Un Juga­dor Poco Atractivo

THE GAM­BLER. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Rupert Wyatt

Este film de Rupert Wyatt es una nue­va ver­sión del rea­li­za­do en 1974 por Karl Reisz e inter­pre­ta­do por James Caan don­de el rela­to se cen­tra en un indi­vi­duo adic­to al jue­go que es com­ple­ta­men­te indi­fe­ren­te a las con­se­cuen­cias que pue­de sufrir a cau­sa de su vicio.

Mark Wahlberg

Mark Wahlberg

El per­so­na­je cen­tral es Jim Ben­nett (Mark Wahl­berg), un pro­fe­sor de lite­ra­tu­ra y frus­tra­do nove­lis­ta vivien­do en Los Ánge­les que de día ense­ña y de noche des­ti­na sus horas como juga­dor en un casino ile­gal. A dife­ren­cia de otras per­so­nas de su mis­ma con­di­ción, no es una pasión irre­sis­ti­ble que lo envuel­ve sino una acti­tud incons­cien­te de dejar­se arras­trar por el jue­go sin per­ca­tar­se sobre la for­ma en que se está endeu­dan­do a medi­da que va per­dien­do sus apues­tas. Habien­do toma­do pres­ta­do 50 mil dóla­res de un gángs­ter local (Michael Ken­neth Williams) los pier­de de inme­dia­to jugan­do black­jack y rule­ta lo que con­lle­va a que sea con­mi­na­do por el geren­te del casino (Alvin Ing) a que en el pla­zo de una sema­na can­ce­le una deu­da que alcan­za a 240 mil dóla­res. Recu­rrien­do a la ayu­da de su acau­da­la­da madre (Jes­si­ca Lan­ge) con quien man­tie­ne una ten­sa rela­ción, ésta acce­de con gran reluc­tan­cia y por últi­ma vez a soco­rrer­lo finan­cie­ra­men­te; el esfuer­zo resul­ta inú­til por­que en lugar de pagar el dine­ro adeu­da­do, el empe­der­ni­do juga­dor vuel­ve a per­der­lo en el casino.

Lo que ante­ce­de se mez­cla con algu­nas esce­nas enfo­can­do al cate­drá­ti­co Ben­nett que en sus cla­ses repro­cha a sus alum­nos por no lle­gar a enten­der a genios lite­ra­rios como Sha­kes­pea­re o Camus, con la sola excep­ción de Amy (Brie Lar­son), una estu­dian­te que él des­ta­ca y con quien lle­ga a intimar.

En la medi­da que Jim admi­te que su vida es un fra­ca­so y que nada hace para reme­diar­lo, es poca la sim­pa­tía que pue­da gene­rar y por lo tan­to no hay mar­gen para que uno pue­da com­pa­de­cer­se con su acti­tud com­pla­cien­te bus­can­do deli­be­ra­da­men­te su des­truc­ción. La actua­ción inex­pre­si­va de Wahl­berg en el rol cen­tral no ayu­da mucho para poder aden­trar­se psi­co­ló­gi­ca­men­te en la pato­ló­gi­ca per­so­na­li­dad del juga­dor; qui­zá una inter­pre­ta­ción más vital habría per­mi­ti­do cap­tar la angus­tia exis­ten­cial del pro­ta­go­nis­ta y com­pren­der mejor la moti­va­ción que lo indu­ce a actuar en for­ma fata­lis­ta. Entre los per­so­na­jes secun­da­rios, el úni­co que se dis­tin­gue y que ofre­ce leves momen­tos de entre­te­ni­mien­to es el que pro­ta­go­ni­za John Good­man ani­man­do a un tibu­rón finan­cie­ro al que recu­rre Jim para que le pres­te dine­ro y que adop­ta una acti­tud pater­nal con él.

A pesar de que el rea­li­za­dor crea cier­ta atmós­fe­ra intri­gan­te, la mis­ma no alcan­za a disi­mu­lar las falen­cias del guión de William Monahan dan­do como resul­ta­do un film abu­rri­do y repe­ti­ti­vo, emo­cio­nal­men­te vacuo y coro­na­do con un des­en­la­ce nada convincente.

Con­clu­sión: Un rema­ke inne­ce­sa­rio y com­ple­ta­men­te intras­cen­den­te. Jor­ge Gutman