da por el con­ser­va­do­ris­mo y con­for­mis­mo del sis­te­ma impe­ran­te en esa época.

Si bien el film ofre­ce una idea de la juven­tud inte­lec­tual que rodeó a Kerouac, carac­te­ri­za­da por la rebel­día, el con­su­mo de dro­gas, las aven­tu­ras román­ti­cas y sus des­en­can­tos, y el pro­ce­so de madu­rez que todo eso impli­có, lo cier­to es que la narra­ti­va de Salles que­da cir­cuns­crip­ta a des­cri­bir una suce­sión de anéc­do­tas sin mayor pro­fun­di­dad; de allí que la bús­que­da exis­ten­cial de la gene­ra­ción beat no lle­ga a cobrar el alien­to que ema­na de la novela.

A nivel inter­pre­ta­ti­vo, Hed­lund con­ven­ce amplia­men­te como el joven bise­xual que se con­vier­te en una mag­né­ti­ca fuer­za de atrac­ción para Sal; tam­bién resul­tan con­vin­cen­tes Ste­wart como la des­inhi­bi­da sexual Mary­lou y Mor­ten­sen en un rol menor pero bien carac­te­ri­za­do; Riley, en cam­bio, resul­ta des­di­bu­ja­do al no refle­jar muy bien el carác­ter intros­pec­ti­vo, román­ti­co y pasio­nal de Kerouac.

Cabe des­ta­car la nota­ble foto­gra­fía de Eric Gau­ter y los dise­ños de pro­duc­ción de Car­lo Con­ti cap­tan­do la ambien­ta­ción del pai­sa­je de Esta­dos Uni­dos en los años que siguie­ron a la Segun­da Gue­rra. Men­ción espe­cial mere­ce la ela­bo­ra­da músi­ca de Gus­ta­vo San­tao­la­lla quien con la valio­sa cola­bo­ra­ción de los renom­bra­dos músi­cos de jazz Char­lie Haden y Brian Bla­de, trans­mi­ten muy bien la cul­tu­ra musi­cal de esa épo­ca. Sin embar­go, estos fac­to­res favo­ra­bles no alcan­zan a com­pen­sar a este film que sin ser medio­cre se aguar­da­ba mucho más del mismo.

Con­clu­sión: El rela­to de un via­je ini­ciá­ti­co que aun­que des­pier­te inte­rés, resul­ta dema­sia­do tibio al care­cer de la poe­sía, fuer­za vol­cá­ni­ca y del espí­ri­tu con­te­ni­do en la nove­la ori­gi­nal. Jor­ge Gutman