Ocho Odio­sos Personajes

THE HATE­FUL EIGHT. Un film diri­gi­do y escri­to por Quen­tin Tarantino

En su octa­va incur­sión como rea­li­za­dor, Taran­tino enfo­ca nue­va­men­te un spa­guet­ti wes­tern como lo hicie­ra en Djan­go Unchai­ned (2012). The Hate­ful Eight es un film ambi­cio­so con una irre­pro­cha­ble pues­ta escé­ni­ca; con todo, el rea­li­za­dor, a pesar de incur­sio­nar en una temá­ti­ca impor­tan­te como lo es el racis­mo, no alcan­za el nivel logra­do en otros títu­los de su fil­mo­gra­fía como por ejem­plo lo fue­ron Pulp Fic­tion (1994).y The Inglo­rious Bas­tards (2009).

Samuel L. Jackson

Samuel L. Jackson

El rela­to que tie­ne lugar algu­nos años des­pués de la Gue­rra de Sece­sión, está divi­di­do en seis capí­tu­los con una ober­tu­ra musi­cal de tres minu­tos. Al aso­mar la pri­me­ra ima­gen que trans­cu­rre en Wyo­ming duran­te un rigu­ro­so invierno cubier­to de nie­ve se detec­ta una dili­gen­cia que atra­vie­sa la ruta trans­por­tan­do a dos pasa­je­ros. Uno de ellos es John Ruth (Kurt Rus­sell), un caza­re­com­pen­sas que para cobrar una suma de 10 mil dóla­res lle­va enca­de­na­da a Daisy Domer­gue (Jen­ni­fer Jason Leigh), una fugi­ti­va de la jus­ti­cia que será entre­ga­da a las auto­ri­da­des en Red Rock. En el tra­yec­to Ruth acep­ta que Mar­quis Warren (Samuel L. Jack­son) via­je con ellos; se tra­ta de un locuaz ex escla­vo negro que par­ti­ci­pó como ofi­cial de caba­lle­ría de la Unión y que aho­ra se gana la vida como caza­re­com­pen­sas. Poco tiem­po des­pués sube al vehícu­lo Chris Man­nix (Wal­ton Gog­gins), quien mani­fies­ta ser el nue­vo she­riff del lugar. Las con­ver­sa­cio­nes man­te­ni­das entre estos indi­vi­duos están car­ga­das de ten­sión como con­se­cuen­cia de comen­ta­rios racia­les diri­gi­dos a Warren.

Cuan­do una fuer­te tor­men­ta de nie­ve impi­de pro­se­guir el camino, los via­je­ros inte­rrum­pen la tra­ve­sía refu­gián­do­se en un para­dor del camino a la espe­ra de que el tem­po­ral se apa­ci­güe. Es en ese lugar don­de se hallan 4 indi­vi­duos inclu­yen­do a Oswal­do Mobray (Tim Roth), un ver­du­go bri­tá­ni­co, el mexi­cano Bob (Demian Bichir) que se ocu­pa de cui­dar el refu­gio en ausen­cia de la due­ña del esta­ble­ci­mien­to, San­ford Smithers (Bru­ce Dern), un ex gene­ral de la Con­fe­de­ra­ción que es extre­ma­da­men­te racis­ta, y Joe Cage (Michael Mad­sen), un atí­pi­co cow­boy taci­turno. No pasa mucho tiem­po para que entre los 8 indi­vi­duos allí reu­ni­dos se cree un cli­ma dra­má­ti­co a tra­vés de viru­len­tos inter­cam­bios ver­ba­les don­de uno de ellos resul­ta mor­tal­men­te heri­do. Es allí, cuan­do habien­do trans­cu­rri­do 100 minu­tos el film intro­du­ce una pau­sa de 15 minutos.

Des­pués del inter­me­dio la voz en off de Taran­tino cuen­ta lo que acon­te­ció en la maña­na del día en que trans­cu­rre la acción; ade­más, el rela­to intro­du­ce un acon­te­ci­mien­to ines­pe­ra­do que man­tie­ne un rela­ti­vo sus­pen­so duran­te la hora y cuar­to res­tan­te del metraje.

Taran­tino es un direc­tor que ha mere­ci­do res­pe­to por la irre­ve­ren­cia y el carác­ter pro­vo­ca­ti­vo de sus fil­mes. Con todo, hay cier­tas obje­cio­nes que mere­cen con­si­de­rar­se en este comen­ta­rio crí­ti­co. En pri­mer lugar el con­te­ni­do no es lo sufi­cien­te­men­te sus­tan­cio­so como para gene­rar gran exci­ta­ción pre­sen­tan­do dos par­tes bien dife­ren­cia­das que no alcan­zan a fusio­nar­se ade­cua­da­men­te; si bien la acción desa­rro­lla­da en el via­je ini­cial no está des­pro­vis­ta de inte­rés como rela­to inti­mis­ta, la his­to­ria cam­bia pos­te­rior­men­te de giro con­vir­tién­do­se en un film de mis­te­rio sin des­per­tar espe­cial emo­ción. Otro aspec­to se vin­cu­la con la des­crip­ción de algu­nos per­so­na­jes que resul­tan acar­to­na­dos, impi­dien­do que exis­ta la empa­tía nece­sa­ria por par­te del públi­co. No menos impor­tan­te es que el film peca por su exce­si­va dura­ción, uni­do al hecho de que gran par­te del mis­mo se desa­rro­lla en un redu­ci­do esce­na­rio lo que con­du­ce a una claus­tro­fo­bia que ter­mi­na fatigando.

Pero la obser­va­ción más impor­tan­te a efec­tuar es la natu­ra­le­za vio­len­ta del rela­to. Si bien se ve venir des­de el comien­zo que la cre­cien­te ten­sión infer­nal que se esta­ble­ce entre los 8 per­so­na­jes odia­dos del títu­lo del film ter­mi­na­rá explo­tan­do, la car­ni­ce­ría huma­na de san­gre que uno con­tem­pla es fran­ca­men­te abe­rran­te, gro­tes­ca e innecesaria.

En lo que con­cier­ne al elen­co, Jason Leigh se des­ta­ca amplia­men­te ani­man­do con inten­si­dad dra­má­ti­ca a la des­pre­cia­ble y racis­ta pros­crip­ta, logran­do la mejor actua­ción de su carre­ra has­ta la fecha. A su lado tam­bién se dis­tin­gue Jack­son –actor feti­che de Taran­tino- quien sabe apro­ve­char con jus­te­za los mor­da­ces diá­lo­gos que le ofre­ce el guión en la mag­ní­fi­ca carac­te­ri­za­ción de su personaje.

El film que ha sido roda­do en el for­ma­to Ultra Pana­vi­sión 70, pro­ce­di­mien­to uti­li­za­do en muy pocas pelí­cu­las, cap­ta muy bien la rique­za del color, pro­fun­di­dad e ilu­mi­na­ción de los majes­tuo­sos pai­sa­jes cubier­tos de nie­ve del oes­te ame­ri­cano a tra­vés de la bue­na foto­gra­fía de Robert Richard­son. La ban­da sono­ra de la pelí­cu­la del pres­ti­gio­so com­po­si­tor ita­liano Ennio Morri­co­ne esta­ble­ce el tono ade­cua­do para la ambien­ta­ción de este wes­tern. Jor­ge Gutman

La Audaz Apuesta

THE BIG SHORT. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film de Adam McKay

El colap­so eco­nó­mi­co de 2008 que ya fue abor­da­do por el cine vuel­ve a ser con­si­de­ra­do en The Big Short del rea­li­za­dor Adam McKay. El film que está basa­do en el fas­ci­nan­te libro The Big Short de Michael Lewis, adap­ta­do para el cine por McKay y Char­les Ran­dolph, trans­cu­rre des­de 2005 has­ta 2008 y se cen­tra en la real expe­rien­cia de cua­tro hom­bres visio­na­rios que con­si­de­ra­ron que la bur­bu­ja del cré­di­to y la vivien­da que tuvo lugar en los Esta­dos Uni­dos con­du­ci­ría a un colap­so finan­cie­ro y eco­nó­mi­co a pesar de que las gran­des ins­ti­tu­cio­nes finan­cie­ras se nega­ron a admitirlo.

Uno de los “viden­tes” es Michael Burry (Chris­tian Bale), un ex neu­ró­lo­go sufrien­do del mal de Asper­ger, que creó el exi­to­so fon­do de inver­sión Scion Capi­tal. En 2005 él ya nota­ba la debi­li­dad expe­ri­men­ta­da por el mer­ca­do inmo­bi­lia­rio así como la vul­ne­ra­bi­li­dad pro­du­ci­da por los cré­di­tos hipo­te­ca­rios de alto ries­go asu­mi­dos por los ban­cos. Su intui­ción lo indu­ce a actuar en con­tra de la ten­den­cia del mer­ca­do com­pran­do per­mu­tas de incum­pli­mien­to cre­di­ti­cio (cre­dit default swaps) y sobre todo bonos hipo­te­ca­rios muy ries­go­sos que a la pos­tre le repor­ta­ron una gran fortuna.

Steve Carell y Ryan Goslling

Ste­ve Carell y Ryan Goslling

Otro de los per­so­na­jes es Mark Baum (Ste­ve Carell), un geren­te de fon­dos de cober­tu­ra cri­ti­can­do las prác­ti­cas poco éti­cas de Wall Street que rehú­sa reco­no­cer el desas­tre finan­cie­ro que se está ges­tan­do. Cuan­do lle­ga a con­tac­tar­se con el ban­que­ro Jared Ven­nett (Ryan Gos­ling), quien es tam­bién el narra­dor de la his­to­ria, éste le con­ven­ce de que pue­den enri­que­cer­se apos­tan­do con­tra los bonos hipo­te­ca­rios emi­ti­dos por los ban­cos. El cuar­to visio­na­rio es Ben Ric­kert (Brad Pitt), un reti­ra­do tra­der escép­ti­co y de gran luci­dez que acon­se­ja a dos aspi­ran­tes ope­ra­do­res (Finn Witrock, John Maga­ro) la for­ma en que pue­den bene­fi­ciar­se del inmi­nen­te colapso.

A pesar de su tras­fon­do dra­má­ti­co, esta his­to­ria es narra­da en tono de cíni­ca come­dia don­de McKay man­tie­ne un buen rit­mo. Sin embar­go, tenien­do en con­si­de­ra­ción que el len­gua­je finan­cie­ro abar­ca casi todo el metra­je, el pro­ble­ma de este film radi­ca en la ter­mi­no­lo­gía téc­ni­ca emplea­da don­de tér­mi­nos como “shorts”, “cre­dit default swaps”, “CDO” (Colla­te­ra­li­zed Debt Obli­ga­tion) y otros, no resul­tan fáci­les de cap­tar para el espec­ta­dor corrien­te; así, no se logra com­pren­der con toda cla­ri­dad cómo la bur­bu­ja cre­di­ti­cia cons­ti­tu­yó la cau­sa explo­si­va de la cri­sis económica.

Den­tro del cali­fi­ca­do elen­co, Bale ofre­ce total con­vic­ción recrean­do la per­so­na­li­dad excén­tri­ca de Burry, en tan­to que Carell trans­mi­te exce­len­te­men­te la idio­sin­cra­sia de una per­so­na que repre­sen­ta la con­cien­cia éti­ca de este dra­ma y que supo­ne con bue­nos fun­da­men­tos que el mun­do atra­vie­sa una mar­ca­da des­com­po­si­ción moral.

Glo­bal­men­te con­si­de­ra­do, el film crea un sen­ti­mien­to de frus­tra­ción al ver cómo los res­pon­sa­bles de las finan­zas de pres­ti­gio­sas ins­ti­tu­cio­nes finan­cie­ras han mani­pu­la­do irres­pon­sa­ble­men­te el dine­ro de inver­so­res y accio­nis­tas cau­san­do la deba­cle de 2008. Más aún, la sen­sa­ción de indig­na­ción se acre­cien­ta cuan­do se sabe que muchos de los delin­cuen­tes de Wall Street no han sido con­de­na­dos y están gozan­do de ple­na liber­tad. En tal sen­ti­do, esta pelí­cu­la es alec­cio­na­do­ra como un lla­ma­do de aler­ta para que esta heca­tom­be no vuel­va a repe­tir­se. Jor­ge Gutman

Una Ceni­cien­ta Moderna

JOY. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film diri­gi­do y escri­to por David O. Russell

Por ter­ce­ra vez el rea­li­za­dor David O. Rus­sell y los acto­res Jen­ni­fer Law­ren­ce, Brad­ley Cooper y Robert De Niro man­co­mu­nan sus esfuer­zos para ofre­cer en esta opor­tu­ni­dad una come­dia que reper­cu­ti­rá favo­ra­ble­men­te en el públi­co por la sim­pa­tía que estos acto­res irra­dian, y sobre todo por la irre­pro­cha­ble actua­ción de Law­ren­ce en el papel protagónico.

Jennifer Lawrence

Jen­ni­fer Lawrence

Basa­do en la vida de Joy Man­gano, el rela­to que trans­cu­rre a prin­ci­pios de la déca­da del 90 intro­du­ce a Joy (Law­ren­ce), una joven madre mono­pa­ren­tal de 3 hijos; estan­do sepa­ra­da de su espo­so Tony (Edgar Ramí­rez) des­pués de un matri­mo­nio poco exi­to­so, tra­ba­ja sin mayor entu­sias­mo como emplea­da de una línea aérea. La pri­me­ra par­te del film pre­sen­ta a los miem­bros de su fami­lia que ade­más de sus hijos inclu­ye a su cari­ño­sa abue­la Mimi (Dia­ne Ladd), su depre­si­va madre Terry (Vir­gi­nia Mad­sen) que se encuen­tra reclui­da en la cama de su habi­ta­ción siguien­do per­ma­nen­te­men­te fren­te al tele­vi­sor el desa­rro­llo de las tele­no­ve­las ofre­ci­das, su divor­cia­do y tem­pe­ra­men­tal padre Rudy (Robert De Niro) que es due­ño de un taller mecá­ni­co; a ello cabe agre­gar la pre­sen­cia de Tony, quien a pesar de la rup­tu­ra con­yu­gal man­tie­ne con ella exce­len­tes rela­cio­nes e inclu­so se alo­ja en el sótano de su casa.

Con algu­nas situa­cio­nes gra­cio­sas que se pro­du­cen en el seno de esta com­pli­ca­da y dis­fun­cio­nal fami­lia, el rela­to de Rus­sell cobra ver­da­de­ro alien­to des­pués de la pri­me­ra media hora cuan­do Joy tra­ta de imple­men­tar el uso de un uten­si­lio hoga­re­ño por ella con­ce­bi­do; se tra­ta de un tra­pea­dor exten­si­ble con fle­cos de algo­dón y reuti­li­za­ble que brin­da gran prac­ti­ci­dad para quien lo uti­li­ce. A fin de que su inven­to logre ser cono­ci­do por el mer­ca­do, Tony la ayu­da a con­tac­tar a Neil Wal­ker (Cooper), uno de los direc­to­res de la cade­na tele­vi­si­va QVC que se dedi­ca a ven­der por esa vía artícu­los del hogar carac­te­ri­za­dos por su cali­dad, valor y conveniencia.

Una vez que Wal­ker es per­sua­di­do sobre las bon­da­des del tra­pea­dor, le brin­da a Joy la opor­tu­ni­dad para que ella mis­ma efec­túe la demos­tra­ción tele­vi­si­va del mis­mo; el éxi­to obte­ni­do es inme­dia­to fren­te a las innu­me­ra­bles lla­ma­das tele­fó­ni­cas que se van reci­bien­do por par­te de tele­es­pec­ta­do­res deman­dan­do el pro­duc­to en cues­tión. Con todo, el cla­mo­ro­so suce­so no esta­rá exen­to de algu­nos obs­tácu­los impre­vis­tos que agre­gan a la tra­ma una nota dramática.

Aun­que el rela­to no está total­men­te arti­cu­la­do, esa obje­ción se ate­núa por la exis­ten­cia de varios momen­tos bien logra­dos; entre ellos, una de las situa­cio­nes de con­si­de­ra­ble inte­rés se pro­du­ce duran­te el pro­ce­so de la pro­mo­ción del pro­duc­to don­de el públi­co se impo­ne de lo que acon­te­ce detrás de la esce­na para lograr el obje­ti­vo deseado.

Con una vita­li­dad a toda prue­ba Law­ren­ce carac­te­ri­za muy bien a su per­so­na­je dotán­do­lo de un excep­cio­nal femi­nis­mo, al demos­trar cómo una mujer con empu­je, entu­sias­mo y tena­ci­dad pue­de lle­gar a fun­dar una dinas­tía comer­cial y con­ver­tir­se en una excep­cio­nal empre­sa­ria en un mun­do de hom­bres. A su lado, Cooper con­ven­ce como el exper­to eje­cu­ti­vo que sabe cómo ven­der un pro­duc­to vale­de­ro y cap­tar la idio­sin­cra­sia del poten­cial clien­te; Isa­be­lla Rose­lli­ni es igual­men­te efi­caz como la nue­va mujer de Rudy que dada su exce­len­te situa­ción eco­nó­mi­ca ayu­da a Joy a finan­ciar el lan­za­mien­to de su pro­duc­to; por últi­mo Ramí­rez tam­bién infun­de con­vic­ción como el hones­to con­se­je­ro y ase­sor comer­cial de su ex esposa.

A pesar de no ser una pelí­cu­la per­fec­ta, Rusell ha sabi­do trans­mi­tir con­vin­cen­te­men­te el sue­ño de una moder­na ceni­cien­ta que en lugar de con­quis­tar al prín­ci­pe soña­do, logra sedu­cir a un vas­to mer­ca­do encan­ta­do con los pro­duc­tos que ella es capaz de ofre­cer como una inno­va­do­ra mujer de nego­cios. Jor­ge Gutman

Una Entre­te­ni­da Comedia

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

UNE HEU­RE DE TRAN­QUI­LLI­TÉAutor: Flo­rian Zeller – Direc­ción y Adap­ta­ción: Moni­que Ducep­pe – Elen­co: Roger La Rue, Bobby Besh­ro, Josée Des­chê­nes, Mirei­lle Dey­glun, Lau­rent Ducep­pe, Stépha­ne Jac­ques, Antoi­ne Vézi­na — Deco­ra­dos: Nor­man Blais — Ves­tua­rio: Fra­nçois Bar­beau – Ilu­mi­na­ción: Luc Prai­rie – Músi­ca: Chris­tian Tho­mas. Dura­ción: 1h 35m, sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 6 de febre­ro de 2016 en el Théâ­tre Ducep­pe (www.duceppe.com)

Para con­cluir el año, la com­pa­ñía Ducep­pe ha ele­gi­do una pie­za del cono­ci­do nove­lis­ta y dra­ma­tur­go fran­cés Flo­rian Zeller. Aun­que Une heu­re de tran­qui­lli­té trans­cu­rre en París la adap­ta­ción rea­li­za­da por Moni­que Ducep­pe ubi­ca su tra­ma en Mon­treal sin alte­rar el espí­ri­tu de la ver­sión original.

Adop­tan­do un tono de far­sa, el autor ofre­ce una pie­za bien cons­trui­da, brin­dan­do momen­tos de fran­co humor que per­mi­ten al públi­co dis­fru­tar de un diver­ti­men­to muy apro­pia­do para las fies­tas navi­de­ñas que se aproximan.

UNE HEURE DE TRANQUILLITÉLa acción que se desa­rro­lla en una sola y caó­ti­ca jor­na­da tie­ne como pro­ta­go­nis­ta a Michel, un hom­bre de fami­lia un tan­to bohe­mio y muy apa­sio­na­do del jazz. Des­pués de haber tra­ta­do de con­se­guir por lar­go tiem­po un long play inti­tu­la­do “Me, Myself and I” de un famo­so cla­ri­ne­tis­ta de los años 50, esa bús­que­da se con­cre­ta final­men­te cuan­do logra por casua­li­dad ubi­car­lo en un mer­ca­do de pul­gas de Mon­treal. Lleno de ale­gría, regre­sa a su hogar con el pro­pó­si­to de repo­sar por una hora para escu­char pla­cen­te­ra­men­te el dis­co en la inti­mi­dad del salón de estar.

UNE HEURE DE TRANQUILLITÉ (2)Natu­ral­men­te, las cosas no resul­ta­rán de acuer­do con lo pla­nea­do debi­do a una serie de inci­den­tes que ori­gi­nan los res­tan­tes per­so­na­jes que rodean a Michel. Así, en esos momen­tos su seño­ra Natha­lie corroí­da por un gran remor­di­mien­to tie­ne algo muy impor­tan­te que mani­fes­tar­le, en tan­to que su aman­te Isa­be­lle — la mejor ami­ga de Natha­lie- le ame­na­za con divul­gar a su espo­sa la ilí­ci­ta rela­ción man­te­ni­da; por si fue­ra poco sur­ge un vecino que­jo­so por una fil­tra­ción de agua en tan­to que un plo­me­ro se ocu­pa de efec­tuar repa­ra­cio­nes rui­do­sas en el inmue­ble; a todo ello se agre­ga la lle­ga­da de su ínti­mo ami­go Pie­rre que guar­da un indis­cre­to secre­to, como así tam­bién irrum­pe su hijo Sébas­tien quien para gran sor­pre­sa de Michel des­cu­bre que no es su hijo biológico.

Este vode­vil encuen­tra en Roger La Rue al actor ideal para ani­mar inte­li­gen­te­men­te las situa­cio­nes frus­tran­tes del prin­ci­pal per­so­na­je, refle­jan­do igual­men­te con con­vic­ción su misan­tro­pía y per­so­na­li­dad ego­cén­tri­ca. El elen­co que lo secun­da cum­ple ade­cua­da­men­te con los res­pec­ti­vos roles asig­na­dos a cada actor en tan­to que la direc­ción de Moni­que Ducep­pe per­mi­te que la acción se desa­rro­lle en for­ma flui­da den­tro de las carac­te­rís­ti­cas impues­tas por la pieza.

Aun­que mucho de lo que se pre­sen­cia resul­ta pre­de­ci­ble y sin ser la crea­ción más rele­van­te de Zeller, el autor supo infun­dir­le una con­ve­nien­te dosis de qui pro quos que crea situa­cio­nes de fran­co humor con las con­fu­sio­nes que se dan entre los dife­ren­tes per­so­na­jes. En esen­cia, Une Heu­re de Tran­qui­lli­té pro­vee una hora y media de sano entretenimiento.

Un Satis­fac­to­rio Des­per­tar de la Fuerza

STAR WARS VII. THE FOR­CE AWA­KENS. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film de J.J. Abrams.

Des­pués de una de las más gran­des cam­pa­ñas publi­ci­ta­rias rea­li­za­das y las enor­mes expec­ta­ti­vas crea­das que gene­ra­ron una asom­bro­sa ven­ta de entra­das anti­ci­pa­das para con­tem­plar el nue­vo capí­tu­lo de la gue­rra de las gala­xias, cabe pre­gun­tar si todo ello que­dó jus­ti­fi­ca­do. Recién aho­ra, con el estreno mun­dial de Star Wars VII: The For­ce Awa­kens, se pue­de res­pon­der que nadie que­da­rá defrau­da­do. Esta nue­va aven­tu­ra de cien­cia fic­ción es extra­or­di­na­ria­men­te entre­te­ni­da y se nutre con nue­vos per­so­na­jes que apor­tan con­si­de­ra­ble ener­gía y vita­li­dad al rela­to. Sin duda, Geor­ge Lucas, el ima­gi­na­ti­vo crea­dor de esta famo­sa fran­qui­cia, que­da­rá amplia­men­te con­for­me con el tra­ba­jo rea­li­za­do por el rea­li­za­dor J.J. Abrams.

Una escena de STAR WARS VII: THE FORCE AWAKENS

Una esce­na de STAR WARS VII: THE FOR­CE AWAKENS

Gran par­te del éxi­to es debi­do a que el direc­tor se valió del efi­cien­te guión escri­to por Law­ren­ce Kas­dan y Michael Arndt –basa­do en los carac­te­res de Lucas‑, que per­mi­te en poco más de dos horas que que­de con­den­sa­do un rela­to de flui­do rit­mo que com­bi­na acción a gra­nel, una dosis apre­cia­ble de humor, algu­nos momen­tos emo­ti­vos y sobre todo sor­pre­sas que agre­gan mayor inte­rés a su trama.

Reve­lar su con­te­ni­do argu­men­tal, sig­ni­fi­ca­ría pri­var al espec­ta­dor del pla­cer que el film depa­ra, es por ello que sola­men­te cabe seña­lar que al comien­zo del rela­to que tie­ne lugar tres déca­das des­pués de Return Of The Jedi, se sabe que el muy que­ri­do Jedi Luke Sky­wal­ker ha des­apa­re­ci­do; eso moti­va a que su her­ma­na Lei­la, la líder de la Resis­ten­cia, se haya empe­ña­do en dar con su para­de­ro y para ello enco­mien­da a un gru­po de sol­da­dos para tra­tar de ubi­car­lo. Poco a poco el film irá deve­lan­do la natu­ra­le­za de los nue­vos per­so­na­jes y de qué mane­ra se pro­du­ci­rá el enfren­ta­mien­to entre los com­ba­tien­tes de la Resis­ten­cia y el malé­fi­co opre­sor de la gala­xia que repre­sen­ta a las fuer­zas del Pri­mer Orden.

Siem­pre y den­tro del pro­pó­si­to de no anti­ci­par deta­lles de la tra­ma con res­pec­to a los pape­les carac­te­ri­za­dos por los nue­vos acto­res que se incor­po­ran al vas­to elen­co del film, cabe seña­lar que todos ellos se desem­pe­ñan mag­ní­fi­ca­men­te, comen­zan­do por Daisy Rid­ley que apor­ta un entu­sias­mo con­ta­gio­so como la pro­ta­go­nis­ta de este capí­tu­lo, como así tam­bién John Boye­ga, Oscar Isaac y muy en espe­cial Kylo Ren, repre­sen­tan­do per­so­na­jes que que­da­rán gra­ba­dos en la memo­ria del espec­ta­dor. En pape­les meno­res aun­que dan­do vida a los mis­mos per­so­na­jes de los capí­tu­los pre­ce­den­tes se encuen­tran Harri­son Ford, Carrie Fisher y Mark Hamill. Final­men­te se des­ta­can tam­bién las par­ti­ci­pa­cio­nes de Lupi­ta Nyong y Andy Ser­kis en actua­cio­nes efec­tua­das a tra­vés de la cap­tu­ra de movi­mien­to (motion cap­tu­re).

En los fac­to­res téc­ni­cos de pro­duc­ción sobre­sa­len la impor­tan­te con­tri­bu­ción rea­li­za­da por el direc­tor de foto­gra­fía Dan Min­del y el efec­ti­vo empleo de la tec­no­lo­gía más avan­za­da que ofre­ce efec­tos espe­cia­les nada menos que deslumbrantes.

Fren­te a esta logra­da entre­ga, cabe elo­giar la rea­li­za­ción de Abrams que aun sin lle­gar al nivel alcan­za­do por Lucas, brin­da un sober­bio espec­tácu­lo que des­de ya esti­mu­la la curio­si­dad de ver el octa­vo epi­so­dio de la serie cuyo estreno está pla­nea­do para 2017.

Con­clu­sión: Un entre­te­ni­mien­to de gran cali­dad que mara­vi­lla­rá a los faná­ti­cos de esta cele­bra­da franquicia. 
Jor­ge Gutman

.