La Tec­no­lo­gía Apli­ca­da al Arte

TIM’S VER­MEER. Esta­dos Uni­dos, 2013. Un film de Ray­mond Joseph Teller

Tim Jenison

Tim Jenison

Aun­que arte y tec­no­lo­gía son dos rubros que gene­ral­men­te no se com­bi­nan sino que más bien se exclu­yen, este fas­ci­nan­te docu­men­tal de Teller pare­ce des­men­tir esa creen­cia, a juz­gar por el extra­or­di­na­rio tra­ba­jo empren­di­do por Tim Jenison.

Este inge­nie­ro en compu­tación que posee un exce­len­te domi­nio en el cam­po de los efec­tos visua­les, es due­ño de la empre­sa New­Tek ubi­ca­da en San Anto­nio, Texas, espe­cia­li­za­da en téc­ni­cas digi­ta­les de video. Habien­do con­tem­pla­do la obra del famo­so pin­tor holan­dés Johan­nes Ver­meer (1632 – 1675) deci­dió embar­car­se en un pro­yec­to que ade­más de obse­sio­nar­lo le insu­mió 1825 días de tra­ba­jo des­de su con­cep­ción has­ta su con­clu­sión. Sin un cono­ci­mien­to espe­cia­li­za­do de pin­tu­ra, Jeni­son se pro­pu­so ela­bo­rar una répli­ca de La Lec­ción de Músi­ca (De musie­kles), que cons­ti­tu­ye una de las crea­cio­nes más impor­tan­tes del famo­so pin­tor holan­dés con­ce­bi­da en 1660; este cua­dro mues­tra una joven tocan­do en un cla­vi­cor­dio mien­tras reci­be de su pro­fe­sor una cla­se de música.

En el docu­men­tal narra­do por Penn Jillet­te, el inge­nie­ro que­dó impre­sio­na­do por el rea­lis­mo foto­grá­fi­co del óleo de Ver­meer así como de muchas obras por él rea­li­za­das un siglo y medio antes de que la foto­gra­fía fue­se inven­ta­da; de allí que par­tió de la hipó­te­sis de que el pin­tor uti­li­zó una cáma­ra oscu­ra para su tra­ba­jo, un pro­ce­di­mien­to ópti­co que con­sis­te en pro­yec­tar una ima­gen sobre una pan­ta­lla; de este modo y valién­do­se ade­más de espe­jos y len­tes Jeni­son sos­tie­ne que Ver­meer copió las imá­ge­nes refle­ja­das. En otras pala­bras, median­te esas ayu­das ópti­cas, él está con­ven­ci­do de que Ver­meer pudo lograr los mara­vi­llo­sos efec­tos de lumi­no­si­dad, las dife­ren­tes tona­li­da­des de colo­res así como minúscu­los deta­lles de apre­cia­ción que el ojo humano no está en con­di­cio­nes nor­ma­les de detectar.

Basa­do en tal pre­sun­ción que por otra par­te ya había sido con­si­de­ra­da por dos libros publi­ca­dos en 2001, uno del artis­ta bri­tá­ni­co David Hock­ney y el otro del pro­fe­sor bri­tá­ni­co Phi­lip Stead­man sobre el uso de las téc­ni­cas emplea­das por Ver­meer, Jeni­son se pro­po­ne obte­ner una repro­duc­ción de la obra men­cio­na­da uti­li­zan­do la mis­ma tec­no­lo­gía que supues­ta­men­te empleó el pin­tor. Para ello rea­li­za un minu­cio­so tra­ba­jo de inves­ti­ga­ción que lo lle­va a Delft en Holan­da –hogar natal de Ver­meer- así como a Gran Bre­ta­ña a fin de entre­vis­tar­se y con­ver­sar sobre el tema con Hock­ney y Stead­man. Como La Lec­ción de Músi­ca se encuen­tra en el Pala­cio de Buc­kingham y  no está dis­po­ni­ble para el públi­co, Jeni­son obtu­vo auto­ri­za­ción de la Rei­na Eli­za­beth II para que pudie­ra exa­mi­nar el cua­dro con la con­di­ción de no tomar foto algu­na y per­ma­ne­cer obser­ván­do­lo sola­men­te por 30 minutos.

Lo que que­da cla­ro del tra­ba­jo de Jeni­son es que su inte­rés no radi­có en copiar un cua­dro sino en tra­tar de pin­tar­lo tal cual lo efec­tuó Ver­meer para demos­trar que su hipó­te­sis no resul­tó des­acer­ta­da. Tenien­do en cuen­ta la per­fec­ción de la repro­duc­ción obte­ni­da podría lle­gar­se a la con­clu­sión de que este indi­vi­duo pue­de ser con­si­de­ra­do un artis­ta del mis­mo modo que Ver­meer. Dicho de otro modo, si Jeni­son es un neó­fi­to de la pin­tu­ra y apli­có una tec­no­lo­gía espe­cial para lograr su obje­ti­vo como cree haber sido efec­tua­da por el pin­tor holan­dés, aquí se plan­tea una pre­gun­ta de difí­cil res­pues­ta, como ser: ¿Es Jeni­son un artis­ta o en cam­bio es un inge­nie­ro dota­do de un gran cono­ci­mien­to tec­no­ló­gi­co por el cual pudo lle­gar a con­cre­tar lo que se pro­pu­so? De acuer­do a la apre­cia­ción de quien fir­ma este comen­ta­rio, pue­de afir­mar­se que en este caso el arte no se con­tra­po­ne con la tec­no­lo­gía, tal cómo se ha mani­fes­ta­do al comien­zo de esta crónica.

Con­clu­sión: Para quie­nes aman la pin­tu­ra y quie­ran inte­rio­ri­zar­se de deta­lles común­men­te no expues­tos al públi­co corrien­te, Teller ofre­ce un docu­men­tal que ade­más de intri­gar posee un gran valor artís­ti­coJor­ge Gutman