Una Peque­ña Come­dia Sentimental

ST. VIN­CENT. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por Theo­do­re Melfi

Que un hom­bre hura­ño, soli­ta­rio y poco ami­ga­ble sea san­ti­fi­ca­do pue­de resul­tar impro­ba­ble, pero eso es lo que suce­de en St. Vin­cent, pri­mer lar­go­me­tra­je diri­gi­do y escri­to por Theo­do­re Mel­fi y pro­ta­go­ni­za­do por el bri­llan­te come­dian­te Bill Murray.

Bill Murray y Jaeden Lieberher

Bill Murray y Jae­den Lieberher

El guión del rea­li­za­dor enfo­ca a Vin­cent (Murray), un vete­rano de la gue­rra de Viet­nam quien en pro­ce­so de reha­bi­li­ta­ción guar­da algu­nas secue­las de un derra­me cere­bral. De natu­ra­le­za inex­pre­si­va y de difí­cil tem­pe­ra­men­to, su vida cam­bia radi­cal­men­te cuan­do Mag­gie (Melis­sa McCarthy), una madre mono­pa­ren­tal de modes­tos recur­sos, y su hijo Oli­ver (Jae­den Lie­berher) de 12 años lle­gan a habi­tar la casa veci­na y en don­de las rela­cio­nes enta­bla­das al prin­ci­pio dis­tan de ser cordiales.

Tra­ba­jan­do en un labo­ra­to­rio médi­co con hora­rios alter­na­ti­vos, Mag­gie no desea que su hijo que­de solo en la casa al regre­sar de la escue­la y es por esa razón que soli­ci­ta a Vin­cent que cui­de del menor; aun­que con reluc­tan­cia éste acep­ta la tarea que le pro­vee­rá 12 dóla­res por hora y le ayu­da­rá en par­te a solu­cio­nar sus difi­cul­ta­des financieras.

Lo que con­ti­núa es bien pre­de­ci­ble. Un víncu­lo frío y poco ami­ga­ble va cedien­do gra­dual­men­te lugar a una rela­ción cáli­da entre el hom­bre hos­co y gru­ñón pero tierno de cora­zón con un niño tími­do que debe supe­rar algu­nos pro­ble­mas con sus com­pa­ñe­ros de escue­la. Así él le ense­ña­rá cómo adqui­rir mayor con­fian­za en sí mis­mo, cómo actuar fren­te a los chi­cos que lo aco­san físi­ca­men­te en el cole­gio, ade­más de otras acti­tu­des que debe­rá adop­tar para defen­der­se en la vida. Cla­ro está que esa edu­ca­ción impar­ti­da tie­ne sus bemo­les cuan­do Vin­cent, quien tie­ne una con­si­de­ra­ble incli­na­ción a la bebi­da y a los jue­gos, lle­va al niño a bares así como a las carre­ras de caba­llos. En todo caso, las acti­tu­des del misán­tro­po indi­vi­duo son muy apre­cia­das por Oli­ver quien al tener que pre­pa­rar un infor­me asig­na­do por su maes­tro de escue­la (Chris O’Dowd) sobre el tema “Saints Among Us” (San­tos entre Noso­tros) des­cri­be un cua­dro muy emo­ti­vo sobre la per­so­na­li­dad de su men­tor a quien con­si­de­ra un san­to, lo que con­du­ce a una de las esce­nas más cáli­das de esta historia.

El guión es sus­cep­ti­ble de algu­nas obser­va­cio­nes, como por ejem­plo acep­tar que una madre pue­da dejar a su hijo en manos de un des­co­no­ci­do y que en prin­ci­pio pocas garan­tías le ofre­ce en cuan­to a su moda­li­dad de vida; sin embar­go, ese deta­lle como algu­nos otros pue­den obviar­se con­si­de­ran­do los aspec­tos posi­ti­vos del rela­to en don­de sus dife­ren­tes per­so­na­jes des­ti­lan huma­ni­dad, inclu­yen­do a Daka (Nao­mi Watts), la ami­ga pros­ti­tu­ta rusa de Vin­cent quien es prác­ti­ca­men­te su úni­co víncu­lo social.

En esen­cia, el públi­co con­tem­pla una come­dia sen­ti­men­tal y sen­ci­lla que en cier­tos momen­tos adop­ta el carác­ter de un buen tele­film pro­li­ja­men­te rela­ta­do y en don­de ade­más de con­tar con un buen elen­co, sobre todo en la actua­ción de Lie­berher, que­da resal­ta­da la exce­len­te carac­te­ri­za­ción de Murray como un hom­bre que defi­ni­ti­va­men­te no es san­to pero sí due­ño de una com­ple­ja per­so­na­li­dad con quien final­men­te el públi­co pue­de empatizar.

Con­clu­sión: Si no fue­ra por algu­na otra razón, la exce­len­te actua­ción de Murray jus­ti­fi­ca la visión de este film.  Jor­ge Gut­man