Una Ven­gan­za Poco Convincente

OLD­BOY. Esta­dos Uni­dos, 2013. Un film de Spi­ke Lee

Tra­tan­do de impri­mir­le su visión per­so­nal, el rea­li­za­dor ame­ri­cano Spi­ke Lee abor­dó Old­boy basa­do en el thri­ller psi­co­ló­gi­co de 2004 del direc­tor Park Chan-wook, que en su momen­to alcan­zó el sta­tus de “film de cul­to”. En opor­tu­ni­dad del comen­ta­rio crí­ti­co de ese enton­ces se resal­tó sus exce­len­tes aspec­tos visua­les aun­que resul­ta­ba difí­cil pre­de­cir has­ta qué pun­to la vio­len­cia ofre­ci­da por el rela­to podía ser acep­ta­da por el públi­co masivo. 

La nue­va ver­sión de Lee es esti­lís­ti­ca­men­te infe­rior y ade­más no lle­ga a cobrar alien­to por­que mien­tras el rela­to ori­gi­nal está aso­cia­do al con­tex­to cul­tu­ral coreano, su tras­la­do a los Esta­dos Uni­dos resul­ta for­za­do sin que ten­ga el míni­mo asi­de­ro real.

 Josh Brolin

Josh Brolin

El guión de Mark Pro­to­se­vich pre­sen­ta a su prin­ci­pal per­so­na­je como una per­so­na deci­di­da­men­te anti­pá­ti­ca por lo que resul­ta difí­cil poder con­mi­se­rar­se con su suer­te. Josh Bro­lin ani­ma a Joe Dou­cet­te, un misán­tro­po y alcohó­li­co hom­bre de nego­cios que en 1993, cuan­do comien­za la his­to­ria, es cri­ti­ca­do por su ex mujer al haber olvi­da­do el cum­plea­ños de su hiji­ta de 3 años. Des­pués de una noche de com­ple­ta ebrie­dad des­pier­ta al día siguien­te en una habi­ta­ción de un hotel en deca­den­cia don­de des­cu­bre que ha sido secues­tra­do sin posi­bi­li­dad de esca­par del recin­to; con un apa­ra­to de tele­vi­sor a su alcan­ce se ente­ra de que su ex espo­sa ha sido bru­tal­men­te ase­si­na­da y que él resul­ta el prin­ci­pal sos­pe­cho­so del cri­men. Duran­te su encie­rro es ali­men­ta­do a tra­vés de la comi­da que reci­be a tra­vés de una ven­ta­ni­lla de la puer­ta de la habi­ta­ción; vein­te años trans­cu­rren para Joe quien que­da exas­pe­ra­do por la deses­pe­ra­ción, rabia y frus­tra­ción de no poder rever­tir su con­di­ción de des­gra­cia­do pri­sio­ne­ro. Final­men­te, y cuan­do menos lo espe­ra­ba, es deja­do en liber­tad al emer­ger de un baúl don­de había sido colo­ca­do. Como hom­bre libre y sin cono­cer el moti­vo por el que ha sido libe­ra­do, tra­ta­rá de pro­bar su ino­cen­cia con­tan­do con la ayu­da de una asis­ten­te social (Eli­za­beth Olsen); asi­mis­mo, Joe desea des­cu­brir la razón de su secues­tro, quién ha sido el per­pe­tra­dor y dón­de se encuen­tra su hija adul­ta (Elvy Yost).

A par­tir de ese momen­to y con una irre­pri­mi­ble sed de ven­gan­za Joe se con­vier­te en una bes­tia huma­na capaz de infli­gir los más san­guí­neos actos de vio­len­cia y que por defe­ren­cia al lec­tor es pre­fe­ri­ble no des­cri­bir, excep­to seña­lar que la furia des­ata­da en la pan­ta­lla resul­ta muy des­agra­da­ble de con­tem­plar. Sin embar­go, lo que más per­ju­di­ca al rela­to es la caren­cia de una míni­ma con­sis­ten­cia narra­ti­va y que a medi­da que el metra­je va pro­gre­san­do, esta evi­den­cia se va agra­van­do. Cuan­do hacia el final se lle­ga a des­cu­brir por­qué el cap­tor (Sha­ri­to Copley) actúo con Joe como lo hizo y don­de aflo­ran los secre­tos del pasa­do que impli­can a los dos indi­vi­duos, el guión no hace más que refor­zar la incon­sis­ten­cia de esta depra­va­da y con­vul­sio­na­da his­to­ria nihilista.

Con­clu­sión: Aun­que Lee es indu­da­ble­men­te un rea­li­za­dor que ha impre­sio­na­do gra­ta­men­te con sus pri­me­ros tra­ba­jos, este sór­di­do rema­ke de dis­cu­ti­ble ima­gi­na­ción decep­cio­na con­si­de­ra­ble­men­te y obvia­men­te no agre­ga una nota posi­ti­va a su fil­mo­gra­fíaJor­ge Gutman