Per­so­na­li­da­des Compartidas

SPLIT. Esta­dos Uni­dos, 2016. Un film escri­to y diri­gi­do por M. Night Shyamalan

Des­pués de algu­nos fil­mes medio­cres, el rea­li­za­dor M. Night Shya­ma­lan retor­na más afor­tu­na­do con SPLIT, un thri­ller que sin ser excep­cio­nal logra crear una mode­ra­da intri­ga que se va des­va­ne­cien­do en su tra­mo final.

James McAvoy

James McA­voy

El rela­to se cen­tra en Kevin (James McA­voy), un indi­vi­duo men­tal­men­te alte­ra­do que debi­do a expe­rien­cias trau­má­ti­cas del pasa­do sufre el tras­torno de iden­ti­dad diso­cia­ti­vo por el que adop­ta 23 per­so­na­li­da­des dife­ren­tes. Es ahí que con la iden­ti­dad de Den­nis, un deci­di­do psi­có­pa­ta, secues­tra a tres ado­les­cen­tes ami­gas des­pués de haber asis­ti­do a la cele­bra­ción de una fies­ta de cum­plea­ños. De este modo, Casey (Anya­Tay­lor-Joy), Clai­re (Haley Lu Richard­son) y Mar­cia (Jes­si­ca Sula) son con­fi­na­das por su cap­tor en un reduc­to sub­te­rrá­neo de la casa en la que él habita.

La ori­gi­na­li­dad de este secues­tro radi­ca en que las ate­rra­das mucha­chas se sien­ten gra­dual­men­te asom­bra­das a la vez que con­fun­di­das cuan­do el secues­tra­dor en cada una de sus apa­ri­cio­nes al lugar don­de se encuen­tran cau­ti­vas va asu­mien­do dis­tin­tas face­tas; así ade­más de Den­nis, van sur­gien­do Barry ‑un dise­ña­dor de modas‑, Patri­cia ‑una ele­gan­te dama con tacos y Head­wig ‑un niño viden­te de nue­ve años que gus­ta de Casey-.

El otro aspec­to del rela­to se cen­tra en las sesio­nes que Kevin man­tie­ne con su psi­quia­tra, la doc­to­ra Flet­cher (Betty Buc­kley), quien se espe­cia­li­za en el tipo de dolen­cia del que pade­ce su pacien­te. En cada sesión, ella se esfuer­za por escu­dri­ñar su frac­tu­ra­da men­te tra­tan­do de lograr una aso­cia­ción de sus per­so­na­li­da­des; al pro­pio tiem­po se man­tie­ne aler­ta fren­te a la apa­ri­ción de una nue­va y peli­gro­sa iden­ti­dad que se está gene­ran­do en él.

El sus­pen­so se gene­ra a tra­vés de los dife­ren­tes inten­tos que las jóve­nes efec­túan para poder esca­par de su encie­rro y el modo en que inter­ac­túan con Kevin; eso es más evi­den­te en Casey que a tra­vés de flash­backs se sabe que ella tam­bién ha pade­ci­do trau­mas en su infan­cia con con­si­de­ra­bles heri­das emo­cio­na­les no cica­tri­za­das; ese hecho le per­mi­te estar mejor pre­pa­ra­da para defen­der­se del secuestrador.

Aun­que este dra­ma psi­co­ló­gi­co des­pier­ta inte­rés en gran par­te de su desa­rro­llo, a par­tir de un momen­to dado sufre de un letar­go que lo vuel­ve repe­ti­ti­vo sin con­se­guir incre­men­tar la ten­sión exis­ten­te. Tenien­do en cuen­ta que los tres aspec­tos fun­da­men­ta­les del film resi­den en la natu­ra­le­za de la enfer­me­dad des­crip­ta, la rela­ción del pacien­te con su psi­quia­tra y final­men­te la situa­ción plan­tea­da a raíz del secues­tro, el direc­tor no logró cohe­sio­nar­los en un satis­fac­to­rio des­en­la­ce y en con­se­cuen­cia su reso­lu­ción es poco convincente.

Ade­más de su atrac­ti­vo visual, se des­ta­ca la meri­to­ria actua­ción de Tay­lor-Joy y sobre todo la remar­ca­ble com­po­si­ción que McA­voy logra de Kevin; a tra­vés de ges­tos, movi­mien­tos y trans­for­ma­cio­nes físi­cas, el actor des­lum­bra al intro­du­cir­se ple­na­men­te en la piel de las dife­ren­tes per­so­na­li­da­des que requie­re su impre­de­ci­ble y paté­ti­co per­so­na­je. Jor­ge Gutman

Fun­da­dor de un Impe­rio Gastronómico

THE FOUN­DER. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film de John Lee Hancock

Este film se cen­tra en la per­so­na de Ray Kroc, el fun­da­dor del impe­rio McDo­nald don­de el rea­li­za­dor John Lee Han­cock ofre­ce el retra­to de un indi­vi­duo que sin con­si­de­ra­ción algu­na en mate­ria de éti­ca comer­cial derrum­ba cruel­men­te a quie­nes le han ten­di­do una mano en difí­ci­les momentos.

Michael Keaton

Michael Kea­ton

Basa­do en hechos reales aun­que con cier­tas licen­cias el guión de Robert Sie­gel pre­sen­ta al cin­cuen­te­na­rio Kroc (Michael Kea­ton) quien en 1954 tra­ta de ganar­se la vida como un ven­de­dor iti­ne­ran­te de máqui­nas de bati­dos de leche a tra­vés del medio oes­te de los Esta­dos Uni­dos. Con resul­ta­dos poco fruc­tí­fe­ros en su ges­tión, una bue­na opor­tu­ni­dad se le pre­sen­ta cuan­do reci­be un pedi­do de com­pra de varias máqui­nas por par­te de dos her­ma­nos, Mac (John Carroll Lynch) y Dick (Nick Offer­man) McDo­nald, que viven en San Ber­nar­dino, Cali­for­nia. Al lle­gar a des­tino des­cu­bre que ellos son due­ños de un peque­ño pero exi­to­so res­tau­ran­te de comi­da al paso que se dedi­ca a ven­der ham­bur­gue­sas con papas fri­tas acom­pa­ña­das de una gaseo­sa. Vien­do con asom­bro la velo­ci­dad con que su per­so­nal efec­túa la ven­ta al públi­co, Ray logra ser invi­ta­do por Mac y Dick para cono­cer el inte­rior del nego­cio, don­de obser­va cómo la comi­da es pre­pa­ra­da y de qué mane­ra es posi­ble lograr un ser­vi­cio efi­cien­te y rápi­do capaz de satis­fa­cer a la clien­te­la. Impre­sio­na­do por lo que ve, el via­jan­te con­si­gue ven­cer la resis­ten­cia de los her­ma­nos de expan­dir el nego­cio a tra­vés del sis­te­ma de fran­qui­cias don­de Ray esta­rá invo­lu­cra­do en el proceso.

A tra­vés de situa­cio­nes que no con­vie­ne anti­ci­par se verá cómo gra­dual­men­te el astu­to Ray se las inge­nia­rá para que a tra­vés de un esque­ma inmo­bi­lia­rio suge­ri­do por un con­ta­dor (B.J. Novak) lle­gue a tomar con­trol de la ope­ra­ción a tal pun­to de con­ver­tir­se en el due­ño de la mar­ca McDo­nald y trans­for­mar­lo en un gigan­tes­co impe­rio que como bien es sabi­do abar­ca más de un cen­te­nar de paí­ses alre­de­dor del mundo.

Si bien el rea­li­za­dor no pin­ta a su pro­ta­go­nis­ta como un mons­truo, que­da cla­ro que se está fren­te a una per­so­na que gra­dual­men­te se va des­hu­ma­ni­zan­do y sin escrú­pu­lo alguno no duda en ven­der su alma al dia­blo con tal de satis­fa­cer sus ambi­cio­nes. Ade­más, en lo que con­cier­ne a su vida per­so­nal, el film no es muy com­pla­cien­te al mos­trar­lo como alguien que no lle­gó a apre­ciar el apo­yo que reci­bió de su espo­sa Ethel (Lau­ra Dern) en los momen­tos más difí­ci­les por los que atra­ve­sa­ba para final­men­te divor­ciar­se de ella y unir­se a la mujer (Lin­da Car­de­lli­ni) que ha sido espo­sa de un aso­cia­do comer­cial (Patrick Wilson).

El film cuen­ta con un buen repar­to enca­be­za­do por la nota­ble actua­ción de Kea­ton quien detrás de un ros­tro agra­da­ble y son­rien­te su per­so­na­je ocul­ta a un laten­te villano ham­brien­to de codi­cia y poder eco­nó­mi­co. Tam­bién se lucen Offer­man y Carroll Lynch, como dos per­so­nas ínte­gras que abrien­do sus puer­tas a Kroc no ima­gi­na­ron que se verían for­za­dos a cerrar sus ope­ra­cio­nes comer­cia­les des­pués de varios años de exi­to­sa existencia.

Aun­que el film no alcan­ce un desa­rro­llo dra­má­ti­co de gran emo­ción, con todo está muy bien diri­gi­do y logra entre­te­ner; asi­mis­mo pro­du­ce cier­to sabor amar­go cuan­do Kroc expre­sa que en una com­pe­ten­cia comer­cial lo más impor­tan­te es hun­dir al con­trin­can­te. Más que una for­ma de cele­brar el triun­fo del empre­sa­rio visio­na­rio e inno­va­dor, The Foun­der es una con­tun­den­te crí­ti­ca al capi­ta­lis­mo de post gue­rra. Jor­ge Gutman

La emble­má­ti­ca obra de Peter Shaffer

AMA­DEUS

Una de las obras de tea­tro que mayor reper­cu­sión tuvo en el fir­ma­men­to tea­tral vuel­ve a cobrar vida en una nue­va ver­sión del Natio­nal Thea­tre que podrá ser juz­ga­da por el públi­co cana­dien­se. Se tra­ta de Ama­deus escri­ta por el recien­te­men­te des­apa­re­ci­do dra­ma­tur­go inglés Peter Levin Shaf­fer y que está basa­da en la rela­ción con­flic­ti­va man­te­ni­da entre los com­po­si­to­res Anto­nio Salie­ri y Wolf­gang Ama­deus Mozart.

AMADEUS. Adam Gillen y Lucian Msamati. Foto de Marc Brenner (National Theatre)

Adam Gillen y Lucian Msa­ma­ti. Foto de Marc Bren­ner (Natio­nal Theatre)

Estre­na­da en Lon­dres por el Natio­nal Thea­tre en 1979, la pie­za logró inme­dia­ta­men­te con­quis­tar al públi­co y a la crí­ti­ca gra­cias a su tra­ma argu­men­tal y sobre todo por el valio­so repar­to enca­be­za­do por la memo­ra­ble actua­ción del gran actor Paul Sco­field como Salie­ri, acom­pa­ña­do de Simon Callow como Mozart y Feli­city Ken­dal ani­man­do a su espo­sa Cons­tan­ze Weber; al año siguien­te la pie­za fue acla­ma­da en Broad­way con un repar­to enca­be­za­do por Ian McKe­llen como Salie­ri. Des­pués de ganar varios pre­mios Oli­vier (Lon­dres) y Tony (Nue­va York), en 1984 la obra fue adap­ta­da al cine por su autor con la direc­ción de Milos For­man y la inter­pre­ta­ción de F. Murray Abraham en el rol de Salie­ri y Tom Hul­ce como Mozart; el film obtu­vo varios Oscar inclu­yen­do al de la mejor pelí­cu­la, mejor direc­ción, mejor actor (Murray Abraham) y mejor adaptación.

Adam Gillen y Lucian Msamati. Foto de Marc Brenner (National Theatre)

Adam Gillen . Foto de Marc Bren­ner (Natio­nal Theatre)

En una bre­ve sinop­sis la obra ilus­tra la lle­ga­da del joven pro­di­gio de Salz­bur­go a Vie­na, la capi­tal del mun­do musi­cal, quien está fir­me­men­te deci­di­do a demos­trar su talen­to. Impre­sio­na­do por su músi­ca, Anto­nio Salie­ri, el com­po­si­tor de la cor­te impe­rial, tie­ne el poder de pro­mo­ver su talen­to pero atra­pa­do por los atro­ces celos que lo corroen, deci­de recu­rrir a todo lo que está a su alcan­ce para des­truir­lo. Es así que comien­za una gue­rra con Mozart, con su músi­ca y, final­men­te, con Dios.

En la actual pro­duc­ción del Natio­nal Thea­tre estre­na­da en 2016 con la pues­ta escé­ni­ca de Michael Longhurst, el villano y envi­dio­so Salie­ri está carac­te­ri­za­do por el nota­ble actor bri­tá­ni­co ‑ori­gi­na­rio de Tan­za­nía- Lucian Msa­ma­ti; Adam Gillen como el infan­til y jugue­tón Mozart y Kar­la Cro­me como Cons­tan­ze. Si el nivel del elen­co es fun­da­men­tal para el éxi­to, no menos impor­tan­te es la músi­ca que for­ma par­te inte­gral de la acción; en tal sen­ti­do los crí­ti­cos lon­di­nen­ses han resal­ta­do al talen­to­so con­jun­to de músi­cos de la South­bank Sin­fo­nia bajo la direc­ción del maes­tro Simon Sla­ter inter­pre­tan­do extrac­tos de La Flau­ta Mági­ca, Las Bodas de Figa­ro y Don Gio­van­ni . Cola­bo­ran­do con el espec­tácu­lo se des­ta­can el dise­ño esce­no­grá­fi­co de Chloe Lam­ford , la coreo­gra­fía de Imo­gen Knight, la ilu­mi­na­ción de Jon Clark y el dise­ño sono­ro de Paul Ardit­ti.

La pie­za será trans­mi­ti­da en Cana­dá los días 2 de Febre­ro y el 4 de Mar­zo de 2017 a tra­vés de los cines per­te­ne­cien­tes a Cine­plex. Para una lis­ta de los cines y los hora­rios loca­les de trans­mi­sión pre­sio­ne aquí.

Una Edu­ca­ción Sentimental

20th CEN­TURY WOMEN. Esta­dos Uni­dos, 2016. Un film escri­to y diri­gi­do por Mike Mills

Ins­pi­ra­do en expe­rien­cias vivi­das en su eta­pa juve­nil, Mike Mills con­si­de­ra en 20th Cen­tury Women los lazos que lo unie­ron a su madre.

Annette Bening y Billy Crudup

Annet­te Bening y Billy Crudup

Ubi­can­do la acción en San­ta Bár­ba­ra en 1979, el rea­li­za­dor pre­sen­ta a su alter ego; se tra­ta de Jamie (Lucas Jade Zumann), un mucha­cho de 15 años de edad que vive con Dorothea (Annet­te Bening), su madre divor­cia­da de 55 años, con quien man­tie­ne una bue­na rela­ción; eso que­da tras­lu­ci­do en cier­tos actos, como cuan­do ella lo excu­sa de asis­tir a la escue­la por razo­nes injus­ti­fi­ca­das, o bien com­par­tien­do con él la visión de pelí­cu­las anti­guas que se pasan en la tele­vi­sión. Con todo, la sen­si­ble mujer per­ci­be que hay algo elu­si­vo en el com­por­ta­mien­to de su hijo y que de algún modo impi­de que la comu­ni­ca­ción resul­te más flui­da; para tra­tar de des­en­tra­ñar aspec­tos que pue­de des­co­no­cer de él recu­rre a dos per­so­nas para que la ayu­den en dicha tarea. Una de ellas es Abbie (Gre­ta Ger­wig), una fotó­gra­fa punk de 24 años recu­pe­rán­do­se de un cán­cer cer­vi­cal que arrien­da una pie­za en su hogar; la otra es Julie (Elle Fan­ning), una veci­na de 17 años con acti­va vida sexual que sien­do la mejor ami­ga de Jamie todas las noches se intro­du­ce subrep­ti­cia­men­te en su cama sin que ella le per­mi­ta que exis­ta sexo alguno para no dañar la rela­ción amistosa.

A tra­vés de la voz en off, se van cono­cien­do deta­lles de cada uno de estos per­so­na­jes que se com­ple­tan con el de William (Billy Cru­dup), un tími­do pen­sio­nis­ta del hogar que se ocu­pa de efec­tuar repa­ra­cio­nes en la casa ade­más de ser una figu­ra pater­nal para Jamie.

El rea­li­za­dor opta en su rela­to por una narra­ti­va zig­za­guean­te y epi­só­di­ca recu­rrien­do a una suce­sión de esce­nas que no siem­pre logran el efec­to desea­do y la más de las veces resul­tan des­hil­va­na­das. Si bien el pro­pó­si­to cen­tral radi­ca en la for­ma en que tie­ne lugar el pro­ce­so de madu­rez de Jamie, con­vi­vien­do con muje­res de dife­ren­tes gene­ra­cio­nes, más allá de algu­nos bue­nos diá­lo­gos con­te­ni­dos en el guión el tema no está explo­ta­do con la pro­fun­di­dad nece­sa­ria. A ello deben agre­gar­se cier­tas situa­cio­nes que resis­ten la cre­di­bi­li­dad; así, en una esce­na que tie­ne lugar en una cena social, Abbie tra­ta de afir­mar su femi­nis­mo y su caren­cia de inhi­bi­cio­nes insis­tien­do en que cada uno de los comen­sa­les repi­ta la pala­bra “mens­trua­ción”; a todo ello Julie res­pon­de seña­lan­do que su pri­mer perío­do lo tuvo a los 14 años en momen­tos en que esta­ba en un cine vien­do una película.

A fal­ta de una mejor pre­ci­sión del rela­to, el direc­tor logra una bue­na recons­truc­ción de épo­ca, cap­tan­do el ambien­te social y cul­tu­ral impe­ran­te; eso se refle­ja a tra­vés de las dis­co­te­cas con músi­ca punk rock, la lite­ra­tu­ra, la rati­fi­ca­ción del femi­nis­mo comen­za­do años atrás, así como ofre­cien­do algu­nos bos­que­jos del momen­to polí­ti­co impe­ran­te don­de el pre­si­den­te Car­ter en un dis­cur­so tele­vi­si­vo alu­de a “la cri­sis de con­fian­za” por la que atra­vie­sa el pue­blo americano.

No obs­tan­te las obser­va­cio­nes que mere­ce este nos­tál­gi­co rela­to, tan­to Ger­wig, Fan­ning, Zumann y Cru­dup, rea­li­zan apre­cia­bles tra­ba­jos, pero el alma del film des­can­sa en la gran actua­ción de Bening; en un com­ple­jo rol no exen­to de con­tra­dic­cio­nes, la vete­ra­na actriz encar­na a una mujer de gran cora­zón que aspi­ra a que su hijo sea un ser mejor en la vida logran­do la feli­ci­dad que ella no pudo alcan­zar. Jor­ge Gutman

Una Extra­or­di­na­ria Expo­si­ción del MBAM

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

CHA­GALL, COLOR Y MÚSICA

Den­tro de los gran­des acon­te­ci­mien­tos cul­tu­ra­les que se cele­bran a lo lar­go del año para con­me­mo­rar el 375° ani­ver­sa­rio de Mon­treal, el Museo de Bellas Artes de Mon­treal (MBAM) pre­sen­ta la más impor­tan­te mues­tra con­sa­gra­da al emble­má­ti­co artis­ta mul­ti­dis­ci­pli­na­rio que ha sido Marc Cha­gall (1887 – 1985), naci­do con el nom­bre de Moishe Segal

Su vida que se ha exten­di­do a lo lar­go de casi todo el siglo XX ha sido la de un artis­ta que vol­có su arte y su nota­ble inte­lec­tua­li­dad al ser­vi­cio de la pin­tu­ra, la escul­tu­ra, la esce­no­gra­fía, el dise­ño de ves­tua­rios y vitra­les, la tapi­ce­ría y la cerá­mi­ca; a todo ello debe agre­gar­se los pro­yec­tos deco­ra­ti­vos y arqui­tec­tó­ni­cos que tuvo a su car­go y sobre todo la pasión por la músi­ca que ha inva­di­do su uni­ver­so a lo lar­go de su exis­ten­cia. Pre­ci­sa­men­te por ello, la expo­si­ción lle­va de nom­bre Cha­gall: Color y Músi­ca don­de a tra­vés de 340 obras se pue­de apre­ciar la for­ma cómo la músi­ca ha ser­vi­do de ins­pi­ra­ción para la rea­li­za­ción de sus logros artís­ti­cos y a su vez el modo en que la pin­tu­ra de Cha­gall ha influi­do en las obras de muchos com­po­si­to­res de música.

Autorretrato con siete dedos (Foto de MBAM)

Auto­rre­tra­to con sie­te dedos. Foto de Ban­que d’i­ma­ges, ADAGP

El desa­rro­llo de la expo­si­ción, tan­to cro­no­ló­gi­co como temá­ti­co, cubre todos los perío­dos de la lar­ga y fruc­tí­fe­ra carre­ra del artis­ta inclu­yen­do sus años en Rusia, el vital momen­to de su vida en París, el exi­lio en Nue­va York, su esta­día en Méxi­co y final­men­te su per­ma­nen­cia en el sur de Francia.

El Violinista Verde (Foto de The Solomon R. Guggenheim Foundation)

El Vio­li­nis­ta Ver­de. Foto de The Solo­mon R. Gug­genheim FDN

En cuan­to a sus tra­ba­jos como pin­tor hay varias pin­tu­ras remar­ca­bles tales como Auto­rre­tra­to con 7 dedos (1912 – 1913), Naci­mien­to (1911 – 1912), El Vio­li­nis­ta Ver­de (1923 – 1924), El Rey David (1951) y El Cir­co Rojo (1956 – 1960). Los lien­zos exhi­bi­dos per­te­ne­cen a impor­tan­tes ins­ti­tu­cio­nes inter­na­cio­na­les, tales como el Gug­genheim Museum de Nue­va York, el Musée natio­nal d’art moder­ne de París, el Ste­de­lijk Museum de Ams­ter­dam, el Art Ins­ti­tu­te de Chica­go, el Museum of Modern Art de Nue­va York, etc, , así como tam­bién hay otras valio­sas obras iné­di­tas que han sido pres­ta­das por colec­cio­nis­tas privados.

Como escul­tor, acti­vi­dad que comen­zó en una edad avan­za­da de su vida se des­ta­can, entre otras crea­cio­nes impor­tan­tes Mujer con Pes­ca­do y La Bes­tia Fan­tás­ti­ca (en bron­ce e igual­men­te en yeso). No menos sig­ni­fi­ca­ti­vo son los dise­ños de vitra­les por él con­ce­bi­dos, don­de entre otros se dis­tin­gue el rea­li­za­do para la sina­go­ga del Cen­tro Médi­co Hadas­sah de Jerusalén.

El Nacimiento (Foto de The Art Institute of Chicago)

El Naci­mien­to. Foto de The Art Ins­ti­tu­te of Chicago

Gran par­te de la expo­si­ción está dedi­ca­da a la músi­ca en sus diver­sas mani­fes­ta­cio­nes. Así tan­to la Ópe­ra de París, el New York City Ballet y el Metro­po­li­tan Ope­ra se vie­ron agra­cia­dos con las esce­no­gra­fías rea­li­za­das por Cha­gall para los ballets Ale­ko (1942, Méxi­co) de Tchai­kovsky, El Pája­ro de Fue­go (1945, Nue­va York) de Stra­vinsky, Daph­nis et Chloé (Bru­se­las-París, 1958 – 1959) de Ravel y la ópe­ra La Flau­ta Mági­ca (1967, Nue­va York) de Mozart; al mis­mo tiem­po tuvo a su car­go el dise­ño del ves­tua­rio de los artis­tas par­ti­ci­pan­tes. Cabe seña­lar que cada una de las salas se encuen­tra com­ple­ta­men­te sono­ri­za­da con una ins­ta­la­ción musi­cal espe­cia­li­za­da, acom­pa­ña­da con dis­po­si­ti­vos mul­ti­me­dia; todo ello con­tri­bu­ye a crear la apro­pia­da atmós­fe­ra para que el públi­co se invo­lu­cre mejor en lo que está contemplando.

La expo­si­ción igual­men­te expli­ca como el pro­gra­ma deco­ra­ti­vo del Metro­po­li­tan Ope­ra y el Lin­coln Cen­ter de Nue­va York encar­nan el con­cep­to del arte total tan que­ri­do por el artis­ta a la vez que tes­ti­mo­nia sus per­ma­nen­tes inves­ti­ga­cio­nes sobre la uni­ver­sa­li­dad de la músi­ca y cómo se refle­ja arqui­tec­tó­ni­ca­men­te. Como mues­tra de ello, una de las salas está dedi­ca­da a repro­du­cir la deco­ra­ción rea­li­za­da para el techo de la Ópe­ra Gar­nier de Paris (1964) que cons­ti­tu­ye una ver­da­de­ra sin­fo­nía de colo­res y for­ma; así se obser­va la pin­tu­ra que repre­sen­ta una inmen­sa flor con un sol en el cen­tro y con 5 péta­los de dife­ren­tes colo­res dedi­ca­dos a 14 inmor­ta­les com­po­si­to­res del arte líri­co, entre ellos, Ver­di, Beetho­ven, Wag­ner y por supues­to Mozart quien ha sido uno de los gran­des amo­res de Chagall.

Esta extra­or­di­na­ria mues­tra cons­ti­tu­ye sin duda una cele­bra­ción de la liber­tad de expre­sión del artis­ta así como el amor y la belle­za que infun­dió a tra­vés de su mara­vi­llo­so arte crea­ti­vo. El públi­co tie­ne la posi­bi­li­dad de admi­rar la remar­ca­ble obra de Cha­gall des­de el 28 de enero has­ta el 11 de junio próximo.

Para­le­la­men­te a la expo­si­ción la Fun­da­ción Arte Musi­ca pre­sen­ta­rá un via­je musi­cal de la obra de Marc Cha­gall a tra­vés de la rea­li­za­ción de 12 con­cier­tos que se efec­tua­rán en la sala Bour­gie del Museo, ade­más de 4 con­fe­ren­cias que ten­drán lugar en el audi­to­rio Max­well-Cum­mings. Refle­jan­do las múl­til­ples influen­cias musi­ca­les del artis­ta, la serie de con­cier­tos cons­ti­tu­ye una incur­sión en su uni­ver­so. Las músi­cas judías de su infan­cia, los com­po­si­to­res fran­ce­ses de comien­zos del siglo pasa­do y la músi­ca clá­si­ca de su Rusia natal for­man par­te de dicha pro­gra­ma­ción. En esen­cia, estos con­cier­tos cons­ti­tu­yen una fusión del len­gua­je pic­tó­ri­co y musi­cal a tra­vés de un colo­ri­do diálogo.

Para infor­ma­ción adi­cio­nal sobre esta expo­si­ción pre­sio­ne aquí