Una Agri­dul­ce y Risue­ña Comedia

HELLO, MY NAME IS DORIS. Esta­dos Uni­dos, 2016. Un film de Michael Showalter

La vete­ra­na actriz Sally Field retor­na al cine ofre­cien­do una nota­ble inter­pre­ta­ción de una sol­te­ro­na de edad madu­ra que se ena­mo­ra de un apues­to hom­bre mucho menor que ella.

 Sally Field

Sally Field

Field ani­ma a Doris Miller, don­de en la pri­me­ra esce­na se la ve rodea­da de parien­tes y ami­gos en el velo­rio de su madre a quien había cui­da­do duran­te gran par­te de su vida. El dolor es para ella muy gran­de por cuan­to su pro­ge­ni­to­ra con quien com­par­tía el hogar sig­ni­fi­ca­ba un moti­vo que le daba sen­ti­do a su exis­ten­cia. Habi­tan­do en Sta­te Island pero tra­ba­jan­do en Manhat­tan, todos los días uti­li­za el ferry para des­pla­zar­se a su empleo.

El rela­to cobra impul­so con la lle­ga­da a la ofi­ci­na de John Fre­mont (Max Green­field), un nue­vo emplea­do de 35 años de quien Doris se sien­te poco menos que embe­le­sa­da con su apues­ta pre­sen­cia; dan­do rien­da a su ima­gi­na­ción, su fan­ta­sía la hace supo­ner que él la con­si­de­ra de mane­ra especial.

Des­pués de asis­tir a un semi­na­rio de un con­fe­ren­cis­ta moti­va­cio­nal (Peter Gallagher) quien le hace ver que en la vida todo es posi­ble, la casi sep­tua­ge­na­ria mujer tra­ta­rá de bus­car el medio de acer­car­se román­ti­ca­men­te a John. Al visi­tar a su mejor ami­ga (Tyne Daly) a quien le con­fía lo que le está suce­dien­do, su nie­ta ado­les­cen­te (Isa­be­lla Acres) le sugie­re uti­li­zar la red social de Face­book don­de John está ins­crip­to; median­te un fal­so nom­bre y con la foto de una atrac­ti­va chi­ca, Doris comien­za una rela­ción con él impo­nién­do­se de sus hob­bies y gus­tos particulares.

De este modo ella mani­fies­ta a su ído­lo román­ti­co la supues­ta incli­na­ción que sien­te por una ban­da de músi­ca elec­tró­ni­ca a la que él sue­le fre­cuen­tar; así, los dos se encuen­tran “casual­men­te” en uno de los con­cier­tos de la mis­ma, ori­gi­nan­do una de las más risue­ñas y logra­das esce­nas del film; ple­na de ener­gía y viva­ci­dad, Doris se entre­mez­cla con la gen­te joven asis­ten­te y John la alza en sus hom­bros bai­lan­do y sal­tan­do al com­pás de la músi­ca rock.

A pesar de que el plan­teo des­crip­to pue­da en prin­ci­pio con­si­de­rar­se un tan­to absur­do, el guión de Lau­ra Terru­so y Sho­wal­ter otor­ga com­ple­ta legi­ti­mi­dad a esta his­to­ria evi­tan­do que las situa­cio­nes gra­cio­sas pue­dan ridi­cu­li­zar­se. En gran par­te eso se debe a la exce­len­te des­crip­ción de los dos per­so­na­jes cen­tra­les; así, la excén­tri­ca e inquie­ta Doris cree que nun­ca es tar­de para soñar, sobre todo cuan­do supo­ne haber encon­tra­do a su prín­ci­pe azul, sin tener en cuen­ta la dife­ren­cia de edad que media entre los dos; por su par­te John, no per­ca­tán­do­se de las reales inten­cio­nes de Doris, se acer­ca a ella sin nin­gu­na otra razón que la de man­te­ner una bue­na rela­ción amis­to­sa don­de no está inclui­do el vincu­lo sentimental.

A tra­vés de todo el agri­dul­ce rela­to se des­ta­ca amplia­men­te Field quien dota a su Doris de un gran ímpe­tu a la vez que ofre­ce un con­mo­ve­dor pate­tis­mo en su últi­ma chan­ce de encon­trar el amor de una per­so­na con quien con­vi­vir el res­to de su vida; la actriz trans­mi­te una magia úni­ca al rol que inter­pre­ta per­mi­tien­do que uno pue­da empa­ti­zar ple­na­men­te con el mis­mo. A ello se agre­ga la sim­pa­tía, expre­si­vi­dad y espon­ta­nei­dad demos­tra­da por Green­field, total­men­te creí­ble en su personaje.

El resul­ta­do es una come­dia absur­da­men­te román­ti­ca que evi­tan­do des­bor­dar en la cari­ca­tu­ra logra con­mo­ver y con­quis­tar a una audien­cia madu­ra. Jor­ge Gutman