Pri­va­dos de un Mun­do Exterior

THE WOLF­PACK. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Crys­tal Moselle

Más de una vez el cine ha recu­rri­do a tes­ti­mo­niar his­to­rias ver­da­de­ras que de haber sur­gi­do de la ima­gi­na­ción de un guio­nis­ta habría resul­ta­do difí­cil de acep­tar. Sin embar­go, por más extra­ño que resul­te, éste es el caso del docu­men­tal The Wolf­pack de la novel direc­to­ra Crys­tal Moselle.

Los siete hermanos Angulo

Los sie­te her­ma­nos Angulo

Lo que la rea­li­za­do­ra tra­ta de tes­ti­mo­niar es fas­ci­nan­te y casi impo­si­ble de admi­tir que sea real lo que acon­te­ce en el retra­to que efec­túa de una fami­lia neo­yor­ki­na. La his­to­ria –si se la pue­de con­si­de­rar como tal- es la de 7 her­ma­nos cuya edad fluc­túa entre los 15 y 23 años que han vivi­do ence­rra­dos por Oscar Angu­lo, su padre peruano y segui­dor de los Hare Kris­na, en un depar­ta­men­to ubi­ca­do en el Lower East de Manhat­tan; eso no impi­de que una o dos veces por año los hijos ten­gan con­tac­to con el mun­do exte­rior salien­do del con­fi­na­mien­to. En esa aven­tu­ra pare­ce ser que Susan­ne, la espo­sa ame­ri­ca­na de Oscar que cono­ció a su mari­do en un via­je rea­li­za­do a Machu Pic­chu, tam­bién estu­vo some­ti­da a tal suer­te de con­fi­na­mien­to y apa­ren­te­men­te suje­ta a cier­to abu­so domés­ti­co. ¿A qué se debe la acti­tud adop­ta­da por Oscar? Evi­tar que la socie­dad que los rodea pue­da lle­gar a con­ta­mi­nar a su familia.

De lo que se apre­cia, los hijos han reci­bi­do de su madre la for­ma­ción edu­ca­cio­nal reem­pla­zan­do de este modo la asis­ten­cia nor­mal esco­lar. La gran par­te de la viven­cia con la socie­dad ha sido a tra­vés de los cien­tos de videos de pelí­cu­las que su padre les ha pro­por­cio­na­do y que des­pués de haber­los vis­to los esti­mu­ló a actuar repro­du­cien­do esce­nas de los fil­mes –como por ejem­plo Reser­vo­ir Dogs de Quen­tin Taran­tino- tra­tan­do de imi­tar las voces de los acto­res así como las ves­ti­men­tas uti­li­za­das por los mismos.

Si lo que ante­ce­de es sin duda intri­gan­te, a medi­da que trans­cu­rre el metra­je el docu­men­tal va dilu­yen­do su inte­rés por fal­ta de infor­ma­ción que la rea­li­za­do­ra tuvo que haber sumi­nis­tra­do y no lo hizo. En pri­mer lugar, se impo­ne la pre­gun­ta de cómo lle­gó a fil­mar a este gru­po fami­liar; la res­pues­ta se obtie­ne en la infor­ma­ción de pren­sa –a la cual el espec­ta­dor corrien­te no tie­ne acce­so- don­de se infor­ma que tuvo con­tac­to con alguno de los hijos en una de las sali­das no con­tro­la­das que los jóve­nes rea­li­za­ron. Siguien­do con los inte­rro­gan­tes sur­ge la inquie­tud de saber cómo los ser­vi­cios socia­les actua­ron para per­mi­tir que los chi­cos reci­bie­sen edu­ca­ción esco­lar de su madre. En un momen­to deter­mi­na­do del film se seña­la que Oscar no le gus­ta tra­ba­jar; de ser así, sería intere­san­te impo­ner­se sobre cómo el gru­po fami­liar se ha man­te­ni­do para vivir.

Lo que más lla­ma la aten­ción es que cuan­do se obser­va al padre, se está lejos de tener la idea de pre­sen­ciar a un hom­bre que ha secues­tra­do a su fami­lia, sino más bien se lo obser­va como a un ser sin mucha per­so­na­li­dad que no tie­ne cla­ro o pre­ci­so de lo que está hablan­do ya que pare­ce estar diva­gan­do en vez de decir algo con­cre­to; más aún, de nin­gún modo refle­ja la per­so­na­li­dad de un psi­có­pa­ta o de un ser capaz de some­ter a su fami­lia. Tam­po­co que­da cla­ro como un padre que se preo­cu­pa de pro­te­ger a su fami­lia sobre lo que acon­te­ce en el espa­cio exte­rior de nin­gún modo con­tro­la el con­te­ni­do de los videos que sus hijos ven e imitan.

Si la rea­li­za­do­ra tra­tó de que su cáma­ra refle­ja­ra lo que esta­ba ocu­rrien­do sin que­rer inter­fe­rir en el desa­rro­llo del metra­je, al menos tuvo que tener en cuen­ta que el que obser­va este film tie­ne inte­rés en saber cómo trans­cu­rrió la vida de los hijos no inte­gra­dos a la socie­dad, de qué mane­ra han vivi­do o viven los difí­ci­les años de la ado­les­cen­cia, cuál es el nivel de edu­ca­ción for­mal que poseen, qué es lo que ellos aspi­ran rea­li­zar en la vida por delan­te, etc. ¿Por qué la rea­li­za­do­ra no acu­dió a veci­nos del lugar para saber algo más y /o con­fir­mar si lo obser­va­do de la fami­lia Angu­lo refle­ja la reali­dad de su vida?

En esen­cia, hay tan­tos inte­rro­gan­tes que sur­gen de este docu­men­tal que final­men­te es legí­ti­mo que uno pue­da dudar si lo que se ha esta­do pre­sen­cian­do es total­men­te verídico.

Con­clu­sión: Un docu­men­tal sor­pren­den­te pero que deja muchos aspec­tos sin acla­rar debi­do a su débil imple­men­ta­ciónJor­ge Gutman