Pobre Home­na­je al Amor

LOVE. Fran­cia, 2015. Un film diri­gi­do y escri­to por Gas­par Noé

Un film sexual pro­vo­ca­ti­vo es lo que se apre­cia en Love del rea­li­za­dor Gas­par Noé. Habien­do sido invi­ta­do al Fes­ti­val de Can­nes de este año, ésa es la razón por la que se haya exhi­bi­do pos­te­rior­men­te en otros fes­ti­va­les y que aho­ra pue­da ser estre­na­do comer­cial­men­te en Cana­dá. Eso vie­ne al caso por­que con excep­ción de un buen tra­ba­jo de cáma­ra, no exis­ten otros ele­men­tos que pue­dan jus­ti­fi­car la exis­ten­cia de una pelí­cu­la tan pobre que inten­ta home­na­jear al “amor”.

Con esca­sa ima­gi­na­ción, Noé ha urdi­do una ende­ble tra­ma para que pue­da jus­ti­fi­car su con­te­ni­do sexual en un dra­ma anti­ro­mán­ti­co. Sus tres per­so­na­jes son Murphy (Karl Glus­man), un joven ame­ri­cano que lle­gó a París para estu­diar cine, su espo­sa Omi (Kla­ra Kris­tin) con quien tie­ne un hijo de dos años y Elec­tra (Aomi Muyock), una artis­ta fran­ce­sa con quien Murphy man­tu­vo en el pasa­do un apa­sio­na­do amor.

Karl Glusman y Aomi Muyock

Karl Glus­man y Aomi Muyock

El comien­zo mar­ca el tono del film. En una toma de apro­xi­ma­da­men­te 5 minu­tos se ve a Murphy, acom­pa­ña­do de Elec­tra, don­de des­nu­dos y acos­ta­dos en una cama se mas­tur­ban mutua­men­te.. Esa es una esce­na que per­te­ne­ce al pasa­do por­que des­pués del cor­te que se pro­du­ce se obser­va que en la maña­na de un día de año nue­vo Murphy estan­do en su hogar con su fami­lia se des­pier­ta al reci­bir el lla­ma­do de la madre de Elec­tra; ella le pre­gun­ta si sabe algo de su hija que ha des­apa­re­ci­do y que tie­ne ten­den­cias sui­ci­das. De allí en más Murphy comien­za a evo­car a la mujer idea­li­za­da con quien gozó momen­tos de gran feli­ci­dad sexual; pos­te­rior­men­te, se pro­du­ce un ména­ge a trois cuan­do cono­ce a Omi y ella que­da emba­ra­za­da de él, lo que moti­va a que Elec­tra final­men­te lo deje.

Con las diva­ga­cio­nes y fan­ta­sías que sur­gen de la men­te de Murphy pen­san­do en su gran amor, el espec­ta­dor asis­te duran­te la mayor par­te de las 2 horas y cuar­to del film a un empa­la­go­so cóc­tel sexual don­de nada que­da libra­do a la ima­gi­na­ción del espec­ta­dor; en tal sen­ti­do el direc­tor ofre­ce con lujo de deta­lles sesio­nes de mas­tur­ba­cio­nes, pene­tra­ción sexual explí­ci­ta, fela­ción, cun­ni­lin­gus y otros menes­te­res. Por si eso no bas­ta­ra, para inten­si­fi­car la cru­de­za del rea­lis­mo sexual como sinó­ni­mo de expre­sión amo­ro­sa, Noé optó por una fil­ma­ción en 3D; de este modo, en una esce­na don­de Murphy eya­cu­la, su esper­ma pare­ce emer­ger de la pan­ta­lla para sal­pi­car el ros­tro del espectador.

A fal­ta de un guión sus­tan­cio­so, sus intér­pre­tes pare­cie­ran estar impro­vi­san­do, ape­lan­do a diá­lo­gos insul­sos y sin apor­tar expre­si­vi­dad algu­na a sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes; todo ello con­du­ce a un film ané­mi­co, abu­rri­do y des­pro­vis­to de emoción.

Es posi­ble que las cru­das esce­nas pre­sen­cia­das no lle­guen a con­mo­cio­nar al públi­co de hoy día por­que a tra­vés del inter­net se pue­de pre­sen­ciar fil­mes eró­ti­cos de con­te­ni­do sexual. Sin embar­go, lo que resul­ta lamen­ta­ble es que el cineas­ta pre­ten­da dis­fra­zar a este lar­go­me­tra­je de con­te­ni­do hue­co como obra artís­ti­ca cuan­do en reali­dad no se dife­ren­cia mucho de un pedes­tre pro­duc­to pornográfico.

¿Será este film el pre­cur­sor del cine de autor por­no­grá­fi­co? Espe­re­mos que no lo sea para no decep­cio­nar a los aman­tes del sép­ti­mo arte. Jor­ge Gutman

Encan­ta­dor Film de Animación

THE GOOD DINOU­SAUR. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film de Peter Sohn

Des­pués del gran éxi­to obte­ni­do por Insi­de Out, sin duda el mejor film de ani­ma­ción de 2015, los estu­dios Pixar retor­nan con The Good Dino­saur que sin alcan­zar la altu­ra del film pre­ce­den­te es por méri­to pro­pio una fábu­la de gran corazón.

THE GOOD DINOSAUR

Sumer­gien­do al espec­ta­dor en una fan­ta­sía pre­his­tó­ri­ca don­de los dino­sau­rios no que­da­ron extin­gui­dos por un meteo­ro hace 65 millo­nes de años como se supo­ne, Peter Sohn en su pri­me­ra incur­sión como rea­li­za­dor brin­da un tierno rela­to don­de los gigan­tes­cos ani­ma­les demues­tran su capa­ci­dad para con­vi­vir con seres humanos.

El guión de Meg LeFau­vre pre­sen­ta a una fami­lia de apa­to­sau­rios vivien­do en una gran­ja ubi­ca­da en una región que podría asi­mi­lar­se al noroes­te de Esta­dos Uni­dos. Allí están Pop­pa (voz de Jef­frey Wright), su mujer Mom­ma (Fran­ces McDor­mand) y sus hiji­tos Libby (Maleah Nipay-Padi­lla), Buck (Ryan Tee­ple) y Arlo (Ray­mond Ochoa); este últi­mo, quien es tími­do a la vez que teme­ro­so, no se atre­ve salir del nido fami­liar. Para tra­tar de que Arlo pue­da ven­cer su com­ple­jo de infe­rio­ri­dad, Pop­pa lo esti­mu­la para que sal­ga del cas­ca­rón ense­ñán­do­le la impor­tan­cia que tie­ne el valor y la auda­cia para poder lle­gar a ser alguien en la vida.

Pron­ta­men­te, el des­tino lo pone a prue­ba cuan­do el peque­ño dino­sau­rio pier­de trá­gi­ca­men­te a su padre y una pode­ro­sa tor­men­ta lo trans­por­ta a un lugar des­co­no­ci­do y ale­ja­do de su hogar deján­do­lo mal­tre­cho. Es allí don­de sale al encuen­tro de Spot (Jack Bright) un niño sal­va­je que adop­tan­do la for­ma de un perro pron­ta­men­te lle­ga a con­ver­tir­se en su mas­co­ta. Si al prin­ci­pio hay bue­nas razo­nes para com­pren­der que los dos se des­con­fíen, a medi­da que los días pasan el anta­go­nis­mo ini­cial cede paso a un sóli­do víncu­lo don­de Spot con­tri­bui­rá a que Arlo pue­da supe­rar sus mie­dos, apren­da a defen­der­se por sí mis­mo y adquie­ra la sabi­du­ría nece­sa­ria para supe­rar los even­tua­les obs­tácu­los que deba enfren­tar en el futu­ro. En esa mutua aven­tu­ra que adquie­re las carac­te­rís­ti­cas de un wes­tern, sus pro­ta­go­nis­tas lle­ga­rán a gozar del esplen­dor que la natu­ra­le­za les brin­da a tra­vés de un via­je don­de no fal­tan pin­to­res­cos per­so­na­jes, entre ellos el de un cow­boy tira­no­sau­rio (Sam Elliott).

Aun­que la his­to­ria de las rela­cio­nes entre seres de dife­ren­tes espe­cies no cons­ti­tu­ya algo nove­do­so, la fami­lia­ri­dad del tema que­da amplia­men­te com­pen­sa­da por la mane­ra en que el rea­li­za­dor abor­dó su con­te­ni­do. En tal sen­ti­do la bue­na des­crip­ción de los per­so­na­jes ilus­tran­do el pro­ce­so de madu­ra­ción de Arlo, el apo­yo –sin mediar pala­bras- brin­da­do por Spot, la cáli­da amis­tad crea­da entre ambos pro­du­cien­do momen­tos de efec­ti­va emo­ti­vi­dad así como la rati­fi­ca­ción de los valo­res de la fami­lia, cons­ti­tu­yen algu­nos de los fac­to­res que con­tri­bu­yen a que el film se dis­tin­ga per­mi­tien­do que tan­to la pobla­ción menu­da como los adul­tos pue­dan disfrutarlo.

A lo ante­rior­men­te seña­la­do, cabría agre­gar que las nota­bles imá­ge­nes logra­das de mane­ra compu­tado­ri­za­da e inten­si­fi­ca­das por el inte­li­gen­te empleo del 3D gene­ran un exce­len­te efec­to visual de impre­sio­nan­te rea­lis­mo. Así, el bellí­si­mo pano­ra­ma de majes­tuo­sas mon­ta­ñas, los ver­do­sos cam­pos que ase­me­jan a una pin­tu­ra pas­to­ral, las des­lum­bran­tes cata­ra­tas ins­pi­ra­das en algu­nos de los par­ques nacio­na­les de Esta­dos Uni­dos, son algu­nos de los ele­men­tos que rati­fi­can la proeza téc­ni­ca del crea­ti­vo equi­po que par­ti­ci­pó en el film, entre ellos el valio­so apor­te de los direc­to­res de foto­gra­fía Sha­ron Calahan (en la ilu­mi­na­ción) y Mah­yaar Abou­saee­di (en la cámara).

Con­clu­sión: Un gra­tí­si­mo film de ani­ma­ción que con­fir­ma una vez más la maes­tría de los estu­dios Pixar.
Jor­ge Gutman

Rocky Entre­na­dor

CREED. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film de Ryan Coogler

Des­pués de haber ofre­ci­do un remar­ca­ble dra­ma en su ópe­ra pri­ma Fruit­va­le Sta­tion (2013), el rea­li­za­dor Ryan Coogler se ubi­ca por segun­da vez detrás de la cáma­ra para enfo­car esta vez un film de boxeo, tenien­do nue­va­men­te como pro­ta­go­nis­ta a Michael B. Jor­dan. Muy bien rea­li­za­do y con el apo­yo impor­tan­te del caris­má­ti­co actor, esta segun­da pelí­cu­la de Coogler, aun­que deci­di­da­men­te con­ven­cio­nal y sin agre­gar nada nue­vo a los rela­tos del géne­ro, ape­la­rá a los aman­tes del pugi­lis­mo y a quie­nes estén fami­lia­ri­za­dos con la fran­qui­cia de Rocky, el per­so­na­je crea­do y popu­la­ri­za­do por Syl­ves­ter Stallone.

Sylvester Stallone y Michael B. Jordan

Syl­ves­ter Sta­llo­ne y Michael B. Jordan

El rela­to del rea­li­za­dor escri­to con Aaron Coving­ton se cen­tra en Ado­nis Creed (Jor­dan), el hijo ile­gí­ti­mo de Apo­llo Creed, un renom­bra­do boxea­dor a quien nun­ca lle­gó a cono­cer por haber muer­to antes de su naci­mien­to. Adop­ta­do a los 10 años por Mary Ann Creed (Phy­li­cia Rashad), la viu­da de Apo­llo, y cria­do en un ambien­te de exce­len­te con­fort eco­nó­mi­co de Los Ánge­les, el adul­to Ado­nis pre­fie­re dejar de lado una pro­mi­so­ria carre­ra en el cam­po de las finan­zas, para dar rien­da suel­ta a su voca­ción de boxea­dor y lle­gar a triun­far como tal. Es así que dejan­do a su com­pun­gi­da madre adop­ti­va de lado por haber adop­ta­do esa deci­sión, deci­de via­jar a Fila­del­fia don­de vive Rocky Gam­boa (Syl­ves­ter Sta­llo­ne), el otro­ra gran pugi­lis­ta ya reti­ra­do que fue rival y pos­te­rior­men­te gran ami­go de su padre; el pro­pó­si­to es que Rocky se con­vier­ta en su entre­na­dor para que pue­da mode­lar­lo y lle­gar a ser un gran boxea­dor. Aun­que al prin­ci­pio reluc­tan­te, el ex pugi­lis­ta acep­ta final­men­te ayu­dar a Creed Jr. y con­ver­tir­se en su mentor.

Lo que sigue es sim­ple­men­te repe­ti­ción de otros fil­mes de boxeo don­de el rela­to pasa revis­ta entre otros aspec­tos a las sesio­nes de adies­tra­mien­to del maes­tro hacia su alumno así como la rela­ción amo­ro­sa esta­ble­ci­da entre Ado­nis y su veci­na (Tes­sa Thom­pson) quien es una joven músi­ca con pro­ble­mas de audi­ción. Como se pres­ta en este tipo de fil­mes, el rela­to alcan­za su cli­max en un gran com­ba­te final don­de Creed Jr. debe enfren­tar a Ricky Con­lan (inter­pre­ta­do por el boxea­dor pro­fe­sio­nal Anthony Bellew), un arro­gan­te invic­to cam­peón; siguien­do el dic­ta­do de la típi­ca fór­mu­la es inne­ce­sa­rio ade­lan­tar cuál será el resul­ta­do de dicha con­tien­da depor­ti­va que en sus 15 minu­tos de dura­ción y de exa­cer­ba­da vio­len­cia a tra­vés de más de una dece­na de rounds, ofre­ce la emo­ción pro­pia de esce­nas realís­ti­ca­men­te filmadas.

Tal como lo hicie­ra en Rocky Bal­boa (2006), Sta­llo­ne ani­ma con com­ple­ta con­vic­ción a su per­so­na­je; en una irre­pro­cha­ble actua­ción infun­de muy bien el pate­tis­mo de un hom­bre que des­pués de haber per­di­do a su ama­da espo­sa, con su hijo ale­ja­do de él y su gran ami­go y cuña­do ya des­apa­re­ci­do, vive aho­ra la eta­pa de enfren­tar su pro­pia mor­ta­li­dad fren­te al diag­nós­ti­co de cán­cer que le han hecho. De allí que para com­ba­tir su esta­do aní­mi­co, ade­más de aten­der sus tareas como encar­ga­do del res­tau­ran­te que posee, el ave­jen­ta­do hom­bre encuen­tra moti­vos para ate­nuar su sole­dad al dedi­car­se con devo­ción en el entre­na­mien­to de su dis­cí­pu­lo. No menos impor­tan­te es la sóli­da carac­te­ri­za­ción que Jor­dan efec­túa de Creed Jr., sobre todo en la pasión vol­ca­da en las esce­nas pugilísticas.

Con­clu­sión: Des­pués de innu­me­ra­bles rela­tos fíl­mi­cos sobre boxeo, Creed no ofre­ce varia­cio­nes en la mate­ria; con todo, el film de Coogler se des­ta­ca en sus momen­tos más ínti­mos, per­mi­tien­do refle­xio­nar una vez más sobre lo efí­me­ro de la fama, la sole­dad, la vejez y obvia­men­te lo que entra­ña enfren­tar la mor­ta­li­dad del ser humano en el cre­púscu­lo de la vida.  Jor­ge Gutman

Jane Eyre

LA CLA­SI­CA NOVE­LA DE CHAR­LOT­TE BRON­TË DES­DE EL NATIO­NAL THEATRE

En una pro­duc­ción del Natio­nal Thea­tre de Lon­dres, el públi­co cana­dien­se tie­ne la opor­tu­ni­dad de ver en vivo y en direc­to Jane Eyre, la exce­len­te obra lite­ra­ria de Char­lot­te Brontë.

Madeleine Worrall (Foto: Tristram Kenton)

Made­lei­ne Worrall (Foto: Tris­tram Kenton)

Des­de el momen­to de su publi­ca­ción en 1847, la auto­ra bri­tá­ni­ca obtu­vo un reso­nan­te éxi­to de públi­co y crí­ti­ca, encum­brán­do­la como una de las gran­des nove­lis­tas román­ti­cas. Hoy día, esta nove­la es un clá­si­co de la lite­ra­tu­ra ingle­sa en la medi­da que ha sido la pri­me­ra nove­la que expre­só la cre­cien­te frus­tra­ción y sen­ti­do de injus­ti­cia expe­ri­men­ta­da por las muje­res atra­pa­das en un con­tex­to ambien­tal de auto­ri­dad patriarcal.

En una bre­ve sinop­sis se pue­de ade­lan­tar que la narra­ción sigue la tra­yec­to­ria de Jane Eyre, una mujer que lucha por su liber­tad y rea­li­za­ción per­so­nal en sus pro­pios tér­mi­nos. Des­de sus comien­zos a los 10 años como huér­fa­na humi­lla­da por la fami­lia de su tío que la toma a su cui­da­do, su vida pos­te­rior enfren­ta dife­ren­tes y difí­ci­les obs­tácu­los como el de sobre­vi­vir la pobre­za, supe­rar las injus­ti­cias y el des­cu­bri­mien­to de una amar­ga trai­ción, para final­men­te seguir los dic­ta­dos de su corazón.

Esta obra maes­tra que fue lle­va­da al cine en múl­ti­ples opor­tu­ni­da­des, ha sido mon­ta­da en esce­na en 2014 por el Bris­tol Old Vic don­de se repre­sen­tó a tra­vés de dos vela­das. En la ver­sión actual es pre­sen­ta­da en una sola repre­sen­ta­ción y la mis­ma ha logra­do un gran suce­so si uno se atie­ne a los dife­ren­tes comen­ta­rios crí­ti­cos efec­tua­dos por la pren­sa bri­tá­ni­ca en oca­sión de su estreno en el pasa­do mes de septiembre.

Entre las razo­nes que han con­tri­bui­do a la cáli­da recep­ción obte­ni­da se encuen­tra en pri­mer lugar la exce­len­te pues­ta en esce­na de Sally Cook­son quien recreó la obra ori­gi­nal. La inte­li­gen­te direc­to­ra com­pren­dió que tras­la­dar el libro al esce­na­rio no podía invo­lu­crar repe­tir su con­te­ni­do; la expre­sión artís­ti­ca de una obra lite­ra­ria no nece­sa­ria­men­te coin­ci­de con el len­gua­je tea­tral, de allí que Cook­son con­si­de­ró nece­sa­rio sim­pli­fi­car el arcai­co len­gua­je de la épo­ca aña­dien­do apro­pia­das impro­vi­sa­cio­nes a su tex­to para que los per­so­na­jes adqui­rie­ran vida en una repre­sen­ta­ción tea­tral; sin duda en tal sen­ti­do la direc­to­ra logró ven­cer el desa­fío impues­to res­pe­tan­do por com­ple­to el espí­ri­tu de exul­tan­te femi­nis­mo que ema­na de su autora.

Si la adap­ta­ción tea­tral ha sido un fac­tor impor­tan­te, no menos lo es el elen­co que par­ti­ci­pa en la pie­za. En tal sen­ti­do la inter­pre­ta­ción de Made­lei­ne Worrall se anti­ci­pa como des­co­llan­te al trans­mi­tir el inten­so fer­vor, deter­mi­na­ción, pasión y cora­je que ani­ma al per­so­na­je pro­ta­gó­ni­co, sin dejar de lado algu­nos aspec­tos vul­ne­ra­bles de su per­so­na­li­dad. A su lado se des­ta­can Felix Hayes como Roches­ter, el hom­bre que Jane lle­ga­rá a amar, Lau­ra Elphins­to­ne, Craig Edwards, Mag­gie Tag­nie, Simo­ne Saun­ders y Mela­nie Marshall.

A los ele­men­tos cita­dos cabe agre­gar la ima­gi­na­ti­va esce­no­gra­fía de Michael Vale y el sun­tuo­so ves­tua­rio de Katie Syke.

La trans­mi­sión será efec­tua­da en las salas par­ti­ci­pan­tes de CINE­PLEX el 10 de diciem­bre a las 7:00 PM y redi­fun­di­da el 23 de enero de 2016 a las 12h55 PM. Para cono­cer los tea­tros de Cana­dá que trans­mi­ti­rán esta pie­za pre­sio­ne aquí

Impla­ca­ble Cace­ría de Brujas

TRUM­BO. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film de Jay Roach

Una de las pági­nas más oscu­ras de la his­to­ria de Holly­wood es abor­da­da por el direc­tor Jay Roach enfo­can­do a Dal­ton Trum­bo (1905 – 1976), quien ade­más de nove­lis­ta fue uno de los guio­nis­tas más impor­tan­tes del cine ame­ri­cano del siglo pasado.

Inme­dia­ta­men­te des­pués de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, las rela­cio­nes entre las dos poten­cias más impor­tan­tes del mun­do atra­ve­sa­ban un perío­do de abso­lu­ta frial­dad polí­ti­ca y eso moti­vó a que el temor de la “ame­na­za roja” por par­te de Esta­dos Uni­dos gene­ra­ra una para­noia de gran mag­ni­tud don­de cual­quier ciu­da­dano ame­ri­cano de ideo­lo­gía comu­nis­ta era con­si­de­ra­do un peli­gro públi­co. Es den­tro de ese con­tex­to que el film de Jay Roach ‑basa­do en la adap­ta­ción rea­li­za­da por John McNa­ma­ra de la bio­gra­fía escri­ta de Bru­ce Cook- ilus­tra las des­ven­tu­ras de Trum­bo, una de las víc­ti­mas del macar­tis­mo rei­nan­te en esa época.

Bryan Cranston

Bryan Crans­ton

Des­de los pri­me­ros años de la déca­da de los años 40, Trum­bo (Bryan Crans­ton) fue uno de los mejo­res libre­tis­tas paga­dos de Holly­wood debi­do al reco­no­ci­mien­to que obtu­vo por su par­ti­ci­pa­ción en fil­mes impor­tan­tes como lo fue­ron Kitty Foy­le (1940) y Thirty Seconds Over Tok­yo (1944).

Todo eso cam­bia­ría cuan­do a par­tir de 1947 comien­zan las acti­vi­da­des del Hou­se Un-Ame­ri­can Acti­vi­ties Com­mit­tee (Comi­té de Acti­vi­da­des Anti­es­ta­dou­ni­den­ses) que inves­ti­gó a miles de ame­ri­ca­nos sos­pe­cho­sos de sim­pa­ti­zar con el comu­nis­mo. Espe­cial aten­ción fue cen­tra­da en la indus­tria cine­ma­to­grá­fi­ca a fin de vigi­lar dicha influen­cia en la meca del cine. De este modo, impor­tan­tes acto­res, pro­duc­to­res, rea­li­za­do­res y guio­nis­tas fue­ron públi­ca­men­te amo­nes­ta­dos por su aso­cia­ción con ins­ti­tu­cio­nes a quie­nes el Comi­té con­si­de­ra­ba que eran anti­ame­ri­ca­nas. Cuan­do Trum­bo es con­vo­ca­do por dicho orga­nis­mo para tes­ti­mo­niar y pro­bar su afi­lia­ción comu­nis­ta, él se nie­ga a res­pon­der sobre su ideo­lo­gía polí­ti­ca y denun­cia la acti­tud asu­mi­da por estas audien­cias como una fla­gran­te vio­la­ción de los dere­chos civi­les. Su desa­fian­te con­duc­ta fren­te a sus inte­rro­ga­do­res moti­vó a que fue­ra acu­sa­do de menos­pre­ciar al Con­gre­so y por tal razón fue con­de­na­do a pri­sión por espa­cio de 11 meses.

Al reco­brar la liber­tad tan­to él como algu­nos de sus cole­gas que corrie­ron su mis­ma suer­te que­da­ron cen­su­ra­dos en la “lis­ta negra” de Holly­wood, que en otras pala­bras sig­ni­fi­ca­ba que nin­guno de ellos era con­tra­ta­do por los estu­dios de cine. Dado que Trum­bo nece­si­ta­ba tra­ba­jar, uni­do a su con­di­ción inna­ta de escri­tor, logra pro­se­guir su tarea ape­lan­do al uso de pseu­dó­ni­mos. Así, sus esfuer­zos fue­ron coro­na­dos por sus tra­ba­jos en Roman Holi­day (1953) quien bajo el nom­bre de Ian McLe­llan obtie­ne el Oscar al mejor guión y la his­to­ria se repi­te con The Bra­ve One (1956) don­de gana otro Oscar por la mejor his­to­ria bajo el fal­so nom­bre de Robert Rich. Recién que­da eli­mi­na­do de la cen­su­ra, gra­cias al actor y pro­duc­tor Kirk Dou­glas (Dean O’Gorman) quien le dio la opor­tu­ni­dad de figu­rar con su pro­pio nom­bre en los cré­di­tos de Spar­ta­cus (1960) y pos­te­rior­men­te cuan­do el direc­tor Otto Pre­min­ger (Chris­tian Ber­kel) lo con­tra­ta para escri­bir el guión de Exodus (1960).

La bue­na rea­li­za­ción de Roach y el efi­cien­te guión de McNa­ma­ra per­mi­ten que el públi­co asis­ta a un film vibran­te expo­nien­do la infa­me cace­ría de bru­jas de per­so­nas res­pe­ta­bles que fue­ron daña­das emo­cio­nal­men­te por sus con­vic­cio­nes políticas.

En lo que con­cier­ne a su elen­co, Crans­ton ofre­ce una sóli­da actua­ción carac­te­ri­zan­do a Trum­bo, un hom­bre ínte­gro, de fir­mes prin­ci­pios e inca­paz de clau­di­car por defen­der la liber­tad de pen­sa­mien­to y siem­pre capaz de luchar por una cau­sa jus­ta. A su lado, en pape­les meno­res se des­ta­ca la exce­len­te Helen Mirren encar­nan­do a Hed­da Cop­per, la muy cono­ci­da colum­nis­ta de Los Ange­les Times y gran aman­te de los chis­mes quien en nom­bre de un dis­cu­ti­ble patrio­tis­mo ame­ri­cano odia­ba a muer­te a todos aqué­llos que eran comu­nis­tas. Otra bue­na actua­ción es la de John Good­man ani­man­do a un pro­duc­tor de cine con quien Trum­bo man­tu­vo una bue­na rela­ción pro­fe­sio­nal y que ofre­ce algu­nas de las situa­cio­nes hila­ran­tes del rela­to; den­tro del plano fami­liar mere­ce des­ta­car­se las par­ti­ci­pa­cio­nes de Dia­ne Lane como la abne­ga­da espo­sa del autor y de Elle Fan­ning como una de las hijas del matrimonio.

Con­clu­sión: Un film inte­li­gen­te que exal­tan­do los valo­res de la liber­tad de expre­sión rin­de un mere­ci­do tri­bu­to al gran guio­nis­ta y hom­bre de sóli­dos prin­ci­pios Dal­ton Trum­bo.  Jor­ge Gutman