Un Fes­ti­val Remarcable

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

El Fes­ti­val Inter­na­cio­nal de Cine de Toron­to (TIFF) con­cluí­do el 14 de sep­tiem­bre rati­fi­có una vez más que es un acon­te­ci­mien­to imper­di­ble para la indus­tria cine­ma­to­grá­fi­ca, la crí­ti­ca espe­cia­li­za­da y para el enor­me públi­co que acu­de a las salas para ver los fil­mes como tam­bién para encon­trar de cer­ca a los artis­tas inter­na­cio­na­les quie­nes con su pre­sen­cia enga­la­nan esta gran mues­tra cultural.

 Benedict Cumberbatch en THE IMITATION GAME

Bene­dict Cum­ber­batch en THE IMI­TA­TION GAME

Como bien es sabi­do el TIFF no es com­pe­ti­ti­vo pero exis­ten cier­tos pre­mios rele­van­tes. Entre los mis­mos figu­ra el Pre­mio del Públi­co (People’s Choi­ce Award) que corres­pon­de al film pre­fe­ri­do vota­do por los espec­ta­do­res y que este año fue adju­di­ca­do a la copro­duc­ción de Esta­dos Uni­dos con Gran Bre­ta­ña The Imi­ta­tion Game del direc­tor norue­go Mor­ten Tyl­dum; como ya se anti­ci­pó opor­tu­na­men­te, el tema gira en torno al gran mate­má­ti­co bri­tá­ni­co Alan Turing quien duran­te la Segun­da Gue­rra fue con­tra­ta­do por su país para que jun­to con un equi­po de exper­tos logra­ra des­ci­frar el códi­go Enig­ma emplea­do por los nazis. Este meri­to­rio film cuen­ta con una muy bue­na inter­pre­ta­ción de Bene­dict Cum­ber­batch en el rol cen­tral y su con­si­de­ra­ción crí­ti­ca será efec­tua­da en opor­tu­ni­dad de su estreno comer­cial pro­gra­ma­do para noviem­bre. El mejor film cana­dien­se reca­yó en Félix et Mei­ra de Maxi­me Giroux cuya acción trans­cu­rre en Mon­treal y se refie­re al inusual roman­ce de una mujer casa­da judía y jasí­di­ca con un hom­bre secu­lar fran­có­fono; esta pelí­cu­la será eva­lua­da cuan­do se exhi­ba en sala a prin­ci­pios del pró­xi­mo año.

Richard Gere en TIME OUT OF MIND

Richard Gere en TIME OUT OF MIND

La Fede­ra­ción de la Pren­sa Cine­ma­to­grá­fi­ca (FIPRES­CI) adju­di­có dos pre­mios. Uno de ellos corres­pon­dien­te a la sec­ción Dis­co­very fue dis­cer­ni­do a la pro­duc­ción fran­ce­sa May Alla Bless Fran­ce!; esta ópe­ra pri­ma de Abd Al Malik es un rela­to auto­bio­grá­fi­co del rea­li­za­dor que se refie­re a cómo las ense­ñan­zas del Islam logra­ron cam­biar su vida con­vir­tién­do­lo en un renom­bra­do músi­co y escri­tor polí­ti­co. El otro pre­mio corres­pon­dien­te al pro­gra­ma Spe­cial Pre­sen­ta­tions fue adju­di­ca­do al dra­ma esta­dou­ni­den­se Time Out of Mind; en este film el direc­tor Oren Mover­man ana­li­za el gra­ve pro­ble­ma social de la gen­te sin hogar (home­less) que deam­bu­la por Manhat­tan, cen­tra­li­zan­do su his­to­ria en un vaga­bun­do sin techo ‑exce­len­te­men­te inter­pre­ta­do por Richard Gere-; es sin duda uno de los mejo­res títu­los vis­tos en el TIFF y será ana­li­za­do exten­si­va­men­te en oca­sión de su estreno.

He aquí, un bre­ve comen­ta­rio sobre algu­nos fil­mes inter­na­cio­na­les que he teni­do oca­sión de ver.

Ronald Zehrfeld y Nina Hoss en PHOENIX

Ronald Zehr­feld y Nina Hoss en PHOENIX

Phoe­nix (Ale­ma­nia) con­fir­ma a Chris­tian Petzold como uno de los más impor­tan­tes direc­to­res euro­peos. Rati­fi­can­do la madu­rez demos­tra­do en Bar­ba­ra (2012), Petzold ofre­ce un muy buen melo­dra­ma ambien­ta­do en Ber­lín a poco tiem­po de haber con­clui­do la Segun­da Gue­rra. Abor­dan­do los efec­tos del con­flic­to béli­co así como los pro­ble­mas de iden­ti­dad y per­te­nen­cia con el pasa­do y los sen­ti­mien­tos de cul­pa, el direc­tor rela­ta la his­to­ria de Nelly (Nina Hoss), una can­tan­te judía sobre­vi­vien­te del holo­caus­to que aca­ba de recu­pe­rar­se de una ciru­gía facial que le recons­tru­yó su ros­tro. Su pro­pó­si­to es el de loca­li­zar a su mari­do Johnny (Ronald Zehr­feld) sin saber que él logró divor­ciar­se de ella. Cuan­do el encuen­tro se pro­du­ce, sin que Johnny la reco­noz­ca debi­do a su nue­va fiso­no­mía y ade­más por estar con­ven­ci­do de que Nelly está muer­ta, le pro­po­ne a ella que asu­ma el rol de su supues­ta­men­te des­apa­re­ci­da espo­sa para com­par­tir la heren­cia deja­da por la fami­lia de su ex espo­sa ase­si­na­da por los nazis. Ella acep­ta el ofre­ci­mien­to con­vir­tién­do­se así en impos­to­ra de sí mis­ma por el amor que guar­da por Johnny a pesar de los pre­sun­tos rumo­res de que fue él quien la denun­ció a la Ges­ta­po; de todo ese intrín­gu­lis se va desa­rro­llan­do una his­to­ria de sóli­do sus­pen­so con una deci­di­da car­ga emo­cio­nal pero rela­ta­da sin sen­ti­men­ta­lis­mo alguno. El des­en­la­ce es excep­cio­nal­men­te ima­gi­na­ti­vo con una esce­na final que no nece­si­ta de diá­lo­go alguno pero de gran expre­si­vi­dad. Un nota­ble film.

La bana­li­dad huma­na que­da mag­ní­fi­ca­men­te refle­ja­da en el melan­có­li­co film de Roy Ander­son A Pigeon Sat On A Branch Reflec­ting On Exis­ten­ce (Sue­cia-Norue­ga-Fran­cia-Ale­ma­nia). A tra­vés de 39 esce­nas el rea­li­za­dor intro­du­ce dife­ren­tes viñe­tas que sin tener vin­cu­la­ción algu­na con­fi­gu­ran una mira­da sagaz sobre el com­por­ta­mien­to que los mor­ta­les pue­den asu­mir en su actua­ción coti­dia­na. Entre algu­nas de las situa­cio­nes curio­sas se pue­de obser­var tres gra­cio­sos encuen­tros con la muer­te, una niña con Sín­dro­me de Down reci­tan­do en un esce­na­rio un extra­ño poe­ma, la reapa­ri­ción del rey sue­co Car­los XII en un con­tex­to moderno, un marino pro­ble­ma­ti­za­do por una cita anu­la­da, una pro­fe­so­ra de fla­men­co ofre­cien­do cari­cias muy par­ti­cu­la­res a uno de sus alum­nos, una vela­da esco­lar para niños con nece­si­da­des espe­cia­les y la pelea de una pare­ja en una pla­ya. Con todo, los momen­tos más recu­rren­tes y gra­cio­sos del film invo­lu­cran a un dúo de excén­tri­cos ven­de­do­res (Hol­ger Anders­son, Nils West­blom) que labo­rio­sa­men­te tra­tan de ofre­cer artícu­los de entre­te­ni­mien­to que inclu­yen col­mi­llos de vam­pi­ros, muñe­qui­tos que ríen y más­ca­ras joco­sas. Como su títu­lo lo indi­ca, esta nota­ble pelí­cu­la invi­ta a refle­xio­nar sobre la for­ma absur­da de la con­duc­ta huma­na y que por más ridí­cu­la que apa­rez­ca en cier­tas acti­tu­des, en últi­ma ins­tan­cia refle­ja la reali­dad de la gran come­dia humana.

Riccardo Leonelli y Agata Buzek en FOREIGN BODY

Ric­car­do Leo­ne­lli y Aga­ta Buzek en FOREIGN BODY

Krzysz­tof Zanus­si es el autor de Foreign Body (Polo­nia) exa­mi­nan­do la for­ma en que la reli­gión y el mate­ria­lis­mo de la hora actual pue­den entrar en coli­sión. Tra­ta­do como un dra­ma psi­co­ló­gi­co el vete­rano rea­li­za­dor enfo­ca en su rela­to a Ánge­lo (Ric­car­do Leo­ne­lli), un joven ita­liano quien en Polo­nia se ena­mo­ra pro­fun­da­men­te de Kasia (Aga­ta Buzek) una chi­ca pola­ca que a pesar de que tam­bién lo ama deci­de con­ver­tir­se en mon­ja; con el pro­pó­si­to de que pue­da lle­gar a disua­dir­la para no tomar los hábi­tos, el joven se muda a una ciu­dad cer­ca del con­ven­to don­de ella se pre­pa­ra para su nue­va for­ma de vida. Simul­tá­nea­men­te, Ánge­lo entra a tra­ba­jar en una impor­tan­te com­pa­ñía don­de Kris (Agniesz­ka Gro­chows­ka), su ambi­cio­sa jefa, no guar­da escrú­pu­lo alguno con tal de lle­gar a la cima del poder y al pro­pio tiem­po tra­tar de con­quis­tar sexual­men­te a su nue­vo emplea­do. Todo ese esce­na­rio es el mar­co para que el direc­tor explo­re el com­por­ta­mien­to éti­co de algu­nas cor­po­ra­cio­nes emer­gen­tes en Polo­nia y la mane­ra en que los valo­res del anta­ño país comu­nis­ta aún tie­nen vigen­cia en el pre­sen­te, ocul­tan­do crí­me­nes huma­ni­ta­rios come­ti­dos en el pasa­do. Entre­mez­clan­do la reli­gión y el idea­lis­mo con la cíni­ca per­ver­si­dad del capi­ta­lis­mo moderno, pare­cie­ra que en la visión de Zanus­si no hay mucho para fes­te­jar en los paí­ses del este de Euro­pa. En esen­cia, este cineas­ta ofre­ce un buen film don­de, como lo ha mani­fes­ta­do en bue­na par­te de su fil­mo­gra­fía, sigue intere­sán­do­se en los valo­res mora­les que rigen y afec­tan a su país.

Fra­nçois Ozon retor­na al cine con Une nou­ve­lle amie (Fran­cia) un ele­gan­te y des­pre­jui­cia­do film en don­de el guión que le per­te­ne­ce basa­do en una obra de Ruth Ren­dell se aden­tra en las mis­te­rio­sas rami­fi­ca­cio­nes adop­ta­das por el com­por­ta­mien­to sexual del ser humano. En las pri­me­ras esce­nas se con­tem­pla la gran amis­tad exis­ten­te des­de la infan­cia que une a Lau­ra (Isil­de Le Bes­co) con Clai­re (Anais Demous­tier) don­de ambas se casa­ron prác­ti­ca­men­te en for­ma simul­tá­nea. Cuan­do Lau­ra se enfer­ma gra­ve­men­te y en su lecho de muer­te le pide a su ami­ga que vele por su mari­do David (Romain Duris) y su bebé, ella está com­ple­ta­men­te dis­pues­ta a cum­plir con su volun­tad. Cuan­do días des­pués del sepe­lio, Clai­re lle­ga ines­pe­ra­da­men­te al hogar de David, des­cu­bre al des­con­so­la­do viu­do ves­ti­do con ropas que per­te­ne­cie­ron a su difun­ta espo­sa mien­tras le ofre­ce el bibe­rón a su hiji­to; allí él con­fie­sa a Clai­re que él siem­pre dis­fru­tó de posar como mujer. Aun­que el pun­to de par­ti­da resis­te cre­di­bi­li­dad, el encan­to de este ele­gan­te film resi­de en el modo que el rela­to está cons­trui­do y la con­si­de­ra­ble mesu­ra y aplo­mo que emplea Ozon al abor­dar el deli­ca­do tema del tra­ves­tis­mo y las con­fu­sio­nes de la sexualidad.

Charlotte Gainsbourg y Benoît Poelvoorde en 3 COEURS

Char­lot­te Gains­bourg y Benoît Poel­voor­de en 3 COEURS

Explo­ran­do las con­no­ta­cio­nes mora­les que se pro­du­cen en el seno de un matri­mo­nio, 3 Coeurs (Fran­cia) de Benoit Jac­quot plan­tea un sin­gu­lar trián­gu­lo amo­ro­so. Cuan­do el ins­pec­tor fis­cal Marc (Benoît Poel­voor­de) lle­ga a per­der su tren en una peque­ña ciu­dad pro­vin­cial, cono­ce casual­men­te a Syl­vie (Char­lot­te Gains­bourg) y se esta­ble­ce entre ambos una rápi­da atrac­ción lo que con­du­ce a que acuer­den reen­con­trar­se en París en pocos días más; cuan­do por razo­nes impre­vis­tas el encuen­tro no se pro­du­ce, una des­ilu­sio­na­da Syl­vie regre­sa a sus pagos para inme­dia­ta­men­te mudar­se con su novio a los Esta­dos Uni­dos. Cuan­do Marc retor­na nue­va­men­te al lugar don­de cono­ció a Syl­vie para tra­tar de ubi­car­la, se topa con Sophie (Cha­ra Mas­troian­ni), igno­ran­do que se tra­ta de su her­ma­na, y habién­do­se ena­mo­ra­do de ella la des­po­sa al poco tiem­po. El tiem­po trans­cu­rre sin que Syl­vie haya vis­to por foto o por Inter­net el ros­tro de Marc y es así que cuan­do ella retor­na a Fran­cia, los dos des­cu­bren la tram­pa que el des­tino les ten­dió aun­que ocul­tan­do a Sophie que en el pasa­do se habían cono­ci­do. Como la atrac­ción entre ambos aún per­sis­te, de allí en más el rela­to trans­cu­rre den­tro de un mar­co de gran ten­sión don­de la incóg­ni­ta resi­de en saber cómo se resol­ve­rá el con­flic­to de los tres per­so­na­jes invo­lu­cra­dos en esta mara­ña amo­ro­sa. Con algu­nas remi­nis­cen­cias de cier­tos melo­dra­mas ame­ri­ca­nos, la his­to­ria no decae en momen­to alguno per­mi­tien­do a Benoit des­cri­bir a sus per­so­na­jes aun­que sin juz­gar su mora­li­dad. Intere­san­te en su con­cep­ción, el des­en­la­ce pue­de que sea dis­cu­ti­ble pero en todo caso ese aspec­to no dis­mi­nu­ye la impre­sión posi­ti­va del film.

El cine de Amé­ri­ca Lati­na estu­vo muy bien repre­sen­ta­do, sobre todo en lo que hace a la selec­ción de fil­mes pro­ce­den­tes de Argen­ti­na. Entre 4 de los títu­los a ser men­cio­na­dos figu­ra La Prin­ce­sa de Fran­cia, cuar­to film del joven y ver­sá­til rea­li­za­dor Matías Piñei­ro quien sien­te una par­ti­cu­lar pre­di­lec­ción en revi­sar algu­nas de las obras de Sha­kes­pea­re como lo ha hecho con Vio­la (2012) y en su cor­to metra­je Rosa­lin­da (2010). En este caso, ofre­ce una ori­gi­nal narra­ción don­de entre­mez­cla reali­dad con fan­ta­sía ape­lan­do a un gru­po de acto­res que desean rea­li­zar una ver­sión radial de Tra­ba­jos de Amor Per­di­dos (Love’s labour Lost) que el inmor­tal autor escri­bió hacia fina­les del siglo XVI; todo ello se com­ple­men­ta con refe­ren­cias musi­ca­les de la Pri­me­ra Sin­fo­nía de Schu­mann y pin­tu­ras de William Bou­gue­reau. Con una cáma­ra que se mue­ve flui­da­men­te otor­gan­do dina­mis­mo al rela­to, se asis­te a una come­dia diná­mi­ca en base a una estruc­tu­ra ame­na­men­te repe­ti­ti­va siguien­do el pun­to de vis­ta de cada uno de sus per­so­na­jes que el genial Bar­do segu­ra­men­te habría aprobado.

Otro film satis­fac­to­rio de Argen­ti­na es Dos Dis­pa­ros de Mar­tín Rejt­man don­de Mariano (Rafael Feder­man), un ado­les­cen­te de 16 años, impul­si­va­men­te deci­de sui­ci­dar­se con dos dis­pa­ros de pis­to­la aun­que sobre­vi­ve mila­gro­sa­men­te. Lo que sigue des­pués es una come­dia deli­cio­sa­men­te absur­da por las excén­tri­cas situa­cio­nes que se pro­du­cen en las rela­cio­nes que el mucha­cho man­tie­ne con sus fami­lia­res como con­se­cuen­cia de su acti­tud –espe­cial­men­te con su madre (Susa­na Pam­pín) que se ocu­pa de remo­ver todos los obje­tos filo­sos de la casa‑, su par­ti­ci­pa­ción en el cuar­te­to musi­cal de flau­ta dul­ce que inte­gra, así como con otros per­so­na­jes que van incor­po­rán­do­se a un rela­to estruc­tu­ra­do en base a varias sub­tra­mas; lejos de su dra­má­ti­ca pre­mi­sa ini­cial, el film adop­ta un humor seco y muy efec­ti­vo que no deja­rá indi­fe­ren­te a los cinéfilos.

L. Sbaraglia, C. Kid y M. Silva en AIRE LIBRE

L. Sba­ra­glia, C. Kid y M. Sil­va en AIRE LIBRE

En Aire Libre la direc­to­ra argen­ti­na Anahi Ber­ne­ri enfo­ca a un joven matri­mo­nio (Leo­nar­do Sba­ra­glia, Celes­te Cid) de cla­se media que lo tie­ne todo en tér­mi­nos eco­nó­mi­cos y de apa­ren­te feli­ci­dad con­yu­gal; sin embar­go esa con­vi­ven­cia se va dete­rio­ran­do al imple­men­tar­se el sue­ño lar­ga­men­te desea­do con­sis­ten­te en la cons­truc­ción de una casa en un lugar ale­ja­do del mun­da­nal rui­do de la gran ciu­dad; len­ta pero pro­gre­si­va­men­te cada una de las par­tes se va sepa­ran­do sin tener en cuen­ta la pre­sen­cia del hiji­to (Máxi­mo Sil­va) de 7 años que final­men­te es cui­da­do por la abue­la mater­na (Fabia­na Can­ti­lo). Éste es un tris­te dra­ma con­yu­gal, muy bien exa­mi­na­do por la direc­to­ra, quien opta por ofre­cer un des­en­la­ce acer­ta­da­men­te abier­to como para que cada espec­ta­dor medi­te sobre el deli­ca­do equi­li­brio que es nece­sa­rio man­te­ner para que una rela­ción de pare­ja no zozobre.

De inte­rés mul­ti­cul­tu­ral es la ópe­ra pri­ma La Sala­da de Juan Mar­tín Hsu don­de median­te 3 his­to­rias para­le­las se des­cri­be a un gru­po de inmi­gran­tes inte­gra­do por sur­co­rea­nos, boli­via­nos y un tai­wa­nés con­vi­vien­do con argen­ti­nos en un mer­ca­do mul­ti­tu­di­na­rio que inti­tu­la al film. A pesar de algún que otro alti­ba­jo narra­ti­vo, la his­to­ria des­ti­la auten­ti­ci­dad por la bue­na carac­te­ri­za­ción de sus per­so­na­jes y ade­más resul­ta loa­ble en su inten­ción de cerrar la bre­cha cul­tu­ral entre dife­ren­tes comu­ni­da­des, bre­gan­do de este modo por la no dis­cri­mi­na­ción, xeno­fo­bia o racismo.

Con un len­gua­je aus­te­ro y des­pro­vis­to de sen­ti­men­ta­lis­mo, los direc­to­res Kris­ti­na Gro­ze­va y Petar Val­cha­nov abor­dan en The Les­son (Bul­ga­ria-Gre­cia) un sobrio dra­ma humano refle­jan­do el doble están­dar que pue­de asu­mir la con­duc­ta huma­na en con­di­cio­nes apre­mian­tes. En una estu­pen­da inter­pre­ta­ción Mar­gi­ta Goshe­va ani­ma a Nadezdha, una edu­ca­do­ra de una peque­ña ciu­dad búl­ga­ra quien con fir­mes prin­ci­pios trans­mi­te a su cla­se la hones­ti­dad que debe pre­va­le­cer en su com­por­ta­mien­to; esa cir­cuns­tan­cia se pone en evi­den­cia cuan­do tra­ta de des­en­mas­ca­rar a uno de sus alum­nos que ha roba­do una bille­te­ra. Para­le­la­men­te a esta situa­ción, Nadezh­da está ase­dia­da con pro­ble­mas finan­cie­ros, tenien­do esca­sa­men­te tres días para can­ce­lar el impor­te que su ban­co le había pres­ta­do a fin de que su pro­pie­dad no sea recu­pe­ra­da por el mis­mo. Ade­más de enfo­car algu­nos aspec­tos difi­cul­to­sos de su entorno fami­liar, la his­to­ria se cen­tra en la angus­tia que la embar­ga para cum­plir con sus deu­das, lo que la lle­va a adop­tar medi­das extre­mas que ponen a prue­ba su inte­gri­dad moral. A tra­vés de una mira­da no muy com­pla­cien­te de la Bul­ga­ria post comu­nis­ta, los direc­to­res mues­tran algu­nos aspec­tos que asu­me la corrup­ción exis­ten­te así como la vul­ne­ra­bi­li­dad de los sec­to­res más débi­les de la socie­dad fren­te a los duros emba­tes de la difí­cil situa­ción económica.

Un epi­so­dio his­tó­ri­co que tuvo lugar en junio de 1941 cuan­do los habi­tan­tes de Esto­nia, Leto­nia y Litua­nia fue­ron bru­tal­men­te depor­ta­dos a Sibe­ria por las fuer­zas sovié­ti­cas quie­nes el año ante­rior habían ane­xa­do dichos paí­ses, es con­si­de­ra­do en In the Cross­wind (Esto­nia), ópe­ra pri­ma de Mart­ti Hei­de. Para su ilus­tra­ción, el joven rea­li­za­dor enfo­ca los emba­tes físi­cos y emo­cio­na­les sufri­dos por una madre esto­nia­na (Lau­ra Peter­son) quien jun­to con su peque­ña hiji­ta aguar­da poder reu­nir­se con su mari­do sol­da­do. Con una exce­len­te foto­gra­fía, este sóli­do film de fic­ción se ase­me­ja al de un genuino docu­men­tal refle­jan­do el tes­ti­mo­nio de una tris­te épo­ca sufri­da por el pue­blo báltico.

 Una escena del documental SONGS FROM THE NORTH

Una esce­na del docu­men­tal SONGS FROM THE NORTH

El cine docu­men­tal es otra de las face­tas que el TIFF selec­cio­na cui­da­do­sa­men­te en su pro­gra­ma­ción anual y es así que den­tro de los impor­tan­tes fil­mes pre­sen­ta­dos tuve acce­so a dos de los mis­mos. Uno de ellos es Songs From The North (Esta­dos Uni­dos-Corea del Sur- Por­tu­gal) don­de la docu­men­ta­lis­ta y fotó­gra­fa sur­co­rea­na Soon-Mi Yoo tuvo oca­sión de visi­tar Corea del Nor­te para cap­tar imá­ge­nes a la vez que pene­trar en el cora­zón de una región que la mayo­ría de las veces es obje­to de dis­tor­sión por la ima­gen pro­pa­gan­dís­ti­ca que se ofre­ce de la mis­ma. En los tres via­jes efec­tua­dos y tran­si­tan­do por zonas deci­di­da­men­te inter­dic­tas por el régi­men de Kim II-Sung, la mul­ti­dis­ci­pli­na­ria rea­li­za­do­ra ‑que cuen­ta con una vas­ta expe­rien­cia en lo que con­cier­ne a la his­to­ria polí­ti­ca de Corea- per­mi­te que a tra­vés de un valio­so mate­rial de archi­vo el públi­co pue­da impo­ner­se en la for­ma más obje­ti­va posi­ble sobre la vida coti­dia­na de una pobla­ción don­de prác­ti­ca­men­te se sabe muy poco de ella al estar ais­la­da del res­to del mun­do. En esen­cia, la rea­li­za­do­ra ofre­ce un docu­men­to agu­do, sen­si­ble y muy per­ti­nen­te que se limi­ta a mos­trar la reali­dad exis­ten­te sin que las con­si­de­ra­cio­nes ideo­ló­gi­cas pue­dan com­pro­me­ter el obje­ti­vo propuesto.

La rea­li­za­do­ra israe­lí Tama­ra Erde enfo­ca en This Is My Land (Fran­cia) la for­ma en que el con­flic­to israe­lí-pales­tino es ense­ña­do en las escue­las de Israel y en la de los terri­to­rios ocu­pa­dos. Habien­do cre­ci­do y edu­ca­do en una un cole­gio públi­co israe­lí, ella nun­ca tuvo oca­sión de impo­ner­se sobre la his­to­ria des­de una visión pales­ti­na; por esa razón, se pro­pu­so fil­mar un docu­men­tal abor­dan­do ambos sis­te­mas edu­ca­cio­na­les. A pesar de que tuvo res­tric­cio­nes de fil­mar en las escue­las públi­cas de Israel, deci­dió supe­rar el incon­ve­nien­te visi­tan­do esta­ble­ci­mien­tos inde­pen­dien­tes israe­líes que se adhie­ren al currí­cu­lum nacio­nal, ade­más de los que impe­ran en las escue­las pales­ti­nas. La cáma­ra sigue sus pasos en seis esta­ble­ci­mien­tos, inclu­yen­do una escue­la de ense­ñan­za media de Hai­fa, otra escue­la tal­mú­di­ca, una israe­lí don­de asis­ten estu­dian­tes ára­bes y judíos, un cole­gio en la ciu­dad pales­ti­na de Rama­llah, una escue­la ára­be en Ibi­lin y otra en un cam­po de refu­gia­dos. Con la par­ti­ci­pa­ción de edu­ca­do­res israe­líes y pales­ti­nos en sus res­pec­ti­vas cla­ses, se ilus­tra cómo los orí­ge­nes his­tó­ri­cos de la zona y las impli­ca­cio­nes reli­gio­sas sub­ya­cen­tes van for­man­do a los jóve­nes estu­dian­tes dán­do­les una visión dife­ren­te según sea la edu­ca­ción reci­bi­da en las escue­las israe­líes o pales­ti­nas a las que asis­ten. Aun­que la rea­li­za­do­ra evi­ta adop­tar posi­ción algu­na y su enfo­que sea la de neu­tral obser­va­do­ra, el espec­ta­dor tie­ne la impre­sión de que la for­ma­ción reci­bi­da por los alum­nos no con­tri­bu­ye mucho para que se pue­da encon­trar una solu­ción a la dra­má­ti­ca cri­sis que afli­ge a la región.