Eva­lua­ción del Fes­ti­val du Nou­veau Cinéma

Cró­ni­ca de Jor­ge Gut­man 

El Fes­ti­val du Nou­veau Ciné­ma pro­bó una vez más ser una impor­tan­te mues­tra que atrae a un públi­co ávi­do de ver un cine alter­na­ti­vo de cali­dad. Duran­te 11 días se pudo apre­ciar títu­los de gran acep­ta­ción popu­lar como tam­bién otros más selec­ti­vos que per­te­ne­cien­do a nue­vos direc­to­res tra­tan de trans­mi­tir su visión per­so­nal sobre algu­nos de los pro­ble­mas que afec­tan a la socie­dad contemporánea.

Den­tro de la cama­da de nue­vos direc­to­res, Ioa­nis Nuguet depa­ró una gra­ta sor­pre­sa con su ópe­ra pri­ma Spar­ta­cus et Cas­san­dra (Fran­cia). Este film, que com­par­tió con Félix et Mei­ra (Cana­dá) de Maxi­me Giroux el pre­mio al mejor lar­go metra­je de la com­pe­ten­cia inter­na­cio­nal, es un remar­ca­ble docu­men­tal sobre los roma­níes. Esta gen­te oriun­da de Ruma­nia vive en Fran­cia don­de la mayo­ría de los mis­mos no dis­po­ne de un con­tra­to labo­ral ni tam­po­co de la docu­men­ta­ción legal para tra­ba­jar en el país. Nuguet abor­da a Spar­ta­cus de 13 años y su her­ma­na de 10 per­te­ne­cien­tes a una fami­lia poco edi­fi­can­te con un padre alcohó­li­co sin tra­ba­jo pre­ci­so y una madre sufrien­te que apa­ren­te­men­te pade­ce de cier­ta ines­ta­bi­li­dad men­tal. Des­de la ópti­ca de Spar­ta­cus uno se impo­ne de la tris­te infan­cia pade­ci­da con su her­ma­ni­ta don­de a los cua­tro años de edad se vio for­za­do a men­di­gar en la vía públi­ca, tres años des­pués lle­gó con su fami­lia a Fran­cia y a los 8 años ya incur­sio­nó en el mun­do del deli­to roban­do radios de los auto­mó­vi­les. A los 13 años, tan­to él como su her­ma­na deben deci­dir si seguir lle­van­do una vida poco alen­ta­do­ra vivien­do en car­pas de cir­co en las afue­ras de París don­de las con­di­cio­nes de míni­ma lim­pie­za bri­llan por su ausen­cia y sin nin­gún futu­ro pro­mi­so­rio o bien tener que adap­tar­se a vivir en el hogar de fami­lias sus­ti­tu­tas dejan­do a sus pro­ge­ni­to­res de lado. El gran méri­to del joven rea­li­za­dor es haber tes­ti­mo­nia­do una tris­te reali­dad a tra­vés de una narra­ción que más se ase­me­ja a una his­to­ria de fic­ción que a un docu­men­tal; que­da como balan­ce un film de inne­ga­ble cali­dad que mere­ce ser vis­to más allá de su exhi­bi­ción en fes­ti­va­les como el presente.

Spartacus y Cassandra

SPAR­TA­CUS Y CASSANDRA

Otro aus­pi­cio­so debut es el de Asaf Kor­man en Next to Her (Israel) don­de ana­li­za el deli­ca­do pro­ble­ma que se pro­du­ce cuan­do una per­so­na debe cui­dar de un inte­gran­te fami­liar que se encuen­tra dis­ca­pa­ci­ta­do. Liron Ben Shlush, tam­bién auto­ra del guión, ani­ma a Chelly cuya exis­ten­cia dis­ta de resul­tar fácil al tener que ocu­par­se de su her­ma­na Gabby (Dana Ivgy) de 24 años de edad que se encuen­tra men­tal­men­te afec­ta­da y mani­fies­ta una con­duc­ta difí­cil de con­tro­lar. Cuan­do Che­lli lle­ga a cono­cer a Zohar (Jacob Zada), un pro­fe­sor de gim­na­sia, con quien espe­ra poder asu­mir una bue­na rela­ción de pare­ja, el pano­ra­ma pare­ce­ría cam­biar favo­ra­ble­men­te para ella a par­tir del momen­to en que él se muda a vivir con las her­ma­nas; sin embar­go, nada augu­ra un final feliz cuan­do el cli­ma se espe­sa y se vuel­ve insos­te­ni­ble entre los tres per­so­na­jes, sobre todo aten­dien­do a la par­ti­cu­lar rela­ción exis­ten­te entre Che­lli y Gabby. Aun­que las his­to­rias refe­ren­tes a las difi­cul­ta­des de com­pa­ti­bi­li­zar las pre­sio­nes fami­lia­res con la bús­que­da de la feli­ci­dad per­so­nal no resul­ten nove­do­sas, el film esta muy bien cons­trui­do logran­do crear un ten­so dra­ma refor­za­do por las bue­nas actua­cio­nes de su redu­ci­do elenco.

Fran­co Lolli es el direc­tor y guio­nis­ta de Gen­te de Bien (Colom­bia), un dra­ma rea­lis­ta sobre los pro­ble­mas emo­cio­na­les que atra­vie­sa un menor enfren­ta­do a un medio social que no le per­te­ne­ce. La his­to­ria se cen­tra en Eric (Bryan San­ta­ma­ría), un chi­co de 10 años que debe a dejar a su madre cuan­do ella obtie­ne un tra­ba­jo en un lugar dis­tan­te de Colom­bia y se muda para vivir con Gabriel, su padre (Car­los Fer­nan­do Pérez) quien es un car­pin­te­ro de muy humil­de con­di­ción al cual ape­nas cono­ce. Fren­te a la ame­na­za de ser des­alo­ja­do, Gabriel reci­be la gene­ro­sa invi­ta­ción de María Isa­bel (Ale­jan­dra Borre­ro), una de sus clien­tes de aco­mo­da­da situa­ción eco­nó­mi­ca, para pasar las navi­da­des en su lujo­sa man­sión cam­pes­tre; sin embar­go, la con­vi­ven­cia entre los pobres invi­ta­dos y algu­nos de sus adi­ne­ra­dos hués­pe­des no resul­ta todo lo pla­cen­te­ra que habría de aguar­dar. Aun­que sin que exis­ta un sóli­do desa­rro­llo dra­má­ti­co, el film de Loli, den­tro de su sen­ci­llez y con algu­nas esce­nas de mági­co rea­lis­mo, está bien rela­ta­do y cuen­ta con la exce­len­te actua­ción de San­ta­ma­ría quien lle­ga a trans­mi­tir la ino­cen­cia de un niño que tra­ta de lograr una bue­na rela­ción con su padre al pro­pio tiem­po que es tes­ti­go de las injus­ti­cias socia­les que se pro­du­cen entre gen­te de dife­ren­te situa­ción eco­nó­mi­ca, en este caso repre­sen­ta­do por la cruel­dad de los niños con quien Eric debe alternar.

La bana­li­dad huma­na que­da mag­ní­fi­ca­men­te refle­ja­da en el melan­có­li­co film de Roy Ander­son A Pigeon Sat On A Branch Reflec­ting On Exis­ten­ce (Sue­cia-Norue­ga-Fran­cia-Ale­ma­nia). A tra­vés de 39 esce­nas el rea­li­za­dor intro­du­ce dife­ren­tes viñe­tas que sin tener vin­cu­la­ción algu­na con­fi­gu­ran una mira­da sagaz sobre el com­por­ta­mien­to que los mor­ta­les pue­den asu­mir en su actua­ción coti­dia­na. Entre algu­nas de las situa­cio­nes curio­sas se pue­den obser­var tres gra­cio­sos encuen­tros con la muer­te, una niña con Sín­dro­me de Down reci­tan­do en un esce­na­rio un extra­ño poe­ma, la reapa­ri­ción del rey sue­co Car­los XII en un con­tex­to moderno, un marino pro­ble­ma­ti­za­do por una cita anu­la­da, una pro­fe­so­ra de fla­men­co ofre­cien­do cari­cias muy par­ti­cu­la­res a uno de sus alum­nos, una vela­da esco­lar para niños con nece­si­da­des espe­cia­les y la pelea de una pare­ja en una pla­ya. Con todo, los momen­tos más recu­rren­tes y gra­cio­sos del film invo­lu­cran a un dúo de excén­tri­cos ven­de­do­res (Hol­ger Anders­son, Nils West­blom) que labo­rio­sa­men­te tra­tan de ofre­cer artícu­los de entre­te­ni­mien­to que inclu­yen col­mi­llos de vam­pi­ros, muñe­qui­tos que ríen y más­ca­ras joco­sas. Como su títu­lo lo indi­ca, esta nota­ble pelí­cu­la invi­ta a refle­xio­nar sobre la for­ma absur­da de la con­duc­ta huma­na y que por más ridí­cu­la que apa­rez­ca en cier­tas acti­tu­des, en últi­ma ins­tan­cia refle­ja la reali­dad de la gran come­dia asu­mi­da por los seres mortales.

Abel Ferra­ra recrea en Paso­li­ni (Fran­cia-Ita­lia-Bél­gi­ca) los últi­mos días del renom­bra­do cineas­ta. No se tra­ta de un film bio­grá­fi­co sino que lo que se brin­da es un pan­ta­lla­zo de lo que fue este nota­ble y com­ple­jo indi­vi­duo. Para ello Ferra­ra recons­tru­ye algu­nos aspec­tos de su vida en entre­vis­tas que con­ce­dió en las 48 horas que ante­ce­die­ron a su fatal muer­te, a tra­vés de la actua­ción de Willem Dafoe; este actor logra una bue­na carac­te­ri­za­ción del hom­bre pro­vo­ca­dor que pro­fé­ti­ca­men­te echa una mira­da inci­si­va y som­bría hacia la direc­ción polí­ti­co-social que apun­ta Ita­lia refle­jan­do la des­hu­ma­ni­za­ción del indi­vi­duo. En for­ma no hil­va­na­da se asis­ten a algu­nos aspec­tos de su vida homo­se­xual reco­rrien­do luga­res para bus­car com­pa­ñía, cier­tos momen­tos de ter­nu­ra con su devo­ta madre (Adria­na Asti), una ama­ble comi­da con Gra­zie­lla (Gia­da Cola­gran­de) que era su pri­ma y secre­ta­ria y con otros ami­gos, la últi­ma cena con su ex aman­te Ninet­to Davo­li (Ric­car­do Sca­mar­cio) y las últi­mas horas del 2 de noviem­bre de 1975 con la repro­duc­ción de lo que pasó en la pla­ya de Ostia cer­ca­na a Roma don­de fue sal­va­je­men­te ase­si­na­do des­pués de un víncu­lo man­te­ni­do con Pino Pelo­si (Damiano Tami­lia), un joven pros­ti­tu­to. Aun­que el film tra­ta de brin­dar una ima­gen del nota­ble y com­ple­jo indi­vi­duo que ha sido, lo que se obser­va en pan­ta­lla dis­ta de lle­gar como debie­ra en la medi­da que su desa­rro­llo frag­men­ta­rio no per­mi­te que el espec­ta­dor aprehen­da ple­na­men­te la per­so­na­li­dad del rea­li­za­dor de Teo­re­ma.

Willem Dafoe en PASOLINI

Willem Dafoe en PASOLINI

Sin que se tra­te de un film per­fec­to, Her­mo­sa Juven­tud (Espa­ña) de Jai­me Rosa­les tie­ne ele­men­tos que lo tor­nan impor­tan­te en cuan­to ilus­tra una reali­dad social que afec­ta a Espa­ña, sobre todo a la juven­tud. El rela­to se cen­tra en Nata­lia (Ingrid Gar­cía Johns­son) y Car­los (Car­los Rodrí­guez), dos jóve­nes de poco más de vein­te años que se quie­ren pero que viven una exis­ten­cia depri­mi­da por la dura situa­ción que atra­vie­sa el país que los obli­ga a estar des­em­plea­dos o sino a acep­tar ocu­pa­cio­nes casua­les de baja remu­ne­ra­ción; eso les impi­de tener su pro­pio hogar y moti­va a que cada uno de ellos viva con sus res­pec­ti­vas madres. Aun­que a tra­vés de la rea­li­za­ción de un video por­no­grá­fi­co obtie­nen un ingre­so, el peque­ño mon­to reci­bi­do solo les per­mi­te des­en­vol­ver­se por un perío­do cor­to. Con el emba­ra­zo de Nata­lia y el naci­mien­to del bebé la situa­ción se vuel­ve más crí­ti­ca. ¿Pue­de la idea de la joven de emi­grar de Espa­ña en pro­cu­ra de luga­res más pro­mi­so­rios solu­cio­nar el angus­tian­te pro­ble­ma eco­nó­mi­co? En base a estos ele­men­tos, Rosa­les logra un rela­to sen­si­ble, con una muy bue­na inter­pre­ta­ción de sus dos jóve­nes acto­res quie­nes viven con com­ple­ta natu­ra­li­dad el dra­ma de sus per­so­na­jes; ade­más, los bue­nos diá­lo­gos, el rit­mo flui­do y la ati­na­da inser­ción en la narra­ción de la tec­no­lo­gía moder­na de comu­ni­ca­ción uti­li­za­da por la gene­ra­ción actual, con­tri­bu­yen a con­for­mar una come­dia dra­má­ti­ca gratificante.

Ingrid García Johnson y Carlos Rodriguez en HERMOSA JUVENTUD

Ingrid Gar­cía John­son y Car­los Rodrí­guez en HER­MO­SA JUVENTUD

La vio­len­cia domés­ti­ca es el tema enfo­ca­do por Die­go Ler­man en Refu­gia­do (Argen­ti­na) toman­do como refe­ren­cia a Lau­ra (Julie­ta Díaz), una mujer que sufre los arre­ba­tos y gol­pes físi­cos por par­te de su espo­so. Afor­tu­na­da­men­te Ler­man no mues­tra en pan­ta­lla estos inci­den­tes pero sugie­re muy bien el dra­ma vivi­do por la espo­sa que que­da expues­to al prin­ci­pio del rela­to cuan­do Matías (Sebas­tián Moli­na­ro), el hiji­to de 7 años del matri­mo­nio regre­sa a su casa y con­tem­pla el lamen­ta­ble esta­do de la madre des­pués de uno de los acos­tum­bra­dos ata­ques del padre. De allí en más Lau­ra, que se encuen­tra en los pri­me­ros esta­dios de un emba­ra­zo, jun­to a Matías huyen del hogar bus­can­do dife­ren­tes refu­gios para sen­tir­se pro­te­gi­dos. Siguien­do las des­ven­tu­ras vivi­das por la madre y su hijo, el rela­to va crean­do una atmós­fe­ra de ten­sión y sus­pen­so narran­do cómo Lau­ra y Matías pue­den sobre­vi­vir con esca­sos recur­sos dis­po­ni­bles y bajo la ame­na­za per­ma­nen­te de un mari­do que a toda cos­ta –a tra­vés del telé­fono- ins­ta a su mujer a retor­nar al hogar. Con una ciu­dad de Bue­nos Aires como telón de fon­do que luce gri­sá­cea, dura e inhós­pi­ta, Ler­man ilus­tra con acier­to la desin­te­gra­ción de una pare­ja y de una fami­lia a la vez que su film cons­ti­tu­ye un buen ale­ga­to con­tra cual­quier for­ma de vio­len­cia física.

Den­tro de los fil­mes que des­pier­ta inte­rés por su natu­ra­le­za enig­má­ti­ca se encuen­tra Correc­tions Class (Rusia), ópe­ra pri­ma de Ivan I. Tver­dovsky. El rela­to, difí­cil de cata­lo­gar, trans­cu­rre en una escue­la de ense­ñan­za media don­de sus alum­nos reci­ben una espe­cial aten­ción por pre­sen­tar dife­ren­tes tipos de dis­ca­pa­ci­da­des o defi­cien­cias físi­cas; entre ellos se encuen­tra Lena (María Poezhae­va), una ani­ma­da ado­les­cen­te quien sufrien­do de una enfer­me­dad mus­cu­lar se debe des­pla­zar en silla de rue­das. Al prin­ci­pio la joven logra adap­tar­se muy bien a sus com­pa­ñe­ros don­de Misha (Niki­ta Kukush­kin), el líder del gru­po, se sien­te atraí­do por ella; sin embar­go, ella pre­fie­re a Anton (Filipp Avde­yev), un ele­gan­te y tími­do alumno que sufre de epi­lep­sia, cuya pre­jui­cio­sa madre (Olga Lapshi­na) se opo­ne tenaz­men­te a esa rela­ción. Gra­dual­men­te, los acon­te­ci­mien­tos tien­den a com­pli­car­se para Lena quien a cau­sa de un des­ga­rran­te bull­ying (aco­so esco­lar), es final­men­te obje­to de un agre­si­vo y peno­so ata­que de vio­len­cia ori­gi­nan­do esce­nas alta­men­te per­tur­ba­do­ras. Este lúgu­bre retra­to de jóve­nes dis­ca­pa­ci­ta­dos está muy bien rea­li­za­do y actua­do aun­que es difí­cil pre­ci­sar hacia dónn­de ver­da­de­ra­men­te apun­ta; con todo es posi­ble apre­ciar a tra­vés de su tra­ma algu­nos aspec­tos xeno­fó­bi­cos que afec­tan a la socie­dad rusa.

Los efec­tos de la gue­rra en la esta­bi­li­dad men­tal de quie­nes par­ti­ci­pan en la mis­ma que­dan refle­ja­dos en Le Mili­tai­re (Cana­dá) de Noél Mitra­ni. Con una pul­cra narra­ción mini­ma­lis­ta, Lau­rent Lucas es prác­ti­ca­men­te el úni­co per­so­na­je de una his­to­ria que lo mues­tra carac­te­ri­zan­do a un ex mili­tar fran­cés que des­pués de su par­ti­ci­pa­ción en el con­flic­to béli­co de Afga­nis­tán, ade­más de haber que­da­do par­cial­men­te dis­ca­pa­ci­ta­do, se encuen­tra emo­cio­nal­men­te per­tur­ba­do. Lucas trans­mi­te cabal­men­te la psi­co­lo­gía de este per­so­na­je cuya vida dia­ria está ali­men­ta­da por fre­cuen­tes deli­rios y en don­de su efí­me­ro con­tac­to social se pro­du­ce al inter­ac­tuar con una chi­ca a quien encuen­tra en un par­que. En este film inquie­tan­te y de esca­sos diá­lo­gos Mitra­ni logra que sus imá­ge­nes expre­sen por sí solas el dra­ma de un indi­vi­duo impo­si­bi­li­ta­do de reanu­dar una exis­ten­cia nor­mal por los trau­má­ti­cos acon­te­ci­mien­tos expe­ri­men­ta­dos en el pasado.

Laurent Lucas en LE MILITAIRE

Lau­rent Lucas en LE MILITAIRE

The Owners (Kazakhs­tan) es un intere­san­te film del rea­li­za­dor Adilkhan Yerzha­nov quien median­te una inge­nio­sa his­to­ria expo­ne algu­nas situa­cio­nes que acon­te­cen en su país de ori­gen. Un ex con­vic­to de 25 años (Aidyn Sakha­man) jun­to con su her­mano ado­les­cen­te (Yer­bo­lat Yerzhan) y una her­ma­na epi­lép­ti­ca de 12 años (Ali­ya Zai­na­lo­va) des­pués de la muer­te de su madre, dejan la ciu­dad de Almaty para comen­zar una nue­va vida en la casa here­da­da que se encuen­tra en una zona rural. Sin embar­go se topan con el serio pro­ble­ma de que el lugar está habi­ta­do por un alcohó­li­co inqui­lino (Bauyrzhan Kap­ta­gai) que no está dis­pues­to a des­ocu­par­lo y que se encuen­tra pro­te­gi­do por su her­mano (Nur­bek Mukushev), un corrup­to jefe de poli­cía local. A pesar del dra­ma­tis­mo sus­ci­ta­do por la vio­len­ta dispu­ta que se gene­ra en torno a la pose­sión de la vivien­da, el direc­tor optó por rela­tar esta his­to­ria adop­tan­do un humor iró­ni­co, mor­daz y absur­do, e ilus­tran­do cómo el ejer­ci­cio dis­cre­cio­nal del poder con­du­ce a que la jus­ti­cia e igual­dad social de los ciu­da­da­nos resul­ten cuestionadas.

Tizita Hagere en DIFRET

Tizi­ta Hage­re en DIFRET

Basa­do en hechos reales acon­te­ci­dos en 1996,el rea­li­za­dor etío­pe Zere­se­nay Berha­ne Meha­ri evi­den­cia una gran madu­rez con su ópe­ra pri­ma Difret (Etio­pía) don­de su cau­ti­van­te rela­to ilus­tra carac­te­rís­ti­cas cul­tu­ra­les pre­va­le­cien­tes en el inte­rior de Etio­pía. Siguien­do tra­di­cio­nes ances­tra­les, ha sido prác­ti­ca usual que las muje­res fue­sen secues­tra­das for­za­da­men­te por par­te de hom­bres que pre­ten­dían casar­se con ellas; eso es lo que acon­te­ce con Hirut (Tizi­ta Hage­re), una joven­ci­ta de 14 años, que al regre­sar de la escue­la para diri­gir­se a la aldea en que vive ‑ubi­ca­da a 3 horas de la capi­tal de Etiopia‑, es rap­ta­da por un gru­po de jine­tes lide­ra­dos por Tade­le (Gir­ma Tesho­me), quie­nes la lle­van a un refu­gio para obli­gar­la a casar­se con él. Des­pués que Tade­le la vio­la, ella logra esca­par­se pro­vis­ta de un rifle, y cuan­do es per­se­gui­da por los hom­bres logra defen­der­se matan­do a su inde­sea­do pre­ten­dien­te; por par­te de los aldea­nos, y a pesar de su edad, esta ado­les­cen­te está con­de­na­da a muer­te por la acción come­ti­da pese a que ha sido en auto­de­fen­sa. Afor­tu­na­da­men­te, Mea­za Ashe­na­fi (Meron Get­net), fun­da­do­ra y direc­to­ra eje­cu­ti­va de la Aso­cia­ción de Muje­res Abo­ga­das de Etio­pía, está dis­pues­ta a ocu­par­se del caso atra­ve­san­do un sin­fín de obs­tácu­los para lograr que Hirut sea absuel­ta. El guión que per­te­ne­ce al rea­li­za­dor cla­ra­men­te ilus­tra la con­di­ción feme­ni­na sobre los dere­chos legí­ti­mos que le asis­ten para obte­ner una edu­ca­ción for­mal al igual que el hom­bre y a no estar sumi­da a cos­tum­bres que de nin­gún modo se ajus­tan al com­por­ta­mien­to de un mun­do civi­li­za­do. No resul­ta extra­ño que en este pro­yec­to figu­re el nom­bre de Ange­li­na Jolie como pro­duc­to­ra eje­cu­ti­va, dado que esta sen­si­ble actriz y rea­li­za­do­ra siem­pre ha esta­do com­pro­me­ti­da social­men­te abo­gan­do por la con­si­de­ra­ción y res­pe­to que mere­ce la mujer. En los cré­di­tos fina­les del film se lee que entre 1995 y 2002 la orga­ni­za­ción de Mea­za ayu­dó a más de 30.000 muje­res y niñas que habían sido rap­ta­das por el moti­vo expues­to. Lo acon­te­ci­do con Hirut sir­vió para que hoy día todo rap­to para casa­mien­to sea con­si­de­ra­do ile­gal y cas­ti­ga­do con 5 años de pri­sión. Este film, ade­más de ser uno de los mejo­res tra­ba­jos pre­sen­ta­dos en este fes­ti­val, obtu­vo mere­ci­da­men­te el pre­mio del público.

Un Pobre Rela­to Romántico

THE BEST OF ME. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Michael Hoffman

No hay bene­vo­len­cia posi­ble para res­ca­tar un film deci­di­da­men­te pobre como lo es TheBest of Me. Tra­tán­do­se de una adap­ta­ción de una nove­la de Nicho­las Sparks, uno podría aguar­dar un rela­to que aun­que sen­si­ble­ro fue­se media­na­men­te atrac­ti­vo. Sin embar­go, la fal­ta de ori­gi­na­li­dad en la direc­ción de Michael Hoff­man auna­do con el pobre guión de Will Feters y J. Mills Good­loe cons­pi­ran para que esta pelí­cu­la carez­ca de con­vic­ción y ter­mi­ne naufragando.

 Michelle Monaghan y James Mardsen

Miche­lle Monaghan y James Mardsen

El rela­to que trans­cu­rre en Loui­sia­na comien­za en la épo­ca actual y cen­tra su aten­ción en Aman­da (Miche­lle Monaghan) y Daw­son (James Mard­sen), quie­nes en su juven­tud estu­vie­ron ena­mo­ra­dos pero que el des­tino moti­vó a que siguie­ran dife­ren­tes rum­bos. Hoy día ella es una madre y espo­sa pro­ve­nien­te de un hogar bur­gués que no guar­da sen­ti­mien­to de amor alguno hacia su mari­do (Sebas­tian Arce­lus), mien­tras que Daw­son sigue sol­te­ro tra­ba­jan­do en la indus­tria petro­le­ra don­de aca­ba de reco­brar­se de un acci­den­te que por poco le cues­ta la vida. Ambos lle­gan a reen­con­trar­se des­pués de 21 años de no haber­se vis­to para asis­tir a los fune­ra­les de Tuck (Gerald McRa­ney), un hom­bre viu­do que como gran ami­go común les pres­tó con­si­de­ra­ble ayu­da a tra­vés de los años. Ese reen­cuen­tro hace que aflo­ren los recuer­dos del pasa­do don­de los jóve­nes Aman­da (Lia­na Libe­ra­to) y Daw­son (Luke Bra­cey) vivie­ron un roman­ce apa­sio­na­do a pesar de los esfuer­zos del padre de ella que inten­tó sepa­rar­los por razo­nes de esta­tus social; a todo ello, el pobre Daw­son debió sufrir los emba­tes de su feroz pro­ge­ni­tor padre (Sean Brid­gers) que lo tuvo a mal traer.

Con una expo­si­ción len­tí­si­ma y pla­ga­da de cli­sés, recién a los 70 minu­tos de metra­je se lle­ga a cono­cer la cau­sa que obli­gó a que la pare­ja se sepa­ra­ra. Como don­de hubo fue­go, ceni­zas que­dan, el reen­cuen­tro pre­sen­te abre las puer­tas para una segun­da opor­tu­ni­dad amo­ro­sa has­ta arri­bar a un final que aun­que no pre­vi­si­ble, deja bas­tan­te que desear, sobre todo en la coda final que por res­pe­to a quien quie­ra ver el film no se habrá de revelar.

Más pare­ci­do a un cule­brón de tele­vi­sión que a un buen rela­to román­ti­co, la elec­ción del elen­co es uno de sus peo­res defec­tos. Así, una míni­ma pre­cau­ción debió haber sido toma­da para que exis­tie­sen ras­gos físi­cos de los acto­res que pudie­sen empa­ren­tar la natu­ra­le­za de los per­so­na­jes actua­les con los del pasa­do; como eso no ocu­rre, resul­ta difí­cil aso­ciar­los a tra­vés del tiem­po; para peor no se vis­lum­bra la quí­mi­ca nece­sa­ria entre Aman­da y Daw­son para que la his­to­ria román­ti­ca con­ven­za. Final­men­te, la for­ma que adop­ta la his­to­ria con sus coin­ci­den­cias rebus­ca­das y tra­ge­dias for­za­das más los insul­sos diá­lo­gos del guión moti­van a que el desin­te­rés del rela­to cobre mayor fuer­za a medi­da que el metra­je trans­cu­rre y que poco impor­te la suer­te corri­da por los pro­ta­go­nis­tas de esta historia.

Con­clu­sión: Un film pobre don­de su elen­co poco pue­de hacer para res­ca­tar­lo de su medio­cri­dad.  Jor­ge Gut­man 

Una Extra­ña Visita

THE GUEST. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Adam Wingard

Aun­que el tema de des­co­no­ci­dos que inva­den la inti­mi­dad fami­liar ya ha sido expues­to por el cine en varias oca­sio­nes, cabe admi­tir que lo que el direc­tor Adam Win­gard y el guio­nis­ta Simon Barret pro­po­nen aquí resul­ta intere­san­te. Lo obje­ta­ble es que des­pués de haber logra­do man­te­ner en gran par­te del metra­je la aten­ción del públi­co, el esfuer­zo se des­ca­rri­la hacia el final a tra­vés de esce­nas vio­len­tas gra­tui­ta­men­te inne­ce­sa­rias que prác­ti­ca­men­te dilu­yen la efi­ca­cia del rela­to ini­cial­men­te expuesto.

 Dan Stevens

Dan Ste­vens

Las pri­me­ras esce­nas trans­cu­rren en el hogar de la fami­lia Peter­son en Nue­va Méxi­co, inte­gra­do por Lau­ra (Shei­la Kelley), su mari­do Spen­cer (Leland Orser) y sus hijos Luke (Bren­dan Meyer) y Anna (Mai­ka Mon­roe); ellos viven el dolo­ro­so pro­ce­so de due­lo por la pér­di­da de Caleb, el hijo mayor, en los cam­pos de bata­lla de Irak. Sor­pre­si­va­men­te apa­re­ce en la puer­ta de la casa un joven que dice lla­mar­se David Collins (Dan Ste­vens) y haber sido com­pa­ñe­ro de Caleb, a quien vio morir en el cam­po de acción; espe­cial­men­te lle­gó allí para trans­mi­tir a la fami­lia el gran cari­ño y amor que el des­afor­tu­na­do mucha­cho sin­tió hacia sus padres y her­ma­nos. Con­mo­vi­dos por ese ges­to, Lau­ra y Spen­cer lo invi­tan a que pase unos días con ellos. Si bien el visi­tan­te tie­ne la apa­rien­cia de un mucha­cho afa­ble, edu­ca­do y de exce­len­tes moda­les, lla­ma la aten­ción de que el matri­mo­nio desee que el joven pase unos días con la fami­lia cuan­do no hay razón que jus­ti­fi­que el hecho; en todo caso, esa invi­ta­ción que es acep­ta­da por David jus­ti­fi­ca la razón de ser de esta película.

A medi­da que los días trans­cu­rren, don­de pare­ce­ría que la tem­po­ral esta­día del hués­ped se trans­for­ma en algo más per­ma­nen­te, el joven logra ganar­se el afec­to de casi todos los miem­bros del gru­po fami­liar, espe­cial­men­te en el caso de Luc quien sien­do aco­sa­do por algu­nos com­pa­ñe­ros de su cla­se se sor­pren­de gra­ta­men­te cuan­do David sale en su defen­sa pro­pi­nan­do mere­ci­dos cas­ti­gos a sus ator­men­ta­do­res. Con todo, Anna sos­pe­cha que hay algo no sufi­cien­te­men­te cla­ro en la per­so­na­li­dad del visi­tan­te y es allí don­de el direc­tor logra crear una intri­gan­te atmós­fe­ra con res­pec­to a dilu­ci­dar su ver­da­de­ra identidad.

Para man­te­ner el inte­rés del lec­tor es pre­fe­ri­ble no pro­se­guir con la des­crip­ción de lo que suce­de cuan­do Anna comien­za a rea­li­zar una detec­ti­ves­ca tarea para tra­tar de escla­re­cer el pasa­do de David. Ines­pe­ra­da­men­te el rela­to cam­bia por com­ple­to de tono con­vir­tién­do­se en un film de horror y de acción vio­len­ta sin suti­le­za algu­na que malo­gra con­si­de­ra­ble­men­te lo que pre­via­men­te se había contemplado.

A nivel de inter­pre­ta­ción se dis­tin­gue la de Ste­vens quien brin­da una sin­gu­lar expre­si­vi­dad en su carac­te­ri­za­ción de ángel guar­dián y aun­que en los tra­mos fina­les la brus­ca trans­for­ma­ción de su per­so­na­je no lle­ga a con­ven­cer, ello se debe a los impe­ra­ti­vos del capri­cho­so guión.

Con­clu­sión: Un film que logra crear un buen cli­ma de sus­pen­so pero que des­afor­tu­na­da­men­te se des­mo­ro­na en sus tra­mos fina­les con su vio­len­to des­en­la­ce. Jor­ge Gutman

Una Dra­má­ti­ca Revelación

KILL THE MES­SEN­GER. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Michael Cuesta

La ver­dad des­nu­da pue­de defe­nes­trar a una per­so­na. Eso es lo que acon­te­ce con Kill the Mes­sen­ger don­de el rea­li­za­dor Michael Cues­ta ilus­tra el dra­ma vivi­do por un exce­len­te perio­dis­ta que al denun­ciar públi­ca­men­te una inne­ga­ble reali­dad sem­bró, sin haber­lo ima­gi­na­do, el camino de su pro­pia des­truc­ción. Aun­que la his­to­ria de fil­mes basa­dos en casos reales muchas veces debe tomar­se con un gra­ni­to de sal, en este caso es bien cono­ci­da la tra­yec­to­ria de Gary Webb, un repor­te­ro que obtu­vo el Pre­mio Pullitzer y que como devo­to inves­ti­ga­dor se dedi­có con pasión a su profesión.

Si bien el cine refle­jó en All The Pre­si­dents Men (1976) la extra­or­di­na­ria labor rea­li­za­da por Carl Berns­tein y Bob Wood­ward reve­lan­do el escán­da­lo Water­ga­te, al menos el resul­ta­do tuvo un final feliz, aun­que no lo fue­ra para el pre­si­den­te Nixon. Sin embar­go, Webb no tuvo esa suer­te cuan­do tra­ba­jan­do en el San Jose Mer­cury News empren­dió una inves­ti­ga­ción que lle­va­ría a reve­lar un escán­da­lo de gran mag­ni­tud que des­tro­za­ría su carrera.

Jeremy Renner

Jeremy Ren­ner

En una exce­len­te inter­pre­ta­ción, Jeremy Ren­ner ani­ma a Webb cuan­do en 1996 reci­be de manos de Coral (Paz Vega), una seduc­to­ra aman­te de un tra­fi­can­te de dro­gas, un lega­jo estric­ta­men­te con­fi­den­cial men­cio­nan­do la par­ti­ci­pa­ción que tuvo la CIA en el trá­fi­co de dro­gas hacia los Esta­dos Uni­dos cuyo bene­fi­cio resul­tan­te de su ven­ta en el país, sobre todo a la pobla­ción negra de uno de los barrios más des­fa­vo­re­ci­dos de Los Ánge­les, había ser­vi­do para finan­ciar a los rebel­des de Nicaragua.

Con el vis­to bueno de su jefa (Mary Eli­za­beth Wins­tead) y del edi­tor del perió­di­co (Oli­ver Platt), Webb via­ja a Nica­ra­gua y allí entre­vis­ta en la pri­sión a Mene­ses (Andy Gar­cía), uno de los prin­ci­pa­les tra­fi­can­tes invo­lu­cra­dos en la ope­ra­ción, quien le sumi­nis­tra valio­sa infor­ma­ción para que pudie­ra pro­se­guir su tra­ba­jo. A pesar de la adver­ten­cia reci­bi­da por un fun­cio­na­rio (Michael Sheen) del Con­se­jo de Segu­ri­dad Nacio­nal de Washing­ton sobre el peli­gro­so terreno en que esta­ba tran­si­tan­do, Webb per­sis­te en lo suyo has­ta que ter­mi­na publi­can­do en 1998 una serie de artícu­los deno­mi­na­dos “Dark Allian­ce” (Oscu­ra Alian­za) que con­fir­ma­ron el víncu­lo exis­ten­te de la Agen­cia Cen­tral de Inte­li­gen­cia de los Esta­dos Uni­dos con la ope­ra­ción pre­via­men­te mencionada.

El escán­da­lo hecho públi­co le hizo a Webb mere­ce­dor de gran­des elo­gios por par­te de su dia­rio como tam­bién de la opi­nión públi­ca. Pero el momen­to de glo­ria de su autor fue efí­me­ro al haber comen­za­do una cam­pa­ña de des­cré­di­to hacia su per­so­na al seña­lar­se que se valió de infor­ma­ción nada fide­dig­na; ese hecho fue refor­za­do por la acti­tud adop­ta­da por dos dia­rios pode­ro­sos como Los Ange­les Times y The Washing­ton Post quie­nes por celos pro­fe­sio­na­les, por­que sus repor­te­ros no tuvie­ron la opor­tu­ni­dad de infor­mar­se sobre los acon­te­ci­mien­tos seña­la­dos, resol­vie­ron con sus notas des­pres­ti­giar por com­ple­to al ínte­gro perio­dis­ta. Para peor, fue muy dolo­ro­so cons­ta­tar la fal­ta de apo­yo por par­te de su perió­di­co cuan­do por tra­tar­se de un dia­rio de rela­ti­va menor impor­tan­cia el edi­tor tenía inten­ción de retrac­tar­se de los hechos publi­ca­dos; eso moti­vó a que Webb renun­cia­ra a su pues­to con la tris­te con­se­cuen­cia de que nin­gún otro dia­rio vol­vie­ra a contratarlo.

Todo lo acon­te­ci­do suce­dió duran­te el gobierno de Bill Clin­ton don­de su affai­re con Moni­ca Lewinsky tuvo mayor tras­cen­den­cia para los medios de comu­ni­ca­ción que la cru­da reve­la­ción de Webb por la que resul­tó seria­men­te afec­ta­do tan­to en el plano pro­fe­sio­nal como a nivel familiar.

Vis­to en retros­pec­ti­va uno se pre­gun­ta si real­men­te valió la pena que Webb hubie­ra enca­ra­do la inves­ti­ga­ción rea­li­za­da para que el mun­do se impu­sie­ra de lo ocu­rri­do. Es impo­si­ble cono­cer la res­pues­ta por­que en 2004 ter­mi­nó sui­ci­dán­do­se. En todo caso, lo que no deja lugar a dudas es que el film refle­ja cla­ra­men­te la pro­bi­dad e inte­gri­dad moral de un indi­vi­duo empe­ña­do en no des­de­cir­se de la dra­má­ti­ca ver­dad denunciada.

Para su tra­ba­jo, Cues­ta uti­li­zó como fuen­te de infor­ma­ción los libros Dark Allian­ce de Gary Webb y Kill the Mes­sen­ger de Nick Schou, muy bien adap­ta­dos por el guio­nis­ta Peter Landesman.

Con­clu­sión: Un film que por su ade­cua­do rit­mo, cali­dad inter­pre­ta­ti­va y muy buen aná­li­sis de su urti­can­te tema mere­ce ser vis­to. Jor­ge Gutman

Un Film de Vaga Emoción

THE JUD­GE. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de David Dobkin

Este film es un dra­ma judi­cial que por su esti­lo y pre­sen­ta­ción se ase­me­ja a muchos de los ya vis­tos hace más de 30 años, encua­dran­do en el tér­mino “old fashion”; de todos modos, esa cir­cuns­tan­cia no es la que afec­ta la cali­dad de El Juez sino el hecho de que incur­sio­na por terre­nos ya tran­si­ta­dos sin agre­gar algún aspec­to que lo dis­tin­ga de mane­ra espe­cial. Con todo, lo res­ca­ta­ble de esta pelí­cu­la es la sóli­da inter­pre­ta­ción de quie­nes enca­be­zan su elenco.

Robert Downey Jr. y Robert Duvall

Robert Dow­ney Jr. y Robert Duvall

Hank Pal­mer (Robert Dow­ney Jr.) ha deja­do hace tiem­po su hogar natal en Car­lin­vi­lle (India­na) y se desem­pe­ña como un exi­to­so y arro­gan­te abo­ga­do en la ciu­dad de Chica­go, defen­dien­do a gen­te cul­pa­ble que goza de bue­na situa­ción eco­nó­mi­ca. En su vida per­so­nal se encuen­tra en pro­ce­so de divor­cio aun­que man­tie­ne una exce­len­te rela­ción con su hiji­ta; ese deta­lle como algu­nos otros son datos que nada agre­gan a la esen­cia del relato.

El ele­men­to que movi­li­za el rela­to es el anun­cio reci­bi­do de la muer­te de su madre, lo que moti­va a que regre­se al pue­blo que dejó don­de su padre, Joseph Pal­mer (Robert Duvall), es un res­pe­ta­do y seve­ro juez local. Cla­ra­men­te se notan las aspe­re­zas exis­ten­tes entre padre e hijo quie­nes se han man­te­ni­do dis­tan­cia­dos duran­te lar­go tiem­po, como así tam­bién por par­te de sus dos her­ma­nos (Vin­cent D’Onofrio, Jeremy Strong) quie­nes no sim­pa­ti­zan mucho con él. Des­pués del fune­ral y tras un bre­ve encuen­tro con su ex novia de los años jóve­nes (Vera Far­mi­ga), resuel­ve regre­sar de inme­dia­to a su hogar. Sin embar­go, sus pla­nes cam­bian ines­pe­ra­da­men­te cuan­do su padre se con­vier­te en el prin­ci­pal sos­pe­cho­so de haber atro­pe­lla­do con su coche y mata­do en la ruta a un indi­vi­duo recién sali­do de la cár­cel, sobre todo cuan­do el para­gol­pes del vehícu­lo exhi­be acu­sa­do­ras man­chas de san­gre. Esa es la razón por la que Hank resuel­ve asu­mir la defen­sa de su pro­ge­ni­tor sabien­do que tie­ne como impe­ra­ti­vo moral sal­var­lo a toda costa.

Si bien el cen­tro de aten­ción recae en las carac­te­rís­ti­cas adop­ta­das por el jui­cio que tie­ne lugar, don­de Hank como abo­ga­do defen­sor debe enfren­tar­se con un recal­ci­tran­te fis­cal (Billy Bob Thorn­ton) que no duda de la cul­pa­bi­li­dad de su padre, el film no crea el sus­pen­so nece­sa­rio para saber cuál será el vere­dic­to sino que tran­si­ta a tra­vés de his­to­rias secun­da­rias que ade­más de res­pon­der a los este­reo­ti­pos del géne­ro dilu­yen el impac­to de lo que el David Dob­kin se pro­po­ne mostrar.

Las típi­cas situa­cio­nes de una fami­lia dis­fun­cio­nal salen a relu­cir para que uno se ente­re sobre qué acon­te­ció en el pasa­do entre Hank y su padre y para crear la intri­ga en saber si final­men­te padre e hijo ter­mi­na­rán recon­ci­lián­do­se; el hecho de que Joseph padez­ca un cán­cer ter­mi­nal es un arti­fi­cio del guión a fin de agre­gar la nota melo­dra­má­ti­ca que en nin­gún momen­to crea emo­ción. Final­men­te, con el retorno de Hank a Chica­go, uno podría pre­gun­tar­se si vol­ve­rá a reu­nir­se con su espo­sa o si habrá algu­na posi­bi­li­dad de reanu­dar el idi­lio con su amor de juven­tud; en todo caso, poco impor­ta la res­pues­ta. Si el rea­li­za­dor hubie­se logra­do con­cen­trar­se en los aspec­tos espe­cí­fi­cos del jui­cio sin abor­dar dema­sia­das sub­tra­mas que extien­den su dura­ción a casi dos horas y media que se hacen sen­tir, The Jud­ge habría gana­do en flui­dez a pesar de las obser­va­cio­nes señaladas.

La nota de gra­cia de este falli­do film es el due­lo de inter­pre­ta­ción ofre­ci­do por Dow­ney Jr. y Duvall, don­de tan­to en las esce­nas indi­vi­dua­les como en el inter­cam­bio que se pro­du­ce entre sus dos per­so­na­jes cap­tan algu­nos de los momen­tos satis­fac­to­rios del rela­to. Jor­ge Gutman