Un Ejem­plo de Soli­da­ri­dad Humana

PRI­DE. Gran Bre­ta­ña, 2014. Un film de Matthew Warchus

Uno de los aspec­tos más dra­má­ti­cos acon­te­ci­dos duran­te la ges­tión de Mar­ga­ret That­cher y que tuvo con­si­de­ra­ble impac­to polí­ti­co ha sido la lar­ga con­fron­ta­ción que se pro­du­jo entre su gobierno y el Sin­di­ca­to Nacio­nal de Mine­ros cuan­do el Con­se­jo Nacio­nal del Car­bón había pro­pues­to en mar­zo de 1984 clau­su­rar 20 de las 174 minas que per­te­ne­cían al esta­do pro­du­cien­do el des­pi­do de 20 mil mine­ros. La lar­ga bata­lla cul­mi­nó en una huel­ga nacio­nal que pro­du­jo fuer­tes divi­sio­nes en la nación y cuyas heri­das aún sub­sis­ten en la memo­ria colectiva.

Esos hechos ins­pi­ra­ron al rea­li­za­dor Matthew War­chus para abor­dar ese tema valién­do­se del guión de Stephen Beres­ford; así, a tra­vés de un rela­to de fic­ción en base a per­so­na­jes reales que a veces adquie­re carac­te­rís­ti­cas de docu­men­tal, tes­ti­mo­nia la sóli­da alian­za for­ja­da entre la comu­ni­dad homo­se­xual bri­tá­ni­ca y los tra­ba­ja­do­res afectados.

El mesu­ra­do rela­to se cen­tra en los esfuer­zos rea­li­za­dos por un gru­po inte­gra­do por acti­vis­tas gays y les­bia­nas en 1984. Inme­dia­ta­men­te des­pués del des­fi­le de la Lon­don Gay Pri­de de ese año, Mark (Ben Sch­netzer), uno de los más fer­vo­ri­za­dos sim­pa­ti­zan­tes con la cau­sa de los huel­guis­tas, jun­to con su gru­po de ami­gos está deci­di­do a pres­tar­les su apo­yo reco­lec­tan­do fon­dos para ayu­dar a sub­ve­nir las nece­si­da­des de los mine­ros huel­guis­tas. Sin embar­go, en un comien­zo las loa­bles inten­cio­nes no fue­ron sufi­cien­tes para ven­cer los pre­jui­cios socia­les exis­ten­tes con res­pec­to a los homo­se­xua­les; así los ges­tos de extra­or­di­na­ria gene­ro­si­dad no fue­ron bien­ve­ni­dos por los mine­ros, hecho que resul­tó agra­va­do a medi­da que las mani­fes­ta­cio­nes del SIDA iba adqui­rien­do noto­rie­dad. Con todo, la visi­ta que el gru­po rea­li­za a Dulais Valley, una peque­ña pobla­ción de mine­ros del sur de Gales, cam­bia gra­dual­men­te los acon­te­ci­mien­tos ponien­do de mani­fies­to una extra­or­di­na­ria comu­ni­ca­ción entre ambas comunidades.

He aquí un film pro­fun­da­men­te emo­ti­vo y hones­to, impe­ca­ble­men­te rea­li­za­do, con un sóli­do elen­co (ade­más de Sch­netzer, se des­ta­can Geor­ge Mac­kay, Bill Nighy, Imel­da Staun­ton, Domi­nic West, Paddy Con­si­di­ne), que ade­más de remar­car el orgu­llo de quie­nes adop­tan­do una orien­ta­ción sexual dife­ren­te demues­tran poseer un enco­mia­ble espí­ri­tu de soli­da­ri­dad huma­na, deja al espec­ta­dor una sen­sa­ción de com­ple­to agra­do y satis­fac­ción que se extien­de mucho des­pués de haber fina­li­za­do la pro­yec­ción. El gran éxi­to obte­ni­do en Sun­dan­ce, pos­te­rior­men­te en Can­nes y recien­te­men­te en el fes­ti­val de Toron­to demues­tra el ape­go popu­lar así como la tras­cen­den­cia que el buen cine lle­ga a tener en el tra­ta­mien­to de tópi­cos de indu­da­ble con­te­ni­do social. Jor­ge Gutman