Un Buen Film De Los Her­ma­nos Coen

INSI­DE LLEWYN DAVIS. Esta­dos Uni­dos, 2013. Un film escri­to y diri­gi­do por Joel y Ethan Coen

Den­tro del pano­ra­ma cine­ma­to­grá­fi­co de los Esta­dos Uni­dos, los nom­bres de los her­ma­nos Joel y Ethan Coen resul­tan emble­má­ti­cos dado que ade­más de con­si­de­rár­se­los como dos de los más impor­tan­tes cineas­tas inter­na­cio­na­les, su cine se ha carac­te­ri­za­do por su gran ori­gi­na­li­dad al pre­sen­tar his­to­rias y per­so­na­jes cier­ta­men­te no comu­nes. Posi­ble­men­te Insi­de Llewyn Davis, él ulti­mo tra­ba­jo de estos exce­len­tes auto­res de cine, sea uno de lo más direc­tos y menos con­ven­cio­nal­men­te excén­tri­cos y a pesar de no alcan­zar la cate­go­ría logra­da por títu­los como por ejem­plo lo fue­ron Far­go (1996), Bar­ton Fink (1991) y/o No Country for Old Men (2007), se pue­de apre­ciar aquí un film serio y com­pe­ten­te rin­dien­do tri­bu­to a la músi­ca folk ame­ri­ca­na de la déca­da del 60 que en gran medi­da influ­yó en lo que este gene­ro musi­cal apor­ta­ría en los años siguientes.

Oscar Isaac

Oscar Isaac

Con una mag­ní­fi­ca ambien­ta­ción de épo­ca del Green­wich Villa­ge neo­yor­quino que tie­ne lugar en 1961, poco antes de que irrum­pie­ra la figu­ra icó­ni­ca de Bob Dylan, el rela­to sigue la tra­yec­to­ria de Llewyn Davis (Oscar Isaac), un can­tan­te ins­pi­ra­do leja­na­men­te en el músi­co de cul­to Dave Van Ronk. En una con­vin­cen­te des­crip­ción del per­so­na­je, el públi­co rápi­da­men­te se fami­lia­ri­za con Llewyn quien lle­ga a Nue­va York con el pro­pó­si­to de ganar­se la vida como ins­tru­men­tis­ta y fol­clo­ris­ta des­pués de que su socio con quien había for­ma­do un dúo se sui­ci­dó. De bohe­mia per­so­na­li­dad, con muy poco dine­ro y sin domi­ci­lio fijo, no tie­ne repa­ro en per­noc­tar en don­de quien­quie­ra le ofrez­ca alber­gue; lo que sí tra­ta es de man­te­ner su inte­gri­dad y dig­ni­dad pro­fe­sio­nal como músi­co y que acom­pa­ña­do de su gui­ta­rra can­ta intere­san­tes bala­das que ponen a prue­ba su talen­to. A dife­ren­cia de otros cole­gas suyos que logran abrir­se camino cuan­do el Villa­ge va trans­for­mán­do­se de un ambien­te cerra­do para con­ver­tir­se gra­dual­men­te en un cen­tro turís­ti­co, Llewyn no logra tras­cen­der a pesar de sus inna­tas con­di­cio­nes, en par­te por­que con su carác­ter poco socia­ble ter­mi­na alie­nan­do a las per­so­nas que lo rodean. 

Esen­cial­men­te, el rela­to sigue los pasos de este can­tau­tor a lo lar­go de una sema­na mos­tran­do la inter­re­la­ción que man­tie­ne con varia­dos per­so­na­jes. Entre los mis­mos figu­ra el víncu­lo man­te­ni­do con su resen­ti­da her­ma­na (Jea­ni­ne Serra­lles), con algu­nos otros fol­clo­ris­tas como Jean (Carey Mulli­gan) y Jim (Jus­tin Tim­ber­la­ke), el can­tan­te Al Cody (Adam Dri­ver), y en espe­cial Roland Tur­ner (John Good­man), un músi­co de jazz con quien efec­túa un via­je a Chica­go para ver si pue­de rever­tir su situa­ción en la esce­na musi­cal. 

En un rela­to don­de pre­do­mi­na más el estu­dio de carac­te­res que el de un desa­rro­llo argu­men­tal tra­di­cio­nal, uno de los aspec­tos que acre­cien­tan el inte­rés del mis­mo es que nun­ca resul­ta pre­vi­si­ble lo que ha de acon­te­cer con la suer­te de su enig­má­ti­co pro­ta­go­nis­ta, a pesar de que el per­so­na­je cen­tral no sea una per­so­na que par­ti­cu­lar­men­te con­quis­te la sim­pa­tía del espec­ta­dor. En todo caso, si habría que des­ta­car un fac­tor dra­má­ti­co por exce­len­cia, eso se pro­du­ce con Jean quien está fas­ti­dia­da con Llewyn por haber que­da­do emba­ra­za­da de él y pidien­do que tome las medi­das nece­sa­rias para prac­ti­car un abor­to ilegal.

Con una inob­je­ta­ble y meticu­losa direc­ción los Coen saben cómo ame­ni­zar una his­to­ria con sabro­sos diá­lo­gos; así es como en este caso algu­nos de los mis­mos pro­vo­can genui­nas car­ca­ja­das den­tro del con­tex­to de una huma­na his­to­ria que trans­mi­te con humor la paté­ti­ca per­so­na­li­dad de un indi­vi­duo que en gran par­te es el res­pon­sa­ble de su pro­pio des­tino. Isaac es exce­len­te como el enig­má­ti­co, melan­có­li­co y paté­ti­co tro­va­dor, así como tam­bién se des­ta­ca lucien­do sus bue­nas cuer­das voca­les en los núme­ros musi­ca­les que le toca eje­cu­tar El res­to del elen­co es alta­men­te com­pe­ten­te, así como en los ren­glo­nes téc­ni­cos la foto­gra­fía de Bruno Del­bon­nel cap­ta muy bien has­ta en los míni­mos deta­lles el espí­ri­tu crea­ti­vo de la épo­ca en que trans­cu­rre. 

Con­clu­sión: Dicho lo que ante­ce­de, éste es un film hila­ran­te a la vez que emo­ti­vo rela­tan­do las tri­bu­la­cio­nes vivi­das por un artis­ta del fol­clo­re que no encuen­tra el nicho apro­pia­do para resal­tar sus valo­res musi­ca­lesJor­ge Gutman