Las Con­se­cuen­cias De Una Mentira

AMS­TER­DAM. Cana­dá, 2013. Un film de Ste­fan Miljevic.

Louis Champagne, Gabriel Sabourin y  Robin Aubert en AMSTERDAM

Louis Cham­pag­ne, Gabriel Sabou­rin y Robin Aubert 

Cual­quier rela­to que par­ta de una pre­mi­sa ya sea sóli­da o bien ende­ble debe guar­dar con­sis­ten­cia en su desa­rro­llo para que resul­te creí­ble. Eso es pre­ci­sa­men­te lo que no ocu­rre en la ópe­ra pri­ma Ams­ter­dam de Ste­fan Mil­je­vic. Tra­tan­do de des­cri­bir las aven­tu­ras de 3 ínti­mos ami­gos duran­te el trans­cur­so de un fin de sema­na, la his­to­ria asu­me el carác­ter de una come­dia livia­na para pos­te­rior­men­te con­ver­tir­se en dra­ma para desem­bo­car en un melo­dra­ma nada convincente. 

Vivien­do en una zona rural de la pro­vin­cia de Que­bec, Jeff (Gabriel Sabou­rin), Marc (Louis Cham­pag­ne) y Sam (Robin Aubert), deci­den dejar sus res­pec­ti­vas fami­lias por un fin de sema­na para ir a pes­car. Pron­to se sabrá que en reali­dad lo que han hecho es abor­dar un avión para lle­var­los a Áms­ter­dam. ¿Por qué no han dicho la ver­dad a los suyos? Se pre­su­me que el pro­pó­si­to es sen­tir­se sin ata­du­ra algu­na para un poco de juer­ga con­sis­ten­te en apro­ve­char lo que la ciu­dad visi­ta­da les pue­de ofre­cer en mate­ria de cor­te­sa­nas expues­tas en la zona roja de la ciu­dad, aspi­rar un poco de marihua­na, beber sin con­trol y por supues­to tam­bién dis­fru­tar de la belle­za del lugar. Tenien­do en cuen­ta que un vue­lo des­de Mon­treal hacia la capi­tal de Holan­da no insu­me más que 7 horas, es fac­ti­ble de admi­tir que un par de días pue­de ser sufi­cien­te para satis­fa­cer los pro­pó­si­tos que ani­man a los viajeros. 

Lo que has­ta aquí cae­ría típi­ca­men­te den­tro de una come­dia cos­tum­bris­ta don­de se rati­fi­ca la amis­tad de toda una vida, pron­ta­men­te la his­to­ria adop­ta un carril dife­ren­te cuan­do Sam deci­de pos­ter­gar su regre­so a Que­bec. A par­tir de allí el rela­to adop­ta la men­ti­ra como excu­sa cuan­do Jeff y Marc retor­nan al hogar expli­can­do a sus fami­lia­res y sobre todo a Made­lei­ne (Suzan­ne Clé­ment), la muy preo­cu­pa­da seño­ra de Sam, que su mari­do se per­dió en el bos­que. De allí en más, el temor a no reve­lar la ver­dad gene­ra toda una bataho­la por par­te de las auto­ri­da­des de la zona y del vecin­da­rio, preo­cu­pa­dos en dar con el para­de­ro del ami­go des­apa­re­ci­do. Cabe seña­lar que una sim­ple veri­fi­ca­ción aero­por­tua­ria habría detec­ta­do el via­je a Euro­pa rea­li­za­do por el trío. 

Lo que acon­te­ce pos­te­rior­men­te, deri­va en una his­to­ria que pare­cie­ra per­te­ne­cer a otro film; así, por arte de magia salen a relu­cir la exis­ten­cia de grie­tas matri­mo­nia­les en dos de los tres ami­gos y cuan­do se reve­la que Made­lei­ne está emba­ra­za­da todo lo que evi­den­cia­ba el film en su comien­zo ter­mi­na sien­do des­men­ti­do por una reali­dad don­de el adul­te­rio, la des­leal­tad y el egoís­mo de algu­nos de los per­so­na­jes mues­tran que el ver­da­de­ro sen­ti­mien­to de amis­tad que unía a los 3 com­pin­ches era más apa­ren­te que real. 

El film se pres­ta­ba para un examen de la psi­quis mas­cu­li­na y las razo­nes que pue­den moti­var sepa­ra­cio­nes tran­si­to­rias del núcleo fami­liar. Pero la fal­ta de cre­di­bi­li­dad refor­za­da por un des­en­la­ce de unión fami­liar cele­bran­do la fes­ti­vi­dad navi­de­ña, es a todas luces incon­se­cuen­te y frustrante. 

Con­clu­sión: Un melo­dra­ma poco rea­lis­ta que impi­de crear un sen­ti­mien­to de con­mi­se­ra­ción o sim­pa­tía hacia los per­so­na­jes aquí expues­tosJor­ge Gutman