Un Buen Thri­ller Romántico

LABOR DAY. Esta­dos Uni­dos, 2013. Un film escri­to y diri­gi­do por Jason Reitman

Basa­do en la nove­la homó­ni­ma de Joi­ce May­nard publi­ca­da en 2009, en su quin­ta pelí­cu­la el rea­li­za­dor Jason Reit­man vuel­ve a ofre­cer con Labor Day una his­to­ria sen­si­ble y emo­ti­va que tie­ne como des­ti­na­ta­rio prin­ci­pal al públi­co feme­nino. Aun­que la pre­mi­sa ini­cial resul­te un poco difí­cil de admi­tir, el rela­to atrae por la for­ma en que los per­so­na­jes están des­crip­tos y la rela­ción diná­mi­ca esta­ble­ci­da entre los mismos.

Kate Winslet y Josh Broslin

Kate Wins­let, Josh Bros­lin y Gattlin Griffith

El film se cen­tra en Henry (Tobey Magui­re), quien como per­so­na adul­ta no pue­de olvi­dar un acon­te­ci­mien­to impor­tan­te ocu­rri­do años atrás que habien­do gra­vi­ta­do en su vida fami­liar que­dó gra­ba­do en su memo­ria; a tra­vés de su rela­to (voz en off) la acción se desa­rro­lla en Mas­sa­chu­setts duran­te el últi­mo fin de sema­na lar­go del verano de 1987, que coin­ci­de con el día de tra­ba­jo de Esta­dos Uni­dos. Allí, como un ado­les­cen­te de 13 años, Henry (Gattlin Grif­fith) vive con su madre divor­cia­da Ade­le (Kate Wins­let); el lazo que une a ambos es sóli­do don­de su pro­ge­ni­to­ra, una mujer depri­men­te y reclui­da, encuen­tra en su hijo la razón de vivir en tan­to que Henry sien­te por ella un gran cari­ño filial exis­tien­do un víncu­lo afec­ti­vo que ate­núa las inse­gu­ri­da­des pro­pias de su edad. La vida ruti­na­ria se alte­ra cuan­do Frank (Josh Bro­lin), un con­vic­to esca­pa­do de la cár­cel que cum­plía una pena de 18 años por haber ase­si­na­do a su mujer, en esta­do ensan­gren­ta­do pide ayu­da a Ade­le y Henry para curar sus heri­das; un poco per­tur­ba­dos a la vez que inti­mi­da­dos, madre e hijo lo lle­van a su hogar y ahí se sien­ten atra­pa­dos como rehe­nes del pró­fu­go. Lo que comien­za como un secues­tro, con el trans­cur­so de las horas y los cua­tro días que le siguen ser­vi­rá para demos­trar que Frank no es pre­ci­sa­men­te un lobo feroz.

Lo que con­tri­bu­ye a real­zar este film es la habi­li­dad de Reit­man para equi­li­brar con jus­te­dad la ten­sión natu­ral crea­da con la pre­sen­cia de un indi­vi­duo bus­ca­do inten­sa­men­te por la poli­cía, y el víncu­lo román­ti­co que se va ges­tan­do entre Ade­le y el pró­fu­go en tan impro­ba­bles cir­cuns­tan­cias. Así, y aun­que resul­te un poco difí­cil de acep­tar la trans­for­ma­ción que se pro­du­ce en Frank, la con­vic­ción que Bro­lin brin­da a su per­so­na­je per­mi­te ver en él de qué modo pue­de gran­jear­se la sim­pa­tía y afec­to de sus for­za­dos anfi­trio­nes al refle­jar su ros­tro humano; eso se mani­fies­ta al demos­trar que es un exce­len­te coci­ne­ro, hábil repa­ra­dor del coche fami­liar, buen adies­tra­dor del mucha­cho en béis­bol, ade­más de cola­bo­rar en las tareas de lava­do y lim­pie­za de la casa como si fue­se un inte­gran­te más del hogar. No menos impor­tan­te es la nota­ble carac­te­ri­za­ción que efec­túa Wins­let de la mujer que fuer­te­men­te afec­ta­da emo­cio­nal­men­te por un epi­so­dio del pasa­do que con­du­jo a la rup­tu­ra de su matri­mo­nio deján­do­la suma­men­te frá­gil, vuel­ve a sen­tir­se mujer fren­te a la atrac­ción des­per­ta­da por Frank. Pero la ver­da­de­ra reve­la­ción es Grif­fith quien trans­mi­te gran extra­or­di­na­ria sen­si­bi­li­dad en la ambi­va­len­cia que expe­ri­men­ta su per­so­na­je como el hijo que sin­tien­do un víncu­lo amis­to­so hacia el visi­tan­te, al pro­pio tiem­po no pue­de evi­tar el temor de que su madre pudie­ra reem­pla­zar­lo por Frank.

Es méri­to del rea­li­za­dor que con un mate­rial que fácil­men­te podría pres­tar­se a la cur­si­le­ría pla­ga­da de dis­tor­sio­na­do sen­ti­men­ta­lis­mo, logra en cam­bio un film refi­na­do y sutil reafir­man­do los valo­res fami­lia­res a tra­vés del genuino amor exis­ten­te entre los per­so­na­jes de esta historia.

Con­clu­sión: Una his­to­ria sen­ci­lla y huma­na muy bien rea­li­za­da don­de el públi­co pue­de fácil­men­te iden­ti­fi­car­se.  Jor­ge Gutman