Crónica de Jorge Gutman
ROMÉO ET JULIETTE – Autor: William Shakespeare – Traducción: Normand Chaurette Dirección: Serge Denoncourt — Elenco: Marianne Fortier, Philippe Thibault-Denis, Mikhaïl Ahooja, Marion Barot, Alex Bergeron, Nathalie Breuer, Jean-François Cassabonne, Sarah Cloutier Labbé, Lévi Doré, Antoine Durand, Guillaume Gauthier, Gabriel Lemire, Debbie Lynch-White, Jean-Moïse Martin, Benoît McGinnis, Jean-François Pichette, Simon Pigeon, Catherine Proulx-Lemay, Mathieu Richard, Gillaume Rodrigue — Escenografía: Guillaume Lord — Vestuario: Serge Denoncourt, Pierre-Guy Lapointe – Iluminación: Martin Labrecque – Música Original: Philip Pinsky – Video: Gabriel Coutu-Dumont, Janicke Morissette. Representaciones: Hasta el 18 de Agosto de 2016 en el Théâtre du Nouveau Monde (www.tnm.qc.ca)
Romeo y Julieta, la inmortal obra de Shakespeare publicada en 1597 ha logrado cautivar al público en forma extraordinaria debido a la naturaleza de su historia basada en el amor de dos jóvenes que ven inmoladas sus vidas por la marcada enemistad existente entre las dos familias a las cuales pertenecen. Es así que durante los cuatro siglos de vigencia esta tragedia ha sido difundida y adaptada a través de diferentes manifestaciones artísticas incluyendo el ballet, ópera, música, literatura, cine, teatro y televisión. Si bien sus innumerables versiones han respondido al criterio del equipo artístico envuelto en cada una de las producciones realizadas, siempre se ha tenido la precaución de respetar el espíritu impreso por su autor.
En esta coproducción de Juste pour rire en colaboración con el TNM, el renombrado director Serge Denoncourt ha querido insuflar a la obra un toque moderno y es así que aunque la acción se desarrolla en Verona, decidió trasladar la época a los últimos años de la década del 30 cuando Italia vivía bajo el régimen fascista de Mussolini. Si acaso ese tumultuoso período político podría constituir una metáfora para reflejar el odio de los Montaigu y Capúlet, ese contexto no alcanza a vislumbrarse claramente.
Sin hacer referencia a la trama de la pieza que es bien conocida, la primera observación que surge es acerca del tono brindado a la misma por Denoncourt. Si uno se remonta a la obra original se constata que a pesar del trasfondo dramático que la misma trasunta, Shakespeare supo fusionar adecuadamente algunas situaciones de comedia con el drama a fin de aliviar la tensión. Sin embargo en la presente producción, la comedia es reemplazada por la farsa, sobre todo en el transcurso del primer acto a través de escenas decididamente exageradas para provocar la risa; así por ejemplo, la muy buena actriz Debbie-Lynch-White como la nodriza de Julieta produce una gran dosis de carcajadas pero su personaje resulta más caricaturesco que realista. Otro aspecto cuestionable es la famosa escena del balcón; a través de un panel que adopta la forma de un muro inclinado, Roméo asciende la empinada pared para estar cerca de su amada Julliette y desciende a manera de tobogán; ese sube y baja que se repite varias veces logra nuevamente el jolgorio del público en detrimento del lirismo poético impreso por Shakespeare.
En líneas generales, el aspecto más cuestionable de la presente versión es la ausencia de emoción que impide que la audiencia pueda involucrarse en la tragedia de sus personajes, con la excepción de la brillante interpretación de Benoìt McGinnis que logra transmitir la intensidad y patetismo al personaje de Mercutio, donde además de ser el devoto confidente de Roméo en la versión de Denouncourt se encuentra profundamente enamorado de él.
A nivel de interpretación, Philippe Thibault-Denis se desenvuelve eficientemente como Roméo Montaigu pero en cambio la joven Marianne Fortier no resulta convincente como la candorosa y pura Juliette Capulet revelando cierta inexperiencia en su debut teatral; eso impide que exista la necesaria química entre ambos personajes, capaz de seducir a la platea. Los otros actores del vasto reparto se desempeñan satisfactoriamente sobre todo se destaca el dinamismo y entusiasmo evidenciado por los jóvenes actores como en el caso de Simon Pigeon, Guillaume Gauthier, Mathieu Richard, Gabriel Lemire y Mikhaïl Ahooja.
Al margen de las observaciones apuntadas, lo que se destaca notablemente en esta producción son sus valores estéticos comenzando por el excelente vestuario de época concebido por Denoncourt con la valiosa colaboración de Pierre Guy-Lapointe, la iluminación de Martin Labrecque y la funcional escenografía de Guillaume Lord.
Combinando la comicidad con la tragedia, Denoncourt ofrece una producción que aunque sin duda ambiciosa y visualmente esmerada, su estructura dramática no logra conmover.