. CAPTAIN PHILLIPS. Estados Unidos, 2013. Un film de Paul Greengrass
Con el realismo propio del género documental que Paul Greengrass acostumbra brindar en sus filmes de ficción, aquí ofrece otra película basada en una historia real como lo hiciera con United 93 (2006) reflejando el secuestro de uno de los aviones en la tragedia del 11 de septiembre. En Captain Phillips, aunque el desenlace afortunadamente resulte diferente, también se trata de un secuestro –en este caso de una nave- que tuvo lugar en aguas africanas pero de ningún modo existe en el acto criminal cometido una maniobra terrorista de intención política, religiosa o étnica.
Grengrass introduce un prólogo que tiene lugar en Vermont en marzo de 2009, donde se observa al Capitán Richard Phillips (Tom Hanks) cambiando amablemente impresiones hogareñas con su esposa (Catherine Keener) mientras ella lo traslada al aeropuerto para abordar un vuelo con destino al sur de Omán. Allí se hace cargo del Maersk Alabama, un barco de carga de los Estados Unidos que tiene como primer destino llegar a Somalia y posteriormente proseguir hasta Kenia, a fin de transportar alimentación proveniente de un programa de cooperación de las Naciones Unidas.
Simultáneamente en Somalia, se ve a un grupo de hombres reclutando a jóvenes individuos para participar en operaciones de piratería; claramente se percibe que lo que anima a esta gente es encontrar medios a cualquier precio para salir de la miseria que la agobia; en todo caso, Greengrass no insiste sobre este punto.
Cuando el abordaje se produce con el grupo de cuatro piratas somalíes asaltando al buque mercante, comienza la gran guerra de nervios y tensiones entre la tripulación tomada como rehén y los delincuentes que dominan la situación. Dentro de los roles opuestos que les cabe desempeñar, queda claro que Phillips y Muse (Barkhad Abdi), el líder de los piratas, están lejos de llegar a un acuerdo: así los somalíes de ningún modo aceptan la suma de 30 mil dólares que el capitán les ofrece frente a los millones de dólares que los piratas demandan. La situación se torna aún más dramática cuando Muse se las ingenia para apoderarse del capitán ubicándolo en un pequeño bote donde el secuestrado atravesará la angustia del confinamiento frente a la inmensidad de las aguas oceánicas que lo rodean.
Tomando como referencia el guión de Billy Ray que a su vez se basó en el libro escrito por el propio Phillips A Captain’s Duty: Somaly Pirates, Navy SEALS, and Dangerous Days at Sea, Greengrass aprovecha su contenido para transmitir toda la furia, histeria y el pandemónium generado por criminales dispuestos a morir sino logran el objetivo perseguido, en esas escenas, que abarcan la mayor parte del relato, donde la vida y la muerte parecen confundirse permanentemente, el film cobra importante aliento. A pesar de que se sabe el resultado final dado que ha sido noticia que alcanzó pública notoriedad, un tenso suspenso anima el desarrollo de esta historia que alcanza a diferenciarse de tantas otras porque no es la violencia de las ametralladoras o disparos la que cobra un papel decisivo, sino el estudio de personalidades totalmente diferentes; en tan sentido, la excelente interpretación de Hanks ya no llega a sorprender a esta altura de su excepcional carrera, pero en cambio sí causa grata impresión la caracterización de Abdi otorgando notable realismo a su personaje.
Si hay una objeción para esta historia real es que llega con pocos meses de diferencia de A Hijacking, un excelente drama que se refiere también a la invasión de piratas somalíes a un buque danés, aunque desde un ángulo diferente. En todo caso, eso no disminuye los valores intrínsecos del film de Greengrass.
Conclusión: Un docudrama intenso y absorbente que encuentra en Tom Hanks a su intérprete ideal.
Jorge Gutman