Bus­can­do Refu­gio en Lampedusa

FUO­COAM­MA­RE. Ita­lia-Fran­cia 2016. Un film de Gian­fran­co Rosi

Des­pués de haber logra­do en Vene­cia en 2013 el pre­mio máxi­mo por Sacro Gra, el rea­li­za­dor ita­liano Gian­fran­co Rosi nue­va­men­te obtie­ne la máxi­ma dis­tin­ción en el Fes­ti­val Inter­na­cio­nal de Ber­lín de este año con Fuo­coam­ma­re, un film de gran huma­ni­dad y cier­ta­men­te mere­ce­dor del tro­feo recibido.

fuocoammareHabien­do vivi­do un año en la isla de Lam­pe­du­sa, situa­da al sur de Sici­lia, esa expe­rien­cia es vol­ca­da por el direc­tor para cen­trar su aten­ción en dos reali­da­des que con­vi­ven en esa región. Por un lado des­cri­be la vida de sus habi­tan­tes y en la otra cara de la meda­lla mues­tra uno de los gran­des dra­mas que afli­gen a nues­tra sociedad.

En su pri­me­ra par­te el film docu­men­ta algu­nas tra­di­cio­nes y ras­gos cul­tu­ra­les del lugar a tra­vés de la visión de Samue­le Puci­llo, un niño de 12 años, hijo de un pes­ca­dor y que actúa como hilo con­duc­tor para ilus­trar cómo trans­cu­rre la vida de sus pobla­do­res. A tra­vés de sus acti­vi­da­des coti­dia­nas se lle­ga a cono­cer, entre otros per­so­na­jes, a algu­nos miem­bros de su fami­lia inclu­yen­do a su abue­la María Cos­ta quien es una exper­ta coci­ne­ra de pas­tas, un ami­go con quien dis­trae su tiem­po libre, el abne­ga­do y res­pon­sa­ble médi­co Pie­tro Bar­to­lo a quien acu­de para que le solu­cio­ne un pro­ble­ma visual, como así tam­bién a Pip­po, un joven isle­ño que se encar­ga de con­du­cir la radio local.

En su segun­da mitad el rela­to alcan­za carac­te­rís­ti­cas dra­má­ti­cas al abor­dar la situa­ción de los deses­pe­ra­dos migran­tes que pro­ve­nien­tes del nor­te de Áfri­ca tra­tan de lle­gar a la cos­ta de la isla en pro­cu­ra de liber­tad. Uti­li­zan­do como trans­por­te pre­ca­rias y sobre­car­ga­das embar­ca­cio­nes no todos alcan­zan a sobre­vi­vir. Es allí que la cáma­ra de Rosi a tra­vés de sus imá­ge­nes mues­tra la mane­ra en que esta tra­ge­dia adquie­re reso­nan­cia en la isla. Así se com­prue­ba el sen­ti­mien­to de soli­da­ri­dad que ani­ma a los humil­des luga­re­ños, la labor huma­ni­ta­ria de res­ca­te efec­tua­da por los guar­da­cos­tas del lugar como tam­bién que­da des­ta­ca­da la extra­or­di­na­ria tarea des­ple­ga­da por el doc­tor Bar­to­lo asis­tien­do a los refu­gia­dos clan­des­ti­nos para com­pro­bar su esta­do de salud y cer­ti­fi­can­do la muer­te de quie­nes sucum­bie­ron en el viaje.

Con algu­nas secuen­cias de nota­ble belle­za poé­ti­ca, Rosi con­fir­ma una vez más sus con­di­cio­nes de excep­cio­nal docu­men­ta­lis­ta com­pro­me­ti­do con un cine de enver­ga­du­ra social. Sin mani­pu­la­ción algu­na, el rea­li­za­dor tes­ti­mo­nia con elo­cuen­cia, una de los males mayo­res que afec­ta a la huma­ni­dad; en tal sen­ti­do el film deja espa­cio para la refle­xión, sobre todo cuan­do hoy día más que nun­ca se obser­va cómo se ha endu­re­ci­do en los paí­ses euro­peos el con­trol fron­te­ri­zo con rela­ción al flu­jo de deses­pe­ra­dos refu­gia­dos no deseados.

Por lo que ante­ce­de este evo­ca­ti­vo y pode­ro­so dra­ma es deci­di­da­men­te reco­men­da­ble. Jor­ge Gutman