BELLES SOEURS: THE MUSICAL. Autor: René Richard Cyr basado en la pieza del mismo nombre de Michel Tremblay. Dirección: René Richard Cyr. Música: Daniel Bélanger con Letra de René Richard Cyr. Versión Inglesa de la obra: Brian Hill.. Adaptación de las Canciones, Letra en Inglés y Música Adicional: Neil Bartram. Elenco por Orden Alfabético: Valerie Boyle, Lili Connor, Élise Cormier Lisa Horner, Geneviève Leclerc, Anik Matern, Stephanie McNamara, Geneviève St Louis, Marcia Tratt, Astrid Van Wieren, Paula Wolfson, Jocelyne Zucco. Orquestación y Dirección Musical: Chris Barillaro. Coreografía: Monik Vincent. Decorados: Jean Bard. Vestuario: Mérédith Caron. Iluminación: Martin Labrecque. Duración: 1h50 y 25 minutos de entreacto. Representaciones: Hasta el 16 de noviembre de 2014 en la sala principal del Segal Centre (www.segalcentre.org)
Desde su memorable estreno que tuvo lugar en 1968 la obra escrita por el gran dramaturgo Michel Tremblay ha recorrido un largo trayecto tanto en Canadá como a nivel internacional si se tiene en cuenta que ha sido montada en 25 países y traducida a numerosas otras lenguas. De allí que no resulta extraño que poco más de 4 décadas después haya sido adaptada y convertida en una pieza musical en francés gracias al talento mancomunado de René Richard Cyr como responsable del libreto y de la letra y de Daniel Bélanger en lo concerniente a la autoría musical, consolidando un gran éxito tanto en la provincia de Quebec como en París. Lo que aún estaba ausente era su adaptación al idioma de Shakespeare, hecho que ahora tiene el público oportunidad de juzgar después de 4 años de gestación gracias a la tenacidad del productor Allan Sandler.
Antes de considerar los valores de esta producción conviene recordar en pocas palabras el contenido argumental. La pieza original, así como la versión musical transcurre en un barrio de clase obrera de Montreal en la década del 60 y tiene como protagonista a Germaine Lauzon (Astrid Van Wieren), una humilde mujer que acaba de ganar un concurso organizado por una firma comercial por lo cual recibe como premio un millón de cupones. Para materializar la recompensa los cupones deben ser pegados en un conjunto de cartillas en un determinado lapso, lo que evidentemente requiere de un esfuerzo sobrehumano para poder concretar la tarea; para ello solicita la colaboración de familiares y amigas para realizar la tarea. De esta manera 11 mujeres, incluyendo a su hija Linda (Élise Cormier), son convocadas en la cocina de su casa para poner manos a la obra. A través de esta premisa, Tremblay ofrece un buen retrato de la condición femenina de esa época, tomando como referencia la clase social a la cual pertenecen sus diferentes personajes; es en ese enfoque que la obra logró repercutir favorablemente en el público, porque además de haber estado muy bien escrita, explora la vida rutinaria de un grupo de mujeres hablando de varios aspectos concernientes a sus vidas, alegrías y frustraciones, sueños no concretados, problemas de comunicación entre generaciones diferentes y algunos otros tópicos vinculados con las convenciones sociales vigentes. Al así hacerlo, en esa supuestamente amigable reunión salen a relucir algunas debilidades de la condición humana, incluyendo los celos, la amarga envidia y otras manifestaciones no exentas de encubierta maldad de sus personajes, hasta desembocar en un patético desenlace. Todo ello, Tremblay lo expresó excelentemente en tono de tragicomedia de manera tal que el espectador pudiera reflexionar sobre lo expuesto con una sonrisa en su rostro.
Los reparos que puede merecer esta transposición musical es que hoy día su tema resulta un poco añejo, sin desmerecer en absoluto a su gran dramaturgo. Mucho ha cambiado la sociedad de Quebec y fundamentalmente la condición femenina; eso no solamente sucede en Canadá sino en gran parte del mundo occidental donde la figura tradicional de ama de casa es ya un resabio del pasado y la mujer de hoy día está enfrentada a otra clase de desafíos. El otro aspecto a considerar es que teniendo en cuenta la idiosincrasia y característica de los personajes de Tremblay, indisolublemente inmersos en la cultura de Quebec, los diálogos en inglés de los estratos más humildes de esa época no resulten genuinos al oído por ser el francés coloquial la lengua hablada por sus integrantes.
Prescindiendo de las observaciones anteriores, es loable el entusiasmo, pasión y energía volcados por quienes han participado en este ambicioso proyecto. Las actrices no solamente revelan excelentes aptitudes en la animación de sus respectivos roles sino que además poseen apreciables aptitudes para el canto; a pesar de que todo gira alrededor del personaje interpretado por Astrid Van Wieren, ésta es una pieza coral donde sería injusto destacar quién es mejor que las demás. En tal sentido es gran mérito de René Richard Cyr el haber obtenido de su elenco resultados óptimos así como haber logrado una dinámica puesta escénica a pesar del reducido espacio del escenario teatral para una obra musical.
La música de Daniel Bélanger, en este caso con la colaboración de Neil Bartram es todo un hallazgo donde una veintena de melodiosas canciones (entre ellas, Free, Claudette’s Wedding Day, The Ballad of Pierrette Guérin, The Stamps Are Mine) se insertan adecuadamente dentro del contexto argumental. Igualmente, Bartram merece especial reconocimiento por no haber traducido literalmente sino haber encontrado las palabras precisas en inglés que se ajustaran a las canciones de la pieza. Entre otros aspectos notables de esta producción se distingue Chris Barillaro quien además de pianista dirige a un conjunto integrado por otros 5 músicos acompañando armoniosamente las canciones interpretadas por las 12 actrices.
Conclusión: El Centro Segal ofrece un espectáculo musical de gran jerarquía debido a la valiosa colaboración de un excepcional equipo artístico. Jorge Gutman