Una Nue­va Crea­ción de Stijn Celis

LA NUIT TRANS­FI­GU­RÉE 

Con­clu­yen­do la tem­po­ra­da 2013 – 2014 la com­pa­ñía de Les Grands Ballets Cana­diens de Mon­treal (LGBC) pre­sen­ta­rá La Noche Trans­fi­gu­ra­da, la últi­ma crea­ción de Stijn Celis

Nuit Transfigurée

Este gran coreó­gra­fo y esce­nó­gra­fo bel­ga es hoy día con­si­de­ra­do como uno de los más impor­tan­tes artis­tas de la dan­za con­tem­po­rá­nea, cuyo talen­to crea­ti­vo había sido demos­tra­do des­de sus pri­me­ras incur­sio­nes como bai­la­rín en 1991 en oca­sión de un taller coreo­grá­fi­co del Grand Théâ­tre de Gine­bra, en ese enton­ces bajo la direc­ción de Gra­di­mir Pan­kov. Des­pués ven­drían otros logros con moti­vo de su par­ti­ci­pa­ción en el Ballet Real de Flan­des, el Ballet de Zurich, el Ballet de Cull­berg y otros con­jun­tos pres­ti­gio­sos de dan­za de Europa. 

Celis ha tra­ba­ja­do como esce­nó­gra­fo para Didy Veld­man y ha sido asis­ten­te de Jan Verz­wey­veld en varias pro­duc­cio­nes de ópe­ra y tea­tro. Des­de 1997 se con­sa­gra exclu­si­va­men­te a la coreo­gra­fía y esce­no­gra­fía, habien­do crea­do obras para el Ballet Gul­ben­kian, el Ballet de Mayen­ce, el Ballet de Nurem­berg, el Ballet de Ber­na, I.T. Dan­sa Bar­ce­lo­na y el Ballet de Islan­dia entre otros. En 2001 obtu­vo la dis­tin­ción de “coreó­gra­fo joven más sobre­sa­lien­te” en el anua­rio del Ballet Internacional. 

La vin­cu­la­ción del artis­ta con LGBC se remon­ta a 2001 cuan­do la com­pa­ñía le enco­men­dó Noces, una crí­ti­ca deli­ran­te sobre los rit­mos del casa­mien­to, con musi­ca de Stra­vinsky. En 2003 vuel­ve a cola­bo­rar en Celle qui, dit-on, aurait per­du sa chaus­su­re (Cen­dri­llon) y aho­ra vuel­ve a hacer­lo por ter­ce­ra vez con la crea­ción de La Nuit Transfigurée.

Este ballet con­tem­po­rá­neo está basa­do en un poe­ma escri­to por Richard Deh­mel en 1896 y en la inno­va­do­ra com­po­si­ción musi­cal La Nuit Trans­fi­gu­rée de Arnold Schoen­berg com­pues­ta en 1899. La obra está divi­di­da en dos par­tes, La Mira­da de Orfeo y Noche Trans­fi­gu­ra­da, pro­por­cio­nan­do con pro­fun­da emo­ción la pasión huma­na y el per­dón, el esla­bón fal­tan­te entre el amor míti­co y el corriente

En la Mira­da de Orfeo, que se ins­pi­ra en el mito de Orfeo y Eurí­di­ce, Orfeo es un dota­do músi­co que se casa con la nin­fa Eurí­di­ce. En el día de la boda, ella pere­ce en for­ma bru­tal. Devas­ta­do por la trá­gi­ca des­apa­ri­ción de su espo­sa, el angus­tia­do Orfeo se diri­ge al Infierno para con­ven­cer a Hades, la Dio­sa del sub­mun­do, que le res­ti­tu­ya a su amada.

En la segun­da par­te que da títu­lo al ballet, se obser­va a a una mujer y un hom­bre pasean­do en un bos­que oscu­ro. Ella le reve­la a su nue­vo aman­te que se encuen­tra emba­ra­za­da de otro hom­bre y cada movi­mien­to que sigue a este anun­cio con­tri­bu­ye a la trans­fi­gu­ra­ción y a la radian­te fusión que se esta­ble­ce entre estos dos (¡tres!) dife­ren­tes seres. He ahí la com­bi­na­ción de lo míti­co y lo real que Celis ilus­tra con su gran talen­to e imaginación.

El acom­pa­ña­mien­to musi­cal está a car­go de la Orches­tre des Grands Ballets, bajo la direc­ción de Flo­rian Zie­me e inclu­ye temas de los com­po­si­to­res Anton Webern, Ale­xan­der Zem­linsky, Johan Strauss, Gus­tav Mah­ler y Arnold Schoenberg. 

La pri­mi­cia mun­dial de La Nuit Trans­fi­gu­rée ten­drá lugar el jue­ves 15 de mayo (20h) en el Tea­tro Mai­son­neu­ve, habien­do repre­sen­ta­cio­nes adi­cio­na­les, los días 16 y 17 de mayo (20h), así como los días 22, 23 y 24 de mayo (20h). (www.grandsballets.com)

Dos Films Basa­dos en una Tri­lo­gía Marsellesa

MARIUS. FANNY. Fran­cia, 2013. Direc­ción: Daniel Auteuil. Dis­tri­bu­ción. Métro­po­le (2014) 

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

El actor fran­cés Daniel Auteuil ha demos­tra­do sen­tir­se atraí­do por el dra­ma­tur­go Mar­cel Pag­nol y es así que des­pués de haber inter­pre­ta­do Jean de Flo­ret­te y Manon de Sour­ce basa­do en sus obras, hace 3 años deci­dió diri­gir su pri­me­ra pelí­cu­la con La fille du pui­sa­tier, otra de sus nove­las. Aho­ra vuel­ve a con­si­de­rar­lo como rea­li­za­dor e intér­pre­te abor­dan­do las dos pri­me­ras obras de su famo­sa tri­lo­gía mar­se­lle­sa inte­gra­da por Marius, Fanny y Cesar, que ya habían sido tras­la­da­dos al cine duran­te la déca­da del 30 y que en ese enton­ces logra­ron un gran éxi­to tan­to del públi­co como de la crítica. 

Victoire Belezy y Raphaël Personnaz en MARIUS

Vic­toi­re Belezy y Raphaël Per­son­naz en MARIUS

Antes que nada diga­mos que aun­que Marius y Fanny hayan sido estre­na­das como dos pelí­cu­las inde­pen­dien­tes, la segun­da no es una secue­la de la pri­me­ra sino su con­ti­nua­ción natu­ral. Hecha esta acla­ra­ción, cabe seña­lar que la his­to­ria se desa­rro­lla en Mar­se­lla don­de el joven Marius (Raphaël Per­son­naz), es un indi­vi­duo soña­dor cuya pasión hacia el mar lo hace desear poder unir­se a algu­nos de los bar­cos mer­can­tes que mero­dean por el puer­to para así lle­gar a cono­cer el mun­do; mien­tras tan­to tra­ba­ja en el café de su padre César (Daniel Auteuil) y no muy lejos de allí se encuen­tra la bella Fanny (Vic­toi­re Belezy), una ven­de­do­ra de maris­cos, que es su ami­ga de infan­cia. Posi­ble­men­te por una incons­cien­te timi­dez de ambos, nin­guno de los dos lle­gó a con­fe­sar la atrac­ción amo­ro­sa que sien­te el uno por el otro. Cuan­do en un momen­to dado Fanny res­pon­de a los flir­teos de Panis­se (Jean Pie­rre Darrous­sin) un madu­ro sol­te­ro de bue­na posi­ción eco­nó­mi­ca que la pre­ten­de, el celo­so Marius le decla­ra su amor. Ena­mo­ra­dos y feli­ces, todo está pre­pa­ra­do para una boda inmi­nen­te, pero cuan­do Fanny se da cuen­ta que la atrac­ción de su ama­do hacia el mar es muy gran­de, ella sacri­fi­ca su feli­ci­dad esti­mu­lán­do­lo a par­tir en un lar­go via­je. Mien­tras que en esta pri­me­ra par­te el film enfo­ca a Marius, la segun­da par­te con­sa­gra­da a Fanny comien­za cuan­do ella des­cu­bre que está emba­ra­za­da; de común acuer­do con César y urgi­da por su madre (Marie-Anne Cha­zel) acep­ta final­men­te casar­se con Panis­se; el noble hom­bre ade­más de reco­no­cer al hijo que está en ges­ta­ción dán­do­le su ape­lli­do se com­pro­me­te a edu­car­lo como si bio­ló­gi­ca­men­te se tra­ta­ra del suyo. Des­pués del naci­mien­to de su hijo, la his­to­ria adop­ta un cariz ines­pe­ra­do cuan­do se pro­du­ce el regre­so de Marius quien deci­de ins­ta­lar­se nue­va­men­te en la ciu­dad para recon­quis­tar a Fanny y a su hijo.

Victoire Belezy y Jean Pierre Darroussin en FANNY

Vic­toi­re Belezy y Jean Pie­rre Darrous­sin en FANNY

Es posi­ble que la his­to­ria de Marius y Fanny según los pará­me­tros de las cos­tum­bres y valo­res de la socie­dad actual resul­te para cier­to públi­co añe­ja o demo­dé. Pero lo cier­to es que todas las obras fil­ma­das de Pag­nol, y en este caso los dos fil­mes comen­ta­dos no son excep­cio­nes, tra­sun­ta gran huma­ni­dad. Si hay algo que obje­tar de Auteuil como rea­li­za­dor es que res­pe­tan­do a pie jun­ti­llas el tex­to de su autor, no logra des­po­jar­lo de su estruc­tu­ra tea­tral; con todo la sóli­da actua­ción del elen­co hace que este román­ti­co dra­ma de modes­tas ambi­cio­nes resul­te agra­da­ble de con­tem­plar por la sen­ci­llez, ter­nu­ra y sim­pa­tía que exuda. 

Ambos DVDs están edi­ta­dos en su ver­sión ori­gi­nal fran­ce­sa con sub­tí­tu­los opta­ti­vos en inglés.

La Seño­ri­ta Julie

MIES JULIE. Autor y Direc­ción: Yael Far­ber. — Elen­co: Bon­gi­le Man­tsai, Hil­da Cron­je, Zole­ka Hele­si — Deco­ra­dos e Ilu­mi­na­ción: Patrick Cur­tis – Músi­ca: Daniel y Matthew Pen­ce — Dura­ción: 95 minu­tos (sin entre­ac­to) — Repre­sen­ta­cio­nes: has­ta el 3 de mayo de 2014 en la Cin­quiè­me Salle de la Pla­ce des Arts

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Esta pro­duc­ción del Bax­ter Thea­tre Cen­tre de la Uni­ver­si­dad de Cape Town, diri­gi­da y escri­ta por Yael Far­ber, está basa­da en la pie­za Miss Julie del acla­ma­do autor sue­co August Strind­berg que fue escri­ta en 1888, refle­jan­do en for­ma rea­lis­ta la lucha de cla­ses, la humi­lla­ción, el amor y la luju­ria a tra­vés de la bata­lla de los sexos.

Bongile Mantsai e Hilda Cronje

Bon­gi­le Man­tsai e Hil­da Cronje

Si bien el tex­to ori­gi­nal de Strind­berg trans­cu­rre en la noche de San Juan de 1874 en el esta­do de Count de Sue­cia den­tro del mar­co de una socie­dad estra­ti­fi­ca­da, la dra­ma­tur­ga optó por tras­la­dar la acción a 2012 en Karoo, una región semi­de­sér­ti­ca de Sudá­fri­ca. Com­pro­me­ti­da con brin­dar un tea­tro polí­ti­co que tras­cien­da y sacu­da a la audien­cia, Far­ber logra amplia­men­te su pro­pó­si­to al demos­trar que aun­que el apartheid afor­tu­na­da­men­te ya no exis­te más, con todo el lega­do del gran Man­de­la no ha podi­do eli­mi­nar aún la des­igual­dad social exis­ten­te don­de la mino­ría blan­ca que sigue man­te­nien­do el poder eco­nó­mi­co; de allí que el espí­ri­tu de recon­ci­lia­ción que emer­gió en las recien­tes déca­das se con­tra­po­ne con la res­ti­tu­ción de las tie­rras a la mayo­ría negra que aún que­da pen­dien­te de resol­ver y en don­de las injus­ti­cias aún prevalecen.

La his­to­ria de Strind­berg escri­ta nue­va­men­te por Far­ber transucu­rre duran­te las fes­ti­vi­da­des del “Free­dom Day” –el día en que el apartheid que­dó derogado‑, en la coci­na de la ser­vi­dum­bre. Allí se encuen­tra John (Bon­gi­le Man­tsai), un tra­ba­ja­dor negro, y su madre Chris­ti­ne (Zole­ka Hele­si) que se desem­pe­ña como domés­ti­ca para el due­ño de la man­sión, un rico terra­te­nien­te blan­co. Ahí lle­ga la joven y vir­gi­nal Julie (Hil­da Cron­je), la hija del patrón, quien dis­pues­ta a apar­tar­se de las con­ven­cio­nes de su medio social se dis­po­ne a sedu­cir al muscu­loso John; a pesar de la resis­ten­cia que éste le opo­ne dado que es lúci­do y cons­cien­te de la cla­se social a la cual per­te­ne­ce, Julie logra com­ple­tar su jue­go amo­ro­so pdien­do ven­cer su resis­ten­cia. La ten­sión sexual que pre­va­le­ce en toda esta arti­cu­la­da coreo­gra­fía de la seduc­ción, con­du­ce a un due­lo car­nal entre dos seres de razas dife­ren­tes don­de la pasión ardien­te alcan­za un nivel de sexua­li­dad ani­mal inusitado.

El bre­ve repar­to de esta obra es nada menos que mara­vi­llo­so. Man­tsai, brin­da una fuer­za inusi­ta­da a su rol del mis­mo modo que Cron­je en el papel titu­lar; ambos acto­res trans­mi­ten la eró­ti­ca inten­si­dad que ani­ma a sus per­so­na­jes a tra­vés de los diá­lo­gos que man­tie­nen y sus remar­ca­bles expre­sio­nes ges­tua­les y cor­po­ra­les. Con todo, el méri­to mayor del bri­llan­te espec­tácu­lo per­te­ne­ce a Far­ber quien en su doble con­di­ción de direc­to­ra y guio­nis­ta ha logra­do crear un dra­ma que reper­cu­te hon­da­men­te por su con­te­ni­do social y polí­ti­co; de allí que no resul­te extra­ño la gran reper­cu­sión inter­na­cio­nal que ha obte­ni­do gra­cias a la exce­len­te adap­ta­ción rea­li­za­da y a la inob­je­ta­ble pues­ta escé­ni­ca de la obra. Un deta­lle impor­tan­te que con­tri­bu­ye a crear una atmós­fe­ra espe­cial al desa­rro­llo del rela­to es la músi­ca Xho­sa eje­cu­ta­da con ins­tru­men­tos regio­na­les, con una ban­da sono­ra de natu­ra­le­za ago­re­ra con­ce­bi­da por los com­po­si­to­res Daniel y Matthew Pen­cer; igual­men­te posi­ti­va es la par­ti­ci­pa­ción del can­tan­te Than­di­we Nofirst Lungisa.

Con­clu­sión: La explo­ra­ción de una rela­ción inter­ra­cial que pue­da eli­mi­nar las barre­ras socia­les en la Sudá­fri­ca de la era actual, alcan­za nota­ble gran­de­za dra­má­ti­ca en la inte­li­gen­te visión de Yael Far­ber.

Los Vam­pi­ros Tam­bién Aman

ONLY LOVERS LEFT ALI­VE. Gran Bre­ta­ña-Ale­ma­nia, 2013. Un film escri­to y diri­gi­do por Jim Jarmush

Inter­nán­do­se en un terreno inusual, Jim Jar­mush ofre­ce un rela­to román­ti­co de una atí­pi­ca pare­ja de vam­pi­ros huma­nos. El rea­li­za­dor, que por pri­me­ra vez fil­ma una pelí­cu­la en for­ma digi­tal, insu­fla a su rela­to con músi­ca y cier­to con­te­ni­do poé­ti­co, aun­que sin dejar de lado los cli­chés pro­pios del género.

Tilda Swinton y Tom Hiddleston

Til­da Swin­ton y Tom Hiddleston

Los aman­tes sobre­vi­vien­tes que dan títu­lo al film son dos vam­pi­ros que viven en dife­ren­tes luga­res del pla­ne­ta pero que a pesar del espa­cio geo­grá­fi­co que los sepa­ra el amor per­ma­ne­ce intac­to entre ellos. Adam (Tom Hidd­les­ton) es un músi­co roc­ke­ro en esta­do depre­si­vo y sin gran moti­va­ción que resi­de en una góti­ca casa de la decaí­da ciu­dad de Detroit; este suje­to pare­ce evi­den­ciar cier­to can­san­cio por una inmor­ta­li­dad no del todo desea­da des­pués de haber vivi­do lar­ga­men­te duran­te varios siglos. Com­ple­ta­men­te retraí­do del mun­do exte­rior por des­pre­ciar a la socie­dad en que vive, su con­tac­to con huma­nos lo rea­li­za a tra­vés de dos per­so­nas; una de ellas es el Dr. Watson (Jef­frey Wright) quien le sumi­nis­tra la san­gre obte­ni­da del hos­pi­tal local don­de tra­ba­ja, de modo que Adam no nece­si­ta ata­car a la gen­te para poder ali­men­tar­se; el otro humano es Ian (Anton Yel­chin), un músi­co cole­ga que le pro­vee gui­ta­rras y/o balas en el caso que opte sui­ci­dar­se. Eve (Til­da Swin­ton), la espo­sa de Adam, habi­ta en Tán­ger y res­pon­de a un carác­ter total­men­te opues­to al suyo por cuan­to dis­fru­ta ple­na­men­te de su exis­ten­cia y sus incli­na­cio­nes inte­lec­tua­les le per­mi­ten gozar en las con­ver­sa­cio­nes lite­ra­rias man­te­ni­das con el cen­te­na­rio poe­ta vam­pi­ro Chris­topher Mar­lo­we (John Hurt) quien pare­ce haber sido el autor de las obras de Shakespeare.

El reen­cuen­tro del matri­mo­nio se pro­du­ce cuan­do Eve en una con­ver­sa­ción de video que man­tie­ne con su mari­do lo nota des­es­pe­ran­za­do; es así que ella vue­la de inme­dia­to a Detroit para tra­tar de esti­mu­lar­lo sobre las cosas lin­das que la vida pue­de seguir ofre­cién­do­les a pesar de estar rodea­dos de zom­bies, tal como ellos deno­mi­nan a los huma­nos a quie­nes cali­fi­can de estú­pi­dos. El román­ti­co encuen­tro de estas dos almas geme­las se ve alte­ra­do con la lle­ga­da ines­pe­ra­da de Ada (Mia Wasi­kows­ka), la rebel­de e iras­ci­ble her­ma­na menor de Eve, quien per­tur­ba la inti­mi­dad de los ena­mo­ra­dos. Si bien el tono de come­dia melan­có­li­ca está bien logra­do, la últi­ma par­te del rela­to con su dra­má­ti­co des­en­la­ce resul­ta deslucida.

Argu­men­tal­men­te, la his­to­ria es rela­ti­va­men­te ende­ble y lán­gui­da sin que pase mucho en su desa­rro­llo como para sus­ci­tar intri­ga o gran emo­ción; sin embar­go lo que tras­cien­de en este film es la bue­na inter­pre­ta­ción cen­tral de Hidd­les­to­ne y Swin­ton quie­nes den­tro de las carac­te­rís­ti­cas espe­cia­les impues­tas por el rela­to trans­mi­ten ade­cua­da­men­te los sen­ti­mien­tos que ani­man a sus per­so­na­jes. Con­tras­tan­do el nihi­lis­mo de Adam con la lumi­no­si­dad de Eve, ambos intér­pre­tes dotan a sus per­so­na­jes una apre­cia­ble melan­co­lía. Ade­más de un humor iró­ni­co ‑carac­te­rís­ti­co de las pelí­cu­las de Jar­mush- el film se nutre de refe­ren­cias rela­cio­na­das con la cien­cia, lite­ra­tu­ra, dan­za y otras ramas de la cul­tu­ra que se aco­plan ade­cua­da­men­te al mismo.

Visual­men­te ele­gan­te, la foto­gra­fía de Yorick le Saux crea la atmós­fe­ra nece­sa­ria fun­cio­nal a la tra­ma don­de, entre otros ele­men­tos, que­da resal­ta­da la deso­la­da visión noc­tur­na de Detroit. Final­men­te Jar­mush, que antes que cineas­ta fue músi­co, otor­ga espe­cial aten­ción a la ban­da sono­ra, sobre todo por­que la músi­ca jue­ga en este film un rol impor­tan­te; para ello con­tó con la par­ti­ci­pa­ción de Jozef van Wis­sem y Sqürl, inclu­yen­do tan­to músi­ca clá­si­ca como así tam­bién melo­días de carác­ter popu­lar mati­za­da por las can­cio­nes de Wan­da Jack­son, Deni­se la Salle o bien la ofre­ci­da por la exce­len­te can­tan­te liba­ne­sa Yas­mi­ne Hamdam.

Con­clu­sión: Una enso­ña­do­ra his­to­ria de vam­pi­ros un tan­to des­ni­ve­la­da que con­for­ma­rá a los ciné­fi­los adic­tos al cine de Jar­mush.  Jor­ge Gutman

Tris­tes Secue­las de la Guerra

THE RAIL­WAY MAN. Aus­tra­lia-Gran Bre­ta­ña, 2013. Un film de Jonathan Teplitzky 

El tema de la Segun­da Gue­rra Mun­dial ya vis­to en innu­me­ra­bles pelí­cu­las es con­si­de­ra­do nue­va­men­te en The Rail­way Man toman­do como refe­ren­cia el dra­ma real vivi­do por Eric Lomax como inte­gran­te de las fuer­zas arma­das bri­tá­ni­cas en el con­ti­nen­te asiá­ti­co duran­te ese dra­má­ti­co perío­do. El rea­li­za­dor Jonathan Teplitzky se ins­pi­ró en dichos acon­te­ci­mien­tos narran­do una his­to­ria de per­dón y recon­ci­lia­ción en un rela­to que aun­que bien inten­cio­na­do nun­ca logra cun­dir emo­cio­nal­men­te como debiera.

 Colin Firth y Nicole Kidman

Colin Firth y Nico­le Kidman

El rea­li­za­dor se basó en el libro auto­bio­grá­fi­co que Lomax publi­có en 1995 y que adap­ta­do por los guio­nis­tas Frank Cot­trell Boy­ce y Andy Pater­son comien­za en 1983 cuan­do Eric (Colin Firth) se encuen­tra via­jan­do en un tren esco­cés y cono­ce a la boni­ta Pat­ti (Nico­le Kid­man); de inme­dia­to que­da esta­ble­ci­da una sim­pa­tía recí­pro­ca que con­du­ce al roman­ce y pos­te­rior casa­mien­to. Poco tiem­po des­pués de la boda, y sin que nada lo pre­sa­gia­ra, Lomax demues­tra sig­nos del pro­fun­do trau­ma que lo embar­ga a tra­vés de dra­má­ti­cas pesa­di­llas que le revi­ven el dra­ma vivi­do duran­te el con­flic­to béli­co cuan­do en 1942 es apre­sa­do en Sin­ga­pur como pri­sio­ne­ro de gue­rra por par­te del ejér­ci­to japo­nés. De esta mane­ra, el comien­zo román­ti­co del rela­to cede lugar a una his­to­ria de horren­das alu­ci­na­cio­nes sufri­das por Eric quien explí­ci­ta­men­te se nie­ga a hablar sobre el tema con su espo­sa. Pat­ti, en su inten­to de ayu­dar­lo, recu­rre a Fin­lay (Ste­llan Skars­gard), un ami­go de Eric que corrió su mis­ma suer­te, quien le hace saber lo que real­men­te acon­te­ció duran­te el cau­ti­ve­rio de su esposo. 

A tra­vés de flash­backs que­dan refle­ja­dos el vía cru­cis de Lomax (inter­pre­ta­do de joven por Jeremy Irvi­ne) quien como exper­to en tre­nes fue for­za­do a tra­ba­jar en Tai­lan­dia en la cons­truc­ción de la línea ferro­via­ria que uni­ría a ese país con Bir­ma­nia; como con­se­cuen­cia de haber fabri­ca­do una secre­ta radio recep­to­ra de infor­ma­ción, Lomax es some­ti­do a las más exe­cra­bles tor­tu­ras por par­te de Naga­se (Tan­roh Ishi­da), un joven ofi­cial nipón. Esa dolo­ro­sa expe­rien­cia mar­ca el futu­ro de su exis­ten­cia al tener que con­vi­vir en for­ma trau­má­ti­ca con los fan­tas­mas del pasa­do. Lo sor­pren­den­te es que al fina­li­zar la gue­rra el cri­mi­nal logra esca­par sin ser cas­ti­ga­do y vol­vien­do al pre­sen­te se lo ve a Naga­se (aho­ra inter­pre­ta­do por Hiro­yu­ki Sana­da) tra­ba­jan­do como guía turís­ti­co en los mis­mos cam­pos don­de los pri­sio­ne­ros estu­vie­ron inter­na­dos y tor­tu­ra­dos. Cuan­do Lomax lle­ga a ubi­car­lo y lo con­fron­ta con el pro­pó­si­to de ven­gar­se por haber­le arrui­na­do la vida, sur­ge enton­ces una acti­tud de increí­ble gene­ro­si­dad de su par­te per­do­nan­do a ese sádi­co inhumano. 

Si bien lo que el film quie­re refle­jar es la con­duc­ta de un indi­vi­duo sufri­do que a tra­vés de un acto de catar­sis tra­ta de expul­sar defi­ni­ti­va­men­te los demo­nios que lo ago­bian, la narra­ción de Teplitzky impi­de com­pren­der el com­por­ta­mien­to psi­co­ló­gi­co de quien fue espan­to­sa­men­te tra­ta­do. Pero lo más obje­ta­ble del rela­to es que no crea el cli­ma nece­sa­rio como para que el espec­ta­dor pue­da acep­tar con con­vic­ción el lazo de comu­ni­ca­ción que se enta­bla entre la víc­ti­ma y su anti­guo ver­du­go, a pesar de tra­tar­se de una his­to­ria verí­di­ca. Aun­que el film reúne todos los ele­men­tos como para desa­rro­llar un rela­to poten­te capaz de emo­cio­nar, la errá­ti­ca direc­ción impi­de que adquie­ra la fuer­za nece­sa­ria para que uno se invo­lu­cre de lleno en lo que está suce­dien­do, a pesar de la efec­ti­vi­dad de Firth así como de Irvi­ne en la carac­te­ri­za­ción de Lomax. La par­ti­ci­pa­ción de Kid­man es secun­da­ria y la rela­ción de su per­so­na­je con el de su mari­do no alcan­za a tener espe­cial relevancia. 

Con­clu­sión: Una tris­te his­to­ria que aun­que ver­da­de­ra care­ce de la fuer­za nece­sa­ria para lle­gar a con­mo­ver.  Jor­ge Gutman