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THANKS FOR SHA­RING. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Stuart Blumberg 

Mark Ruffalo y Gwyneth Paltrow en THANKS FOR SHARING

Mark Ruf­fa­lo y Gwy­neth Paltrow 

Últi­ma­men­te el cine ha con­si­de­ra­do la adic­ción sexual bajo dife­ren­tes ángu­los. Así por ejem­plo, Ste­ve McQueen lo ha con­si­de­ra­do bajo una ópti­ca som­bría en Sha­me (2011) y por su par­te Joseph Gor­don-Levitt lo abor­dó en su recien­te film Don Jon des­de una visión más joco­sa y en tono de come­dia román­ti­ca. Por su par­te en Thanks for Sha­ring, fil­ma­da entre las dos pelí­cu­las men­cio­na­das, el novel direc­tor Stuart Blum­berg tra­ta de ilus­trar esta rara enfer­me­dad de des­me­su­ra­da insa­cia­bi­li­dad sexual, bajo la ópti­ca de una come­dia dra­má­ti­ca enfo­can­do a varios indi­vi­duos que deben lidiar con el problema. 

La nove­dad de este film, es que el rela­to escri­to por Blum­berg con la cola­bo­ra­ción de Matt Wins­ton ofre­ce la opor­tu­ni­dad de cono­cer agru­pa­cio­nes que tra­tan de ayu­dar a los afec­ta­dos de esta com­pul­sión del mis­mo modo como si se tra­ta­ra de Alcohó­li­cos Anó­ni­mos para quie­nes pade­cen del vicio del alcohol o bien de otras orga­ni­za­cio­nes que abor­dan los pro­ble­mas de dro­ga­dic­ción. En el caso que nos ocu­pa, la aten­ción se cen­tra en Adam (Mark Ruf­fa­lo), Mike (Tim Rob­bins) y Neil (Josh Gad) quie­nes vivien­do en Nue­va York fre­cuen­tan las reunio­nes de un gru­po de apo­yo a fin de expo­ner y com­par­tir sus pro­ble­mas e inquie­tu­des con los res­tan­tes par­ti­ci­pan­tes, para agra­de­cer­les al final la aten­ción dis­pen­sa­da (de allí el títu­lo del film). 

Adam, un con­sul­tor en medio ambien­te, se ha man­te­ni­do sobrio por un perío­do de cin­co años tra­tan­do de apar­tar su vis­ta de todos los car­te­les, afi­ches y otros medios de publi­ci­dad don­de las imá­ge­nes de pro­vo­ca­ti­vas y seduc­to­ras muje­res cons­ti­tu­yen una per­ma­nen­te ten­ta­ción para caer en la adic­ción. Mike, casa­do y con fami­lia, ha logra­do que la com­pul­sión no lo domi­na­ra duran­te los últi­mos 10 años y la asis­ten­cia a las reunio­nes gru­pa­les cons­ti­tu­ye un ali­cien­te que le brin­da la fuer­za nece­sa­ria para com­ba­tir la adic­ción sexual. Por su par­te Neil, un joven doc­tor, no pue­de evi­tar la adic­ción que le aque­ja y es así que por una con­duc­ta impro­pia pier­de su tra­ba­jo en el hos­pi­tal don­de ejer­cía su profesión. 

Ade­más del tema cen­tral, la tra­ma resal­ta la situa­ción en que se encuen­tra Adam cuan­do cree estar en con­di­cio­nes de reanu­dar una vida sen­ti­men­tal al cono­cer a Phoe­be (Gwy­neth Pal­trow); él no se atre­ve a con­fe­sar­le su pro­ble­ma por­que Phoe­be ha atra­ve­sa­do una des­afor­tu­na­da expe­rien­cia amo­ro­sa al haber esta­do vin­cu­la­da con un alcohó­li­co y obvia­men­te aho­ra quie­re estar ale­ja­da de cual­quier pro­ble­ma simi­lar o pare­ci­do. Otro aspec­to con­flic­ti­vo en el rela­to es la rela­ción ten­sa que Mike man­tie­ne con su hijo ado­les­cen­te (Patrick Fugit) lidian­do con el abu­so de sus­tan­cias tóxi­cas, en tan­to que la amis­tad que el indis­ci­pli­na­do Neil ini­cia con Dede (Ale­cia Moo­re), una mujer que úni­ca­men­te estu­vo vin­cu­la­da con hom­bres a tra­vés del sexo, no lle­ga a tener mayor trascendencia. 

El rea­li­za­dor inten­ta tra­tar con máxi­ma serie­dad el tema seña­la­do a tra­vés de la des­crip­ción de la vida ruti­na­ria de los per­so­na­jes expues­tos; si bien en gran par­te ese esfuer­zo resul­ta satis­fac­to­rio, uno habría desea­do un ahon­da­mien­to mayor en el plan­teo de algu­nas situa­cio­nes. Por ejem­plo, no hay nada que acla­re en que con­sis­tió la sobrie­dad de Adam y Mike; ¿es qué cada uno tuvo que abs­te­ner­se sexual­men­te? En gene­ral se sabe que para un alcohó­li­co o un dro­ga­dic­to el éxi­to de un tra­ta­mien­to con­sis­te en que el afec­ta­do no vuel­va a beber ni a con­su­mir por com­ple­to nin­gún tipo de dro­ga; sin embar­go es difí­cil de ima­gi­nar en qué con­sis­te la cura­ción de quie­nes pade­cen de un tras­torno sexual de natu­ra­le­za com­pul­si­va u obse­si­va, aspec­to que el rela­to no lle­ga a aclarar. 

Con­clu­sión: Las obser­va­cio­nes apun­ta­das no impi­den que el carác­ter liviano del film se vea con agra­do; las bue­nas inter­pre­ta­cio­nes de su homo­gé­neo elen­co más la bue­na quí­mi­ca crea­da entre Ruf­fa­lo y Pal­trow con­tri­bu­yen para que el balan­ce final arro­je un sal­do posi­ti­vo.  Jor­ge Gutman