La Teo­ría del Todo

THE THEORY OF EVERYTHING. Gran Bre­ta­ña-Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de James Marsh

Este dra­má­ti­co film cons­ti­tu­ye una exce­len­te cró­ni­ca de la vida del gran físi­co bri­tá­ni­co Stephen Haw­king abar­can­do su matri­mo­nio con una excep­cio­nal mujer, sus inves­ti­ga­cio­nes vin­cu­la­das con el estu­dio del uni­ver­so y su cruel enfer­me­dad que lo ha con­ver­ti­do a tem­pra­na edad en un ser com­ple­ta­men­te muti­la­do. Gra­cias a la exce­len­te direc­ción de James Marsh quien se vale del guión de Anthony McCar­ten que está basa­do en el rela­to auto­bio­grá­fi­co de Jane Haw­king Tra­vellling to Infi­nity: My Life With Stephen, la his­to­ria guar­da per­fec­ta cohe­sión y cons­ti­tu­ye una lec­ción úni­ca de vida al demos­trar cómo con­tra vien­to y marea un hom­bre en con­di­cio­nes infra­hu­ma­nas pue­de supe­rar obs­tácu­los insal­va­bles para con­ver­tir­se en una excep­cio­nal per­so­na­li­dad científica.

Eddie Redmayne y Felicity Jones en THE THEORY OF EVERYTHING

Eddie Red­may­ne y Feli­city Jones en THE THEORY OF EVERYTHING

El joven Haw­king (Eddie Red­may­ne) es en 1963 un bri­llan­te estu­dian­te de post­gra­do en la renom­bra­da uni­ver­si­dad de Cam­brid­ge don­de sus teo­rías sobre cos­mo­lo­gía, a fin de encon­trar una expli­ca­ción sobre el uni­ver­so median­te elu­cu­bra­das ecua­cio­nes mate­má­ti­cas, lle­gan a asom­brar a sus com­pa­ñe­ros así como a sus pro­fe­so­res. Es duran­te esa épo­ca que lle­ga a cono­cer a Jane Wil­de (Feli­city Jones) y los dos se ena­mo­ran per­di­da­men­te; sin embar­go, esa feli­ci­dad no será dura­de­ra cuan­do como con­se­cuen­cia de una caí­da, Stephen es diag­nos­ti­ca­do con la Escle­ro­sis Late­ral Amio­tró­fi­ca (el mal de Lou Geh­rig), una enfer­me­dad neu­ro­de­ge­ne­ra­ti­va que afec­ta a la acti­vi­dad mus­cu­lar volun­ta­ria sin dañar el cere­bro. Se le vati­ci­na un pro­nós­ti­co de vida de no más de dos años infor­mán­do­le que duran­te ese perío­do expe­ri­men­ta­rá un suce­si­vo empeo­ra­mien­to del mal que lo aque­ja. A pesar de todo, en 1965 se casa con Jane y de esa unión nace­rán 3 hijos.

La cró­ni­ca de la vida matri­mo­nial duran­te un lap­so de 25 años está muy bien narra­da aun­que sin entrar en deta­lle alguno sobre la inti­mi­dad sexual de la pare­ja; lo que sí se des­ta­ca es la dedi­ca­ción total de Jane hacia su mari­do esti­mu­lán­do­lo a con­cluir su carre­ra lo que lo con­du­ce a obte­ner su PHD con un tra­ba­jo que invo­lu­cra su teo­ría ini­cial sobre la crea­ción del uni­ver­so; ade­más es ella la que no solo cui­da­rá de su cón­yu­ge sino quien lle­va­rá ade­lan­te el hogar y la edu­ca­ción de sus hijos. Entre tan­to, el empeo­ra­mien­to físi­co de Stephen impli­ca tener que movi­li­zar­se con una silla de rue­das y gra­dual­men­te se hará más difi­cul­to­so enten­der lo que dice; nada de ello impi­de con­ti­nuar con sus inves­ti­ga­cio­nes, efec­tuar diser­ta­cio­nes y reci­bir mere­ci­dos home­na­jes por su con­tri­bu­ción cien­tí­fi­ca. El paso del tiem­po impli­ca haber logra­do ven­cer a la muer­te aun­que no a la enfer­me­dad, sobre todo cuan­do en 1985 es afec­ta­do por una gra­ve pul­mo­nía y Jane es la encar­ga­da de tomar una difi­ci­lí­si­ma deci­sión sobre si des­co­nec­tar a Stephen del apa­ra­to que lo man­tie­ne vivo o some­ter­lo a una tra­queo­to­mía que le qui­ta­rá por com­ple­to el habla; optan­do por este segun­do camino, ella per­mi­te que su mari­do pue­da seguir vivien­do, valer­se de un sin­te­ti­za­dor vocal para poder comu­ni­car­se y seguir apor­tan­do la rique­za de sus investigaciones.

Las difi­cul­ta­des tan­to de quien con­vi­ve con esa terri­ble enfer­me­dad como de quien debe cui­dar­lo podría dar lugar a un film depri­men­te y lacri­mó­geno. Afor­tu­na­da­men­te, nada de eso ocu­rre por­que el rela­to está expues­to con sobrie­dad, con­te­nien­do momen­tos de humor que ate­núan su drama.

Red­may­ne ofre­ce una inter­pre­ta­ción de gran enver­ga­du­ra don­de ade­más del estruen­do­so esfuer­zo físi­co que requie­re su papel, ‑algo com­pa­ra­ble con lo que Daniel Day Lewis ofre­cie­ra en My Left Foot (1989) y Mathieu Ama­ric en Le Scaphan­dre et le papi­llon (2007)-, el actor se aden­tra por com­ple­to en la psi­co­lo­gía de un hom­bre que lucha ince­san­te­men­te para no que­dar atra­pa­do en la enfer­me­dad que lo con­su­me. Aun­que de dife­ren­te natu­ra­le­za, tam­bién emo­cio­na la com­po­si­ción que Jones rea­li­za como la mujer ple­na de for­ta­le­za y gran­de­za que se brin­da con devo­ción hacia su mari­do, a pesar de que el matri­mo­nio se disol­vió en 1991.

Como hecho para­do­jal y asom­bro­so de la natu­ra­le­za, el hom­bre que a los 21 años que­dó sen­ten­cia­do a morir, vive aún con sus 72 años de edad, tenien­do en su haber la publi­ca­ción de varios libros, entre ellos A Brief His­tory of Time (Bre­ve His­to­ria del Tiem­po) publi­ca­do en 1988 con 10 millo­nes de copias ven­di­das a nivel mun­dial don­de se refie­re a la natu­ra­le­za del tiem­po y sobre si el uni­ver­so es infi­ni­to o tie­ne límites.

Con­clu­sión: Un dra­ma alec­cio­na­dor y esti­mu­lan­te que citan­do las pala­bras de Haw­king se pue­de afir­mar que “a pesar de lo malo que la vida pue­da pare­cer, cuan­do hay vida exis­te espe­ran­za”. Esa es la lec­ción que deja este nota­ble film. Jor­ge Gutman