BETHLEHEM. Israel-Bélgica-Alemania, 2013. Un film de Yuval Adler
A escasas semanas del estreno del film Omar, se da a conocer Bethlehem cuyo tema similar resulta sorprendente al indagar una vez más en el conflicto árabe-israelí y resaltar el mecanismo utilizado por Shin Beth –el organismo de seguridad de Israel- en recurrir a informantes de origen palestino para prevenir la acción de militantes árabes quienes tratan de reivindicar sus derechos actuando como bombarderos suicidas en Israel.
Si bien ambos filmes arriban a un mismo desenlace, el énfasis es diferente. Mientras que en Omar el acento está puesto en la acción de los llamados libres luchadores palestinos tendientes a lograr la recuperación de los territorios ocupados, en el caso de este film se destaca el esfuerzo desplegado por las fuerzas israelíes para impedir que la acción de los mártires suicidas diezme la vida de inocentes personas.
A pesar de las diferentes posiciones adoptadas en estos dos filmes, cabe señalar que el guión es el resultado de una colaboración conjunta del realizador israelí y del periodista musulmán palestino Ali Waked quien pasó muchos años viviendo en los territorios ocupados. Además ambos tuvieron oportunidad de efectuar una exhaustiva investigación entrevistando tanto a los oficiales de Shin Bet como a militantes palestinos provenientes de Hamas y su brazo armado representado por las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, todo ello para tratar de que la historia relatada pudiera mantener un delicado equilibrio de la diferente visión y perspectiva de las partes en pugna involucradas.
El protagonista es Sanfur (Shadi Mar’i) un adolescente palestino que viviendo en la zona ocupada mantiene desde largo tiempo una buena relación con Razi (Tsahi Halevy), un agente de inteligencia del Shin Bet. De algún modo el comportamiento de este último con Sanfur adquiere las características de un padre que se preocupa por su hijo aunque evidentemente trata de usarlo para que le suministre en su carácter de informante detalles de las actividades del grupo armado de Hamas que está liderado por su propio hermano Ibrahim (Hisham Sullman) de quien se sospecha estar a punto de desencadenar un acto terrorista dentro de Israel.
La situación planteada origina un conflicto de lealtades para Sanfur frente a la doble vida que le cabe llevar; este cuadro se agrava cuando se produce una tragedia familiar que lo ubica en una posición insostenible donde tanto por el lado israelí como del palestino se siente abusado emocionalmente. Paralelamente a estos hechos, al igual de lo que acontecía en Omar, el guión no escatima en exponer algunos aspectos relativos a las divisiones existentes en el movimiento palestino, lo que motiva a reflexionar sobre la legitimidad política de las diferentes facciones que lo integran.
Frente al tema urticante considerado es muy difícil que exista consenso en el público que vea este film porque todo depende del punto de vista de cada espectador sobre su apreciación de este eterno conflicto. Desde el punto estrictamente cinematográfico, aunque el relato no pueda considerarse original o innovador en la materia, esta ópera prima de Adler está bien realizada, mantiene un ritmo fluido y además brinda un moderado suspenso para conocer cuál será la actitud final que Sanfur adoptará.
A pesar de un elenco integrado por actores no profesionales, la naturalidad en que se desempeñan provee autenticidad al drama expuesto.
Conclusión: El conflicto árabe israelí ilustrado nuevamente en un relato desesperanzador. Jorge Gutman