Inte­li­gen­cia Artificial

EX MACHI­NA. Gran Bre­ta­ña, 2015. Un film escri­to y diri­gi­do por Alex Garland

El guio­nis­ta Alex Gar­land debu­ta como direc­tor en un film de cien­cia fic­ción sobre la inte­li­gen­cia arti­fi­cial. El tema no es nue­vo ya que ha sido tra­ta­do en varias oca­sio­nes y más recien­te­men­te en Her (2013) de Spi­ke Jon­ze, don­de un escri­tor se vin­cu­la a tra­vés de su compu­tado­ra con un per­so­na­je vir­tual feme­nino con quien lle­ga a enta­blar una rela­ción amo­ro­sa nada con­ven­cio­nal. La insis­ten­cia del cine en tra­tar este tópi­co resi­de en el inte­rés que des­pier­ta en el públi­co las posi­bles impli­ca­cio­nes que podría tener la exis­ten­cia de una máqui­na con vida propia.

Oscar Isaac y Domhnall Gleeson

Oscar Isaac y Domh­nall Gleeson

La acción de Ex Machi­na se ubi­ca en un futu­ro no muy dis­tan­te don­de Gar­land intro­du­ce a Caleb Smith (Domh­nall Glee­son), un joven inte­li­gen­te pro­gra­ma­dor de una impor­tan­te com­pa­ñía de inter­net. En un con­cur­so rea­li­za­do por su empre­sa él resul­ta gana­dor de un pre­mio que con­sis­te en pasar una sema­na en un apar­ta­do rin­cón de la zona mon­ta­ño­sa de Alas­ka don­de vive Nathan Bate­man (Oscar Isaac), el due­ño de la fir­ma quien es un extra­or­di­na­rio cien­tí­fi­co de la compu­tación. Al lle­gar en heli­cóp­te­ro al lugar de des­tino, Caleb es reci­bi­do por su anfi­trión en el bun­ker sub­te­rrá­neo don­de se hos­pe­da y que tam­bién fun­cio­na como labo­ra­to­rio de inves­ti­ga­ción. Su últi­mo gran pro­yec­to ha sido la fabri­ca­ción de una chi­ca robot a la que dio el nom­bre de Ava (Ali­cia Vikan­der); es así que Caleb se impo­ne que duran­te su esta­día debe pres­tar­se a rea­li­zar un Turing Test que con­sis­te en inter­ac­tuar con la máqui­na y deter­mi­nar si pue­de pen­sar por sí mis­ma y ser capaz de expe­ri­men­tar sen­ti­mien­tos humanos.

Duran­te 7 sesio­nes, el visi­tan­te entra en con­tac­to con Ava a tra­vés de un muro de vidrio que los sepa­ra, y gra­dual­men­te logra empa­ti­zar con la androi­de al pun­to de sen­tir­se atraí­do por la mis­ma, don­de Ava expe­ri­men­ta una sen­sa­ción simi­lar. ¿Aho­ra bien, los sen­ti­mien­tos de la mucha­cha robot son autén­ti­cos o podrían ser fingidos?

El rela­to desa­rro­lla­do en for­ma lineal adquie­re el tono de thri­ller cuan­do Caleb evi­den­cia que es mani­pu­lea­do por Nathan y gra­dual­men­te va des­con­fian­do de él al cons­ta­tar que detrás de la facha­da de gran cien­tí­fi­co se escon­de una per­so­na no del todo normal.

A tra­vés de una cau­ti­van­te fan­ta­sía el rela­to deja muchas pre­gun­tas sin res­pon­der. Así, por ejem­plo, si real­men­te un ser humano pudie­se gene­rar vida en for­ma arti­fi­cial, la dife­ren­cia­ción sexual no ten­dría razón de ser para el acto de pro­crea­ción; ade­más, si el hom­bre pue­de reem­pla­zar a la natu­ra­le­za trans­for­mán­do­se en una dei­dad crea­do­ra, el obje­to de su crea­ción podría even­tual­men­te des­truir­lo si lle­ga­ra a tener un nivel de inte­li­gen­cia que lo supere, dejan­do abier­ta la duda sobre el des­tino de la humanidad.

El redu­ci­do elen­co se desem­pe­ña exce­len­te­men­te. Isaac con­ven­ce ple­na­men­te asu­mien­do la com­ple­ja y enig­má­ti­ca per­so­na­li­dad nar­ci­sis­ta de su per­so­na­je; por su par­te, Glee­son satis­fa­ce como el inge­nuo joven que va des­cu­brien­do un mun­do total­men­te des­co­no­ci­do para él has­ta ese momen­to, en tan­to que Vikan­der se luce amplia­men­te guar­dan­do el deli­ca­do equi­li­brio en su con­di­ción de máqui­na con las face­tas pro­pias de un ser humano.

Con­clu­sión: Aun­que sin agre­gar espe­cí­fi­ca­men­te nada nue­vo al tema de la inte­li­gen­cia arti­fi­cial, Gar­land entre­ga un rela­to muy bien cons­trui­do que se pres­ta a la refle­xión; así, ate­nién­do­nos a la extra­or­di­na­ria evo­lu­ción tec­no­ló­gi­ca de los últi­mos años don­de casi nada resul­ta capaz de sor­pren­der, esta his­to­ria fan­tás­ti­ca bien podría tener un asi­de­ro rea­lis­ta en poco tiem­po más. Ver para creerJor­ge Gutman

Lejos del Mun­da­nal Ruido

FAR FROM THE MAD­DING CROWD. Gran Bre­ta­ña-Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film de Tho­mas Vinterberg

A pesar de que la nove­la de Tho­mas Hardy Lejos del Mun­da­nal Ruí­do ya había sido lle­va­do a la pan­ta­lla en otras opor­tu­ni­da­des, don­de la pri­me­ra de ellas fue la fil­ma­da en 1967 por el rea­li­za­dor John Sschle­sin­ger con Julie Chris­tie en el rol cen­tral, el direc­tor danés Tho­mas Vin­ter­berg deci­dió abor­dar nue­va­men­te el román­ti­co dra­ma pas­to­ral don­de el per­so­na­je de Bathshe­ba Ever­de­ne es aho­ra ani­ma­do por Carey Mulli­gan. Podrá resul­tar dis­cu­ti­ble si aca­so valió la pena repe­tir la expe­rien­cia, pero en todo caso la pelí­cu­la sin lle­gar a exci­tar man­tie­ne inte­rés por la carac­te­ri­za­ción de la femi­nis­ta heroí­na logra­da por Mulligan.

Matthias Schoenaerts y Carey Mulligan

Matthias Schoe­naerts y Carey Mulligan

En la adap­ta­ción rea­li­za­da por el nove­lis­ta bri­tá­ni­co David Nicholls, el rela­to que trans­cu­rre en 1870 en los enver­de­ci­dos valles de Dor­set, al sudoes­te de Ingla­te­rra, pre­sen­ta a la joven Bathshe­ba (Mulli­gan) quien con la voz en off anti­ci­pa al espec­ta­dor de que como una huér­fa­na de tem­pra­na edad tuvo que valer­se por sí mis­ma madu­ran­do como una per­so­na inde­pen­dien­te. Explo­tan­do la gran­ja per­te­ne­cien­te a su tía, ella reafir­ma su inde­pen­den­cia cuan­do Gabriel Oak (Matthias Schoe­naerts), un modes­to pas­tor vecino, le pro­po­ne matri­mo­nio y ella ama­ble pero fir­me­men­te lo recha­za por­que no quie­re ser pro­pie­dad de nadie. Al poco tiem­po la tía mue­re y la mucha­cha se con­vier­te en here­de­ra exclu­si­va, en tan­to que Gabriel por un des­afor­tu­na­do inci­den­te que pro­du­ce la muer­te de su gana­do, se encuen­tra arrui­na­do finan­cie­ra­men­te y no tie­ne otra opción que con­ver­tir­se en emplea­do de Batshe­ba quien al pro­pio tiem­po será su ami­go y leal con­fi­den­te. El deve­nir de los acon­te­ci­mien­tos hará que pos­te­rior­men­te la mucha­cha sal­ga al paso de dos pre­ten­dien­tes; uno de ellos es William Bold­wood, un rico gran­je­ro (Michael Sheen) de media­na edad por quien ella no sien­te atrac­ti­vo román­ti­co alguno y el otro es Troy (Tom Stu­rrid­ge), un apues­to aun­que diso­lu­to sar­gen­to que la lle­ga a fas­ci­nar y cae­rá ren­di­da a sus encantos.

La nove­la de Hardy abun­da en varios inci­den­tes melo­dra­má­ti­cos que si bien lite­ra­ria­men­te atraen, en la pan­ta­lla resul­tan dema­sia­do con­den­sa­dos sin que el rela­to alcan­ce impac­to emo­cio­nal. A pesar de la pul­cra y cui­da­da rea­li­za­ción de Vin­ter­berg, el com­pri­mi­do guión no se aden­tra sufi­cien­te­men­te en la psi­co­lo­gía de sus per­so­na­jes, en espe­cial el de Batshe­ba don­de no que­da muy cla­ro la per­so­na­li­dad de esta joven femi­nis­ta inde­ci­sa y contradictoria.

Con­clu­sión: Aun­que el film no logre des­te­llar, se dis­tin­gue por la inter­pre­ta­ción de Mulli­gan como así tam­bién por el esplen­dor visual logra­do por la mag­ní­fi­ca foto­gra­fía de Char­lot­te Bruus Chris­ten­sen cap­tan­do la belle­za pas­to­ral en imá­ge­nes, que en algu­nos casos pare­ce­rían como si hubie­sen sido extraí­das de las mara­vi­llo­sas pin­tu­ras de Vin­cent van Gogh Jor­ge Gutman

Una Sin­gu­lar Familia

LA FAMI­LLE BELIER. Fran­cia, 2014. Un film de Eric Lartigau

De tan­to en tan­to el cine de Fran­cia ofre­ce a su públi­co pelí­cu­las sen­ci­llas con men­sa­jes alec­cio­na­do­res que des­pier­tan los más nobles sen­ti­mien­tos huma­nos. Así como hace 3 años, Intou­cha­bles de Oli­vier Naka­che y Eric Tole­dano tuvo la vir­tud de lle­gar direc­ta­men­te al cora­zón del espec­ta­dor, aho­ra es el turno de La Fami­lia Bélier, una her­mo­sa come­dia con algu­nas situa­cio­nes serias que sin lle­gar a un nivel dra­má­ti­co per­mi­te que el públi­co la dis­fru­te ampliamente.

Karin Viard y Louane Emera

Karin Viard y Loua­ne Emera

La his­to­ria pre­sen­ta a los Bélier, cuyo gru­po fami­liar está inte­gra­do por Rodolphe (Fra­nçois Damiens), su seño­ra Gigi (Karin Viard) y sus dos hijos, el más joven Quen­tin (Luca Gel­berg), y la ado­les­cen­te Pau­la (Loua­ne Eme­ra) de 16 años. Lo que dis­tin­gue a esta fami­lia de las res­tan­tes es que con la excep­ción de Pau­la, sus otros miem­bros son sordomudos.

Vivien­do en una zona rural no muy dis­tan­te de París, la fami­lia dis­po­ne de una gran­ja don­de ade­más de criar gana­do ela­bo­ra que­sos que ven­de en un pues­to de la feria local don­de Pau­la, con un exce­len­te mane­jo del len­gua­je de las señas, cons­ti­tu­ye el medio de comu­ni­ca­ción por el cual sus padres y her­ma­nos inter­ac­túan social­men­te. Así por ejem­plo, en una esce­na don­de Pau­la con­cu­rre con sus padres al gine­có­lo­go ella como tra­duc­to­ra debe refe­rir­se a cier­tas carac­te­rís­ti­cas vin­cu­la­das con la sexua­li­dad del matri­mo­nio, hecho que gene­ra espon­tá­nea hilaridad.

A tra­vés de las acti­vi­da­des ruti­na­rias de la fami­lia, el rela­to se cen­tra en Pau­la don­de ade­más de ser la colum­na ver­te­bral del hogar tam­bién debe cum­plir con sus tareas de estu­dian­te. Es pre­ci­sa­men­te en la escue­la a la que asis­te, don­de par­ti­ci­pan­do en un coro jun­to con otro com­pa­ñe­ro (Ilian Ber­ga­la), el pro­fe­sor de músi­ca (Eric Elmos­nino) des­cu­bre que ella posee exce­len­tes apti­tu­des para el can­to; es por eso que le pro­po­ne entre­nar­la para que esté en con­di­cio­nes de par­ti­ci­par en un con­cur­so a rea­li­zar­se en Radio Fran­ce de París. Ese es el ele­men­to gene­ra­dor del con­flic­to dra­má­ti­co de esta his­to­ria en la medi­da que el deseo de Pau­la de par­ti­ci­par en la com­pe­ten­cia, entra en con­flic­to con la acti­tud de sus padres quie­nes creen que fren­te a la posi­bi­li­dad de que Pau­la se ausen­te del hogar, ellos que­da­rán des­pro­te­gi­dos para seguir actuan­do nor­mal­men­te como has­ta ese momento.

El film se nutre de peque­ñas esce­nas que ponen de relie­ve el esfuer­zo de una ado­les­cen­te que como cual­quie­ra otra de su edad aspi­ra a un futu­ro ven­tu­ro­so pero que al pro­pio tiem­po debe com­pa­ti­bi­li­zar­lo con el amor que sien­te por su fami­lia a quien no pue­de dejar de lado.

Uno de los gran­des momen­tos de emo­ción se pro­du­ce cuan­do Pau­la can­ta delan­te de un públi­co don­de se encuen­tran sus padres y el soni­do des­apa­re­ce para ilus­trar cuál es la sen­sa­ción que ellos expe­ri­men­tan al no poder oír lo que la hija entona.

El rela­to brin­da una his­to­ria secun­da­ria rela­ti­va a la can­di­da­tu­ra del jefe de fami­lia a la alcal­día del lugar; para Rodolphe no exis­te nin­gún impe­di­men­to en tal sen­ti­do, ale­gan­do que si un polí­ti­co negro pudo lle­gar a la pre­si­den­cia de Esta­dos Uni­dos, tam­po­co exis­te pro­ble­ma alguno para que un sor­do­mu­do pue­da cum­plir una bue­na labor social como alcal­de. Su incor­po­ra­ción a la his­to­ria cen­tral moti­va algu­nas situa­cio­nes sim­pá­ti­cas que de nin­gún modo la dis­traen de su prin­ci­pal pro­pó­si­to sino que sir­ven para ilus­trar la diná­mi­ca familiar.

La direc­ción de Lar­ti­gau es impe­ca­ble tenien­do en cuen­ta los resul­ta­dos que obtu­vo de su elen­co don­de tan­to Viard, Damiens y Eme­ra tuvie­ron que apren­der el len­gua­je de las señas para desem­pe­ñar­se con la des­en­vol­tu­ra que evi­den­cian en sus res­pec­ti­vos roles; ade­más cabe remar­car el papel de Gal­berg quien en la vida real es sor­do­mu­do y en su pri­me­ra apa­ri­ción fren­te a las cáma­ras demues­tra con su actua­ción una com­ple­ta natu­ra­li­dad. Con todo, la gran reve­la­ción del film es Eme­ra que apar­te de su duc­ti­li­dad acto­ral lle­van­do sobre sus hom­bres el mayor peso del rela­to, demues­tra sus exce­len­tes con­di­cio­nes voca­les en las her­mo­sas can­cio­nes que ella inter­pre­ta valién­do­se del reper­to­rio de Michel Sardou

Con­clu­sión: Lar­ti­gau ha logra­do film cáli­do y emo­ti­vo don­de en nin­gún momen­to ha recu­rri­do a gol­pes bajos para crear un arti­fi­cio­so efec­to sen­ti­men­tal o lacri­mó­geno. Evi­tan­do caer en la cur­si­le­ría o en recur­sos fáci­les, el rea­li­za­dor logra la com­pli­ci­dad del públi­co con un rela­to hones­to demos­tran­do cómo con­tra vien­to y marea se pue­den supe­rar las difi­cul­ta­des y dis­ca­pa­ci­da­des exis­ten­tes cuan­do pri­ma un sóli­do amor entre los inte­gran­tes de una fami­lia, como es el caso de los Bélier.  Jor­ge Gutman

Un Mara­vi­llo­so Via­je Multicultural

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

LE TOUR DU MON­DE EN 80 JOURSAutor: Jules Ver­ne — Adap­ta­ción y Direc­ción: Hugo Bélan­ger – Elen­co: Carl Béchard, Stépha­ne Bre­ton, Éloi Cousi­neau, Patri­ce D’Aragon, Mau­de Des­ro­siers, Benoît Gouin, Tania Kon­to­yan­ni, Carl Poli­quin — Esce­no­gra­fía: Fran­cis Far­ley-Lemieux — Ves­tua­rio: Marie Chan­ta­le Vai­llan­court – Ilu­mi­na­ción: Luc Prai­rie – Músi­ca Ori­gi­nal y Con­cep­ción Sono­ra: Patri­ce D’Aragon – Con­cep­ción de Más­ca­ras y Mario­ne­tas: Marie-Pier For­tier. Dura­ción: 2 horas (con un entre­ac­to de 20 minu­tos). Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 23 de mayo de 2015 en el Théâ­tre du Nou­veau Mon­de (www.tnm.qc.ca)

Con Le Tour du mon­de en 80 jours el TNM con­clu­ye bri­llan­te­men­te la tem­po­ra­da 2014 – 2015. En un espa­cio de 2 horas el públi­co tie­ne la oca­sión de asis­tir a una pro­duc­ción don­de la crea­ti­vi­dad e inte­li­gen­cia de todo el equi­po se pone de mani­fies­to con un espec­tácu­lo que pro­vee encan­to y gra­cia a granel.

Cier­ta­men­te, la ame­ni­dad del libro de Jules Ver­ne que ha sido su mayor éxi­to lite­ra­rio, alien­ta el opti­mis­mo a la vez que des­ta­ca la volun­tad del ser humano para supe­rar­se y tra­tar de ven­cer todos los desa­fíos posi­bles. De allí que no resul­tó extra­ño que el cine lo con­si­de­ra­ra en varias opor­tu­ni­da­des don­de su pri­me­ra ver­sión bajo la direc­ción de Michael Ander­son y John Farrow con David Niven y Can­tin­flas en los pro­ta­gó­ni­cos, cons­ti­tu­yó un éxi­to rotundo.

Sin entrar en mayo­res deta­lles, se pue­de anti­ci­par que su rela­to que trans­cu­rre en octu­bre de 1872 narra las diver­ti­das peri­pe­cias de Phi­léas Fogg, un dis­tin­gui­do y riquí­si­mo caba­lle­ro bri­tá­ni­co que apues­ta la mitad de su for­tu­na para demos­trar que es capaz de dar la vuel­ta al mun­do en tan solo 80 días. Para hacer­lo cuen­ta con la asis­ten­cia de Pas­se­par­tout, un sim­pá­ti­co valet que aca­ba de con­tra­tar. Lo impor­tan­te de esta enri­que­ce­do­ra expe­rien­cia tea­tral no es el des­tino final sino la tra­yec­to­ria del peri­plo que como lo enun­cia su títu­lo abar­ca dife­ren­tes pun­tos del glo­bo terres­tre. Aho­ra bien, el gran desa­fío que asu­mió Hugo Bélan­ger como adap­ta­dor del libro y res­pon­sa­ble de su pues­ta escé­ni­ca es el de haber logra­do que el públi­co pue­da com­par­tir con sus per­so­na­jes la viven­cia de una tra­ve­sía que des­de Lon­dres lo trans­por­ta a Áfri­ca del Nor­te, India, Chi­na, Japón, Esta­dos Uni­dos, para retor­nar fina­men­te al pun­to de origen.

Apreciando la cultura oriental (Foto: Yves Tenaud)

Dis­fru­tan­do la cul­tu­ra orien­tal (Foto: Yves Renaud)

El éxi­to de esta pro­duc­ción se debe a varias razo­nes. En pri­mer lugar se apre­cia una pues­ta escé­ni­ca audaz, diná­mi­ca y de gran ima­gi­na­ción con una con­cep­ción sono­ra de Patri­ce D’A­ra­gon que recu­rre a varia­dos ins­tru­men­tos musi­ca­les que acom­pa­ñan a los diá­lo­gos en cada una de las para­das; así, ape­lan­do a dife­ren­tes esti­los, se tie­ne la sen­sa­ción de asis­tir a un espec­tácu­lo musi­cal don­de no fal­tan las tona­das japo­ne­sas, músi­ca country del oes­te ame­ri­cano o bien la repli­ca de algu­nas de las come­dias musi­ca­les de Broad­way, logran­do de este modo una ambien­ta­ción pre­ci­sa en cada lugar visi­ta­do. Eso se com­ple­men­ta con el empleo de las ori­gi­na­les más­ca­ras y mario­ne­tas ela­bo­ra­das por Marie-Pier For­tier y el varia­do e inven­ti­vo ves­tua­rio de Marie Chan­ta­le Vai­llan­court para enfa­ti­zar la diver­si­dad cul­tu­ral de sus múl­ti­ples per­so­na­jes. No menos impor­tan­te es la ima­gi­na­ti­va esce­no­gra­fía de Fran­cis Far­ley-Lemieux que ade­más de repro­du­cir los meca­nis­mos de relo­je­ría de la pri­me­ra esce­na lon­di­nen­se, uti­li­za míni­mos uten­si­lios escé­ni­cos para ir crean­do la ilu­sión ópti­ca de las ciu­da­des tran­si­ta­das así como los dife­ren­tes medios de trans­por­te –tren, paque­bo­te, glo­bo, lomo de ele­fan­te- uti­li­za­dos por los per­so­na­jes cen­tra­les para des­pla­zar­se de un pun­to al otro. A todo ello, la acer­ta­da ilu­mi­na­ción de Luc Prai­rie se aco­pla con luces pre­ci­sas que vivi­fi­can el cau­ti­van­te via­je de Verne.

Un excitante viaje en globo (Foto: Yves Renaud)

Un exci­tan­te via­je en glo­bo (Foto: Yves Renaud)

Los ocho intér­pre­tes encar­nan­do más de 50 pin­to­res­cos per­so­na­jes se des­ta­can por el pre­ci­so tono que brin­dan a sus res­pec­ti­vos roles. Entre ellos, Benoît Gouin como Fogg es el imper­tur­ba­ble gentle­man lon­di­nen­se obse­sio­na­do con la pun­tua­li­dad y exac­ti­tud hora­ria que a tra­vés de la expe­rien­cia vivi­da en el via­je logra­rá que aflo­ren sus sen­ti­mien­tos román­ti­cos; Stépha­ne Bre­ton es un con­vin­cen­te Pas­se­par­tout que logra sal­var del apu­ro a su amo en más de una oca­sión; Tania Kon­to­yan­ni apor­ta la sim­pa­tía y gra­cia feme­ni­na como la prin­ce­sa india que influi­rá deci­di­da­men­te en Fogg para hacer­le cam­biar sus con­vic­cio­nes, en tan­to que Carl Béchard ‑carac­te­ri­zan­do al ins­pec­tor Fix- ofre­ce con com­ple­ta natu­ra­li­dad algu­nos de los momen­tos más joco­sos de la pieza.

Un comen­ta­rio final para Hugo Bélan­ger, el artí­fi­ce de esta haza­ña artís­ti­ca. Su tra­ba­jo es nada menos que enco­mia­ble; no solo ha logra­do una mar­ca­ción pre­ci­sa de los acto­res sino que tam­bién ha impre­so un rit­mo alta­men­te fluí­do a esta pie­za gra­cias a un sor­pren­den­te mon­ta­je escé­ni­co. Cui­da­do­so de los míni­mos deta­lles ha logra­do una obra que equi­li­bra­da­men­te com­bi­na la hila­ri­dad del tea­tro de vode­vil, con ele­men­tos de la come­dia del arte ita­lia­na y con cier­tos mati­ces cir­cen­ses remi­nis­cen­tes de algu­nas pro­duc­cio­nes del Cir­que du Soleil. El resul­ta­do es un espec­tácu­lo de gran cali­dad que ade­más de satis­fa­cer ple­na­men­te a la pobla­ción adul­ta per­mi­te que los chi­cos igual­men­te dis­fru­ten los momen­tos humo­rís­ti­cos de esta deli­cio­sa fantasía.

Con­clu­sión: Un via­je inol­vi­da­ble que reúne todos los ele­men­tos nece­sa­rios para que el públi­co asis­ta a una pro­duc­ción de exce­len­te nivel tea­tral.   

Fal­so Embarazo

PREG­GO­LAND. Cana­dá, 2014. Un film de Jacob Tierney.

Esta tenue come­dia de Jacob Tier­ney tie­ne como pro­pó­si­to mos­trar cómo la pre­sión de gru­po pue­de afec­tar la vida de una per­so­na, uti­li­zan­do como pre­mi­sa la del fal­so embarazo.

La guio­nis­ta Son­ja Ben­nett ani­ma a Ruth, una mucha­cha inma­du­ra de 35 años y de ado­les­cen­cia tar­día con incli­na­ción a la bebi­da y al taba­co, que vive con su padre (James Caan) y tra­ba­ja como caje­ra en un peque­ño mer­ca­do. Aun­que tie­ne un gru­po de ami­gas de su edad, se sien­te mar­gi­na­da por­que no posee nada en común para com­par­tir dado que ellas man­tie­nen un esti­lo de vida dife­ren­te al estar casa­das crian­do hijos o bien espe­ran­do familia.

Sonja Bennett

Son­ja Bennett

Todo cam­bia para Ruth cuan­do a par­tir de una serie de inci­den­tes invo­lun­ta­rios y para igua­lar­se a sus amis­ta­des, hace creer a los que la rodean que se encuen­tra emba­ra­za­da. Esa situa­ción tie­ne sus efec­tos posi­ti­vos; por una par­te, su padre des­pués de repo­ner­se de un ata­que car­día­co sufri­do sien­te la dicha de ser abue­lo; ade­más, la “bue­na” noti­cia con­tri­bu­ye a que sea acep­ta­da con ale­gría por sus tres ami­gas, como así tam­bién debi­do a una fal­ta come­ti­da en su tra­ba­jo evi­ta que sea des­pe­di­da en esta­do de gra­vi­dez por Danny (Paul Camp­bell), su patrón. El úni­co que cono­ce la ver­dad es Pedro (Danny Tre­jo), un com­pa­ñe­ro de tra­ba­jo de Ruth, cuya mujer le fabri­ca una pan­za arti­fi­cial para que pue­da con­ti­nuar con su fal­so esta­do de ges­ta­ción a medi­da que el tiem­po va avan­zan­do. ¿Pero, has­ta dón­de pue­de man­te­ner­se la far­sa sin que haya mayo­res con­se­cuen­cias? Atre­ver­se a decir la ver­dad podría sig­ni­fi­car un dis­gus­to muy gran­de para su padre car­día­co y ade­más cau­sa­ría una gran des­ilu­sión a Danny quien sin­tién­do­se atraí­do por ella está dis­pues­to a asu­mir la pater­ni­dad del futu­ro bebé.

Lo que ante­ce­de ori­gi­na algu­nas ins­tan­cias de fran­ca gra­cia pero lle­ga­do a un lími­te el rela­to comien­za a expe­ri­men­tar una suer­te de ane­mia por­que, tal como está narra­do, resul­ta prác­ti­ca­men­te impo­si­ble admi­tir que quie­nes tra­tan a Ruth no se den cuen­ta de su impos­tu­ra. De ese modo, la con­sis­ten­cia de la pre­mi­sa ini­cial comien­za a hacer agua y aún cuan­do uno se ría de las situa­cio­nes ridí­cu­las, los momen­tos rebus­ca­dos se extien­den más allá de lo nece­sa­rio dan­do paso a una come­dia cuya inge­nui­dad la tor­na más apro­pia­da para la pan­ta­lla chica.

En esen­cia, Jacob Tier­ney ofre­ce un film sano, sin otra pre­ten­sión que la de entre­te­ner, logran­do en gran par­te su obje­ti­vo; con todo, no habría moles­ta­do si su dura­ción se hubie­ra redu­ci­do en unos 25 minu­tos para tor­nar­lo menos redun­dan­te y más diná­mi­co. Son­ja Ben­nett, sin des­lum­brar como guio­nis­ta, demues­tra que es una bue­na come­dian­te capaz de abor­dar pro­yec­tos futu­ros de mayor enver­ga­du­ra. Jor­ge Gutman