Momen­tos de Vida

BOYHOOD. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por Richard Linklater

De tan­to en tan­to el cine lle­ga a sor­pren­der mara­vi­llo­sa­men­te al espec­ta­dor que desea ver un film de cali­dad. Des­de ya se pue­de afir­mar sin exa­ge­ra­ción algu­na que Boyhood es una obra maes­tra bajo cual­quier ópti­ca que se la exa­mi­ne. El exce­len­te direc­tor y guio­nis­ta Richard Lin­kla­ter ha tra­ta­do de des­cri­bir el paso de los años de un ser humano des­de su tier­na infan­cia has­ta lle­gar a la mayo­ría de edad logran­do en esa ilus­tra­ción efec­tuar una saga mara­vi­llo­sa don­de no sola­men­te está invo­lu­cra­do el per­so­na­je prin­ci­pal sino tam­bién la fami­lia y el medio que lo circunda.

En lo que res­pon­de a una audaz y arries­ga­da con­cep­ción, el direc­tor deci­dió uti­li­zar los mis­mos acto­res duran­te un perío­do de 12 años. Comen­zan­do en 2001 y con­clu­yen­do en 2013, cada año fue fil­man­do epi­so­dios de esta his­to­ria y si bien en los intér­pre­tes adul­tos pue­den no evi­den­ciar­se gran­des cam­bios a medi­da que va trans­cu­rrien­do el tiem­po, dife­ren­te es el caso del per­so­na­je prin­ci­pal como el de quien repre­sen­ta el rol de su her­ma­na don­de en cada eta­pa que mar­ca el paso de un año a otro los ras­gos físi­cos van modi­fi­cán­do­se gra­dual­men­te, así como si se estu­vie­se con­tem­plan­do un álbum de fotos de fami­lia a tra­vés del tiempo.

Ellar Coltrane y Ethan Hawke

Ellar Col­tra­ne y Ethan Hawke

La tra­ma no pue­de ser más sen­ci­lla pero la for­ma en que el rea­li­za­dor lo cuen­ta la vuel­ve fas­ci­nan­te apo­ya­da por exce­len­tes diá­lo­gos. Al comien­zo vemos al peque­ño Mason (Ellar Col­tra­ne) de 6 años y a su her­ma­ni­ta Samantha (Lore­lei Lin­kla­ter, la hija del direc­tor) un poco mayor que él y un tan­to man­do­na por lo que lle­ga a fas­ti­diar­lo como a veces sue­le ocu­rrir entre niños con­vi­vien­do bajo un mis­mo techo; la mamá Oli­via (Patri­cia Arquet­te) sepa­ra­da de su mari­do Mason Sr. (Ethan Haw­ke) que a su vez está des­de hace un tiem­po tra­ba­jan­do en Alas­ka, se ocu­pa de sus hijos. Cuan­do el padre regre­sa sin tener ocu­pa­ción fija, comien­za a adqui­rir una mejor res­pon­sa­bi­li­dad pater­nal tra­tan­do de con­gra­ciar­se con Mason y Samantha. Al poco tiem­po Oli­via mani­fies­ta a sus hijos de que se muda­rán del pue­blo en que viven en Texas para radi­car­se en Hous­ton a fin de que ella ten­ga posi­bi­li­dad de efec­tuar sus estu­dios uni­ver­si­ta­rios y poder alcan­zar un mejor nivel de ingre­so. El cam­bio de domi­ci­lio ori­gi­na el siguien­te seg­men­to del film para mos­trar nue­vos epi­so­dios que irán acon­te­cien­do en el seno de la fami­lia a tra­vés de la ópti­ca de Mason que va cre­cien­do y obser­van­do la con­duc­ta de sus padres, la for­ma en que cada uno de ellos reha­ce sus vidas y las dife­ren­tes situa­cio­nes que se ori­gi­nan en los inter­cam­bios que se pro­du­cen entre la mamá y el papá con sus hijos.

El film es un espe­jo de la vida real y el apor­te más impor­tan­te es el modo en que desa­rro­lla el con­cep­to del tiem­po y de cómo el mis­mo va pro­du­cien­do un cam­bio de per­cep­ción sobre la for­ma de apre­ciar la vida o mejor dicho cómo los dife­ren­tes epi­so­dios van mar­can­do el des­tino de los per­so­na­jes y su pro­ce­so de madu­ra­ción. Eso es lo que se apre­cia a medi­da que Mason va dejan­do los años de niñez, entra en la eta­pa ado­les­cen­te y comien­za a asu­mir la res­pon­sa­bi­li­dad de un adul­to cuan­do deja su hogar a los 18 años para entrar a estu­diar en la universidad.

Debi­do a que la pelí­cu­la fue fil­ma­da duran­te el tiem­po real en que trans­cu­rre, Lin­kla­ter ofre­ce refe­ren­cias de acon­te­ci­mien­tos polí­ti­cos y socia­les acon­te­ci­dos en la últi­ma déca­da como la gue­rra de Irak, el impac­to de los fil­mes de Harry Pot­ter, el entu­sias­mo pro­vo­ca­do duran­te la cam­pa­ña elec­to­ral de Oba­ma de 2008 y la evo­lu­ción de los gus­tos musi­ca­les juve­ni­les de la épo­ca en una acer­ta­da selección.

Mara­vi­lla la for­ma en que está cons­trui­do el rela­to sin recu­rrir a pre­ten­sio­nes eli­tis­tas ni tam­po­co a sen­si­ble­ría arti­fi­cial o fal­sa nos­tal­gia. Cap­tan­do bri­llan­te­men­te esce­nas de la vida real –la con­ver­sa­ción del padre con sus hijos sobre el sexo, la frus­tra­ción que pue­de sen­tir­se cuan­do un nue­vo matri­mo­nio se des­ha­ce, la pasión que sien­te Mason por la foto­gra­fía, el vacío que sien­te una abne­ga­da madre cuan­do com­prue­ba que sus hijos ya tie­nen alas pro­pias y se ale­jan del hogar, etc- que alcan­zan dimen­sión uni­ver­sal, las mis­mas están cui­da­do­sa­men­te cohe­sio­na­das dan­do como resul­ta­do un pro­duc­to final estu­pen­da­men­te editado.

Las actua­cio­nes del elen­co son estu­pen­das don­de ade­más de los vete­ra­nos Haw­ke y Arquet­te se apre­cia la natu­ra­li­dad de Lore­ley Lin­kla­ter y fun­da­men­tal­men­te la duc­ti­li­dad ofre­ci­da por Ellar Col­tra­ne quien va per­fi­lan­do mag­ní­fi­ca­men­te las modi­fi­ca­cio­nes físi­cas y emo­cio­na­les del per­so­na­je pro­ta­gó­ni­co en cuan­to a su carác­ter y per­so­na­li­dad a tra­vés del tiempo.

Con­clu­sión: Boyhood es un film sin pre­ce­den­tes que ade­más de ser el mejor de los exhi­bi­dos en 2014 has­ta la fecha mere­ce un gran aplau­so.  Jor­ge Gutman