La Venus de las Pieles

VENUS IN FURAutor: David Ives – Direc­ción: Jen­ni­fer Tar­ver — Elen­co: Rick Miller, Carly Street — Deco­ra­dos y Ves­tua­rio: Debra Han­son – Ilu­mi­na­ción: Michael Wal­ton – Soni­do: Lyon Smith. Dura­ción : 1h30 (sin entre­ac­to). Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 9 de noviem­bre de 2014 en el Cen­taur Théâ­tre (www.centaurtheatre.com)

Final­men­te, Mon­treal tie­ne opor­tu­ni­dad de juz­gar la cele­bra­da pie­za de David Ives en su idio­ma ori­gi­nal. Esta obra ya fue dada a cono­cer en fran­cés por la com­pa­ñía Ducep­pe en 2013 don­de obtu­vo un reso­nan­te éxi­to y es así que hubo con­si­de­ra­ble expec­ta­ti­va para apre­ciar­la en su idio­ma ori­gi­nal, sobre todo tenien­do en cuen­ta que sus dos úni­cos intér­pre­tes fue­ron muy aplau­di­dos cuan­do se estre­nó en Toron­to el año pasado.

Rick Miller y Carly Street (Photo David Hou)

Rick Miller y Carly Street (Pho­to David Hou)

El tema es sen­ci­llo y com­ple­jo a la vez. En una sala de ensa­yo de Nue­va York, Tho­mas un direc­tor tea­tral que ade­más es escri­tor, ha pasa­do una lar­ga jor­na­da efec­tuan­do prue­bas a 35 can­di­da­tas actri­ces para inter­pre­tar el rol feme­nino de la eró­ti­ca pie­za Venus in Furs (La Venus de las Pie­les) escri­ta en 1870 por el autor aus­tro­hún­ga­ro Leo­pold von Sacher-Masoch y cuyo ape­lli­do ori­gi­nó la expre­sión “maso­quis­mo” que igual­men­te se ajus­ta a su con­te­ni­do. Frus­tra­do por no haber encon­tra­do a la intér­pre­te con la capa­ci­dad sufi­cien­te para inter­pre­tar el papel, está a pun­to de aban­do­nar el tea­tro para encon­trar­se con su novia; sin embar­go sus pla­nes habrán de cam­biar cuan­do repen­ti­na­men­te irrum­pe una joven lla­ma­da Van­da, quien se dis­cul­pa por haber lle­ga­do con retar­do a la prue­ba. El no pue­de disi­mu­lar la impre­sión nega­ti­va que esa mujer le cau­sa por la for­ma estra­fa­la­ria de estar ves­ti­da, su inapro­pia­do maqui­lla­je, la des­gar­ba­da pos­tu­ra que adop­ta y el voca­bu­la­rio colo­quial ordi­na­rio que emplea al hablar; por esa razón rehú­sa inver­tir su tiem­po para veri­fi­car sus apti­tu­des para ese rol pero la insis­ten­cia de la joven es tan gran­de que ven­ce la resis­ten­cia de Tho­mas y final­men­te acce­de a que lea e inter­pre­te un peque­ño extrac­to de la obra. Cuál será su sor­pre­sa cuan­do Van­da le mues­tra que posee una copia del tex­to y que al comen­zar el ensa­yo casi pres­cin­de de su lec­tu­ra por­que lo ha memorizado.

A par­tir de allí Ives va den­si­fi­can­do su con­te­ni­do intro­du­cien­do un com­ple­jo due­lo entre el escép­ti­co direc­tor y la supli­can­te can­di­da­ta que aspi­ra a obte­ner el rol de la pie­za. Al comen­zar el ensa­yo se pro­du­ce una trans­for­ma­ción total en Van­da al apo­de­rar­se de su rol don­de la mujer vul­gar se trans­for­ma súbi­ta­men­te en una sofis­ti­ca­da, refi­na­da, y cere­bral seduc­to­ra que va con­quis­tand len­ta­men­te a Seve­rin, el per­so­na­je mas­cu­lino de la obra de Sacher-Masoch. De allí en más se pro­du­ce un jue­go de espe­jos en don­de la fic­ción de la pie­za que se está ensa­yan­do se con­fun­de con la reali­dad de lo que suce­de en el áni­mo de Van­da y del direc­tor que la está exa­mi­nan­do; así, del mis­mo modo en que Seve­rín len­ta­men­te se doble­ga a Van­da –que así tam­bién se lla­ma el per­so­na­je feme­nino de la pie­za- algo seme­jan­te ocu­rre por par­te de Tho­mas con res­pec­to a la entre­vis­ta­da postulante.

El resul­ta­do de lo que se ve en este tea­tro den­tro del tea­tro es real­men­te fas­ci­nan­te. Así lo que comien­za como una come­dia alta­men­te diver­ti­da, sobre todo por el com­por­ta­mien­to de su excén­tri­ca pos­tu­lan­te, va adqui­rien­do un carác­ter más serio y oscu­ro a medi­da que la mujer con su embru­jo seduc­tor va atra­pan­do a su inter­lo­cu­tor que­dan­do esta­ble­ci­da una vir­tual gue­rra sexual que con­du­ce a un sor­pren­den­te desenlace.

Con una obra pro­vo­ca­ti­va de nota­ble rique­za dota­da de sin­gu­lar estruc­tu­ra, len­gua­je impe­ca­ble e inte­li­gen­tes diá­lo­gos que man­tie­nen la aten­ción cons­tan­te del públi­co, la pues­ta en esce­na de Jen­ni­fer Tar­ver supo muy bien apro­ve­char lo que Ives con­ci­bió uti­li­zan­do a dos remar­ca­bles acto­res que vita­li­zan enor­me­men­te a esta producción.

Rick Miller ofre­ce una estu­pen­da carac­te­ri­za­ción como el hom­bre que len­ta­men­te que­da intri­ga­do, hip­no­ti­za­do y domi­na­do ante la pre­sen­cia de una mujer sub­yu­ga­do­ra que lo envuel­ve y ter­mi­na escla­vi­zán­do­lo. Aun­que al prin­ci­pio sobre­ac­tua­da, Carly Street logra infun­dir la fuer­za nece­sa­ria que requie­re el per­so­na­je de Van­da don­de a la pos­tre que­da el enig­ma sobre su ver­da­de­ra iden­ti­dad. Lo más impor­tan­te es que estos dos mag­ní­fi­cos acto­res con­si­guen crear una per­fec­ta quí­mi­ca entre los dos per­so­na­jes tan­to reales como fic­ti­cios esta­ble­cién­do­se una atmós­fe­ra de logra­da ten­sión sexual.

Con­clu­sión: Venus in Fur es una obra fas­ci­nan­te que cuen­ta con una bue­na pro­duc­ción, flui­da direc­ción y remar­ca­bles acto­res. Un aus­pi­cio­so comien­zo de tem­po­ra­da 2014 – 2015 del Tea­tro Cen­taurJor­ge Gutman