Des­cu­brien­do A Vio­let­te Leduc

VIO­LET­TE. Fran­cia, 2013. Un film escri­to y diri­gi­do por Mar­tin Provost

Este film está cen­tra­do en la vida de Vio­let­te Leduc, una escri­to­ra fran­ce­sa de rela­ti­vo renom­bre inter­na­cio­nal cuya amis­tad con la céle­bre Simo­ne de Beau­voir le abrió el camino para que su obra fue­se divul­ga­da y apre­cia­da. Esta mujer que atra­ve­só una tris­te infan­cia como hija ile­gí­ti­ma bajo la pro­tec­ción de una madre hos­til y poco cari­ño­sa, tuvo una exis­ten­cia bas­tan­te tumul­tuo­sa ade­más de un nivel de auto­es­ti­ma con­si­de­ra­ble­men­te bajo. Pero el rea­li­za­dor Mar­tin Pro­vost no per­si­gue ofre­cer una bio­gra­fía de Leduc sino más bien enfo­car el perío­do de su vin­cu­la­ción con Beau­voir así como la valio­sa pro­duc­ción lite­ra­ria que gra­cias a ella logró que lle­ga­ra a cono­ci­mien­to de los lectores.

Emmanuelle Devos y Sandrine Kiberlain

Emma­nue­lle Devos y San­dri­ne Kiberlain

Estruc­tu­ra­do en base a capí­tu­los cuyos nom­bres res­pon­den a tra­vés de per­so­na­jes que apa­re­cen en el rela­to, el mis­mo se ini­cia hacia fina­les de la Segun­da Gue­rra don­de Leduc (Emma­nue­lle Devos), de humil­des recur­sos tra­ta de ganar­se la vida a tra­vés del mer­ca­do negro en la ciu­dad de París don­de el ham­bre se hacía sen­tir. Com­par­tien­do una vivien­da en la cam­pa­ña con el escri­tor Mau­ri­ce Sachs (Oli­vier Py), este hom­bre gay que de nin­gún modo podía satis­fa­cer las ansias afec­ti­vas y sexua­les que per­se­guía Vio­let­te no obs­tan­te logró impul­sar­la para que ella vol­ca­ra su expe­rien­cia y pasio­nes que la ani­ma­ban en la escri­tu­ra. Cuan­do ella sale al cru­ce con un tra­ba­jo escri­to por Beau­voir (San­dri­ne Kiber­lain), logra ubi­car­la y le entre­ga el manus­cri­to de L’Asphyxie, su pri­me­ra nove­la. Ese libro de carác­ter auto­bio­grá­fi­co don­de Vio­let­te vuel­ca con su plu­ma los difí­ci­les años vivi­dos con su madre (Cathe­ri­ne Hie­gel) impre­sio­na viva­men­te a la famo­sa escri­to­ra quien a tra­vés de sus valio­sos con­tac­tos con­si­gue que la edi­to­rial Galli­mard la publi­que den­tro del mar­co de una pres­ti­gio­sa colec­ción coor­di­na­da por Albert Camus. Ese es el comien­zo de una gran amis­tad entre dos muje­res uni­das por el amor a la lite­ra­tu­ra así como por su con­di­ción de novelistas.

Den­tro de un esti­lo de apre­cia­ble sobrie­dad y de con­ten­ción emo­cio­nal, Pro­vost con­si­gue que su rela­to tras­cien­da en nume­ro­sos aspec­tos. En pri­mer lugar ade­más de que­dar muy bien des­crip­ta la psi­co­lo­gía de una inte­li­gen­te auto­ra que se encuen­tra daña­da emo­cio­nal­men­te por una vida caren­te de gra­ti­fi­ca­ción, que­da tam­bién muy bien rese­ña­da la posi­ción asu­mi­da por una nue­va gene­ra­ción de muje­res escri­to­ras de Fran­cia que se ani­man a con­si­de­rar temas que has­ta ese enton­ces no habían sido tra­ta­dos abier­ta­men­te como el abor­to, la sexua­li­dad feme­ni­na y el osa­do tópi­co de la bise­xua­li­dad. No menos impor­tan­te es la for­ma en que el rea­li­za­dor con­tras­ta las per­so­na­li­da­des de Vio­let­te y Simo­ne; así, la fra­gi­li­dad de Leduc, su ines­ta­bi­li­dad, su nece­si­dad de pro­fun­do amor, la devo­ción y atrac­ción sexual que sien­te hacia su ami­ga, difie­ren drás­ti­ca­men­te de la per­so­na­li­dad segu­ra y ama­ble­men­te con­te­ni­da de la escri­to­ra exis­ten­cia­lis­ta quien recha­za las incli­na­cio­nes sexua­les de Leduc.

Otro de los méri­tos del film resi­de en las inter­pre­ta­cio­nes. Devos ofre­ce una logra­da com­po­si­ción resal­tan­do con inte­li­gen­cia los sin­sa­bo­res, angus­tias, las heri­das emo­cio­na­les, la con­ti­nua­da lucha que Leduc debió empren­der para supe­rar la poca con­fian­za que tenía en sí mis­ma, así como la sexua­li­dad des­bor­dan­te de su per­so­na que fue un fac­tor de ins­pi­ra­ción en su labor crea­ti­va. Por su par­te Kim­ber­lain se dis­tin­gue por la jus­te­za en que exal­ta la per­so­na­li­dad femi­nis­ta de Beau­voir. Ade­más de la bre­ve pero estu­pen­da actua­ción de Hie­gel, cola­bo­ran en pape­les de apo­yo Oli­vier Gour­met como un bona­chón bene­fac­tor y Jac­ques Bon­naf­fe como el famo­so autor Jean Genet quien sen­tía pro­fun­do res­pe­to por Leduc.

Men­ción apar­te mere­ce la direc­ción de Pro­vost quien al man­te­ner un fir­me con­trol del rela­to evi­ta su dis­per­sión en deta­lles inne­ce­sa­rios. El film igual­men­te se bene­fi­cia con la nota­ble foto­gra­fía de Yves Cape y los cui­da­do­sos dise­ños de pro­duc­ción de Thierry Fran­co­is recrean­do el perío­do en que se desa­rro­lla esta historia.

Con­clu­sión: Un acer­ta­do retra­to de una atri­bu­la­da escri­to­ra en un rela­to muy bien narra­doJor­ge Gutman

Una Ven­gan­za Poco Convincente

OLD­BOY. Esta­dos Uni­dos, 2013. Un film de Spi­ke Lee

Tra­tan­do de impri­mir­le su visión per­so­nal, el rea­li­za­dor ame­ri­cano Spi­ke Lee abor­dó Old­boy basa­do en el thri­ller psi­co­ló­gi­co de 2004 del direc­tor Park Chan-wook, que en su momen­to alcan­zó el sta­tus de “film de cul­to”. En opor­tu­ni­dad del comen­ta­rio crí­ti­co de ese enton­ces se resal­tó sus exce­len­tes aspec­tos visua­les aun­que resul­ta­ba difí­cil pre­de­cir has­ta qué pun­to la vio­len­cia ofre­ci­da por el rela­to podía ser acep­ta­da por el públi­co masivo. 

La nue­va ver­sión de Lee es esti­lís­ti­ca­men­te infe­rior y ade­más no lle­ga a cobrar alien­to por­que mien­tras el rela­to ori­gi­nal está aso­cia­do al con­tex­to cul­tu­ral coreano, su tras­la­do a los Esta­dos Uni­dos resul­ta for­za­do sin que ten­ga el míni­mo asi­de­ro real.

 Josh Brolin

Josh Brolin

El guión de Mark Pro­to­se­vich pre­sen­ta a su prin­ci­pal per­so­na­je como una per­so­na deci­di­da­men­te anti­pá­ti­ca por lo que resul­ta difí­cil poder con­mi­se­rar­se con su suer­te. Josh Bro­lin ani­ma a Joe Dou­cet­te, un misán­tro­po y alcohó­li­co hom­bre de nego­cios que en 1993, cuan­do comien­za la his­to­ria, es cri­ti­ca­do por su ex mujer al haber olvi­da­do el cum­plea­ños de su hiji­ta de 3 años. Des­pués de una noche de com­ple­ta ebrie­dad des­pier­ta al día siguien­te en una habi­ta­ción de un hotel en deca­den­cia don­de des­cu­bre que ha sido secues­tra­do sin posi­bi­li­dad de esca­par del recin­to; con un apa­ra­to de tele­vi­sor a su alcan­ce se ente­ra de que su ex espo­sa ha sido bru­tal­men­te ase­si­na­da y que él resul­ta el prin­ci­pal sos­pe­cho­so del cri­men. Duran­te su encie­rro es ali­men­ta­do a tra­vés de la comi­da que reci­be a tra­vés de una ven­ta­ni­lla de la puer­ta de la habi­ta­ción; vein­te años trans­cu­rren para Joe quien que­da exas­pe­ra­do por la deses­pe­ra­ción, rabia y frus­tra­ción de no poder rever­tir su con­di­ción de des­gra­cia­do pri­sio­ne­ro. Final­men­te, y cuan­do menos lo espe­ra­ba, es deja­do en liber­tad al emer­ger de un baúl don­de había sido colo­ca­do. Como hom­bre libre y sin cono­cer el moti­vo por el que ha sido libe­ra­do, tra­ta­rá de pro­bar su ino­cen­cia con­tan­do con la ayu­da de una asis­ten­te social (Eli­za­beth Olsen); asi­mis­mo, Joe desea des­cu­brir la razón de su secues­tro, quién ha sido el per­pe­tra­dor y dón­de se encuen­tra su hija adul­ta (Elvy Yost).

A par­tir de ese momen­to y con una irre­pri­mi­ble sed de ven­gan­za Joe se con­vier­te en una bes­tia huma­na capaz de infli­gir los más san­guí­neos actos de vio­len­cia y que por defe­ren­cia al lec­tor es pre­fe­ri­ble no des­cri­bir, excep­to seña­lar que la furia des­ata­da en la pan­ta­lla resul­ta muy des­agra­da­ble de con­tem­plar. Sin embar­go, lo que más per­ju­di­ca al rela­to es la caren­cia de una míni­ma con­sis­ten­cia narra­ti­va y que a medi­da que el metra­je va pro­gre­san­do, esta evi­den­cia se va agra­van­do. Cuan­do hacia el final se lle­ga a des­cu­brir por­qué el cap­tor (Sha­ri­to Copley) actúo con Joe como lo hizo y don­de aflo­ran los secre­tos del pasa­do que impli­can a los dos indi­vi­duos, el guión no hace más que refor­zar la incon­sis­ten­cia de esta depra­va­da y con­vul­sio­na­da his­to­ria nihilista.

Con­clu­sión: Aun­que Lee es indu­da­ble­men­te un rea­li­za­dor que ha impre­sio­na­do gra­ta­men­te con sus pri­me­ros tra­ba­jos, este sór­di­do rema­ke de dis­cu­ti­ble ima­gi­na­ción decep­cio­na con­si­de­ra­ble­men­te y obvia­men­te no agre­ga una nota posi­ti­va a su fil­mo­gra­fíaJor­ge Gutman