THE ENVELOPE – Autor y Dirección: Vittorio Rossi — Elenco: Tony Calabretta, Shawn Campbell, Guido Cocomello, David Gow, Ron Lea, Leni Parker, Mélanie Sirois — Decorados y Vestuario: Evita Karasek – Iluminación: Luc Prairie – Duración : 2h25 (incluido un entreacto de 20 minutos). Representaciones: Hasta el 19 de abril de 2015 en el Centaur Théâtre (www.centaurtheatre.com)
Con The Envelope que es su décima obra Vittorio Rossi retorna al escenario del teatro Centaur que le consagró como autor, asumiendo en este caso la puesta escénica. Al así hacerlo, el dramaturgo aborda uno de los aspectos que más preocupan a un artista como es el respeto a la integridad del trabajo realizado.
No es novedad que en Hollywood, los grandes estudios mantienen un control sobre todos los detalles de la producción que en ciertas ocasiones contraría lo que el cineasta desea expresar. De allí que muchos realizadores americanos prefieran realizar un cine independiente y más personal donde su creatividad artística quede preservada. En este caso Rossi se circunscribe exclusivamente al ámbito canadiense efectuando una punzante crítica a aquellos organismos que financian la producción de un film.
En la ficción el autor presenta a Michael Moretti (Ron Lea), un veterano autor y director teatral que además de ser una íntegra y honesta persona ha obtenido una buena recepción crítica de sus piezas. La obra que actualmente se representa en Montreal ha logrado atraer a Jake Smith (David Gow), un oportunista productor local que dice contar con el financiamiento necesario de varios millones de dólares del Fondo Cinematográfico Federal Canadiense para que Michael ceda los derechos de autor de su pieza para su traslado al cine. Aunque en principio Michael tendría a su cargo la dirección y adaptación cinematográfica, él duda en aceptar la oferta; eso es debido a que otro productor americano de mayor proclividad artística, aunque con un presupuesto sustancialmente menor, está dispuesto a concretar el mismo proyecto donde aquí sí el dramaturgo tiene la certeza de que se involucraría en todas las etapas concernientes a la realización del film.
La acción que en su mayor parte transcurre en un restaurante italiano del Viejo Montreal, que dicho sea de paso cuenta con una muy buena escenografía, reúne a otros personajes incluyendo al dueño del establecimiento (Tony Calabretta) y tres artistas que actúan en la obra de Michael, a saber: Andrew Morgan (Shawn Campbell), un engreído comediante, Marcello Maldini (Guido Cocomello), un actor temperamental, y Caroline Lemay (Mélanie Sirois), una ingenua actriz. Todos ellos emiten su opinión sobre la decisión que debería adoptar Michael dado que él les ha prometido que también participarán en el film.
Aunque por razones obvias no conviene anticipar el desenlace de esta historia, es fácil predecirlo teniendo en cuenta que Michael es el alter ego de Rossi y sabemos hacia donde habrá de inclinarse en el momento de tomar la decisión final sobre si realizar un film comercial de gran presupuesto o bien optar por otro más personal de menor valor monetario pero con mayor libertad artística.
Lo que esta pieza plantea tiene relevancia porque abre el camino a la eterna discusión sobre si acaso el cine es un arte o una industria y en dónde ambos aspectos pueden compatibilizarse. Si bien es cierto que la pieza se sigue con interés, eso no implica que esté libre de algunas observaciones. En ciertos momentos, esta comedia dramática adopta un tono de farsa que bordea la caricatura disminuyendo el impacto de su contenido. A su vez, la marcación de algunos personajes no resulta satisfactoria como es el caso de Marcello que cada vez que se excita grita desaforadamente para hacer valer sus convicciones, o bien el de Andrew adoptando un aire de payaso. También es necesario señalar que teniendo en cuenta el arraigo italiano de Rossi, el autor trata de complacer a su audiencia para que la risa no esté ausente; eso se manifiesta a través de algunas expresiones étnicamente humorísticas del dueño del restaurante pero que decididamente resultan estereotipadas.
En cuanto a interpretación se refiere, merece destacarse la actuación de Lea quien transmite muy bien los matices emocionales que atraviesa su personaje frente a la decisión que debe adoptar; igualmente efectivo resulta Gow como el productor solo interesado en el beneficio pecuniario que puede obtener con su intervención antes que de la calidad artística del film a producir. Por su parte, Leni Parker ofrece un muy buen retrato de la representante de la agencia de financiamiento canadiense encargada de analizar los guiones que está atravesando una crisis profesional.
En síntesis, esta obra se destaca fundamentalmente por su relevancia temática que sin duda atraerá a un público cinéfilo que ignora los pormenores existentes en el proceso que precede a la realización de un film. Aunque la dirección escénica no siempre resulte convincente, de todos modos el espectador se involucra en el derrotero de sus personajes y en última instancia disfruta moderadamente con este espectáculo teatral. Jorge Gutman
.