Ani­ma­les Nocturnos

NOC­TUR­NAL ANI­MALS. Esta­dos Uni­dos, 2016. Un film escri­to y diri­gi­do por Tom Ford

Con la deli­ca­de­za y esti­lo que dis­tin­guió a su ópe­ra pri­ma A Sin­gle Man (2009), Tom Ford abor­da con su segun­do film un tema más com­pli­ca­do que no obs­tan­te logra trans­mi­tir­lo con estu­pen­da cla­ri­dad. Basa­do en la nove­la Tony y Susan de Aus­tin Wright, el rea­li­za­dor se apar­ta un poco de la mis­ma debi­do a que una lec­tu­ra lite­ral no podría en este caso adap­tar­se a la pan­ta­lla; eso es así por­que den­tro del rela­to glo­bal exis­ten tres líneas narra­ti­vas que en su tras­la­do al cine era nece­sa­rio efec­tuar cier­tos cam­bios a fin de cap­tar ínte­gra­men­te el espí­ri­tu que ema­na del libro original.

Amy Adams

Amy Adams

Comen­zan­do por el pre­sen­te, el guión pre­sen­ta a Susan Morrow (Amy Adams), una gale­ris­ta que vive en Los Ánge­les, casa­da en segun­das nup­cias con un hom­bre don­jua­nes­co (Armie Ham­mer), don­de se per­ci­be que no exis­te la armo­nía ade­cua­da en ese matri­mo­nio. Un buen día, cuan­do su mari­do está ausen­te por un via­je de nego­cios, ella reci­be un paque­te con­te­nien­do el manus­cri­to de “Noc­tur­nal Ani­mals”, una nove­la iné­di­ta escri­ta por su pri­mer mari­do Edward Shef­field (Jake Gyllenhaal) a quien hace más de 20 años que no ha vis­to; en una nota adhe­ri­da a la enco­mien­da él mani­fies­ta que la con­tac­ta­rá cuan­do esté de paso por algu­nos días en la ciudad.

Cuan­do sola y ten­di­da en su cama, Susan comien­za a leer el libro que está dedi­ca­do a ella, el rela­to adop­ta la for­ma de un film den­tro de otro don­de el públi­co se va impo­nien­do len­ta­men­te de su con­te­ni­do. En el mis­mo se obser­va a Tony Has­tings (tam­bién inter­pre­ta­do por Gyllenhaal) quien acom­pa­ña­do de su mujer Lau­ra (Isla Fisher) y de su joven hija (Ellie Bam­ber) va con­du­cien­do su coche en una deso­la­da carre­te­ra de Texas duran­te las horas noc­tur­nas. Ines­pe­ra­da­men­te, la fami­lia es ace­cha­da y ata­ca­da por un trio de faci­ne­ro­sos lide­ra­do por Ray (Aaron Tay­lor-John­son) con el resul­ta­do de que Lau­ra y su hija son secues­tra­das mien­tras que Tony logra escapar.

Al sus­pen­der momen­tá­nea­men­te la lec­tu­ra de la nove­la, Susan no pue­de repri­mir su sen­ti­mien­to de angus­tia por la vio­len­cia del rela­to; al pro­pio tiem­po comien­za a resur­gir su pasa­do cuan­do estu­vo uni­da al escri­tor y los moti­vos por los cua­les lo dejó al con­si­de­rar­lo una per­so­na débil e inca­paz de lle­gar a triun­far. Cuan­do Susan reanu­da la lec­tu­ra del manus­cri­to, des­cu­bre que la espo­sa e hija de Edward han sido ase­si­na­das; de allí en más el acon­go­ja­do Tony con la ayu­da de Bobby Andes (Michael Shan­non), un humano detec­ti­ve, tra­ta­rán de loca­li­zar a los agresores.

Una vez com­ple­ta­da su lec­tu­ra, Susan así como el públi­co entien­den que el alter ego de Edward es Tony así como el de ella es el per­so­na­je de Lau­ra. De esa expe­rien­cia lite­ra­ria Susan segui­rá revi­vien­do la rela­ción que man­tu­vo con su ex mari­do lo que la obli­ga a des­cu­brir los erro­res come­ti­dos, en gran par­te debi­do por la influen­cia no del todo posi­ti­va ejer­ci­da en ese enton­ces por su madre (Lau­ra Lin­ney). Aho­ra, no pue­de evi­tar que múl­ti­ples deta­lles de su vida ante­rior reper­cu­tan emo­cio­nal­men­te al movi­li­zar los cimien­tos que sir­ven de apo­yo a su apa­ren­te per­fec­ta exis­ten­cia actual.

La actua­ción de Adams es admi­ra­ble trans­mi­tien­do a tra­vés de sus expre­sio­nes facia­les y mira­das la tur­bu­len­cia e inquie­tud que ani­da en su per­so­na­je. No menos impor­tan­te es lo que Gyllenhaal logra en su doble inter­pre­ta­ción del per­so­na­je real y fic­ti­cio, así como la de Shan­non como el hom­bre que no tenien­do nada que per­der ins­ti­ga­rá a Tony para que jun­tos adop­ten la medi­da nece­sa­ria a fin de que los ase­si­nos no que­den impu­nes de sus crímenes.

Que­da como balan­ce una atra­pan­te his­to­ria don­de el amor se entre­la­za con la ven­gan­za tan­to en la reali­dad como en la nove­la, dejan­do abier­ta la puer­ta para una even­tual redención.

La direc­ción y guión de Ford se dis­tin­gue por la cohe­sión que logra entre las sub­tra­mas del rela­to glo­bal a tra­vés de una exce­len­te cons­truc­ción narra­ti­va, logran­do de este modo un film de nota­ble cali­dad. Jor­ge Gutman