Un Encuen­tro Familiar

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

AOÛT — UN REPAS À LA CAM­PAG­NEAutor: Jean Marc Dal­pé — Direc­ción: Mar­ti­ne Beaul­ne – Elen­co:Chan­tal Baril, Fré­dé­ric Blan­chet­te, Kim Des­pa­tis, Michel Dumont, Nico­le Leblanc, Gilles Renaud, Pie­rret­te Robi­tai­lle e Isa­be­lle Roy- Deco­ra­dos: Richard Lacroix – Ves­tua­rio : Daniel For­tin — Ilu­mi­na­ción: Guy Simard – Músi­ca: Ludo­vic Bon­nier Dura­ción: 1h15 (sin entre­ac­to). Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 6 de diciem­bre de 2014 en el Théâ­tre Jean-Ducep­pe (www.duceppe.com)

Jean Marc Dal­pé, un talen­to­so autor que­be­quen­se, ha impre­sio­na­do gra­ta­men­te cuan­do esta pie­za fue dada a cono­cer en 2006 y acer­ta­da­men­te ha sido repues­ta en una nue­va pro­duc­ción a tra­vés de la visión de Mar­ti­ne Beaulne.

La sen­ci­lla tra­ma, que no deja de recor­dar algu­nas de las pie­zas más inti­mis­tas de Antón Ché­jov, trans­cu­rre como su títu­lo lo indi­ca en un calu­ro­so día del mes de agos­to, al final del atar­de­cer, en una gran­ja rural de la pro­vin­cia de Que­bec don­de se encuen­tran reu­ni­das 4 gene­ra­cio­nes de una mis­ma fami­lia. El clan fami­liar inclu­ye a Pau­let­te (Nico­le Leblanc), la matriar­ca del mis­mo que ha deja­do la pro­pie­dad a su hija Jean­ne (Pie­rret­te Robi­tai­lle) y su mari­do Simon (Michel Dumont), su pro­pia hija Loui­se (Isa­be­lle Roy) con su mari­do Gabriel (Fré­dé­ric Blan­chet­te), así como la bis­nie­ta Josée (Kim Des­pa­tis); el gru­po se com­ple­ta con Moni­que (Chan­tal Baril) y su novio André Mathieu (Gilles Renaud), dos visi­tan­tes pro­ve­nien­tes de la ciu­dad. Si todo esta­ría pre­pa­ra­do para un ambien­te idí­li­co y cal­mo, el autor opta por un camino dife­ren­te para ilus­trar las fisu­ras que van sur­gien­do en el gru­po, dela­tan­do a una fami­lia que pare­cie­ra comen­zar a descomponerse.

A tra­vés de lo que los diá­lo­gos trans­mi­ten y de lo que no se mani­fies­ta explí­ci­ta­men­te, Dal­pé tra­du­ce muy bien la atmós­fe­ra crea­da por la con­flic­ti­va diná­mi­ca que sur­ge en el seno de la fami­lia des­crip­ta don­de los valo­res con­ser­va­do­res de las gene­ra­cio­nes más anti­guas entran en coli­sión con las aspi­ra­cio­nes más libe­ra­les de la juven­tud. Así, mien­tras que Jean­ne y Simon desean con­ser­var la casa que prác­ti­ca­men­te se encuen­tra en esta­do de aban­dono, los jóve­nes pre­fe­ri­rían su demo­li­ción para cons­truir moder­nos edi­fi­cios y trans­for­mar el lugar en un sitio turís­ti­co. Meta­fó­ri­ca­men­te, la obra ilus­tra a tra­vés de sus per­so­na­jes una visión del Que­bec de anta­ño que tien­de a des­apa­re­cer fren­te a los aires de los vien­tos que soplan para su cam­bio, sobre todo en lo que con­cier­ne a la eman­ci­pa­ción de la mujer.

Fren­te a un tex­to de cali­dad, es impor­tan­te con­tar con una bue­na pues­ta en esce­na y en tal sen­ti­do, la acer­ta­da direc­ción de Beaul­ne per­mi­tió dosi­fi­car los momen­tos dra­má­ti­cos con otros de humor obte­nien­do un resul­ta­do que logra la adhe­sión del espec­ta­dor. Eso es debi­do tam­bién por haber con­ta­do con un repar­to de pri­me­ras figu­ras don­de tan­to los más vete­ra­nos acto­res como los más jóve­nes ofre­cen una bue­na pres­ta­ción en la carac­te­ri­za­ción de sus per­so­na­jes muy bien concebidos.

En sín­te­sis, una obra de esti­lo clá­si­co impreg­na­da con un aire de melan­co­lía y aún cuan­do en últi­ma ins­tan­cia dra­má­ti­ca y tris­te recon­for­ta emo­cio­nal­men­te al públi­co en pro­cu­ra de un tea­tro de cali­dad superior.