Memo­rias de Infancia

887 Autor, Direc­ción e Inter­pre­ta­ción: Robert Lepa­ge — Dra­ma­tur­gia: Peder Bjur­man — Cola­bo­ra­ción en la Con­cep­ción de la Esce­no­gra­fía: Sil­vain Déca­rie — Ves­tua­rio: Jean­ne Lapie­rre – Ilu­mi­na­ción: Lau­rent Routhier – Músi­ca Ori­gi­nal y Con­cep­ción Sono­ra: Jean Sébas­tien Côté – Imá­ge­nes: Félix Fra­det-Faguy. Dura­ción: 2 horas sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 8 de junio de 2016 en el  Théâ­tre du Nou­veau Mon­de (www.tnm.qc.ca)

Los genios no se hacen sino que nacen. Eso podría muy bien atri­buir­se a Robert Lepa­ge, un artis­ta cuyo crea­ti­vi­dad ha sido vol­ca­da como direc­tor de tea­tro, ópe­ra, cine, guio­nis­ta, ade­más de ser un con­su­ma­do actor y exce­len­te dra­ma­tur­go; sin embar­go, a ello debe­ría agre­gar­se los ries­gos que asu­me en el cam­po de la tec­no­lo­gía don­de pocos años atrás lo demos­tró en la ambi­cio­sa pro­duc­ción que mon­tó en el Metro­po­li­tan Ope­ra Hou­se con la tetra­lo­gía wag­ne­ria­na de El Ani­llo de los Nibe­lun­gos.

Foto de Erick Labbé

Foto de Erick Labbé

Lo que pre­ce­de vie­ne al caso cuan­do se con­tem­pla su últi­ma obra por él diri­gi­da e inter­pre­ta­da que aca­ba de ser estre­na­da en Mon­treal. Lo pri­me­ro que des­lum­bra al espec­ta­dor es el modo en que imple­men­ta el dis­po­si­ti­vo escé­ni­co incor­po­ran­do la tec­no­lo­gía al tea­tro; eso per­mi­te que ade­más de la rique­za del tex­to tra­du­ci­do en un monó­lo­go que Lepa­ge diri­ge al espec­ta­dor que lo está escu­chan­do, éste se con­cen­tre total­men­te con su alo­cu­ción den­tro de los dife­ren­tes deco­ra­dos que va adqui­rien­do el esce­na­rio a lo lar­go de la repre­sen­ta­ción teatral.

Cuan­do apa­re­ce en el esce­na­rio anti­ci­pan­do que el espec­tácu­lo comen­za­rá en bre­ves minu­tos y pidien­do al públi­co que des­co­nec­ten sus celu­la­res, de inme­dia­to se lle­ga a com­pren­der que esas pala­bras for­man par­te de la obra en cues­tión. Lo pri­me­ro que hace es refe­rir­se a la memo­ria, cuan­do mani­fies­ta no haber sido posi­ble rete­ner el emble­má­ti­co poe­ma Speak Whi­te con­ce­bi­do por la poe­ti­sa de Que­bec Michè­le Lalon­de; ese hecho cons­ti­tu­ye la excu­sa de lo que sobre­vie­ne después.

Foto de Erick Labbé

Foto de Erick Labbé

Así, este gran crea­dor comien­za evo­can­do sus recuer­dos de infan­cia que tuvie­ron lugar duran­te la déca­da del 60 en la pro­vin­cia de Que­bec. Algo intere­san­te es que aun­que él no lo mani­fies­te, la infor­ma­ción que sur­ge en la men­te des­de la edad pre­es­co­lar has­ta la pre­ado­les­cen­cia son aspec­tos que que­dan defi­ni­ti­va­men­te arrai­ga­dos en la memo­ria de una per­so­na y es pre­ci­sa­men­te duran­te ese perío­do en que el autor ‑naci­do a fines de 1957‑, vivió y le que­dó fuer­te­men­te mar­ca­do en la misma.

El rela­to pre­sen­ta el edi­fi­cio de 8 depar­ta­men­tos ubi­ca­do en 887 de la ave­ni­da Murray en la ciu­dad de Que­bec don­de nació y vivió duran­te el lap­so de tiem­po men­cio­na­do. Allí, en la maque­ta pro­yec­ta­da seña­la la uni­dad núme­ro 5 don­de habi­tó con sus padres y sus tres her­ma­nos; pos­te­rior­men­te va ilus­tran­do la carac­te­rís­ti­ca de los veci­nos que habi­ta­ban en los 7 depar­ta­men­tos res­tan­tes. Esos deta­lles per­mi­ten que sur­jan algu­nas notas de humor por la ame­na for­ma que Lepa­ge adop­ta en su narración.

Foto de Erick Labbé

Foto de Erick Labbé

Una cir­cuns­tan­cia va uni­da a la otra y es así que el intér­pre­te se refie­re a su fami­lia con deta­lles de algu­na mane­ra ínti­mos como alguien pue­de com­par­tir con un entra­ña­ble ami­go. Vie­nen a su men­te anéc­do­tas de la vida con su madre y la for­ma agra­da­ble que ella con­ta­ba his­to­rias, su abue­la pater­na sufrien­do los pri­me­ros sín­to­mas de Alzhei­mer y fun­da­men­tal­men­te se refie­re a su bilin­güe padre taxis­ta que en esta obra emer­ge como un per­so­na­je cen­tral invi­si­ble; aun­que su pro­ge­ni­tor no tuvo gran influen­cia en su vida, a tra­vés de los recuer­dos reco­no­ce tar­día­men­te cómo se le ase­me­ja en varios aspec­tos de su carác­ter y personalidad.

Aho­ra bien, hay que admi­tir que la vida de una per­so­na, ade­más del mar­co fami­liar al que per­te­ne­ce duran­te sus pri­me­ros años de vida, no pue­de que­dar exclui­da del mar­co social que lo rodea; así para Lepa­ge tuvie­ron gran tras­cen­den­cia el comien­zo de la Revo­lu­ción Tran­qui­la, el sur­gi­mien­to del Fren­te de Libe­ra­ción de Qué­bec abo­gan­do la lucha por la inde­pen­den­cia y su par­ti­ci­pa­ción en el secues­tro y muer­te del Minis­tro de Tra­ba­jo Pie­rre Lapor­te en 1970 y las dife­ren­cias socia­les y eco­nó­mi­cas que se mani­fes­ta­ban en la pro­vin­cia entre los patro­nes angló­fo­nos y la subor­di­na­da cla­se obre­ra francófona.

En esos recuer­dos don­de Que­bec atra­vie­sa por inten­sos cam­bios socia­les en pro­cu­ra de una iden­ti­dad pro­pia para que todos los habi­tan­tes pudie­ran gozar en for­ma igua­li­ta­ria de los dere­chos que les corres­pon­den, Lepa­ge de nin­gún modo adop­ta una acti­tud inde­pen­den­tis­ta o fede­ra­lis­ta al refe­rir­se al tema; lo que inten­ta es explo­rar a tra­vés de su memo­ria ese perío­do tan impor­tan­te para la pro­vin­cia don­de nació.

Lo que que­da cla­ro de este ejer­ci­cio men­tal es la evi­den­te acti­tud del autor de opo­ner­se a cual­quier medi­da de dis­cri­mi­na­ción social. Es por eso, que esos recuer­dos cons­ti­tu­yen para él una bene­fi­cio­sa tera­pia psi­co­ló­gi­ca. A tra­vés de la mis­ma logra final­men­te memo­ri­zar y reci­tar con pasión y viva voz el míti­co poe­ma de Michè­le Lalon­de cuyos ver­sos cons­ti­tu­yen una seve­ra denun­cia social.

Que­da como balan­ce un bello recuen­to ínti­mo y per­so­nal de la vida de Lepa­ge como así tam­bién una lec­ción de cul­tu­ra cívi­ca capaz de inte­re­sar a cual­quier per­so­na, inde­pen­dien­te de su ori­gen, que desee sumer­gir­se en la com­ple­ja his­to­ria cul­tu­ral de la Belle Pro­vin­ce.

Con una inven­ti­va pues­ta escé­ni­ca y una inter­pre­ta­ción vivaz, inten­sa y elo­cuen­te, Lepa­ge depa­ra a su públi­co dos horas de mag­ní­fi­co tea­tro com­par­tien­do los recuer­dos de los pri­me­ros años de su vida. A los méri­tos del intér­pre­te habrá que agre­gar la valio­sa con­tri­bu­ción del exce­len­te equi­po crea­ti­vo para el reso­nan­te triun­fo obte­ni­do en esta inol­vi­da­ble expe­rien­cia tea­tral. Jor­ge Gutman

Sha­kes­pea­re por Par­ti­da Doble

THE ADVEN­TU­RES OF PERI­CLES Y THE SHA­KES­PEA­RE SHOW

Una obra de Sha­kes­pea­re y un bri­llan­te espec­tácu­lo home­na­jean­do su memo­ria podrá ver­se en las pan­ta­llas de los cines de Cana­dá del cir­cui­to Cine­plex duran­te el mes de Mayo.

The Adven­tu­res of Peri­cles es una de las obras que el Fes­ti­val de Strat­ford pre­sen­tó el año pasa­do y fue cele­bra­da por la crí­ti­ca en opor­tu­ni­dad de su estreno. Esta come­dia román­ti­ca es una de las nume­ro­sas escri­tas por su autor y publi­ca­da en 1607.

Deborah Hay (Foto de David Hou)

Debo­rah Hay (Foto de David Hou)

Pro­du­ci­da y fil­ma­da para el cine por Barry Avrich, con la foto­gra­fía de Joe Inter­isano, la pues­ta en esce­na de la obra corres­pon­de a Scott Went­worth. . En el elen­co par­ti­ci­pan Evan BuliungDebo­rah Hay asu­mien­do los roles pro­ta­gó­ni­cos. La foto­gra­fía es de Patrick Clark y la ilu­mi­na­ción es de Kevin Fra­ser.

Esta pie­za fil­ma­da será exhi­bi­da en dos opor­tu­ni­da­des: el 7 de mayo y el 12 de mayo.

El otro acon­te­ci­mien­to tea­tral que será trans­mi­ti­do es The Sha­kes­pea­re Show. La BBC y la Royal Sha­kes­pea­re Com­pany con­me­mo­ra­ron el pasa­do 23 de abril los 400 años de la des­apa­ri­ción del inmor­tal autor y el lega­do cul­tu­ral que dejó al mun­do a tra­vés de un espec­tácu­lo rea­li­za­do en Strat­ford-upon-Avon ‑la ciu­dad don­de nació‑, que ha sido gra­ba­do en vivo.

David Ten­nant ha sido el anfi­trión del even­to en don­de han par­ti­ci­pa­do los más des­ta­ca­dos artis­tas del cine, la esce­na bri­tá­ni­ca y del mun­do cul­tu­ral de Gran Bre­ta­ña, inclu­yen­do entre otros a Judi Dench, Ian McKe­llen, Helen Mirren, Joseph Fien­nes, David Suchet, John Lith­gow, Ian McKe­llen, el can­tan­te y com­po­si­tor Rufus Wainw­right, la English Natio­nal Ope­ra, el Royal Ballet y mucho más.

Judi Dench en una escena de Hamlet

Judi Dench inter­pre­tan­do una esce­na de Ham­let (Foto de Helen Maybanks)

Esta cele­bra­ción de Sha­kes­pea­re pasa revis­ta a su vida a tra­vés de sus pro­pias can­cio­nes, los luga­res don­de vivió, des­de su hogar de infan­cia has­ta la igle­sia don­de ha sido bau­ti­za­do y don­de aho­ra está ente­rra­do. En esen­cia, lo que se apre­cia es un espec­tácu­lo que trans­mi­te la per­ma­nen­te influen­cia del dra­ma­tur­go en todas las mani­fes­ta­cio­nes de las artes escé­ni­cas, de la ópe­ra al jazz y des­de el ballet a los musicales.

Su difu­sión ten­drá lugar el 26 de mayo y el 5 de junio.

Para una infor­ma­ción sobre las salas de Cine­plex que pre­sen­ta­rán en Cana­dá The Adven­tu­res of Peri­cles y The Sha­kes­pea­re Show así como los hora­rios corres­pon­dien­tes pre­sio­ne aquí y aquí

El Rey y el Presidente

ELVIS & NIXON. Esta­dos Uni­dos, 2016. Un film de Liza Johnson

La reu­nión del emble­má­ti­co Elvis Pres­ley y el pre­si­den­te Richard Nixon que que­dó regis­tra­da en una publi­ci­ta­da foto­gra­fía es el tema que la rea­li­za­do­ra Liza John­son con­si­de­ra en Elvis y Nixon. Para acep­tar la pre­mi­sa pro­pues­ta por el guión de Joey y Hana­la Sagal sobre este verí­di­co encuen­tro, es nece­sa­rio dejar de lado cual­quier viso real; lo que se pre­sen­cia aquí es una sáti­ra acep­ta­ble­men­te entre­te­ni­da que no inda­ga en la vida del ícono can­tor ni en la carre­ra polí­ti­ca del ex mandatario.

En diciem­bre de 1970 el rey del rock (Michael Shan­non) se pro­po­ne entre­vis­tar a Nixon (Kevin Spa­cey) con el pro­pó­si­to de mani­fes­tar­le su preo­cu­pa­ción sobre los efec­tos per­ni­cio­sos de la dro­ga en la juven­tud ame­ri­ca­na; para ello su inten­ción es que el pre­si­den­te le con­si­ga un nom­bra­mien­to como agen­te fede­ral para actuar de mane­ra encu­bier­ta en la Ofi­ci­na de Nar­có­ti­cos y Dro­gas Peli­gro­sas del país, así como obte­ner una insig­nia ofi­cial para probarlo.

Michael Shannon y Kevin Spacey

Michael Shan­non y Kevin Spacey

En base a lo que pre­ce­de, el rela­to comien­za con la lle­ga­da de Elvis a la entra­da de la de la Casa Blan­ca por­tan­do una car­ta escri­ta a mano por él; des­pués de algu­nas difi­cul­ta­des inter­pues­tas por los guar­dias de segu­ri­dad con­si­gue que ellos la hagan lle­gar al des­ti­na­ta­rio a tra­vés de los cana­les per­ti­nen­tes. Lo que sigue pos­te­rior­men­te es la ansio­sa espe­ra en el hotel don­de el rey se alo­ja jun­to con su con­fi­den­te y asis­ten­te Jerry Schi­lling (Alex Petty­fer) para reci­bir la con­fir­ma­ción de la entre­vis­ta. En tal sen­ti­do, es impor­tan­te la ges­tión rea­li­za­da por par­te de los miem­bros del equi­po del pre­si­den­te – Egil Krogh (Colin Hanks) y Dwight Cha­plin (Even Peters)- para per­sua­dir a Nixon a que la reu­nión se lle­ve a cabo, dada su renuen­cia inicial.

El famo­so encuen­tro es lo que da sus­ten­to al film y a decir ver­dad el libre­to ima­gi­na una serie de secuen­cias surrea­lis­tas que pro­du­cen un humor que aun­que logra­do en par­te, la ausen­cia de suti­li­dad dis­mi­nu­ye su efec­to. Aun­que la foto­gra­fía entre Elvis y Nixon es real, obvia­men­te, el desa­rro­llo de la entre­vis­ta que se ase­me­ja más a una dis­lo­ca­da come­dia entre dos cómi­cos es pura fan­ta­sía. En todo caso, como resul­ta­do de la reu­nión don­de Elvis acce­de a foto­gra­fiar­se con el pre­si­den­te ade­más de auto­gra­fiar el retra­to de Julie Nixon, su ado­ra­da hija, Nixon le con­fie­re al “rey” el anhe­la­do car­go y la insig­nia requerida.

En cuan­to a la carac­te­ri­za­ción de los dos per­so­na­jes es nece­sa­rio remar­car que de nin­gún modo el de Pres­ley res­pon­de a la reali­dad; si bien Shan­non es un con­su­ma­do actor lo cier­to es que no res­pon­de ni al físi­co ni a la ver­da­de­ra per­so­na­li­dad del gran ído­lo musi­cal de la pos­gue­rra; ade­más, el actor repre­sen­ta unos diez años más de los 35 que tenía Pres­ley en el momen­to en que trans­cu­rre la acción. Mucho más con­vin­cen­te, aun­que menos impor­tan­te en el rela­to, es el retra­to que Spa­cey logra de Nixon; sus ras­gos físi­cos se apro­xi­man más a los del ex pre­si­den­te, juz­gan­do su pos­tu­ra un tan­to encor­va­da, su mane­ra de hablar y mover­se, a pesar de cier­to com­por­ta­mien­to cari­ca­tu­res­co que el guión le obli­ga representar.

Más allá de las obser­va­cio­nes seña­la­das, el film debe ser juz­ga­do por lo que es y no lo que uno habría desea­do que fue­ra; de allí que uno debe olvi­dar­se de pelí­cu­las nota­bles de simi­lar tema como lo fue­ron el ima­gi­na­do encuen­tro del Pri­mer Minis­tro Tony Blair con la Rei­na Eli­za­beth en The Queen (2006) o bien entre David Frost y Richard Nixon en Frost Nixon (2008). Sin ser dema­sia­do exi­gen­te la pelí­cu­la es un mode­ra­do pasa­tiem­po que se con­tem­pla son­rien­te­men­te aun­que des­pués de su pro­yec­ción resul­te olvidable.
Jor­ge Gutman

Una Espe­ra Indefinida

A HOLO­GRAM FOR THE KING. Gran Bre­ta­ña-Fran­cia-Ale­ma­nia-Esta­dos Uni­dos, 2016. Un film de Tom Tykwer

La for­ma en que un via­je pue­de solu­cio­nar el pro­ble­ma de un indi­vi­duo que atra­vie­sa la cri­sis de la media­na edad es lo que se con­tem­pla en A Holo­gram for the King. Es posi­ble que como suce­de en nume­ro­sos casos una obra lite­ra­ria pue­da resul­tar difi­cul­to­sa de ser tras­la­da­da al cine; pero lo cier­to es que la adap­ta­ción rea­li­za­da por el rea­li­za­dor Tom Tyk­wer de la nove­la homó­ni­ma de Dave Eggers publi­ca­da en 2012 care­ce de un foco pre­ci­so sin alcan­zar el resul­ta­do per­se­gui­do. De todos modos, la pre­sen­cia de Tom Hanks ani­man­do al per­so­na­je pro­ta­gó­ni­co es su mejor car­ta de presentación.

El rela­to que se desa­rro­lla en 2010 pre­sen­ta a Alan Cay (Hanks) un hom­bre ame­ri­cano de media­na edad recien­te­men­te divor­cia­do y en pre­ca­ria situa­ción finan­cie­ra que pare­cie­ra atra­ve­sar cier­to con­flic­to exis­ten­cial. Tra­ba­jan­do aho­ra para una empre­sa tec­no­ló­gi­ca es enco­men­da­do a via­jar al rei­no de Ara­bia Sau­di­ta a fin de lograr la ven­ta de un sis­te­ma de tele­co­mu­ni­ca­cio­nes holo­grá­fi­cas al monarca.

Tom Hanks

Tom Hanks

Al lle­gar a Jed­dah, exte­nua­do por el vue­lo y la dife­ren­cia hora­ria, al pro­pio tiem­po que preo­cu­pa­do en lo que con­cier­ne a su carre­ra por pre­sio­nes de su jefe para que la tran­sac­ción comer­cial ten­ga éxi­to, lo pri­me­ro que hace es tra­tar de poner­se en con­tac­to con el emi­sa­rio del rey, el encar­ga­do de aten­der­lo. sin embar­go ni éste como tam­po­co el sobe­rano se hallan en la ciu­dad. Otros obs­tácu­los se inter­pon­drán en el camino cuan­do com­prue­ba que su gru­po de tra­ba­jo con quien debe­rá pre­pa­rar la pre­sen­ta­ción al sobe­rano, se encuen­tra en una car­pa ubi­ca­da en medio del desier­to sin cone­xión WI FI ni tam­po­co aire acon­di­cio­na­do en medio del ago­bian­te calor.

Los días trans­cu­rren sin que nada se con­cre­te en don­de los meca­nis­mos buro­crá­ti­cos toman su tiem­po y el encuen­tro con el rey pare­ce impro­ba­ble. Para peor, Alan cons­ta­ta que tie­ne un con­si­de­ra­ble quis­te en la par­te tra­se­ra de su cue­llo que ter­mi­na sien­do un lin­fo­ma y nece­si­ta ser remo­vi­do qui­rúr­gi­ca­men­te; eso lo habrá de vin­cu­lar con una doc­to­ra musul­ma­na (Sari­ta Choudhury) que lo atien­de y con quien even­tual­men­te man­ten­drá un víncu­lo más allá del estric­ta­men­te profesional.

El rela­to no omi­te la pre­sen­ta­ción de ilus­trar algu­nos aspec­tos de la cul­tu­ra de Ara­bia Sau­di­ta, tales como la des­igual­dad exis­ten­te entre el hom­bre y la mujer, la prohi­bi­ción del expen­dio de bebi­da alcohó­li­ca, cier­tas acti­tu­des rígi­das y repre­si­vas del país, todo ello sin recu­rrir a cli­sés o este­reo­ti­pos que podrían afec­tar la ilus­tra­ción desea­da. Tam­po­co están ausen­tes las notas de humor que pro­vee el cho­fer de taxi (Ale­xan­der Black), encar­ga­do de con­du­cir­lo a los luga­res de des­tino. Simul­tá­nea­men­te, la his­to­ria tam­bién alu­de a la vida per­so­nal de Alan don­de a tra­vés del sky­pe man­tie­ne un víncu­lo amis­to­so con su úni­ca hija ado­les­cen­te (Tra­cey Fai­ra­way), que es la sola per­so­na que le brin­da su total apoyo.

Si en prin­ci­pio esta his­to­ria ofre­ce un buen poten­cial para ser explo­ta­do, la for­ma narra­ti­va no es dema­sia­do satis­fac­to­ria; así, la demo­ra en con­cre­tar la tran­sac­ción comer­cial de Alan moti­va a que el desa­rro­llo de la tra­ma deven­ga repe­ti­ti­va. Ade­más, la pre­sen­ta­ción de cier­tos per­so­na­jes de apo­yo tam­po­co ayu­da mucho; por ejem­plo, las esce­nas vin­cu­la­das con una mujer dane­sa (Sid­se Babett Knud­sen) que tra­ba­ja en el país y se sien­te atraí­da por Alan aun­que él no corres­pon­de sus reque­ri­mien­tos amo­ro­sos, resul­tan prescindibles.

Al prin­ci­pio de esta cró­ni­ca se men­cio­nó que el film no tie­ne un foco espe­cí­fi­co. Eso se debe a que en la últi­ma par­te del metra­je, el guión cam­bia pre­ci­pi­ta­da­men­te de regis­tro; sin mucha con­vic­ción se con­tem­pla cómo Alan, un indi­vi­duo ago­bia­do por la fal­ta de satis­fac­ción que pre­ce­dió a su via­je a Ara­bia Sau­di­ta, logra repen­ti­na­men­te una trans­for­ma­ción emo­cio­nal hacien­do que su vida cobre sen­ti­do. Estas obje­cio­nes no des­me­re­cen la bue­na actua­ción de Hanks quien logra trans­mi­tir cali­dez con su per­so­na­je, al igual que el res­to del elen­co que lo acom­pa­ña des­ta­can­do sobre todo a Ale­xan­der Black en un per­so­na­je deci­di­da­men­te sim­pá­ti­co y entrador.

La fil­ma­ción no pudo rea­li­zar­se en Ara­bia Sau­di­ta debi­do a que Tyk­wer no obtu­vo el per­mi­so de las auto­ri­da­des para hacer­lo. En su lugar el roda­je se reali­zó en el sur de Marrue­cos y en tal sen­ti­do cabe des­ta­car los dise­ños de pro­duc­ción de Uli Hanisch y la foto­gra­fía de Frank Grie­be per­mi­tien­do refle­jar fiel­men­te el esce­na­rio don­de trans­cu­rre la acción. Jor­ge Gutman

Las Leta­les Minas Terrestres

THE SUC­CE­SOR. Ita­lia, 2015. Un film de Mat­tia Epifani

Este docu­men­tal está basa­do en el tes­ti­mo­nio direc­to de quien fue­ra empre­sa­rio de la com­pa­ñía Tec­no­var que estu­vo dedi­ca­da a la pro­duc­ción y ven­ta de minas terres­tres que uti­li­za­das en con­flic­tos béli­cos pro­du­je­ron milla­res de víctimas.

El inge­nie­ro ita­liano Vito Alfie­ri Fon­ta­na, hijo de una fami­lia de exce­len­te situa­ción eco­nó­mi­ca de Bari, here­dó de su auto­ri­ta­rio padre dicha empre­sa. Sumer­gi­do por un car­go de cul­pa sobre las acti­vi­da­des de la mis­ma y a pesar del lucra­ti­vo nego­cio que sig­ni­fi­ca­ba su explo­ta­ción, des­pués de tres déca­das de exis­ten­cia deci­dió cerrar­la en 1997. Más aun, para libe­rar su con­cien­cia del com­ple­jo de cul­pa que le embar­ga­ba des­de 2000 a 2012 Fon­ta­na se con­vir­tió en líder de un equi­po encar­ga­do de la erra­di­ca­ción de minas terres­tres en más de 100 luga­res de Koso­vo y Bos­nia Her­ze­go­vi­na que habían sido des­ple­ga­das duran­te la dra­má­ti­ca gue­rra que tuvo lugar pocos años atrás.

En esa deli­ca­da fun­ción rea­li­za­da, que pue­de resul­tar fatal si no se toma la máxi­ma pre­cau­ción, lle­ga a cono­cer a Nijaz Nemic, quien habien­do tra­ba­ja­do en tareas de des­mi­na­do en una explo­sión per­dió una pier­na; curio­sa­men­te, su dis­ca­pa­ci­dad físi­ca no le impi­dió con­ver­tir­se en un esquia­dor para­lím­pi­co y en tal con­di­ción fue el pri­mer atle­ta de Bos­nia Her­ze­go­vi­na que par­ti­ci­pó en los Jue­gos de invierno de 2010 en Van­cou­ver. THE SUCCESORMuy bien mon­ta­do, el docu­men­tal de Mat­tia Epi­fa­ni obli­ga a que el espec­ta­dor se pre­gun­te si aca­so los fabri­can­tes de estos devas­ta­do­res ins­tru­men­tos de gue­rra no son indi­rec­ta­men­te res­pon­sa­bles de las víc­ti­mas que pro­du­cen los terre­nos mina­dos. Al pro­pio tiem­po, resul­ta intere­san­te com­pro­bar que a pesar de la noble tarea rea­li­za­da por Fon­ta­na como un acto de reden­ción, él no pue­de ocul­tar la fas­ci­na­ción que le pro­du­ce el dise­ño de estas leta­les minas.

Esta pelí­cu­la se pre­sen­ta en el mar­co del Fes­ti­val Hot Docs de Toron­to, el miér­co­les 4 de mayo (TIFF Bell Light­box), jue­ves 5 de mayo (Sco­tia­bank Thea­tre 13) y domin­go 8 de mayo (Sco­tia Bank Thea­tre 13). Jor­ge Gutman