Un Cam­ping Peligroso

BACK­COUNTRY. Cana­dá, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por Adam MacDonald

Aun­que el tra­tar de afe­rrar­se a la vida como ins­tin­to natu­ral del ser humano es un tema que ya ha sido tra­ta­do por el cine, este film cana­dien­se se dis­tin­gue por la pul­cri­tud y esme­ro del joven rea­li­za­dor Adam Mac­Do­nald quien demues­tra con­si­de­ra­ble aplo­mo tenien­do en cuen­ta que Back­country es su pri­mer film don­de tam­bién asu­mió la res­pon­sa­bi­li­dad del guión.

Salir de cam­ping y dis­fru­tar de las bon­da­des que la natu­ra­le­za ofre­ce es una de las gra­tas acti­vi­da­des que mucha gen­te sue­le rea­li­zar con el buen tiem­po. Sin embar­go, en esta his­to­ria –que según se anun­cia ha esta­do basa­da en hechos reales- madre natu­ra se mues­tra incle­men­te con sus pro­ta­go­nis­tas. El rela­to que prác­ti­ca­men­te se cen­tra en dos per­so­na­jes pre­sen­ta a una joven pare­ja don­de Alex (Jeff Roop) ya tie­ne la expe­rien­cia de haber acam­pa­do en el pasa­do, en tan­to que Jenn (Missy Peregrym) care­ce de la mis­ma. Deci­di­dos a pasar algu­nos días en un par­que pro­vin­cial del sur de Onta­rio, des­pués de haber­se regis­tra­do con el guar­da­bos­ques (Nicho­las Camp­bell) local, comien­za para los mochi­le­ros una aven­tu­ra de giros insospechados.

Missy Peregrym y Jeff Roop

Missy Peregrym y Jeff Roop

El ini­cio no pue­de ser más aus­pi­cio­so cuan­do comien­zan a inter­nar­se en el par­que y lue­go de cru­zar el lago en bote empren­den la mar­cha gozan­do de la tran­qui­li­dad que rei­na en las zonas bos­co­sas que tran­si­tan. Con todo, en la pri­me­ra noche, la pare­ja tie­ne un encuen­tro un tan­to inquie­tan­te con Brad (Eric Bal­four), un extra­ño indi­vi­duo que dice ser guía turís­ti­co, don­de se crea un extra­ño cli­ma de ten­sión entre éste y Alex; la tran­qui­li­dad rena­ce cuan­do el visi­tan­te se ale­ja des­pués de cenar.

El con­flic­to dra­má­ti­co se pro­du­ce des­pués de los pri­me­ros tres días, cuan­do habien­do avan­za­do pro­fun­da­men­te en la den­sa zona bos­co­sa, los cam­pis­tas se dan cuen­ta que han per­di­do de vis­ta el lago que les ser­vía de refe­ren­cia; en con­se­cuen­cia estan­do en una zona total­men­te des­co­no­ci­da y sin per­so­na algu­na que cir­cu­le por el lugar, no tie­nen idea sobre cuál sen­de­ro deben seguir para pro­se­guir la excursión.

Mac Donald des­cri­be muy bien la angus­tia que se va apo­de­ran­do de estos jóve­nes al sen­tir­se per­di­dos. Esa situa­ción per­mi­te a que sobre­ven­gan repro­ches por par­te de Jenn al haber con­fia­do en el cono­ci­mien­to de Alex sobre los luga­res que debían tran­si­tar; en todo caso el amor que les une cons­ti­tu­ye un sóli­do víncu­lo de mutuo apo­yo físi­co y psi­co­ló­gi­co. Así, sabien­do que están jun­tos y con­fian­do en el espí­ri­tu de super­vi­ven­cia, ambos con­fían en que la difí­cil situa­ción habrá de resol­ver­se de algún modo. Simul­tá­nea­men­te en esas pri­me­ras horas de incer­ti­dum­bre el rela­to ofre­ce una nota de sin­ce­ra ter­nu­ra cuan­do Alex quie­re pro­po­ner­le matri­mo­nio a su ena­mo­ra­da habien­do traí­do con­si­go el carac­te­rís­ti­co ani­llo de alian­za. Lamen­ta­ble­men­te, la situa­ción empeo­ra con la apa­ri­ción de un pre­da­to­rio oso negro al haber­le sido inva­di­do su territorio.

Len­ta­men­te, este thri­ller refle­ja con inten­si­dad la deses­pe­ra­ción que envuel­ve al ser humano en situa­cio­nes lími­tes don­de en este caso la natu­ra­le­za asu­me con­no­ta­cio­nes nega­ti­vas fren­te al ais­la­mien­to de dos seres que no han con­si­de­ra­do el ries­go que impli­ca aden­trar­se en zonas des­co­no­ci­das para encon­trar­se a mer­ced de una impla­ca­ble fores­ta selvática.

Dado que Peregrym y Roop son acto­res no muy cono­ci­dos, su natu­ral y logra­da actua­ción per­mi­te empa­ti­zar más fácil­men­te con los sin­sa­bo­res que atra­vie­san sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes en su deses­pe­ra­da lucha por sobre­vi­vir. La muy bue­na foto­gra­fía de Chris­tian Bielz adquie­re pro­ta­go­nis­mo a tra­vés de las imá­ge­nes cap­ta­das con luz natu­ral, así como los inob­je­ta­bles dise­ños de pro­duc­ción de Pie­rre Bonhom­me. Final­men­te, méri­to espe­cial mere­ce el novel direc­tor por haber logra­do un buen dra­ma de sus­pen­so y horror per­mi­tien­do que el espec­ta­dor expe­ri­men­te una agra­da­ble ner­vio­si­dad fren­te a lo que el rela­to les ofrece.

Con­clu­sión: Un film que cons­ti­tu­ye una posi­ti­va car­ta de pre­sen­ta­ción para Adam Mac­Do­nald. Jor­ge Gutman