Una Deli­ran­te Tragicomedia

BIRD­MAN OR (THE UNEX­PEC­TED VIR­TUE OF IGNO­RAN­CE). Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Ale­jan­dro Gon­zá­lez Iñárritu

El títu­lo del recien­te film de Ale­jan­dro Gon­zá­lez Iñá­rri­tu hace refe­ren­cia al rol que duran­te cier­to tiem­po solía inter­pre­tar el per­so­na­je cen­tral de la his­to­ria aquí pro­pues­ta. Se tra­ta de Rig­gan Thom­son (Michael Kea­ton), un actor sexa­ge­na­rio que déca­das atrás fue famo­so ani­man­do a “Bird­man”, un super­hé­roe de his­to­rie­ta, y que aho­ra atra­vie­sa en su vida una ins­tan­cia difí­cil al que­rer con­ven­cer­se de que aún tie­ne la capa­ci­dad, ima­gi­na­ción y vigor nece­sa­rios para impo­ner­se nue­va­men­te como actor a la vez que direc­tor tea­tral. A tra­vés de este per­so­na­je, el inte­li­gen­te rea­li­za­dor ofre­ce un cua­dro rea­lis­ta de lo que se vive detrás de la esce­na en opor­tu­ni­dad de estre­nar una pie­za de tea­tro en Broad­way, que es el lugar de mayor visi­bi­li­dad para el triun­fo o el fra­ca­so de quie­nes están direc­ta­men­te invo­lu­cra­dos en el proyecto.

Michael Keaton y Edward Norton

Michael Kea­ton y Edward Norton

Rig­gan es el director,y uno de los acto­res de una obra tea­tral que él adap­tó basa­da en una nove­la de Ray­mond Car­ver. De inmi­nen­te estreno en el Tea­tro St. James, una de las más impor­tan­tes salas de Nue­va York ubi­ca­da en el cora­zón de Broad­way, este acon­te­ci­mien­to tie­ne un sig­ni­fi­ca­do muy espe­cial para Rig­gan dado que cree que le per­mi­ti­rá reco­brar la popu­la­ri­dad de anta­ño. Un día antes del comien­zo de las repre­sen­ta­cio­nes de pre-estreno, el intér­pre­te prin­ci­pal sufre un acci­den­te lo que moti­va a que sea reem­pla­za­do por el actor Mike Shi­ner (Edward Nor­ton), dado que según la opi­nión de Jake (Zach Gali­fia­na­kis) ‑pro­duc­tor de la obra- es un artis­ta bien cono­ci­do y cons­ti­tu­ye una garan­tía para atraer al público.

A par­tir de allí el film, que sal­vo algu­nas esce­nas exte­rio­res de Times Squa­re trans­cu­rre en el inte­rior del edi­fi­cio tea­tral (corre­do­res, cama­ri­nes, esce­na­rio), va ilus­tran­do lo que acon­te­ce con Rig­gan en su difi­cul­to­sa rela­ción enta­bla­da con el domi­nan­te Mike quien pro­cu­ra ejer­cer el con­trol de la obra, su pare­ja Lau­ra (Andrea Rise­bo­rough), la actriz prin­ci­pal (Nao­mi Watts) que tra­ta de alen­tar­lo, su ex espo­sa Syl­via (Amy Ryan) y en espe­cial con su hija Sam (Emma Sto­ne); esta últi­ma, ade­más de ser su asis­ten­te, es la úni­ca que se atre­ve a expre­sar­le con ente­ra fran­que­za algu­nas ver­da­des como cuan­do le dice que al no que­rer par­ti­ci­par en las redes socia­les de la era digi­tal, él se con­vier­te en un hom­bre inexis­ten­te sin tras­cen­den­cia alguna.

En todo el caó­ti­co movi­mien­to que pre­ce­de al estreno, Iñá­rri­tu ofre­ce un muy buen retra­to de un indi­vi­duo tra­tan­do de com­ba­tir sus demo­nios inter­nos y que en algu­nos momen­tos de su esta­do deli­ran­te se encuen­tra pose­sio­na­do por el sim­bó­li­co “hom­bre pája­ro” que solía ani­mar años atrás y que con su voz inte­rior le hace ver que es un medio­cre actor.

Con un exce­len­te mane­jo de la cáma­ra en mano que pare­cie­ra haber sido fil­ma­do en un úni­co inin­te­rrum­pi­do plano secuen­cia –en gran par­te gra­cias a la habi­li­dad del exce­len­te direc­tor de foto­gra­fía Emma­nuel Lubez­ki- Bird­man deja amplio mar­gen de refle­xión sobre el sig­ni­fi­ca­do del éxi­to, cómo el trans­cur­so inexo­ra­ble del tiem­po pue­de afec­tar la pro­se­cu­ción de la carre­ra de un actor de edad madu­ra, así como los entre­te­lo­nes del pro­ce­so artís­ti­co de una obra tea­tral y la diná­mi­ca esta­ble­ci­da entre los acto­res participantes.

Como nota de gran per­ti­nen­cia el guión se refie­re a la influen­cia que ejer­cen los crí­ti­cos tea­tra­les repre­sen­tan­tes de influ­yen­tes medios de comu­ni­ca­ción, quie­nes con sus comen­ta­rios de eva­lua­ción poseen el poder de deci­dir el futu­ro comer­cial de una obra y su per­ma­nen­cia en car­tel; eso se ilus­tra en una dra­má­ti­ca esce­na que tie­ne lugar en un res­tau­ran­te don­de una pres­ti­gio­sa y temi­da crí­ti­ca (Lind­say Dun­can) no tie­ne empa­cho alguno de mani­fes­tar a Rig­gan, que cual­quie­ra sea su apre­cia­ción al juz­gar la obra que va a estre­nar, su opi­nión será nega­ti­va por­que odia lo que él repre­sen­ta y desea des­truir­lo profesionalmente.

En el sóli­do repar­to, Kea­ton apor­ta exce­len­te­men­te los dife­ren­tes mati­ces de un com­ple­jo rol dan­do vida al actor-direc­tor que sufre los gol­pes emo­cio­na­les de una cri­sis exis­ten­cial; Nor­ton, por su par­te tam­bién bri­lla en un per­so­na­je arro­lla­dor, sobre­to­do en algu­nas esce­nas inter­ac­tuan­do con Rig­gan, como así tam­bién en la joco­sa situa­ción que se pro­du­ce cuan­do actuan­do en el esce­na­rio fren­te al públi­co asis­ten­te lle­ga a exci­tar­se sexual­men­te en una esce­na ínti­ma man­te­ni­da con el per­so­na­je ani­ma­do por Watts.

Solo dos repa­ros mere­ce Bird­man; el pri­me­ro de los mis­mos radi­ca en el uso exce­si­vo de los ele­men­tos de fan­ta­sía y sim­bo­lis­mos que pue­den resul­tar alie­nan­tes; en segun­do lugar es que el alo­ca­do y caó­ti­co rit­mo en que están inmer­sos sus per­so­na­jes crean una dis­tan­cia emo­cio­nal con el espec­ta­dor. Con todo, Iñá­rri­tú logra refle­jar el dra­ma humano de un paté­ti­co ser humano deses­pe­ra­do en pro­cu­rar un reco­no­ci­mien­to pro­fe­sio­nal a la vez que el afec­to y amor en el plano personal.

Con­clu­sión: Una audaz y deli­ran­te come­dia negra.  Jor­ge Gut­man