Des­ci­fran­do el Códi­go Enigma

THE IMI­TA­TION GAME. Esta­dos Uni­dos-Gran Bre­ta­ña, 2014. Un film de Mor­ten Tyldum

No son muy fre­cuen­tes los temas de natu­ra­le­za cien­tí­fi­ca que tra­ta­dos por el cine pue­dan atraer al públi­co en for­ma ame­na, entre­te­ni­da e ins­truc­ti­va. Afor­tu­na­da­men­te, eso es lo que acon­te­ce con The Imi­ta­tion Game don­de el direc­tor norue­go Mor­ten Tyl­dum expo­ne la con­tri­bu­ción huma­ni­ta­ria rea­li­za­da duran­te la Segun­da Gue­rra Mun­dial por el famo­so mate­má­ti­co, crip­tó­gra­fo y filó­so­fo bri­tá­ni­co Alan Turing. El rela­to es a todas luces fas­ci­nan­te y su flui­da narra­ción per­mi­te que uno se impon­ga acer­ca de los por­me­no­res del tra­ba­jo rea­li­za­do por este excep­cio­nal indi­vi­duo y el equi­po que lo rodeó para des­ba­ra­tar en gran par­te los pla­nes del demo­nía­co régi­men nazi.

El apor­te de este gran sabio con­sis­tió en haber des­ci­fra­do el Códi­go de la máqui­na ale­ma­na Enig­ma que faci­li­tó a las fuer­zas alia­das obte­ner una excep­cio­nal ven­ta­ja para derro­tar a Ale­ma­nia, aun­que curio­sa­men­te la impor­tan­cia de esta haza­ña no fue reve­la­da públi­ca­men­te has­ta medio siglo des­pués de lo acon­te­ci­do; así, al fina­li­zar la con­tien­da béli­ca fue­ron muy pocos los que lle­ga­ron a saber que el resul­ta­do final de este esfuer­zo sal­vó la vida de más de 14 millo­nes de personas.

Benedict Cumberbatch

Bene­dict Cumberbatch

La haza­ña de Turing (Bene­dict Cum­ber­batch), que se nutre del guión de Graham Moo­re basa­do en el libro Alan Turing: The Enig­ma de Andrew Hod­ges, es rela­ta­da entre­mez­clan­do tres perío­dos de tiem­po que inclu­yen a su pro­ta­go­nis­ta en 1951, en 1939 al comien­zo de la Segun­da Gue­rra y algu­nos epi­so­dios esco­la­res del ado­les­cen­te Turing (Alex Lawther como el joven Alan) acon­te­ci­dos en 1927; con todo, el rela­to tien­de fun­da­men­tal­men­te a con­cen­trar­se duran­te los años de la con­tien­da con los nazis. Es allí don­de el film expo­ne deta­lla­da­men­te la for­ma en que Turing enca­ra su tra­ba­jo enco­men­da­do por el gobierno bri­tá­ni­co en la man­sión vic­to­ria­na de Blet­chley Park para des­ci­frar el códi­go de refe­ren­cia jun­to con otros reclu­ta­dos, inclu­yen­do entre algu­nos de ellos a Hugh Ale­xan­der (Matthew Goo­de) como líder del gru­po, John Cairn­cross (Allen Leech), y Joan Clar­ke (Kei­ra Knightley) bajo la direc­ción del Coman­dan­te Alas­tair Den­nis­ton (Char­les Dan­ce). En esa tarea de equi­po salen a relu­cir algu­nos aspec­tos de la per­so­na­li­dad un tan­to excén­tri­ca de Turing, su dis­tan­cia­mien­to ini­cial de sus com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo, las difi­cul­ta­des de lograr rápi­da­men­te los resul­ta­dos aguar­da­dos, por lo que Den­nis­ton inten­ta clau­su­rar el pro­yec­to en mar­cha, has­ta que final­men­te y des­pués de ven­cer cier­tos con­tra­tiem­pos se lle­ga a que­brar la invio­la­bi­li­dad de la máqui­na alemana.

Tan­to el direc­tor como el guio­nis­ta han logra­do con­den­sar y sim­pli­fi­car exi­to­sa­men­te una his­to­ria com­ple­ja cuyo con­te­ni­do pres­cin­de de expli­ca­cio­nes dema­sia­do inte­lec­tua­les o sesu­das que pudie­sen úni­ca­men­te inte­re­sar a un minúscu­lo núme­ro de espec­ta­do­res exper­tos en la mate­ria; por el con­tra­rio, el rela­to expues­to gana un cre­cien­te inte­rés a medi­da que el metra­je trans­cu­rre con­cen­tran­do la per­ma­nen­te aten­ción del gran público.

Todo el elen­co actúa de modo tan natu­ral que en cier­tas oca­sio­nes podría creer­se que los per­so­na­jes están ani­ma­dos por sus reales pro­ta­go­nis­tas; pero en todo caso, quien sobre­sa­le de mane­ra extra­or­di­na­ria es Cum­ber­batch carac­te­ri­zan­do al des­gra­cia­do anti­hé­roe de esta his­to­ria; como un homo­se­xual que evi­ta expo­ner su orien­ta­ción sexual, Cum­ber­batch ofre­ce los varia­dos mati­ces de una per­so­na­li­dad enig­má­ti­ca, intro­ver­ti­da, obse­si­va, arro­gan­te y social­men­te extra­ña; al hacer­lo, el actor evi­ta caer en ges­tos este­reo­ti­pa­dos para en cam­bio tra­du­cir la gran com­ple­ji­dad de este cien­tí­fi­co, expo­nien­do su dig­ni­dad, fra­gi­li­dad y final­men­te su caí­da en desgracia.

Lo que ante­ce­de vie­ne al caso, por­que pre­ci­sa­men­te al comen­zar el film en 1952, Turing es arres­ta­do en Man­ches­ter bajo la acu­sa­ción de con­duc­ta inde­cen­te debi­do a su dife­ren­te orien­ta­ción sexual dado que en dicha épo­ca la prác­ti­ca de la homo­se­xua­li­dad era con­si­de­ra­da un gra­ve deli­to; para evi­tar la pri­sión acep­ta ser some­ti­do a un tra­ta­mien­to hor­mo­nal, gene­ral­men­te cono­ci­do como “cas­tra­ción quí­mi­ca”. Tris­te des­tino de un genio cuyo apor­te a la huma­ni­dad y a su país no fue sufi­cien­te para que fue­se humi­lla­do y degra­da­do, por lo que deci­de poner fin a su vida en junio de 1954 a la tem­pra­na edad de 41 años.

En los cré­di­tos fina­les del film se lee que en diciem­bre de 2013, casi 60 años des­pués de su sui­ci­dio, la Rei­na Isa­bel de Gran Bre­ta­ña, en un ges­to real rara­men­te emplea­do, le con­ce­de al des­apa­re­ci­do Turing un per­dón pós­tu­mo que­dan­do excul­pa­do de los car­gos reci­bi­dos por su valio­so apor­te cien­tí­fi­co. Aquí podría apli­car­se el famo­so dicho inglés “Too little, too late” (dema­sia­do poco, dema­sia­do tarde).

Con­clu­sión: Un fas­ci­nan­te film expo­nien­do la intri­gan­te per­so­na­li­dad de un genio bene­fac­tor de la huma­ni­dad en una memo­ra­ble inter­pre­ta­ción de Bene­dict Cum­ber­batch. Jor­ge Gutman

L

El Capi­tal Humano

LES OPPOR­TU­NIS­TES (Il Capi­ta­le Umano). Ita­lia, 2014. Un film de Pao­lo Virzi

Esta pro­duc­ción que Ita­lia ha some­ti­do a Holly­wood para el Oscar 2015 a la Mejor Pelí­cu­la Extran­je­ra, es un dra­ma esti­lís­ti­ca­men­te ele­gan­te que uti­li­zan­do como excu­sa un fatal acci­den­te, el rea­li­za­dor Pao­lo Vir­zi apro­ve­cha para efec­tuar una vela­da crí­ti­ca al com­por­ta­mien­to de una ele­va­da cla­se eco­nó­mi­ca en con­tra­po­si­ción con la cla­se media.

Toman­do como refe­ren­cia la nove­la Human Capi­tal del autor ame­ri­cano Stephen Ami­don publi­ca­da en 2004, la acción que en el libro tie­ne lugar en Con­nec­ti­cut ha sido tras­la­da­da a la región ita­lia­na de Brian­za, pró­xi­ma a Milán. Aun­que sin seguir exac­ta­men­te la mis­ma estruc­tu­ra que la obra lite­ra­ria, el direc­tor optó por divi­dir al film en varios capí­tu­los. En su pró­lo­go, que se desa­rro­lla en vís­pe­ras de la navi­dad, se obser­va que en horas de la noche un ciclis­ta es atro­pe­lla­do por una camio­ne­ta don­de la per­so­na res­pon­sa­ble, sin que se sepa quién es, huye del lugar dejan­do aban­do­na­do al acci­den­ta­do moribundo.

El pri­mer seg­men­to, que se retro­trae en un lap­so de 6 meses, se cen­tra­li­za en Dino Osso­la (Fabri­zio Ben­ti­vo­glio), un agen­te inmo­bi­lia­rio de cla­se media casa­do en segun­das nup­cias (Vale­ria Golino) que tra­ta de mejo­rar su situa­ción eco­nó­mi­ca; apro­ve­chan­do que su hija Sere­na (Matil­de Gio­li) ‑de su pri­mer matri­mo­nio- está novian­do con Mas­si­mi­liano (Gugliel­mo Pine­lli) quien es el hijo de Gio­van­ni Ber­nas­chi (Fabri­zio Gifu­ni), un mag­na­te finan­cie­ro que mane­ja hed­ge funds (fon­dos de cober­tu­ra), Dino no duda en hipo­te­car su casa para inver­tir su dine­ro en la empre­sa de aquél, tra­tan­do de intro­du­cir­se en su encum­bra­do círcu­lo para lograr un ascen­so social.

Valeria Bruni Tedeschi

Vale­ria Bru­ni Tedeschi

El segun­do capí­tu­lo enfo­ca a Car­la (Vale­ria Bru­ni Tedes­chi), la inse­gu­ra, vul­ne­ra­ble e insa­tis­fe­cha espo­sa de Gio­van­ni, quien habien­do sido una aspi­ran­te a actriz, tra­ta de encon­trar un sen­ti­do a su exis­ten­cia, tra­tan­do de revi­vir las for­tu­nas de un dila­pi­da­do tea­tro con el dine­ro de su mari­do; en tan­to, nada le impi­de man­te­ner una aven­tu­ra amo­ro­sa con el direc­tor artís­ti­co (Lui­gi Lo Cas­cio) del mismo.

En el ter­cer epi­so­dio se siguen los pasos de Sere­na quien demues­tra un inte­rés espe­cial en Luca (Gio­van­ni Anzal­do), un atri­bu­la­do artis­ta; a par­tir del víncu­lo que los une, el espec­ta­dor se irá impo­nien­do sobre lo que pasó en la noche del acci­den­te fatal, per­mi­tien­do que la his­to­ria arri­be a un con­vin­cen­te epílogo.

Aun­que en los suce­si­vos capí­tu­los Vir­zi ape­la a la repe­ti­ción de hechos a tra­vés de la pers­pec­ti­va de cada uno de los prin­ci­pa­les per­so­na­jes, el recur­so fun­cio­na muy bien al per­mi­tir una bue­na super­po­si­ción, e inter­sec­ción de los mis­mos con la incor­po­ra­ción de nue­vos ele­men­tos para que las pie­zas del rom­pe­ca­be­zas que­den bien integradas.

Con una actua­ción irre­pro­cha­ble y un rit­mo que se man­tie­ne homo­gé­neo a lo lar­go de su narra­ción, el film se valo­ri­za por la bue­na deli­nea­ción de sus per­so­na­jes. Ade­más y aun­que sin pro­fun­di­zar dema­sia­do, el film mues­tra cómo la ava­ri­cia, codi­cia e ines­cru­pu­lo­si­dad de con­so­li­da­dos gru­pos eco­nó­mi­cos pue­den mane­jar arbi­tra­ria­men­te el des­tino de los menos afor­tu­na­dos; al así hacer­lo, el rela­to no esca­ti­ma sus crí­ti­cas sobre el vacío moral de la socie­dad con­tem­po­rá­nea, así como el efí­me­ro valor de la vida huma­na don­de el acci­den­te del ciclis­ta con el que comien­za esta his­to­ria ofre­ce ple­na prue­ba de ello.

Con­clu­sión: Vir­zi ofre­ce un sobrio thri­ller a la vez que un buen dra­ma sobre el valor del capi­tal humano. Jor­ge Gutman

Magia a la Luz de la Luna

MAGIC IN THE MOON­LIGHT. Esta­dos Uni­dos, 2014. Direc­ción y Guión: Woody Allen. Dis­tri­bu­ción: Sony Pic­tu­res Home Enter­tain­ment (2014)

He aquí una trans­crip­ción del aná­li­sis crí­ti­co efec­tua­do de este film cuan­do se estre­nó comer­cial­men­te en Agos­to de 2014 y que aho­ra pue­de ser vis­to con moti­vo de su apa­ri­ción en video.

El pro­lí­fi­co Woody Allen que tie­ne acos­tum­bra­do a su públi­co en brin­dar­le anual­men­te un nue­vo tra­ba­jo, reúne en su fil­mo­gra­fía títu­los tras­cen­den­tes y otros que no lo son tan­to; todo depen­de de cuán ins­pi­ra­do se sien­te en el momen­to de escri­bir sus guio­nes. Su últi­mo film dis­ta de alcan­zar el bri­llo apor­ta­do en la últi­ma déca­da con Match Point (2005), Mid­night in Paris (2011) o más recien­te­men­te en Blue Jas­mi­ne (2013) pero con todo cabe afir­mar que aun­que un menor tra­ba­jo de Allen no lle­gue a col­mar las expec­ta­ti­vas aguar­da­das, nun­ca deja­rá des­alen­ta­do al espec­ta­dor por más banal que sea su con­te­ni­do por­que siem­pre exis­te el inge­nio chis­pean­te de sus inte­li­gen­tes diálogos.

Comen­ce­mos por seña­lar que la idea sub­ya­cen­te de Magic in the Moon­light es afín con lo que el extra­or­di­na­rio rea­li­za­dor Ing­mar Berg­man –a quien Allen vene­ra- con­si­de­ró en muchos de sus tra­ba­jos, o sea el gran con­flic­to que se pro­du­ce entre el racio­ci­nio y el mis­ti­cis­mo. Es por eso, que la pre­mi­sa de este film per­mi­te que el públi­co dis­fru­te amplia­men­te en su pri­me­ra media hora por resul­tar intri­gan­te así como por la soca­rro­ne­ría que Woody brin­da a tra­vés de la pre­sen­ta­ción de sus personajes.

Ubi­ca­da en 1928, la tra­ma pre­sen­ta al arro­gan­te y famo­so ilu­sio­nis­ta Stan­ley Craw­ford (Colin Firth) quien delei­ta a un públi­co de Ber­lín con sus espec­tácu­los de magia. Allí se encuen­tra con Howard, (Simon McBur­ney), un cole­ga ami­go que le soli­ci­ta que via­je a la cos­ta azul de Fran­cia para des­en­mas­ca­rar a Sophie (Emma Sto­ne), una far­san­te cla­ri­vi­den­te que con sus supues­tos dones ha logra­do fas­ci­nar a una acau­da­la­da fami­lia ame­ri­ca­na enca­be­za­da por Gra­ce Catled­ge (Jac­ki Wea­ver), la matriar­ca viu­da quien está dis­pues­ta a donar una impor­tan­te suma de dine­ro para una “fun­da­ción” des­ti­na­da a pro­mo­cio­nar las habi­li­da­des de Sophie. Para un hom­bre abso­lu­ta­men­te racio­na­lis­ta y ego­cén­tri­co como Stan­ley, este ofre­ci­mien­to resul­ta un agra­da­ble desa­fío para demos­trar que Sophie es una embau­ca­do­ra de gen­te ino­cen­te. Cual será la sor­pre­sa de Stan­ley cuan­do al cono­cer­la, lle­ga poco a poco a com­pro­bar que ella a tra­vés de sus vibra­cio­nes men­ta­les es capaz de cono­cer deta­lles pasa­dos de su vida per­so­nal como así tam­bién actuan­do como médium le per­mi­te comu­ni­car­se con el mun­do astral y con el espí­ri­tu del mari­do de Grace.

Lo que ante­ce­de pare­cie­ra vul­ne­rar los fir­mes prin­ci­pios de Stan­ley y comen­zar a dudar si aca­so pudo haber esta­do equi­vo­ca­do duran­te toda una vida sobre la no exis­ten­cia en Dios, de un mun­do espi­ri­tual y/ o de las creen­cias sobre el más allá des­pués de la vida. Cono­cien­do el agnos­ti­cis­mo de Allen pare­ce­ría un tan­to utó­pi­co creer que el rea­li­za­dor se haya con­ver­ti­do en una suer­te de abo­ga­do del dia­blo con res­pec­to al modo en que él pien­sa. Cla­ro está que el públi­co debe­rá aguar­dar para ver cómo pro­si­gue esta historia.

Pre­ci­sa­men­te la pro­se­cu­ción del rela­to y la mane­ra de con­cluir­lo román­ti­ca­men­te es lo que resul­ta menos efec­ti­vo; así, la trans­for­ma­ción que sufre el per­so­na­je de Stan­ley no ter­mi­na resul­tan­do creí­ble en tan­to que la hipó­te­sis del film, aun­que bien plan­tea­da, no logra ser desa­rro­lla­da con más pro­fun­di­dad como para que el film resul­ta­ra más apa­sio­nan­te. No obs­tan­te lo ante­rior, que­da cla­ro que lo que Allen desea expre­sar es que por más racio­nal que sea la con­duc­ta de una per­so­na, la magia de la ilu­sión resul­ta salu­da­ble para que siem­pre ani­de la espe­ran­za de lograr lo que uno ansía.

Dejan­do de lado si el cono­ci­mien­to cien­tí­fi­co se aco­mo­da o no con la magia de la vida, díga­se que los valo­res de pro­duc­ción de este film son sen­ci­lla­men­te mara­vi­llo­sos. Es increí­ble la repro­duc­ción de épo­ca que aquí se con­tem­pla, méri­to de Anne Sei­bel como dise­ña­do­ra de pro­duc­ción cui­dan­do en for­ma meticu­losa has­ta los míni­mos deta­lles, el impe­ca­ble ves­tua­rio debi­do a la impe­ca­ble dise­ña­do­ra Sonia Gran­de, la radian­te foto­gra­fía de Darius Khond­ji cap­tan­do entre otras las her­mo­sas vis­tas de Cap d’Antibes, Juan-les.Pins y Niza , así como la músi­ca, que como bien es sabi­do Allen le atri­bu­ye un valor muy espe­cial incor­po­ran­do agra­da­bles temas de jazz de su que­ri­do Cole Por­ter, entre otros auto­res, entre­mez­cla­dos con la músi­ca clá­si­ca de Beetho­ven, Ravel y Stravinsky.

El comen­ta­rio final va para los acto­res. ¿Es nece­sa­rio remar­car que los artis­tas que par­ti­ci­pan en cual­quier film de Allen lo hacen de mane­ra inob­je­ta­ble? No sé si es la magia del direc­tor o el talen­to vol­ca­do de quie­nes con él cola­bo­ran, pero lo cier­to es que uno se gra­ti­fi­ca con la pul­cra pres­ta­ción brin­da­da en los roles pro­ta­gó­ni­cos por Firth y Sto­ne, así como en los pape­les de apo­yo de Eileen Atkins como la tía de Stan­ley, Mar­cia Gay Har­den ani­man­do a la mamá de Sophie y Hamish Lin­kla­ter como el pre­su­mi­do cor­te­jan­te de Sophie que tra­ta de con­quis­tar­la tocan­do el ukelele.

En resu­men: Un film menor de Allen que aun­que no resul­te tan mági­co como lo espe­ra­do siem­pre resul­ta atrac­ti­vo por el tema que tra­ta y sobre todo por su per­ma­nen­te preo­cu­pa­ción sobre aspec­tos vin­cu­la­dos con el sen­ti­do de la vida”.

El video es pre­sen­ta­do en los for­ma­tos DVD, Blu-ray y en Digi­tal HD en su ver­sión ori­gi­nal ingle­sa, dobla­da al fran­cés, como así tam­bién con títu­los opta­ti­vos en espa­ñol, fran­cés e inglés. Los extras del film inclu­yen “Behind the Magic” don­de los acto­res Colin Firth, Hamish Lin­kla­ter y Jac­ki Wea­ver se refie­ren al roda­je del film y “On the Red Car­pet” rese­ñan­do las carac­te­rís­ti­cas de la pre­mie­re del film en Los Ange­les. Jor­ge Gutman

Adiós a la Tie­rra Media

THE HOB­BIT: THE BATTLE OF THE FIVE ARMIES. Esta­dos Uni­dos-Nue­va Zelan­dia, 2014. Un film de Peter Jackson

Martin Freeman

Mar­tin Freeman

La saga ha lle­ga­do a su fin y es el momen­to de decir­le adiós a la Tie­rra Media. Así con la pre­sen­te entre­ga el públi­co se des­pi­de de los dife­ren­tes per­so­na­jes que han tran­si­ta­do en la épi­ca aven­tu­ra lle­va­da a cabo por Bil­bo Bag­gins (Mar­tin Free­man) y los enanos que lo han acom­pa­ña­do en la his­to­ria rela­ta­da por J.R.R. Tol­kien en The Hob­bit y que como bien se sabe pre­ce­dió a su obra mag­na The Lord of the Rings. 

Este ter­cer capí­tu­lo en reali­dad es la con­clu­sión de la segun­da par­te que por razo­nes estric­ta­men­te comer­cia­les que­dó divi­di­da en dos. Por lo tan­to el comien­zo de The Battle of the Five Armies con­ti­núa la abrup­ta­men­te inte­rrum­pi­da his­to­ria de The Deso­la­tion of Smaug en don­de en las pri­me­ras esce­nas tie­ne lugar el enfren­ta­mien­to con el temi­ble dra­gón Smaug (con la voz de Bene­dict Cum­ber­batch) quien des­pués de haber incen­dia­do el pue­blo ente­ro de Lake­town sucum­be en una de los gran­des bata­llas del film. Sin embar­go, la des­apa­ri­ción del dra­gón no logra atraer la anhe­la­da paz desea­da por Bil­bo y sus acó­li­tos enanos quie­nes ten­drán que vér­se­las con un con­jun­to de ejér­ci­tos riva­les inte­gra­dos por elfos, orcos y mons­truo­sos espe­cí­me­nes en un com­ba­te final para deter­mi­nar quien con­tro­la­rá la Mon­ta­ña Soli­ta­ria y su teso­ro escondido.

Apo­ya­do por el uso de los recur­sos digi­ta­les, Jack­son ha logra­do crear situa­cio­nes y per­so­na­jes que de otro modo hubie­ran sido impo­si­bles de alcan­zar. De ese modo el film adquie­re una increí­ble espec­ta­cu­la­ri­dad lo que agre­ga­do a su con­si­de­ra­ble rique­za visual per­mi­te al gran públi­co apre­ciar un film de acción de sos­te­ni­do entre­te­ni­mien­to que satis­fa­rá sus expectativas.

Efec­tuan­do un aná­li­sis glo­bal de esta tri­lo­gía que­da la sen­sa­ción de que es una obra indu­da­ble­men­te menor a la de The Lord of the Rings. En par­te eso se debe a que The Hob­bit sea una nove­la dema­sia­da peque­ña para jus­ti­fi­car sus casi 8 horas de metra­je; de allí que su razón de ser des­can­se fun­da­men­tal­men­te en el fac­tor espec­tácu­lo y que en su final se impon­ga la pre­sen­cia de impo­nen­tes bata­llas muy bien coreo­gra­fia­das. Pero a dife­ren­cia de la leyen­da de los ani­llos, don­de ade­más de su gran des­plie­gue espec­ta­cu­lar hay un pro­fun­do aná­li­sis de la con­di­ción huma­na, eso no acon­te­ce aquí; si se des­cuen­tan las esce­nas de acción y los efec­tos visua­les que domi­nan la mayor par­te del metra­je, son muy esca­sos los momen­tos de inti­mi­dad que trans­mi­ten con inten­si­dad el dra­ma de sus per­so­na­jes. Aun­que exis­ten algu­nos tópi­cos intere­san­tes que el film tras­lu­ce como por ejem­plo la cie­ga codi­cia de Tho­rin (Richard Armi­ta­ge), el sin sen­ti­do de la cruel­dad de los orcos, el valor de la amis­tad, el honor, la leal­tad y la valen­tía, el tra­ta­mien­to dis­pen­sa­do a los mis­mos es dema­sia­do esque­má­ti­co y no deja mayor impac­to emocional.

Con­clu­sión: Jack­son ofre­ce una tri­lo­gía fan­tás­ti­ca dis­fru­ta­ble aun­que artís­ti­ca­men­te no muy ins­pi­ra­da y sin la magia de The Lord of the Rings. Jor­ge Gutman

Una Pre­mia­da Come­dia Musi­cal de Broadway

JER­SEY BOYS

La com­pa­ñía Even­ko, la más impor­tan­te pro­duc­to­ra y pro­mo­to­ra de gran­des espec­tácu­los de Que­bec, pre­sen­ta como pri­mer acon­te­ci­mien­to de 2015 la obra musi­cal de Broad­way Jer­sey Boys que des­de su estreno en Noviem­bre de 2005 ha reci­bi­do exce­len­tes comen­ta­rios crí­ti­cos, cáli­da recep­ción popu­lar ade­más de varias dis­tin­cio­nes como los pre­mios Grammy y Tony en 2006, el Oli­vier bri­tá­ni­co al mejor musi­cal en 2009 así como el Help­mann de Aus­tra­lia en 2010 por la mejor come­dia musical.

JERSEY BOYS (1)El éxi­to de esta pro­duc­ción se debe entre otros fac­to­res a la exce­len­te direc­ción escé­ni­ca de Des McA­nuff, el inge­nio­so tex­to de Marshall Brick­man y Rick Eli­ce así como a las atrac­ti­vas can­cio­nes de Bob Gau­dio con letra de Bob Cre­we.

JERSEY BOYSEl rela­to es una bio­gra­fía musi­cal sobre los tiem­pos difí­ci­les y algu­nos des­en­cuen­tros per­so­na­les expe­ri­men­ta­dos por un gru­po de ami­gos ita­lo- ame­ri­ca­nos de humil­de ori­gen vivien­do en New Jer­sey que deci­den for­mar el con­jun­to The Four Sea­sons. De este modo, de ilus­tres des­co­no­ci­dos se con­vier­ten en famo­sos y ricos así como sím­bo­los de una gene­ra­ción. Sus inte­gran­tes han sido Fran­kie Valli que ade­más de crea­dor de la ban­da se des­ta­ca como voca­lis­ta por su pode­ro­sa voz fal­se­te, Tommy DeVi­to quien ade­más de tocar gui­ta­rra uti­li­za su voz de barí­tono, Bob Gau­dio en su carác­ter de com­po­si­tor y pia­nis­ta con voz de tenor y Nick Mas­si tocan­do el con­tra­ba­jo y desem­pe­ñán­do­se como bajo. Todo ello da lugar a que el espec­tácu­lo pre­sen­te una trein­te­na de her­mo­sas can­cio­nes de los años 60 don­de entre las mis­mas se des­ta­can “Sherry”, “Big Girls Don’t Cry”, “Rag Doll”, Walk like a Man” y sobre todo la encan­ta­do­ra com­po­si­ción “Can’t Take My Eyes Off of You”.

El espec­tácu­lo que cuen­ta con la coreo­gra­fía de Ser­gio Tru­ji­llo se pre­sen­ta­rá en la sala Wil­frid-Pelle­tier de la Pla­ce des Arts en ocho repre­sen­ta­cio­nes que ten­drán lugar los días 6, 7, 8, 9 y 10 de enero de 2015 a las 20h, el 11 de enero a las 19h30 ade­más de dos mati­nés a efec­tuar­se el 10 y 11 de enero a las 14h.

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